"Letras De La Vida Nueva"

"Letras De La Vida Nueva"

Oportunidades

"Te amo.

Te amo y ni siquiera sé tú nombre o sí existes realmente. Apareciste de repente y ahora no hago más que pensarte y desear encontrarte en el mundo real.

¿Cómo puede alguien enamorarse de una fantasía."

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"¿Qué era este dolor?

¿Algo me había golpeado?

No entiendo nada, pero eso no puede importarme menos cuándo yace un ángel inclinado a mí lado; con sus cabellos rojos implacables como el fuego, pero conteniendo con ironía al océano más puro en sus ojos.

¿O acaso era el cielo hacia donde se dirigían las llamaradas?

No.

El azul en ellos era tan profundo y variado que tenía que ser el océano.

Sentí el deseo de que mis dedos se quemaran entre sus hebras que se agitaban con la brisa nocturna, y anhele con fuerza adentrarme en el mar de sus ojos —espera, quizás estaba equivocada y en lugar del mar, había en ellos un verde bosque; daba igual, pues eran preciosos fuera cuál fuese su color—, pero de mi garganta no salía nada, y las fuerzas escaparon de mi cuerpo, obligando a mis ojos a cerrase y verse privados de la hermosa vista."

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Actualidad

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Tic Tac.

Tic Tac.

Veinte minutos.

Faltaban solo veinte minutos para terminar el trabajo y marcharme a casa a alistarme para el siguiente trabajo.  La verdad es que no me molestaba eso, y, en realidad, puedo decir que cuento con una gran suerte; no muchas personas pueden decir que trabajan en lo que les gusta, mejor aun, dedicarse a dos cosas que le apasionan —aunque la paga no sea mucha, igual me daba para vivir bien—.

Por las mañanas trabajaba en una biblioteca, con un horario de 09:00 am a 04:00 pm, y el resto del día lo tenia libre. El dinero que ganaba trabajando en la biblioteca es lo que me ayuda a sobrevivir, más —como mencioné— no es lo único a lo que me dedico, pues por las noches canto en clubs y cafés, siempre y cuando se me permita.

Pensándolo mejor, quizás era más apropiado llamarlo un pasatiempo, pues realmente la mayoría de las veces lo hacía sin recibir dinero a cambio, y cuando lo recibía no era suficiente, pero al menos era algo.

Amaba cantar, y soñaba con poder dedicarme plenamente a ello algún día, pero ese día aún no llegaba y el reloj ya había dado la hora para volver a casa. Normalmente no estaba tan ansiosa por salir, pero hoy era un día especial, o al menos, así lo sentía yo; hace dos días había recibido una llamada de parte del dueño de la cafetería mas popular de la ciudad, solicitando mi servicio como cantante para está noche.

Tendrían un evento importante y había escuchado de mí, así que decidió contratarme para ello; la paga sería muy buena y el presentarme en un lugar tan popular seguro me ayudaría a darme más publicidad.

Me apure a regresar a casa, dispuesta a prepararme para la noche; tome un taxi y le indique mi dirección, tardando aproximadamente cuarenta minutos para llegar.

Vivir en un departamento no era tan malo, a pesar del pequeño espacio o los vecinos molestos..., bueno, en realidad sí era algo molesto, pero no importaba, al menos podía presumir de tener un lugar decente donde vivir, además la renta no era tan elevada en este edificio.

Page al taxista y me apresuré en entrar al edificio, tomando el ascensor hasta el tercer piso, tarareando una de mis canciones preferidas en todo el trayecto hasta que por fin llegué a mi apartamento he ingresé en el, permitiéndome descansar unos momentos en el mullido sofá ubicado en el interior de la sala.

Mi mente estaba tan inquieta, y mi corazón se encontraba ligeramente acelerado. Cuando mis ojos volvieron a abrirse, el reloj ya marcaba las 05:40 pm; había transcurrido una hora desde que llegué a casa, habiéndome quedado dormida más tiempo de lo que había planeado originalmente para descansar.

Me apresuré en ir al baño y tome una rápida ducha de quince minutos. La noche anterior me había dedicado a escoger el atuendo que usaría para está noche, optando por un vestido negro semilargo, pegado en la parte de arriba y que caía en vuelo de la cadera para abajo; los zapatos de tacón iban a juego, al igual que las pocas joyas que había optado por ponerme.

El maquillaje era sencillo pero destacable, y el peinado igualmente era un recogido simple con sujetadores que lo hacían lucir elegante, siendo mi idea principal para lucir en un evento de esa importancia.

Eran las 07:00 pm para cuando estuve lista; tenía que marcharme ahora sí quería llegar a tiempo al café que se encontraba a treinta minutos a pie de mi apartamento.

Había pedido un taxi con antelación, queriendo llegar un poco antes para poder hacer algunos ejercicios de calentamiento, así que cuando baje ya estaba esperándome frente al edificio; mientras viajaba, no pude evitar pensar en lo rápido que había pasado el tiempo, siendo probablemente lo mejor, pues no creía poder soportar los nervios por más tiempo.

El taxi hizo tan solo diez minutos para llegar a mí destino, así que después de presentarme con los dueños y arreglar todo para que pudiera cantar, me encamine un momento al baño de mujeres, practicando algunas de las canciones que cantaría mientras ejercitaba mi garganta y calentaba para hacerlo.

La mayoría de mis canciones eran composiciones de mi madre, a la cual consideraba mi compositora personal, pues si bien yo también podía componer, y contaba con varias letras propias en mi itinerario, no podía compararlas con la hermosura que mi madre lograba en cada una de sus letras. Además, ella aseguraba que amaba haciéndolo, alegando que esa era su única manera para expresarse por completo y sentirse fuera de este mundo por un momento, después de todo, ¿quién era yo para quitarle eso? Ambas nos beneficiamos y funcionaba bien, así que no había razón aparente para detenerlo.

No perdí los nervios ni un segundo, incluso después de subir al escenario; pero eso no logro perjudicarme, sintiéndome increíble como cada vez que cantaba ante una audiencia, el recibimiento fue increíble y todo indicó que hice un muy buen trabajo, pues justo cuando termine de cantar, el lugar se llenó de aplausos y los rostros de cada persona en el lugar lucían complacidos, así que podía sentirme orgullosa de lo que había hecho.

Baje del escenario después de decir mis agradecimientos a todos y me dirigí a una mesa que había sido reservada especialmente para mí, para que descansará después de cantar, había dicho el hombre que me contrato.

Un mesero se acercó a mí, dejando en mi mesa un vaso de agua junto a un espumoso café al cuál reconocí como el especial de está noche. Era un "regalo" de parte del Café, por la maravillosa interpretación que había hecho.

Agradecí al chico y llevé el vaso a mis labios, apreciando sin duda el delicioso sabor de la bebida, confirmando que no por nada está era una de las mejores cafeterías de la ciudad.

—Sabe bien ¿no?

Levanté la vista de inmediato, comprobando que era a mí a quien hablaban. Era un chico sumamente atractivo que estaba parado frente a mí mesa, esperando una respuesta de mi parte. Dejé el vaso en la mesa, tratando de lucir lo más normal posible, y aclaré mi garganta para hablar, esperando que no fuera muy notoria mi sorpresa al no esperar que alguien se acercara a hablarme, aunque quizás, eso era lo más lógico al ser la cantante invitada está noche.

Que bien se sentía pensar eso.

—Demasiado. Es exquisito.

—Estoy de acuerdo, creo que puedo considerarlo como mi favorito hasta ahora. ¿Puedo sentarme o esperas a alguien más?

Observe la silla frente a mí, y rápidamente regresé la mirada a él, negando con la cabeza antes de hablar.

—No espero a nadie más, así que supongo que no hay problema en aceptar un poco de compañía.

Recorrió la silla luciendo singularmente elegante al hacerlo, y se sentó frente a mí, llamando al mesero con la mano derecha y pidiendo la misma bebida que yo.

—Marco Libonti.— se presentó, estirando su mano derecha por sobre la mesa, esperando que yo la estrechará. Casi de forma automática estire la mía para tomar la suya, respondiendo el saludo, durando unos segundos sosteniendo su mano antes de soltarle, procurando que fuera el tiempo adecuado para no parecer que me urgía soltarle, o por el contrario, que deseaba sostener su mano por más tiempo.

—Marie Amareni.

—Marie. Lindo nombre.

—Gracias. Linda camisa.

El solo río un poco y yo me sonroje al instante. ¿En serio había dicho eso? ¿No se me pudo ocurrir algo mejor? Ahora me sentía ridícula, pero fue lo primero que había pasado por mi mente al querer corresponder el halago; creí que decir "Marco igual es un lindo nombre" sonaría a muy forzado, y no quería que él pensará que solo lo había dicho por cortesía, así que intente decir algo más y eso fue lo primero que salió, haciéndome quedar en vergüenza por mi propia voz.

—Gracias, fue un regalo de mi madre por mi cumpleaños.

»Debo decírtelo, me pareció que cantaste bellísimo; tienes una voz encantadora que puede ser la envidia de muchos.

—Me halaga oír eso, aunque no estoy segura de sí fue para tanto. —bromee, queriendo disimular el calor que se había apoderado de mis mejillas por la timidez que me produjo con sus palabras.

A mis veintitrés años, no era la primera vez que escuchaba un comentario similar, pero eran contadas las ocasiones en que éstos halagos venían de alguien fuera de mi rama familiar o de mi lista de amigos, y sin duda, era la primera vez que venían de alguien que me pareciera tan atractivo como este chico.

—Creo que nunca había escuchado esas canciones, las letras son muy buenas, ¿las compusiste tú?

—Ah, bueno, un par de ellas fueron compuestas por mí, pero la mayoría han sido composiciones de mi madre.

—Oh, entonces ¿tu madre te ayuda a componer?

—Así es; a ella le encanta componer canciones, pero no sintió el canto como lo suyo, así que todo quedaba para ella misma hasta que yo crecí. Desde que tengo memoria he amado la música, y aunque no se me dificulta la composición de canciones, siento una fascinación con cada letra de mi madre que me es imposible no darles preferencia.

—Te entiendo, y me parece muy lindo que madre e hija tengan una relación tan estrecha y trabajen juntas de esa manera.

A mí igual me encantaba, y no pude evitar el sentirme orgullosa ahora, más aún después de contárselo a alguien que había disfrutado de nuestra creación juntas.

—Bueno, ¿y qué hay de ti?

—Ah, lo cierto es que nada interesante; yo solo paso mis días trabajando en una pastelería aquí cerca.

—A los amantes del pastel como yo, quizás no nos parezca poco interesante realmente.

—Entonces me corrijo: me dedico a algo sumamente interesante, trabajando en una pastelería aquí cerca, aunque desgraciadamente no puedo decir que sea mía, espero que eso cambie en algunos años más.

El mesero regreso con su bebida y se retiro tan pronto como llego, solo después de comprobar que no necesitásemos nada más por el momento. La verdad es que me la pase muy bien esa noche, jamás en mi vida me había sentido tan cómoda con alguien a quien acababa de conocer esa noche. 

Era tan fácil hablar con él, la conversación parecía fluir naturalmente, y él era tan divertido como interesante; a pesar de que tuve cuidado de no revelar información privada al ser un completo desconocido que podría haberse acercado con otras intenciones, eso no impidió que los temas de conversación variarán y parecieran no poder acabarse. Él tampoco revelo información muy personal, haciéndolo justo, además de que no indago con preguntas incomodas e insistentes, haciendo que me sintiera un poco mas segura al hablar.

La noche me pareció tan corta para cuando salimos del café, sintiendo que quería permanecer un poco mas en su compañía, pero no dije nada, pues realmente era demasiado tarde para ese entonces, y seria peligroso regresar sola a mi apartamento tan tarde. Él se ofreció a acompañarme, pero no quería ser una molestia, además de que me preocupaba que tuviera que ir a estas horas hasta el edificio donde yo vivía y luego volver por su cuenta hasta su hogar, solo por una mujer a la que acababa de conocer.

Aún así, se quedo a hacerme compañía en la acera mientras el taxi que había llamado pasaba por mi. Le pregunte si él no necesitaba uno para ir a su hogar, pero me aclaro que no vivía muy lejos de ahí, así que prefería ir a pie.

Para cuando el taxi llego, nos despedimos y él sugirió que intercambiáramos números; siendo sincera, era claro que me emocionaba la idea de volver a verle, así que no me negué y tome su móvil cuando me lo ofreció para que agendará mi número y me enviara el suyo de paso. Después de eso, todo volvió a su rumbo original, conmigo en mi apartamento, tumbada en mi cama después de una ducha rápida, terriblemente cansada para algo mas.

Me había puesto la pijama después de salir del baño y seque mi cabello, desenredándolo antes de arrojarme a la cama, deseando descansar de una vez por todas. Pero antes de dejarme vencer por el sueño , tome mi celular en un impulso por comprobar si acaso había alguna notificación importante, pero salvo las notificaciones de Laura, mi mejor amiga, —la cual acababa de subir una nueva foto en sus redes sociales—, no había nada más. Entre a las mías solo para reaccionar en ella y dejar un emoji de corazones en comentarios.

No negare que me sentí un poco decepcionada, pero no le di mas vueltas al asunto y, dejando el celular en el buro al lado derecho de la cama, apague la lámpara de noche sobre este mismo y me deje llevar por el sueño.

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Janeth Bejarano

Janeth Bejarano

No nada

2022-07-08

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