4: "Los amigos"

Ya pasó una hora de tanta risa y charla hasta que me dice que debe ir al baño. Me pide que la espere y que ni se me ocurra irme con alguien y me río por su comentario. Le aclaro que voy a estar acá esperándola.

-No te pierdas-.

-No. Le voy a preguntar al barman si me puede guiar- y me sonríe con picardía.

-Ah... mirá vos. Ya le echaste el ojo, ¿no?- la cargo entre risas.

-Está lindo-.

-No olvides que ya estás saliendo con tu mejor amigo-.

-Obvio que no. Sólo jodía-.

Mientras la espero, termino de tomar mi licuado que está exquisito. Está muy bien preparado. Hacía añares que no tomaba un licuado de frutilla. Si pudiera tomar alcohol me pediría un daiquiri, pero debo dejar que la herida cicatrice bien. Al rato, la veo regresar y me cuenta que más tarde, viene “su amigo" con alguien más. Le sonrío, pero realmente no sé si me pone contenta. A la vez, me da vergüenza porque, ni siquiera los conozco.

Trato de pensar en otra cosa, pero lo primero que viene a mi cabeza es aquél psicópata que me apuntaba con la 9mm para que quemara el cadáver del ministro. Me pongo triste al pensar en éso y de repente me invade el miedo. Una lágrima cae sobre mi rostro por recordar los ojos de la persona muerta. Debo calmarme, pensar que todo estará bien y que se hará justicia. Ahora vine a divertirme con mi amiga no a estar perseguida de paranoia. Al rato, la veo revisar su celular y me contesta:

-Me acaba de escribir mi amigo diciéndome que está llegando pero… que su amigo viene más tarde- me cuenta poniendo cara de apenada-. Y te puedo asegurar que es re bonito. Me mandó una foto de él para mostrarte. Se llama Ezequiel, mirá- y me la muestra.

-Ah mirá. Es bonito, sí-.

-Ajá. Ya lo vamos a conocer y esperemos que sea buena persona y no tenga malas intenciones. ¿O no?-.

-Sí obvio. Éso es elemental- afirmo a su respuesta.

La verdad en este momento, no quiero que ningún tipo se me acerque, no después de lo que me pasó hace una semana. Aún, sigo traumada. Es muy reciente y ni siquiera eh visto las noticias como para saber qué se sabe del caso. ¡Ay Dios por qué no puedo dejar de pensar en éso! ¿A caso, me siento culpable? No. No tengo por qué sentirme así. Fui amenazada, es todo. Además sé muy bien que yo no lo maté. Tengo que tratar de seguir con mi vida y de olvidar todo esto. Aunque, no puedo. Me estoy contradiciendo.

-¿Te pasa algo? Estás muy pensativa. Va, estás ida más que pensativa-.

-Ah, no no es nada. Sólo que... me está agarrando sueño- le digo una mentira piadosa que a la vez es cierta.

-¿Te pegó el licuado? Si eso no tenía alcohol-.

-Pero tomé cerveza cuando fuiste al baño y ya me hizo efecto- le miento.

-¡Ah no! No te la puedo creer- comenta sorprendida y también se ríe-. Estás tomando medicación, así no te vas a recuperar nunca-.

-Te estaba mintiendo. Quería ver tu cara- y me burlo de ella.

-¿Ah sí? ¿Te da gracia?-.

-Sí. Cambiando de tema, ¿querés que vaya a pedir algo más para tomar, mientras... esperamos a estos chicos?- le pregunto.

-Bueno, dale. ¿No querés que vaya yo, mejor?- me pregunta sin dejar de mirar las muletas.

-No, quedate por si llega tu amigo. A mi no me conoce, por eso te digo. Además no estoy inválida ya te lo dije-.

-Bueno está bien. Traeme un porrón- me pide y agarro su dinero.

Voy hasta la barra y espero a que el barman me atienda, porque está atendiendo a otros. Mientras tanto, me siento en un banquito.

De repente, veo a alguien que se acerca a la barra. Y esta persona me llama mucho la atención por su belleza. Lo primero que me atrae son sus ojos color esmeralda y su piel trigueña. Está vestido con un traje muy elegante, su cabello corto al ras es oscuro y puedo notar que se aprecian algunas canas, sus labios son carnosos y muy sexys, tiene una nariz recta y sus cejas son abundantes pero prolijas. Luce como un galán de telenovela y por sus líneas de expresión debe andar cerca de los cuarenta o ya los tiene. Lo veo quitarse el saco negro y debajo tiene puesta una camisa blanca bien entallada que marcan sus musculosos brazos y pectorales. Parece que tiene un buen estado físico. Además es bastante alto, debe medir como 1.80 ó 1.85. Creo que es el hombre perfecto para mí. No puedo evitar imaginarlo desnudo, la verdad que lo deseo y me muerdo los labios. Noto que mira hacia mí y con disimulo aparto la mirada. ¡Dios! ¡¿Qué me pasa, en qué estoy pensando?! Me desconozco. Un tipo así jamás se fijaría en mi. No debería hacerme ilusiones. Al fin y al cabo son todos iguales, te usan y cuando se cansan te dejan. Veo que toma asiento a mi izquierda.

-Buenas noches- saluda al barman con una voz tan varonil que me hace sentir un intenso escalofrío por todo el cuerpo.

"¡Dios, qué voz!", pienso y me muerdo los labios. Pero ahora que lo escuché hablar, su voz me resulta familiar. Lo miro y hago una sonrisa respetuosa.

-Buenas noches- respondo con las mismas palabras y hace una sonrisa amable mostrando una dentadura blanca y perfecta.

-Hola-.

-¿Quién es el que sigue?- pregunta el barman mirándome-. ¿Usted señora?-.

-Sí yo. Quiero un porrón de cerveza y… por favor no me diga señora. Ni siquiera tengo treinta- le aclaro algo ofendida.

-Disculpá fue con respeto- me tutea algo sorprendido-. Acá tenés tu cerveza. ¿Un solo vaso?-.

-No gracias, ya tengo-.

-Son $150-.

Veo que el tipo atractivo se está riendo. ¿Será por lo que dije? Aunque debo admitir que me molesta.

-¿Disculpe, qué es tan gracioso?- le pregunto.

-Tu comentario fue gracioso-.

-¿Señor, sigue usted?- pregunta el joven de la barra interrumpiendo.

-Sí. Quiero un Sampari por favor-.

Decido alejarme y la voz del barmam me interrumpe:

-¡Señorita! Se está olvidando de pagar la cerveza-.

¡Uy cierto, qué vergüenza! Me olvidé de pagar. Cuando voy a sacar el dinero del bolsillo esta se me cae y me quejo. Pero el señor que está a mi lado la levanta por mí y le agradezco.

-Acá tiene. Disculpe-.

-Gracias- me agradece con obligación porque no le gustó que me haya olvidado.

-No fue a propósito, en serio- vuelvo a disculparme.

Dios mío, qué vergüenza que se me haya caído la plata y todo por los malditos nervios. Dejo la cerveza sobre la mesa pero Bianca no está. ¿Habrá ido al baño otra vez? Cuando me doy la vuelta, veo al hombre guapo sentarse en la mesa de al lado. Me sorprendo pero trato de no prestarle atención. A los diez minutos llega Bianca con su mejor amigo a la mesa y me lo presenta, se llama Marcos y tiene 30 años. Media hora más tarde llega el amigo de él, Ezequiel que tiene la misma edad que Bianca.

Marcos es alto y delgado, rubio y de ojos color miel. Ezequiel es más petiso pero, obviamente más alto que yo. Su cabello es castaño claro, de ojos marrones y es delgado. Por sus rasgos faciales es mucho más atractivo que Marcos. Vuelvo a mirar al “señor atractivo" que bebe su trago.

-¿Y a qué te dedicás, Sol?- me habla Ezequiel interrumpiendo "mi vista" y lo miro.

-Eh... trabajo en una panadería y soy ama de casa-.

-¡Ah, qué bueno!-.

-Gracias- agradezco con timidez.

Charlamos de otras cosas y cuando se levantan para ir a comprar cerveza a la barra Bianca me pregunta qué tal me va pareciendo Ezequiel. Le respondo que hasta el momento me está cayendo bien pero porque, no lo conozco y es obvio que va a mostrar amabilidad.

-Sé positiva. Tal vez, las cosas mejoren- comenta sonriendo y me guiña un ojo.

-Puede ser- digo sin emoción alguna.

Debo admitir que me gusta el que está sentado atrás nuestro y lo vuelvo a mirar.

-¿A quién mirás?- me pregunta curiosa Bianca y mira al sujeto.

-A nadie- le respondo avergonzada y apartando la mirada.

-Ah...- comenta sorprendida y sonriendo con picardía-. No soy tonta. A ese lo tenés en la mira desde que llegó a la barra- me habla en voz baja-. Te estuve observando-.

-Shh... callate. Te va a escuchar- le pido avergonzada.

-Igual gordita, ese no está a tu alcance- afirma apenada de mí-. Es apuesto, no voy a decir que no pero... se nota que es grande. No digo que sea viejo porque no lo es- aclara sorprendida-. Pero... dudo que se fije en vos. Ezequiel es casi de tu edad y también es lindo-.

-Qué amable. Gracias por tu consejo-.

-No lo digo de mala. Ahora cuando vengan los chicos, vamos al baño y hablamos mejor-.

-Ok, más te vale que no sea nada malo-.

-No, no es eso pero parece raro- me habla en voz baja.

Me sorprendo por su comentario. ¿Quiere decir que lo ha visto antes? Pero prefiero esperar para que me cuente. Luego, vemos a los chicos llegar a la mesa con más cerveza y les avisamos que debemos ir al baño.

Una vez allí, me cuenta que ha venido a este bar varias veces con Marcos y que vio al hombre que me parece atractivo. En una oportunidad lo vio en una esquina hablando a solas con otro hombre y tenían unos papeles sobre la mesa. El otro le insultó en la cara a los gritos, armó un bollo con todas las hojas y se fue. Parecía nervioso. Los clientes de esa noche escucharon todo pero él seguía calmo, como si estuviera acostumbrado.

-La vergüenza que habrá pasado- comento extrañada.

-Sí. No sé a qué se debe dedicar, pero ojo- agrega Bianca.

-¡Ay, tranquila!- y le doy un golpecito en el hombro-. No me le voy a tirar encima. Aparte… si tu amigo trajo a su amigo para presentarme, voy a tener que ponerle un poquito de atención-.

-Exacto-.

Tomo un poco de agua y nos vamos.

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