Después de un rato, escuché a mi madre hablar, le pidió a Irais que despidiera al paciente y se dirigió de nuevo al consultorio, yo corrí para verla y avisarle que ya había vuelto.
-Mamá, estoy aqui- le dije entusiasmada, pero ella se limito a verme y cerrar la puerta.
Yo me di la vuelta y regrese a la cocina, me senté al comedor y me dispuse a hacer mi tarea, mientras estaba en ello, escuché unos pasitos subir corriendo las escaleras, yo sabía de quién se trataba así que me apresure a guardar mis cosas en la mochila y levantarme a recibirlo.
En cuanto ví al pequeño niño con su mochilita en la espalda, no dude en ir a ayudarlo.
-¡Hola!, ¿como estás, Emiliano?- pregunté.
- ¡Vic, fue increíble!- me respondió el niñito de apenas 5 años- en mi colegio hay columpios, y un tobogán enorme.
- ¡wow, que fantástico!- le dije mientras lo tomaba de la mano para que fuéramos a comer.
-Sí, tengo una maestra muy linda, ella me regaló una paleta por portarme bien.
- Oh mi niño, que emoción- agregue- recuerda cepillarte bien los dientes después de comer dulces.
- Si, tu siempre me lo dices- hizo un gesto muy tierno.
- Te lo digo porque no quiero que te dañes los dientes, Emi - le dije mientras ponía la mesa- ve a lavarte las manos.
El niño lo hizo sin alegar, escuché a mi madre decir:
- Emi, ten cuidado hijo, no te vayas a lastimar.
-Yo puedo solo mami, ya soy grande -comento el pequeño.
Mi madre entro a la cocina y tomo uno de los platos, mientras hacía una llamada. Emiliano se sentó en la mesa y empezó a hablar como si fuera un pequeño cotorro, mi madre reía con sus ocurrencias mientras intentaba una y otra vez que la llamada se enlazará. Volteó a verme y me preguntó:
- Victoria, ¿Te ha llamado tu padre?
Yo negué con la cabeza y continúe comiendo, ese día la comida era deliciosa, había enchiladas de mole y un arroz rojo que inundaba la cocina con su delicioso aroma, la señora Lupita, sabía que era mi comida favorita, y la había hecho para celebrar que yo había entrado a mi primera opción del examen a la preparatoria. Yo estaba tan concentrada disfrutando mi comida cuando todo se nublo por una discusión.
Mi madre había logrado contactar con mi padre, pero como siempre, sus conversaciones acababan en discusión.
Terminé lo más rápido posible y lave mi plato, enseguida tome mis útiles y subí a mi habitación, tras mío subió mi pequeño hermano, que necesitaba ayuda con la tarea.
Llegó la noche y me disponía a cenar, baje a la cocina y prendí la estufa, estaba preparándome un poco más de esa deliciosa comida, cuando mi padre entro por la puerta.
-¡papá!, Hola. -le dije un poco sorprendida.
-¿hora de cenar?-añadio mientras veía mi plato.
-Algo así, ¿quieres cenar conmigo?- le pregunté.
- Huele muy bien, claro que sí. -dijo con una sonrisa- ¿como te fue hoy en tu primer día?, ¿hiciste amigos?, ¿qué te pareció la escuela?, ¿y tus compañeros, como son?
Mi papá tenía muchas preguntas pero me apresure a contestarle con calma.
- Me pareció bien, ya veremos qué pasa.- agregue- ¿quieres queso y crema?
-Claro, claro - papá sonrío y me ayudó a pasar los platos.
Estábamos por terminar de comer, cuando me preguntó por mi madre y hermano.
-Fueron al centro comercial y a dejar a Irais a su casa. -dije sin dejar de ver mi plato.
Mi padre me observó por un momento y espero a que yo terminará mi cena, lavamos los platos juntos y yo me disponía a ir a mi habitación, cuando él me detuvo.
-Hija, acompáñame, olvide que debía comprar unas cosas.
Asentí y me puse un abrigo.
Caminando por la calle, tome del brazo a mi papá y el soltó una risita.
-¿De que te ríes?- pregunte.
-Nada, es solo que ya has crecido bastante.- dijo mientras se soltó de mi agarre para rodearme los hombros con el brazo, lo rodé por la cintura con mi brazo e íbamos riéndonos.
Nos detuvimos frente a una cafetería que se encontraba en la misma avenida de casa, él me volteo a ver y me dijo:
-Quiero una rebanada de pastel, ¿entramos?
-Papá, acabamos de cenar, ¿estás seguro?
Mi padre esbozo una enorme sonrisa y me tomo de la mano.
-Mi antojo es enorme, hasta me salió un grano en la lengua, mira- dijo mientras me mostraba su lengua.
Yo no pude evitar reírme y le contesté:
- está bien, papá, pero yo quiero un chocolate caliente con...
-ah, ya se, y una rebanada de pastel de chocolate, con relleno de chocolate, cubierto de chocolate. -me interrumpió.
Me sorprendió que mi padre tomara una mesa, se suponía que iríamos a comprar algo que se le había olvidado y para cuando terminaramos nuestro pedido, ya sería demasiado tarde, así que me apresure a hacérselo saber a él.
- Ah, eso... Ya se lo encargue a alguien más, para que me lo entregue mañana en el trabajo. -dijo
Pasaron 10 minutos y el mesero puso nuestra orden en la mesa, yo estaba ansiosa, se veía delicioso todo lo que habíamos pedido. Me disponía a comer, cuando de pronto el teléfono de papá sonó, él solo vio el nombre en la pantalla y desvío la llamada, pero enseguida mi teléfono sonó, al ver quién era me apresure a contestar.
- Bueno, ¿mamá?- dije con el celular en el oído
Al otro lado la podía escuchar con un tono un poco ansioso.
-¿Dónde estás?- me contestó
-mamá, salí a comprar unas cosas con pa- no termine de explicar cuando fui interrumpida por una voz fuerte
-Victoria, ¡te quiero en la casa ahora mismo!- dijo un tanto alterada.
- Pe pero mamá- quise responder.
-... - colgó
Mi padre que estaba frente a mi, me aconsejaba que terminará mi pastel pero había algo que no permitía que yo lo pudiera escuchar. Tome los platos y fui directamente al mostrador, pedí que los pusieran para llevar. No podía evitar dar pasos largos, pero mi papá iba tan sereno que no pude evitar sentir ansiedad porque no apresuraba su paso, intenté jalarlo un poco del brazo pero no conseguí que se moviera más rápido, a pesar de mis esfuerzos sentía que no lograba avanzar, esas 3 cuadras de distancia se me hicieron eternas.
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