Graviano
Estoy seguro de que Vicenzo vió algo, por qué luego de la escena con Ofelia en el pasillo, estuvo raro. Y al llegar al lugar y vernos, pregunto si algo pasaba, a lo que solo me límite a decir algo sobre la famosa cena para la cual requerí los servicios de Ofelia. Ella solo se quedó en silencio.
Me encanta su miedo, es algo que simplemente me fascina, logra provocar mis instintos más bajos. Que sea tan joven y bella me provoca, y que sea así de temerosa, me provoca aún más que su belleza, me da la idea de que eso la hace sumisa en la cama y solo la imagino en miles de poses distintas, respondiendo a mis más bajos deseos, sin oportunidad de ninguna otra cosa. No veía la hora de llevarla a casa.
Narra la autora
En el momento en que Giuseppe Graviano estaba en el pasillo, acosando a Ofelia, Vicenzo Leggio llegó, y pudo advertir la situación, aunque no supo del todo de que se trataba, le despertó sospechas.
- Pasa algo?- les pregunto Vicenzo en un tono serio y con una mirada inquisidora.
- No, nada. Solo hablábamos con Ofelia sobre la cena, le preguntaba que iba a necesitar para empezar a comprarlo.
Más allá de esa respuesta, Vicenzo se dió cuenta de que otra cosa pasaba. Dieron media vuelta y ambos dos siguieron rumbo al galpón externo, a sus negocios.
Ofelia se quedó preocupada y asustada, preocupada porque no quería ir a la casa de aquel hombre, no debía ser muy inteligente para saber lo que le esperaba. Y asustada, porque pudo notar que Vicenzo algo había sospechado y eso le traería problemas luego.
Ofelia
La sospecha del señor Vicenzo fue notoria, al menos para mí, no sabía cual me asustaba más de esos dos hombres. Seguí con mis tareas en un mar de preocupación y ansiedad. Graviano me dijo lo de su casa y sus claras intenciones, pero no sabía exacto cuando iría allí. No sabía si tenía tiempo de pensar algo, de hacerme la enferma, o de pedirle al señor Vicenzo que por favor no me haga ir. Todo el miedo, la preocupación y la ansiedad que me generaba la situación solo hacia que me sienta descompuesta.
Llegada la noche me encontraba tomando un té en la cocina, no había podido ingerir alimento de lo mal que me sentía por esto, era de noche, casi entrada la madrugada, y no había personal despierto mas que mi persona.
Solía tener que quedarme hasta tarde por si alguien requería algo y por el tema de la vajilla. No me molestaba esto, ya me había acostumbrado. Estaba en mi té cuando la puerta de la cocina se abrió y ví entrar al señor Vicenzo, me incorporé como si hubiese entrado el rey de algún país y yo fuese un simple plebeyo, aunque más o menos así eran las cosas en esta casa.
- Necesita algo señor?- pregunté casi entre un murmullo.
- Quiero un té.- Respondió seco y tajante, sin dejar de mirarme a los ojos de forma severa.
- Si señor, se lo llevó a su despacho?
- No, voy a tomarlo aquí en la cocina.
- Aquí? En la cocina?- pregunté con asombro y casi terror, porque no creo que eso sea algo bueno
- Si, aquí, en la cocina.
- Si señor, ya se lo preparo.
Él se sentó en la misma mesa donde estaba yo sentada cuando él entro, pero quedando frente a mí. Mientras calentaba el agua, buscaba un saquito de té y preparaba la taza, el plato, una cuchara y todo lo demás. No debo haber tardado mas de 5 minutos, pero el silencio mientras tanto hizo que pareciera una eternidad. Sentí que estuve un día entero calentando esa tetera. Y lo que más miedo me daba era saber que quedaba de espaldas a él, si quería golpearme de la nada, no vería llegar el golpe, no podría cubrirme y aún estaba terminando de curarme de mis golpes por culpa del paquete que no pudo dejar el correo porque yo no lo esperé.
Preparé todo y se lo alisté en la mesa, quedó servido y me estaba por retirar cuando me habló.
- A dónde vas? No has terminado tu té.- Me dijo serio y mirando en dirección a mi taza.
- Es que no quería molestarlo, pensé que quizás quería estar solo.- El cuerpo ya me estaba queriendo traicionar y estaban empezando a temblar mis manos.
- No te dije que te retires. Siéntate y termina ése té.- Tajante sin opción a nada, de todas formas no lo hubiese contradecido.
- Si señor.- Y tomé asiento otra vez en mi silla, con mi taza.
- Qué hablabas hoy con Graviano?- Y ahí venía lo que sospechaba.
- Lo que él le dijo señor, sobre su cena.
- No te creo, como no le creí a él. De qué hablabas? Y mejor que está vez no mientas.- Me lo dijo en un tono serio, pero sin levantar la voz, pero él tenía un don, podía ser atemorizante sin necesidad de gritar.
- Solo sobre la cena señor.- Quería decirle la verdad, pero creo que me hubiese metido en problemas.
- La última oportunidad escoria, de qué hablaban?.- Y me fulminó con la mirada.
- Yo... señor por favor no quiero ir a la casa de ése señor, él no quiere que vaya a cocinar, y no quiero estar a solas con él.- Lo dije, lo dije y tenía más miedo que antes. Sus ojos se abrieron como platos, me miró con asco, me odiaba, y por eso no quería hablar, no sabía que era peor si decir la verdad o seguir mintiendo, y estaba por descubrirlo.
- Pequeña puta, estás tratando de seducir a mi socio? Crees que te vas a salvar con un tipo que te triplica en edad? Que acaso no tienes dignidad? Y lo que es peor, manchas mi reputación por tener a una maldita prostituta bajo mi techo, que en mi propia casa está buscando clientela!
Me dijo todo esto mientras se levantaba y apoyaba sus manos en la mesa. En un segundo dió la vuelta, no alcance a terminar de pararme que me agarró del pelo, quise correr, pero me tenía muy fuerte, me dió una piña en la cara, muy fuerte cerca del ojo. Intenté tapar mi cara con mis manos, pero me dió un fuerte golpe en el estómago, me dejó sin aire, mis piernas quisieron ceder, buscando apoyo para tratar de buscar aire por el fuerte golpe, pero como me tenía del pelo no pude ni dejarme caer. Se dió vuelta y me tiró la cabeza contra la mesada, apretando fuerte mi cara con su mano. Mientras hacia esto me insultaba y me daba golpes de puño en las costillas, me levanto la cabeza y me la dió contra la mesada, quiso tirarme el agua que quedo en la tetera, puse mis manos y me quemó, no estaba caliente, así y todo me ardieron las manos. Levantó mi cabeza desde el agarre en mis pelos y me dió dos golpes de puño, con esos dos golpes me soltó y caí. Estando en el piso toque mi rostro y pude sentir que tenía sangre en un costado de mi cabeza, una ceja partida, y el labio tenía un corte profundo que lo hacía sangrar. La cabeza me palpitaba.
- Quieres ser una puta? Pues así se trata a las putas! Aprenderás que en mi casa no harás esto!.- Me grito y me arrastró del brazo hasta mi habitación, ahí se sacó el cinto y me dió varios cintazos. Fueron muchos, me quemaban la espalda, en los últimos la hebilla de su cinturón se incrustó en mi piel ya lastimada e inflamada, cortando la carne, podía sentir la sangre correr. Cuando se canso me dejó.
- Te vas olvidando de irte con tu cliente, maldita puta.
Y se fue, dejándome ahí, y sin saberlo me terminó haciendo un favor, ya que no quería ir a la casa de ése tipo.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 160 Episodes
Comments
Natalia Rea
por favor Ofelia, tiene que llegar el día en castigues a estos hdrp!!! 🙏
2025-01-11
1
Hayden Mena
bueno hasta aquí llego yo, q pena pero mis padres no me maltrataron para tener q elegir leer algo tan macabro ,se q existe el abuso el maltrato la crueldad y todo lo macabro q quieran pero no soporto leer más y antes de q me de una trombosis o algo parecido me retiro lentamente, también soy consiente q la q escribió la novela advirtió de lo fuerte de unos capítulos, pero ufff me supero
2024-11-21
1
Paty Villibord
si demasiado
2024-08-28
1