Comencé a entrenar desde los 12 años cuando me escape del orfanato donde mi madre me abandono a los 3 meses de edad, al escapar me junte con un grupo de vagos porque entendí que era el medio para sobrevivir, era muy bajo para mí edad y no había día en que no recibiera alguna paliza, hasta que el sensei me encontró golpeado por el grupo y me llevo a su casa. Limpió y curo mis heridas y me dejo descansar, alimento mi cuerpo y mirándome a los ojos me dijo:
Sensei: Me llamo Hiroshi Ryu (Generoso Dragón), estás en mi casa, vine a México a enseñar mi arte marcial a petición de las autoridades educativas, eres muy pequeño para desperdiciar tu vida, así que solo te haré una pregunta y me contestarás cuando creas necesario, no sé tu nombre, ni de dónde vienes, pero por tu apariencia intuyo que escapaste de algún lugar. Así que aquí está mi pregunta, ¿esta es la vida que quieres? meditalo Koinu. Ahora come y descansa hay que sanar.
Dicho esto salió silenciosamente de la habitación dejándome solo. Su pregunta y mis heridas me hicieron pensar que yo no quería seguir en la calle, comiendo un día si y otro no, ni robar para subsistir. Quería como otros niños, una familia, pero ¿el Sr. Hiroshi me estaría ofreciendo eso?, observé la habitación en la que estaba y se veía que nadie era su dueño, recordé que al llegar había varias habitaciones en esta casa.
Varios días después cuando ya pude moverme por la casa encontré fotografías, trofeos y medallas enmarcadas, con letras en un idioma que no conocía, el sr. Hiroshi iba y venía todos los días y solo me observaba, me dijo que podía ver la tele si quería y comer lo que quisiera, solo que mantuviera limpia mi habitación y lavará lo que había usado. Su cocina era impecable como el resto de la casa y nunca había visto un refrigerador con tantas frutas y comida.
Unas semanas después de que me recogió preparo de comer y me invito a sentarme con el a la mesa. Su invitación me indico que era hora de hablar.
Sr. Hiroshi: Bien pequeño Koinu, ¿tienes tu respuesta a mi pregunta?
Me aclare la voz y le dije
Roberto: Si, pero no me llamo Koinu, sino Roberto (el sr. Hiroshi Ryu, sonrió ante mis palabras y asintió), pensé que tiene razón, no me gustaría que me vuelvan a golpear, no quiero estar en la calle, pero tampoco quiero volver al orfanato, ahí también me pegaba el supervisor y muchas veces lo ví hacer tocamientos a otros niños, así que prefería el golpe antes que me hiciera algo. Se que soy joven pero como cualquier niño, solo quiero una familia y no estar marcado por el abandono de mi madre.
El sr. Hiroshi escucho atentamente mis palabras, medito y mirándome a los ojos contesto:
Sr. Hiroshi: Bien, si te llamo Koinu es porque esa palabra significa cachorro, tu eres un cachorro perdido peleando por migajas de pan para sobrevivir. Yo soy viudo, mi esposa e hijos murieron en un sismo en Japón de dónde soy originario y cuando pensaba en morir, alguien me ofreció venir a México a impartir clases de artes marciales. Si estás de acuerdo puedo buscar la manera de que me den tu tutela y vivirías aquí conmigo, solo que debes respetar mis reglas que son sencillas, orden, limpieza, estudio y respeto; si las rompes regresarás al orfanato. Yo no soy rico pero tengo suficiente para ofrecerte un lugar que llames hogar. Es tu decisión y yo arreglaré que te quedes aquí.
Roberto: ¿de verdad me ofrece su casa? (el sr. Hiroshi asintió) entonces si me gustaría estar aquí. Lamento lo de su familia de verdad y agradezco su ofrecimiento.
Dicho eso comieron en silencio y después de recoger los platos el sr. Hiroshi le dijo que saldría a buscar al abogado de la universidad para que le ayudará con el trámite y también a recuperar sus papeles para poderlo inscribir a una escuela.
Así pasaron varias semanas, su confesión al sr. Hiroshi respecto a lo que había vivido en el orfanato tuvo como resultado que el supervisor fuera encarcelado por abusar de menores, el gobierno que tenía su tutela no tuvo inconveniente en pasársela al Sr. Ryu, pues la universidad lo respaldaba desde hacía más de 6 años que lo habían invitado a venir a trabajar y el tener arraigo facilito el trámite.
Así un 30 de abril, Roberto obtenía legalmente el apellido Ryu como suyo y el sr. Hiroshi se convertía en su padre adoptivo. Ahora 8 años después entendía que el Sr. Hiroshi Ryu lo había salvado de la perdición, él sabía que a lo largo de esos años, mientras el se volvía karateca bajo la supervisión de su padre adoptivo, los que habían sido su pandilla habían ido creciendo en el mundo del crimen local, terminando muertos o encarcelados, mientras a él, la vida le había dado una oportunidad.
Ahora su padre ponía bajo su tutela a Sam, sus ojos tristes le decían que algo la atormentaba, pero debía ganarse su confianza, cuando fuera el momento, ella le contaría su historia de como llego al karate.
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Comments
Mari Delgado Flores
La remembranza que hizo Roberto de lo que a sido su vida, hace reflexionar que es una realidad de todos los tiempos.
Muy interesante entenderlo
2024-06-02
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Lucie Palomino Flores
Gracias por compartir tan excelente novela sigue escribiendo felicitaciones
2023-07-13
2
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Me gusta
2023-01-03
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