[5]: Ví esto en tu cuarto.

El día de transportar la mercancía a Rusia, Argentina, Perú y Chile; ha llegado.

Mis ojos solo pueden prenderse a la elegante mujer que con unas gafas de sol baja de su Lamborghini; Esme Howard.

—Señor, la Srta. Esme acaba de llegar...

—Ya la ví, no soy ciego — respondo a lo tosco —. Pero la señorita no viene sola, también con su querido amigo.

Con un ligero fastidio observo al tipejo de Jan caminando a su lado.

—¿Quién es ese hombre?

—Él es Jan, el primo de la Srta. Esme — sonrío, sintiendo un leve alivio recorrer mi cuerpo —. Bueno, es primo adoptivo. Ella al ser hijastra de la Sra. Dasha, la tía del chico, pasaría a ser su primo...

—¡Ya no me des explicaciones, ya entendí! — este maldito demonio a sido liberado.

—¿Amargado en una maravillosa y joven noche como esta, idiota? — Esme presiona su cartera contra mi pecho, supongo que para que se las sostenga.

—Antes date cuenta los motivos, chiquilla del demonio.

Me sonríe, mirando a Jan sobre su hombro. ¿Fuí tan directo?

—Ya casi terminan de montar las cajas en las lanchas — me las ideo para que no venga con preguntas luego de haberle dado un comentario tan estúpido.

—Si, de eso ya me estoy dando cuenta. Será un largo viaje por lo visto.

—Prefiero encargarme de ir a Argentina, y asegurarme de que llegue la merca al lugar adecuado.

—Iré contigo — se apresura en hablar —. Digo, tú y yo tenemos muchas cosas de qué hablar. Jan se encargará de asegurarse de que un porciento de las cajas lleguen a Rusia.

—¿Y ese tipo si es de confianza?

—Es como mi hermano, pero no meto las manos al fuego por nadie. El tiempo deja caer varias máscaras, esperemos.

—¡Señor, ya terminamos de subir todas las cajas!

—Vamos — camino con Esme hacia mi barco donde está la mayoría de la mercancía.

La noche luce larga, no me quejaré si los minutos pasan tan lentos.

Termino de enseñarle a Esme donde puede quedarse a dormir, y al terminar no hago más que ir a mi cuarto.

Me despojo de mi camisa, mirando mi reflejo en el espejo.

La imagen de un joven e inocente cuerpo, aparece atormentando el interior de mi cabeza. Violet a vuelto para despertar este vacío en mi pecho.

Trago grueso, sin dejar caer alguna lágrima. Tomo la caja que estaba en la cama y dónde en el interior está una jeringa vacía y un líquido verde en un frasquito.

Me tiendo en la cama. Con la mirada en el techo de mi habitación, inyecto esa ligera cantidad de droga en mi brazo.

El dolor parece desvanecer, y mi corazón latir nuevamente a su ritmo "normal".

Con los ojos cerrados siento como la droga vá haciendo su efecto; tranquilizarme.

…

—Ya estamos por llegar, señor.

—Listo, prepárense para bajar toda la merca. ¿Has visto a Esme?

—Está al otro lado del barco.

Meneo mi cabeza. Con lentos pasos avanzo, hasta alcanzar a verla bebiéndose una copa de vino.

—No sabía que madrugabas — comento con una sonrisa, pero no responde, es como si estuviera hablando solo —. ¿Te sientes bien?

—Tócame y te saco la maldita cara — sorprendido me quedo viendo como lanza la copa al mar.

—¿Y a tí que te pasa? ¿Después el amargado soy yo?

—Ví esto en tu cuarto — sostiene la jeringa —, al olerla solo pude percibir el maldito olor de la droga que te sigues metiendo.

—Mierda, era eso — le doy la espalda.

—¡No he terminado de hablar, imbécil! ¡Qué ganas siendo un maldito drogadicto que por más que recibe de mis atenciones, sigue cagándola una y otra vez!

—Te daré un consejo que espero y te sirva. No te metas en mi vida, Esme.

—Prometo no hacerlo nunca más si tanto te jode — su brazo me empuja cuando pasa a mi lado con rapidez.

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