»—¿Él estaba sonriendo tras recibir un mensaje y luego canceló los planes que tenían, alegando que debía ir al trabajo al final? ¿Quién sonríe con un mensaje así?
—Quizás sonreía por algún otro mensaje, antes de recibir el de su empleo.
—Quizás, pero hay algo que no me late en él desde hace un tiempo y tú lo sabes.
—Lo sé y no lo entiendo.
Laura era mi mejor amiga desde niñas, y siempre hemos estado de acuerdo en todo, pero ahora no era así; desde que le presente a Marco, ha dicho que siente un mal presentimiento con él, y cada que le cuento cualquier cosa sobre él sale con lo mismo. Yo no logro entender porque, pero supongo que solo necesita un poco de tiempo para conocerlo como yo y aceptarlo como mi pareja, aunque de no ser el caso, no importaba mucho, pues ella seguiría siendo mi mejor amiga y tampoco tenia planeado terminar mi relación solo por eso.
—Te lo digo, debes hacerme caso y estar más atenta a ese hombre, estoy segura de qué algo esconde. Además, el hecho de que sea tan celoso solo me hace pensar que quizás él podría ser el que podría engañarte; no quiero preocuparte amiga, pero sabes lo que se dice de las personas demasiado celosas: o fueron engañadas en el pasado, o tienen miedo a que les hagan lo mismo que ellos están haciendo.«
Tenia razón, eso era lo que se decía, pero sin embargo yo creía que esos no podían ser todos los motivos; quizás era muy inseguro o había algo en su pasado que yo no conocía y que lo hacia ser así.
De todas formas, la conversación que había tenido el sábado con Laura me dejo muy inquieta, mas de lo que me gustaría admitir, pero ya había cumplido un año con Marco, y nunca en este tiempo había dudado de él, así que no me gustaría empezar ahora. Además, no había motivos solidos para dudar de su fidelidad, pues si bien había habido un par de situaciones extrañas que comenzaron a aumentar hace un par de semanas, era seguro que eran a causa de su trabajo, y no porque me estuviese engañando.
Quería confiar de igual forma, que si algún día él decidiera querer a alguien mas o sintiera que la relación ya no era suficiente, me lo diría directamente y no andaría con alguien mas, burlándose a mis espaldas. Tenia la confianza de que era lo suficientemente hombre para hablar claro y no lastimarme de esa manera.
No valía la pena torturarme con esos pensamientos; yo confiaba en mi novio, y sobre todo, creía en nuestra relacion, y estaba segura de que estábamos muy bien y no existía ese riego con nosotros.
Había empezado la semana y yo estaba trabajando en la biblioteca. Lleve la chaqueta de Marco conmigo, pues justo como lo imagine, no pudimos retomar los planes del parque el domingo; la mamá de Marco había llamado, pidiendo que él la acompañara al doctor al no contar con nadie mas para que la llevara, y obviamente él no podía negarse, como tampoco yo le pediría que lo hiciera.
Así que no me había quedado mas remedio que esperar para poder devolverle su prenda, pensé que lo mejor era esperar hasta que nos viéramos de nuevo, pero recordé que en pocos días seria el cumpleaños de Laura y quería regalarle un pastel, así que se me ocurrió pasar hoy a la pastelería donde trabajaba mi novio y hacer el pedido, aprovechando de paso para devolverle su chaqueta y verlo un momento el día de hoy.
Pude haberle avisado por mensaje o hacer el pedido del pastel igualmente por mensaje y quedar algún día para llevarle la chaqueta, pero quería verlo, por eso decidí que iría hasta la pastelería donde trabajaba justo cuando saliera de mi trabajo, llegaría sin avisar para sorprenderlo. Según sabia, hoy estaría solo en el lugar, pues su jefe estaba abriendo una nueva pastelería en otra parte de la ciudad y necesitaba a la mayoría de sus trabajadores allá, ayudándole con las preparaciones para antes de la inauguración; con poca gente en donde Marco trabajaba, tuvieron que turnarse entre uno de sus compañeros y él, mientras uno atendía el lugar, otro se encargaría de las entregas.
El día de hoy, a Marco le tocaba atender el local, así que estaría prácticamente solo. Decidí ir cuando fuera su hora de comer, para no molestarlo mientras trabajaba.
Salí de la biblioteca a las 04:00 pm y partí a la pastelería, dispuesta a cumplir con mis planes antes de que pudiera arrepentirme. Justo cuando yo salía del trabajo, Marco tenia su hora de descanso para comer, él salía del trabajo dos horas después que yo, siendo su hora de descanso de las 04:00 pm a las 05:00 pm, y su hora de salida era justamente a las 06:00 pm.
Llegue al lugar con el conocimiento de que Marco no salía exactamente a las cuatro a comer, pues primero se quitaba el mandil e iba a por sus cosas, revisando que todo quedase en buen estado antes de salir, mas ahora que no habría nadie en la pastelería y tendría que cerrar mientras volvía de su descanso. Me apresure en ingresar al local, que seguía abierto a pesar de portar en la puerta el letrero de "Cerrado".
Al estar adentro todo lucia limpio y en orden, aunque me sentía extraña al estar acostumbrada a encontrar el lugar lleno de gente aún a esta hora, pero solo era momentáneo, pues todo volvería a como era antes una ves estuviera terminada la otra pastelería.
Me dirigí al interior, tratando de encontrar a Marco, pero algo me paralizo en el lugar. Era un sonido extraño, como la clase de sonido que se produce cuando besas a alguien más.
Sin quererlo, la voz de Laura llego a mi mente, recordando de nuevo sus palabras del sábado pasado. No podía quedarme parada, tenia que averiguar que estaba pasando y acabar con esa sensación en mi corazón que me decía que algo malo estaba a punto de ocurrir, y no creía estar preparada para eso.
Al llegar a la cocina, ví a Marco, pero justo como temí, no estaba solo. Había una mujer sentada sobre una barra rodeándole de la cintura con sus piernas, por la posición en la que estaban, con el dándome la espalda y cubriéndola a ella con su cuerpo, no pude ver de quién se trataba, pero pude notar que era rubia y de piel acanelada, delgada y no muy alta.
De inmediato sentí un nudo en la garganta y el dolor en el pecho se volvió más fuerte, dándome la sensación de ahogó y produciendo que se me cristalizaran los ojos. Él me estaba engañando, no podía negarlo, y solo me hacía sentir estúpida al no haber hecho caso a Laura desde un principio.
Por sobre todo, yo me sentía una persona racional, aún cuando tuviera mis momentos como una tonta; algo en mi cabeza hizo click y de inmediato saque mi celular antes de que ellos notarán mi presencia en el lugar. Les tome una fotografía justo como estaban, devorándose sobre la barra, en la cocina del lugar de trabajo de Marco, para nada profesional de su parte.
Guarde el móvil en la bolsa de mi pantalón y me aclaré la garganta para llamar su atención.
—Así que esto es lo que te mantenía tan ocupado últimamente, ¿no, Marco?
Se separó bruscamente de la mujer, dejándome ver su cara. No la había visto nunca, al menos no en persona, sin embargo sabía quién era.
Era Claudia Mirameb; la única hija de Antonio Mirameb, uno de los hombres más ricos y conocidos en la ciudad al ser un excelente hombre de negocios.
Su hija había protagonizado una serie de diversos escándalos debido a su excéntrismo y a su típico comportamiento de chica mimada, pero para llevar esa carga, realmente se le había dado muy bien ocultar lo que sea que ha estado teniendo con Marco, pues ni siquiera yo me había percatado de ello está ahora.
¿Qué hacía una mujer como esa en un lugar como esté?
Sabía que Marco era guapo, y no dudaba que pudiera atraer a cualquier mujer, además de que la pastelería ya era bien reconocida en la ciudad, pero eso no quitaba el hecho de que él fuera solo un trabajador del lugar y ella una mujer muy rica que podría conseguir a cualquier hombre que quisiese.
En realidad no era tan difícil de creer, viéndolo mejor, pues él tenía un manera muy sencilla de atraer a las personas y yo no era la única en notarlo.
Así como tampoco era la única con la que salía.
—¡Marie! ¿Qué haces aquí?
—¿Eso es lo único que se te ocurre decirme en este momento? ¡Eres un idiota! Todo este tiempo me estuviste engañando, si ya no querías seguir conmigo debiste decírmelo y no andar con otra, burlándose a mis espaldas.
—¿Y qué querías que hiciera? Todo esto no es mas que tu culpa, creí que algún día lograrías conseguir buena fama al cantar, pero no haces mas que ir de un lugar a otro dando pequeñas interpretaciones que no te llevaran a nada. Por supuesto que estaba planeando terminar contigo, solo necesitaba confirmar que me ascenderán de puesto y entonces terminaría contigo, pero me adelantaste las cosas ahora.
—Entonces, ¿solo salías conmigo porque creíste que podría alcanzar el éxito? ¿Todo este tiempo solo se trato de dinero?
—Así es, el día en que te conocí en esa cafetería, y después de escucharte cantar, notando como las personas se fascinaron por tu interpretación, creí que seria conveniente conseguir algo contigo, ya que no me estaba yendo tan bien con mi puesto en la pastelería, lucias tan ingenua que pensé que sería fácil el engancharte, y no me equivoqué; creí que después de ese día tu fama despegaría y entonces podría utilizarte para conseguir lo que quisiera, sin embargo, no fue así. Es verdad que cada vez conseguiste mas llamadas para cantar en eventos importantes, pero te estancaste en ese punto y desde entonces no has conseguido nada grande, siendo completamente inservible para mi.
»De hecho, gracias a Claudia, estoy más cerca que nunca de conseguir ser el dueño de mi propia pastelería he incluso mas.
Ella estaba escuchando todo lo que decía, y sin embargo no parecía molestarle el hecho de que estaba siendo utilizada igual que yo, al contrario, sonreía de manera burlesca, como si disfrutara por completo de la situación que se desarrollaba frente a sus pequeños ojos oscuros.
—¿Quieres decir que la estas utilizando también?
—Por supuesto que no, a ella la conocí hace un mes y desde el primer momento supe que ella era la indicada, ni siquiera sabia que ella podría ayudarme a cumplir mis planes, ella sola me ofreció su ayuda una vez le revelé la razón de estar contigo.
—Que conveniente para ti no. Entonces todo lo que he hecho por ti y todo el tiempo que te he dado, ¿no fue mas que un desperdicio?
No podía evitar el dolor que me apresaba y sin poder contenerlo mas, sentí como las lagrimas rodaban por mi mejilla, siendo cada vez mas, a pesar de mi inútil esfuerzo por limpiarlas.
La mujer se puso de pie y camino hasta ponerse a su lado, aferrándose con fuerza a su brazo; en otra ocasión, podría haberme parecido gracioso, pues era tan pequeña que mas bien daba la imagen de ser una hermana pequeña sujetando a su hermano, pero el estado de dolor y decepción era tal que no podía pensar en nada que no fueran las palabras de Marco.
—Deja de llorar y lárgate de aquí; Marqui ya lo dijo, acéptalo ya, solo fuiste una herramienta que al final resulto inservible, ustedes dos acaban de terminar por fin, el juego ya se acabo y yo voy a darle todo lo que tu no pudiste darle todo ese tiempo juntos. Mejor que dejes de hacer el ridículo y nos dejes tranquilos de una vez.
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