[4]: Lo arriesgado siempre es mejor.

—¿Cómo te llamas? — aparto mi mano de su mentón, esperando su respuesta.

—Daphne — contesta cabizbaja.

—¿Sucede algo, Dusan? — la voz de Ciro vuelve entrar a mi cabeza.

—No. Lleven a todas mujeres donde se está cocinando la droga. Cuando antes estén listas, mejor.

Mis hombres acatan mis órdenes, llevándose a una por una.

—Tú vienes conmigo — le hablo a la menor de todas.

—Sí, señor.

Extrañamente, ahora más que nunca, Violet no sale de mi cabeza. Quisiera volver a la realidad y creer que mi hermana está muerta, pero teniendo a esta joven con un casual parecido, muchas sensaciones despiertan en mí.

—Mi nombre es Dusan — me presento mientras manejo, pero mirándola por el retrovisor.

—¿Dónde estamos yendo? — sus manos lucen inquietas.

—A un lugar donde podrás estar tranquila.

—No estoy entendiendo. Se supone que usted es el hombre que me compró para prostituirme y hacer pasar mercancías de frontera a frontera.

—¿Cuántos años tienes?

—Diecisiete.

—Aún eres muy joven, tienes toda una vida por delante.

—A las mujeres que ordenó que se llevaran, también tienen una vida por delante. A parte, no sería la primera vez que haría algo como usted quería.

—¿De qué hablas?

—Soy prostituta, señor.

...ESME...

…

—Las cosas que te he enseñado, no son nada del otro mundo — observo a Jan desde el otro extremo de la gran mesa donde al igual que los demás, llevo minutos esperando a Dusan —, pero por algo se empieza.

—Buenas tardes — siento el día oscurecerse ante la típica seria expresión de Dusan al entrar en compañía de un hombre que no conozco —. ¿Llegué tarde?

Le muestro mi temporizador.

—Una hora, 47 minutos, y 29 segundos esperándote.

—¿Puedo saber qué haces tú aquí?

—Digamos que soy la sucera en los negocios de mi padre, ¿hay problema en eso, Dusan?

—¿Entonces te dedicas a psicología y a la mafia al mismo tiempo? — se me burla con una sonrisita —. ¿Eso no afecta tu cabecita, Esme?

Los más de 20 hombres con los que me encuentro reunida, le siguen el juego con risas, excepto Jan y el hombre que Dusan tiene a su lado.

—Si quieres salir vivo de aquí, cállate Dusan — su amigo le susurra mientras se decide en tomar asiento.

—Ok, me callo. Mucho gusto señores, y señorita — arregla su traje —. Todos me conocen así que no hace falta presentación. El señor aquí presente es Travis, mi primo — alcanza ver a Jan.

—Él viene conmigo — me adelanto —. Su nombre es Jan, uno de los mejores negociantes, ¿alguna objeción, Dusan?

—No, ninguna — su sonrisita se ha borrado tan radicalmente, sin dejar huella alguna —. Empecemos.

...DUSAN...

No suelo hacer tratos con tantas personas, pero admito que si llego un acuerdo amigable con los rusos, me beneficiará tanto.

—Las fronteras actualmente están siendo vigiladas, por lo que en un descuido podrían descubrir las mercancías que llegasen a pasar por ahí — y la niña a empezado a hablar... —. En pocas palabras, la policía está en todos lados como una maldita plaga. No tiene que ser necesariamente la droga camuflada para verle las caras a la ley, podríamos optar por la decisión de transportar las mercancías por lanchas y manejarnos por el agua cuando el sol caiga.

—Todo suena muy bonito, Srta. Howard — uno de los tipos la interrumpe —. Tan solo déjeme informarle que la policía hace recorridos por la noche y en el agua, no a todos podremos verle las caras con grandes toneladas.

—¿Y usted cree que yo hablo por hablar? Sé perfectamente las rutas que llevan a países como Rusia, Chile y Argentina. En kilos podría manejarse la droga, no precisamente en toneladas.

—Si me disculpa — otro entra a la conversación —. Por años hemos camuflado cantidades de droga y hemos pasado a fronteras sin ser vistos. ¿Camuflar la droga no sería más fácil que una decisión tan arriesgada como la que habla?

—La policía ahora está mas lista que nunca, revisarán hasta lo que vestimos. ¿Acaso tienen miedo, señores? Lo arriesgado siempre es mejor, y confío en mis capacidades. Será mi primera vez manejando un negocio de grandes toneladas, pero sé el propósito de estar hablando en este instante con todos ustedes.

—Sinceramente no confío en la "inteligencia" de una mujer, y por lo mismo no estoy de acuerdo con su idea Srta. Esme.

—¿Marica, señor? — sonríe ladeada —. Recuerde que estamos en este negocio para dar todo, no para dar lo que nos sobra. Si es necesario que entregue su vida, hay que hacerlo.

—Cuide sus palabras, o puedo olvidar que es la hija del hombre con el que he hecho tratos por años.

—No tengo pelos en la lengua, señor, solo digo lo que pienso. Y lo que pienso es que todos son unos maricas que toman como una ofensa recibir ideas de una mujer. Este mundo es para inteligentes, no para cobardes que siguen como costumbre tomar decisiones entre hombres mismos. El que no está de acuerdo que me lo diga en la cara — su mano viaja a su cintura donde está su arma.

—¿Qué tal si mejor vá a un salón de belleza o a cocinar en lugar de estar en un cargo que no le corresponde?

Veo el movimiento que da al cargar su arma, dispuesta a disparar. Tomo la pistola de mi pantalón, soltando el gatillo y así atravesar con una bala la cabeza de los tres hombres que hace un rato no dejaban de molestarla.

Todos se quedan estupefactos viendo los cuerpos inertes en el suelo, bañados en sangre.

—¿Alguien más sigue en desacuerdo con la Srta. Howard? Y si es así, que hable ahora. Mientras siga vivo nunca nadie menospreciara la idea de una mujer, y menos si esa mujer es alguien en quién confío.

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