Capítulo 4

Caminó tranquilamente por los pasillos del palacio, muchas miradas la seguían a medida que se movía, por supuesto que era algo esperado, después de todo, había cambiado por completo. Se detuvo frente a la entrada a la sala del trono dónde fue anunciada, inmediatamente que las puertas se abrieron, muchas miradas se centraron en ella. La corte real, los reyes e incluso los príncipes estaban ahí pero ella simplemente ignoró dichas miradas, alzó la barbilla y entró tranquilamente hasta detenerse en medio de todos los que la miraban y justo frente a los reyes, entonces hizo una muy elegante reverencia.

— Alyssa Rubinette saluda a su majestad el rey y la reina.

No uso ninguno de sus títulos, el de princesa no le interesaba y el de marquesa solo era temporal, al final su objetivo era otro. El silencio que de por si era llamativo, de pronto se sintió opresivo e incómodo.

— Pue-puedes levantarte. — tartamudeo el rey.

Alyssa se levantó, observó a todos los que estaban allí centrándose específicamente en los príncipes y los reyes.

— Quiero agradecer la hospitalidad de su majestad al aceptar y permitirme permanecer en el palacio hasta completar mi recuperación, debido a esto, vengo a dar por terminada mi estadía y retirarme.

Su voz era firme y tranquila, no expresaba ninguna emoción. Algo muy diferente a la niña mimada pero necesitada de atención que hablaba excesivamente bajo dos semanas antes.

— A-Alyssa¿Te encuentras bien? — preguntó el rey.

— Por supuesto, su majestad. Ya he terminado mi recuperación.

— ¿A qué juegas, Alyssa? — una de las princesas la miraba con molestia pero Alyssa la miró con desinterés.

— No entiendo su pregunta, segunda princesa.

Lara Rubinette, la segunda princesa del reino. Con el cabello rubio y liso hasta los hombros, los mismos ojos dorados aunque por alguna razón, todos parecen deslucidos, los únicos que eran como joyas eran los de Alyssa. Por supuesto que también era hermosa aunque el verdadero problema era lo antipática que era, eso y su sentido de superioridad pero claro, eso era producto de su crianza, de las adulaciones vacías y del amor de unos padres que la adoraban realmente. Muy al contrario de Alyssa.

— ¿Por qué te comportas de esa manera? — Era el turno de Charles Rubinette, el segundo príncipe.

— Solo me comporto como debo hacerlo. Ahora bien, solo venía a saludar a sus majestades antes de retirarme. — Ella no tenía porque rendirle cuentas a nadie, incluso lo que hizo fue porque era una formalidad y por ello observó a los príncipes y princesas con una mirada fría.

— Comportarte de esa forma no te va a dar la atención que buscas de nosotros, solo te pones en ridículo.

Las palabras de la segunda princesa causaron incomodidad en los nobles de la corte real pero en Alyssa solo soltó una carcajada dejando a todos confundidos y sorprendidos. Entonces aquella fría mirada volvió a centrarse en la princesa mientras sonreía con burla.

— ¿Atención? No necesito su atención. Además, solo mírame. — Colocó sus manos en su cintura y dió una vuelta lentamente. — Soy hermosa, tengo buen cuerpo, soy joven, inteligente y no soy una niña impetuosa que se cree superior solo por ser una princesa. Incluso los sirvientes de mi "esposo" — dijo lo último con ironía. — me quieren. Entonces, ¿qué más atención necesito? ¿una madre? ¿un padre? ¿hermanos? No necesito eso. Quienes me quieren lo hacen por mi, no por obligación, se preocupan por mi e incluso me visitaron mientras estaba en recuperación o me enviaron obsequios. Así que, ¿por qué necesito de personas con las que el único vínculo es la sangre que corre por mis venas? — Levantó un mano y negó con el dedo índice y la cabeza. — Ya no soy la misma niña que los quería. Ustedes se encargaron de hacer desaparecer a esa niña. Ahora, si me disculpan, me retiro. Aún tengo cosas por hacer. Con su permiso, majestades.

Dicho eso se dió la vuelta para salir del palacio y dirigirse al centro de la ciudad. Mientras, todos quedaban sorprendidos por su actitud y sus palabras, aún más porque la chica que siempre buscaba su atención, que insistentemente les llamaba "madre", "padre", "hermano mayor" "hermana mayor", ahora no solo no les había dicho de esa forma, si no que les había dicho que no necesitaba de ellos ni los quería y simplemente trazo la línea de división entre ellos y ella.

Era algo confuso e impactante.

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