t r e s

...Emilio....

Dejo caer mi espalda sobre el no muy cómoda pero agradable asiento que se encuentra detrás de mi escritorio y abro el ordenador para comenzar a teclear sobre las actividades del día de hoy, no sería un día del cual requieran de mi presencia en la oficina pero he trabajo tanto para esto que apenas tengo tiempo de pensar en lo de tener una vida social. Sigo con lo mío hasta que tres golpes detrás de la puerta hacen que mi mirada viaje hasta aquella, no esperaba visita por lo cual me sorprendió pero al dar la afirmación de pase para que sea quien fuese la persona del otro lado lo hiciera, vuelvo a bajarla en segundos.

-¿no me esperabas? -se adentro la rubia despampanante cerrando la puerta detrás suyo- al menos esperaba una buena bienvenida.

-Sabes que no me gustan las distracciones en horarios de trabajos Leticia, si has venido por algo importante siéntate, pero si no es así te pido cordialmente que te retires -hable mientras seguía tecleando, pero como respuesta solo recibí su acercando- hablo en serio.

-Solo serán unos minutos, tu secretaria no interrumpirá como la última vez -rodeo el escritorio y se poso detrás de mi asiento acercando sus manos hacia mi pecho- te extraño demasiadas Emilio -susurro junto a mi oreja mientras sus manos abrían cada botón de mi camisa- deja eso para después -lamio el lóbulo de mi oreja-

No es lo correcto pero soy mi propio jefe y estas son cosas que me puedo permitir, giro aquella silla hasta quedar frente a ella quien se sienta a horcajadas sobre mi regazo, mis manos se posan en sus muslos subiendo minuciosamente hasta adentrarse en aquel vestido color vino tinto que llevaba puesto, estas aprietan el voluptuoso trasero y haciendo presión entre mi polla y su coño, esto hace que de su boca salga un jadeo el cual se vuelve uno absorto cuando poso mis labios sobre los de ella. De un tirón me levanto de aquella silla y la poso sobre el escritorio abriéndome paso entre sus piernas, sus manos bajan con velocidad hasta mi pantalón y con torpes movimiento logra sacar el cinturón para terminar sacando con sus finos dedos mi considerable miembro, esta lo mira con adoración mientras lame sus labios dándole masajes de arriba hacia abajo con su mano, del cajón a un lado nuestro saco un preservativo y me lo coloco con cuidado de no romperlo por el desespero y la calentura para luego sin dejar que haga algún movimiento o comentario entro completamente en ella de una sola estocada.

-¡¡Dios santo Emilio!! -gime aferrándose a mi espalda y clavando sus cortas uñas en ella- sigue, por favor... ¡no pares! -apenas formula entre jadeos-.

No fue mucho el tiempo que nos mantuvimos así ya que en menos de diez minutos esta se encontraba desplomada y con la respiración agitada sobre el escritorio, una sonrisa de satisfacción se poso en mi rostro y salgo de ella con cuidado. Esta se incorpora bajando del escritorio para comenzar a acomodar su ropa, imito su acto y al terminar me dejo caer nuevamente sobre mi asiento viendo como la rubia recoge sus cosas feliz, me observa y guiña su ojo para luego desaparecer por aquella puerta.