IV.
Sebastián:
Pase la mañana del domingo con mi familia, me sorprendió lo mucho que han crecido y madurado mis hermanos. Andrés el menor se expresa y actúa como todo un hombre adulto, y de la tímida Alexandra ya no queda rastro, se ha convertido en una mujer segura y alegre.
Fue ella quien más hablo durante el desayuno, manifestó lo feliz que estaba de haber vuelto y sobre todo hablo mucho de una tal Catalina, lo que me sorprendió del asunto fue que mis padres también la conocían y hablaron de ella con mucho cariño, debe tratarse de alguien muy especial.
Ya en la noche fui a un club, me encontré con Lucas, un viejo amigo, mientras esperábamos a Camilo nos tomamos unos tragos, llegó pasadas unas horas dijo que acababa de salir de casa de sus padres, conversamos y nos divertimos mucho con algunas chicas que se nos acercaron.
Era más de media noche cuando salimos cada uno con una chica, Lina, la mujer con la que estuve era muy directa, incluso fue ella quien propuso ir a un hotel, desde luego que no iba a rechazar tal oferta, pasé una muy buena noche, era claro que le sobraba experiencia por lo que no tuve que esforzarme en lo más mínimo.
En resumen fue una de tantas, lo raro vino en la mañana, al despertar Luna estaba a mi lado por un momento creí que era “ella” solo al escuchar su voz chillona reaccione.
—Me encanto lo de anoche, eres tremendo, que te parece si te doy mi número y …
Antes que terminara de hablar, Sebastián la interrumpió.
—No te confundas, no me gusta repetir si me vuelves a ver, no me conoces. ¿Te quedó claro?
La chica asintió y entro al baño, por mi parte me vestí y salí de aquel lugar.
Días después.
—Esta semana fue muy monótona y aburrida, espero divertirme aunque sea un poco— dijo Sebastián mirando un mensaje de su madre.
—Hijo, se me olvidó contarte, hoy Héctor y Sonia celebrarán su aniversario y estamos invitados ¿Vienés? Espero que no tengas planes.
—No, mamá, no tenía nada planeado, me visto y voy a la casa para que vayamos juntos.
—Está bien cariño, aquí te esperamos.
Llegué a casa de mis padres y luego salimos hacia la de los Giraldo, al llegar había muchos autos, se notaba que iba a ser una gran fiesta, fuimos a saludar y a felicitarlos, la señora se sorprendió mucho de verme, ya habían pasado años desde nuestro último encuentro. Mis padres se quedaron con ellos, Alexandra dijo que iría a saludar y a buscar a una amiga, mi hermano y yo fuimos a la mesa donde estaban los hijos de los anfitriones Lucas y Verónica, recibimos algunos aperitivos, minutos más tarde llegó el sacerdote.
***
Catalina:
—Hoy es el día, espero que a la señora le guste el collar, no puedo creer lo mucho que tuve que esforzarme para lograr lo que me pidió el señor Héctor.
Se alistó y espero a que su hermano pasará por ella, al llegar se encontró con su madre teniendo una charla con ella antes de entrar.
—¡Vaya, te ves hermosa!
—Gracias mami, aunque comparada contigo, no te llego ni a los talones, pero sabes mejor, no deberías entrar.
—¿¡Qué!?— dijo la dama exaltada.
—No es obvio, porque vas a opacar a Sonia, recuerda que ella es la protagonista, no tú, vanidosa.
—Ay, cielo, me asustaste. En cuanto a tu preocupación, no creo que eso pase— ríe.
—Yo te lo advertí si Sonia se enoja no te quejes.
Luego de entrar felicitamos a los señores que no podían ocultar su felicidad, con ellos estaban Emanuel y Diana quienes nos saludaron con mucho cariño, había pasado mucho tiempo desde la última vez que los vi.
Me dijeron que Alexandra había ido a buscarme, así que fui a encontrarme con ella mientras mi familia se quedó charlando con ellos, después de buscar entre la gente al fin la vi.
Ella si que era una mujer hermosa, muchos de los hombres que estaban cerca la miraban de tal manera que parecían desnudarla con la mirada, pero la chica con lo distraída que es ni enterada.
Al llegar junto a ella puse mi mano sobre su espalda, tras la acción se asustó dando un pequeño brinco, al voltear y ver que era yo sonrió mientras nos abrazamos.
—Cielo te estuve buscando por todas partes, por cierto te ves divina.
—Gracias y tú que me dices, mira como tienes a todos estos babeando por ti, y lo siento es que acabe de llegar.
—Oh, ya veo, y ahora que lo dices es cierto, en especial ese de allá, no puedo creer que incluso con su novia al lado se fijen en otras mujeres, mejor vamos a sentarnos por allá.
Buscamos un lugar para sentarnos, la celebración empezó y fue inevitable que unas pequeñas lágrimas salieran, fue tan bello y emotivo. La forma como se miraban, las palabras que se dedicaron, daba la sensación que en el sitio solo estaban ellos dos.
Alexandra entre suspiros fue la primera en hablar —Espero que nosotras también vivamos un momento así.
—Con lo bien que nos va en el amor, lo veo difícil.
—No digas eso Cata, tienes que ser más optimista, no llames la mala suerte.
En ese momento una chica algo ebria pasó empujando a Alexandra que derramó su bebida sobre el vestido de Catalina, ella se disculpó y quiso acompañarla al tocador para limpiarse, pero fue detenida pidiéndole que se quedara porque solo le tomaría un momento limpiar el vestido.
Catalina caminó hacia el baño, entró, trató de limpiar el vestido, después de varios intentos y debido a que la mancha no era tan grande, salió en su totalidad, ella esperó a que se secara un poco antes de volver. Cuando salió se llevó una gran sorpresa.
—«Menos mal que salió»— iba mirando hacia la mancha para después de dar unos pasos chocar con alguien.
—Lo siento, venía distraída— levanta la mirada hacia la persona —¿Pero qué?— «Ah, por qué a mí, ni que hubiera asesinado una monja para tener tanta mala suerte»
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