Encrucijada

Encrucijada

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El día estaba maravilloso.

Se podía escuchar el sonido de las risas desde el interior de la casa, el amor que aquellas risueña carcajadas destilaban era infinitamente sublime, invitaban a reconfortar el alma.

Pronto ya iban a partir, el auto ya estaba totalmente equipado, tenía varias maletas llenas de objetos necesarios para poder disfrutar de una estancia lo suficientemente larga y placentera como para olvidar que se estaba lejos de casa, había accesorios de todo tipo para facilitar les estadía.

Se supone que el viaje no tomaría mucho tiempo aún cuando estaba a una distancia bastante regular de donde se encontraban, los lugares exclusivos no suelen estar muy cerca de las ciudades para poder vivir realmente la experiencia de una estadía paradisiaca sin el bullicio que caracteriza a las grandes urbes.

Pará poder sacarle provecho al tiempo, que siempre suele ir en contra de uno, el padre había estado revisando varias rutas por las cuales el trayecto se les hiciera menos tedioso. Descubrió un camino alterno que los llevaría más rápido hasta el resort.

-Eureka - dijo bastante entusiasmado.

La primera en subir fue la pequeña Emily, una hermosa niña de 4 años que revoloteaba por todo el jardín, las ondas azabaches de su cabello bailaban con el correr del viento, haciendo una magnífica danza donde uno no podía evitar fijarse en el contraste que hacían aquellos cabellos danzarines con su tersa piel nivea,

Era idéntica a su padre.

Sin embargo lo que más resaltaba de ese pequeño ser humano, eran unos increíbles ojos celestes, tan celestes que el cielo se queda corto, era como subir al nevado más alto y maravillarse con el manantial que escondía con recelo. Eran los ojos de su madre.

Los orgullosos padres ya estaban dentro del auto asegurándose que la pequeña estuviera lo suficientemente cómoda como para que disfrute el viaje sin que la distancia llegue a agobiarla.

Eran felices, habían esperado muy emocionados a su pequeña desde que supieron que estaba en el vientre, la niña nació en cuna de oro, su familia era una bastante acomodada y podía darse una vida realmente placentera.

El padre provenía de una familia cuyo negocio estaba en el rubro de la construcción, eran muy buenos en lo que hacían, aprovechaban cada oportunidad que se les aparecía para poder hacerse un nombre y de una reputación que brindara la confianza necesaria para seguir creciendo sin parar. Su fama era tal que el mismo gobierno los elegía siempre al momento de hacer licitaciones por la perfección con la que realizaban sus trabajos.

Habían sido los artífices de diferentes construcciones tales como carreteras, puentes y diferentes formas de comunicar a las personas, no sólo dentro del país, fuera de este también, por lo cual la gente a quienes han beneficiado con sus obras, les tenían mucho aprecio.

La madre es lo que uno llamaría una mujer con suerte. Su belleza era increíble pero era de origen bastante humilde, trabajaba en un restaurante como mesera desde los 15 años, su vida no era lujosa, pero era feliz, lamentablemente sus padres la dejaron huérfana a los 13 años, fueron asesinados "accidentalmente" en un robo frustrado. Después de eso tuvo que ir a vivir con sus abuelos en un estado bastante alejado, fue ahí donde lo primero que hizo al salir de la escuela fue conseguir trabajo, no se sentía bien sin tener como retribuirle a sus abuelos.

A la edad de 18 años se enteró de algo que desataría muchas desgracias en un futuro...

Pero eso no lo sabía.

Decidió ocultarlo pues solo quería tranquilidad en su vida, ya había perdido a sus padres, sólo le quedaba la certeza de que algo tenía el destino esperando por ella. Así fue como huyó de esa casa con lo ahorrado y se instaló en otro condado. Fue ahí donde conoció a Diego, quien se enamoró de ella perdidamente, y cual historia de cuentos de hadas la sacó de donde trabajaba para convertirla en su esposa. Así que sí, es una mujer con mucha suerte,

O lo era...

Wendy y Diego habían planeado unas vacaciones en un hotel de ensueño, su pequeño tesoro ya tenía la edad suficiente para disfrutar de los diferentes ambientes que el destino al que habían apuntado tenía. Esperaban que al crecer ella recordará con mucho cariño su infancia.

Sin embargo hay ocasiones en las que sólo hace falta tomar la decisión equivocada para que las cosas se descarrilen totalmente.

El demonio está en los detalles

El sol brillaba demasiado y llegaba justo en la dirección de la pequeña Emily. Wendy notó que la pequeña intentaba cubrirse el rostro pero sus manitas no eran suficiente. Entonces intentó acomodar un retazo de tela de los que siempre están por sí algo se ensucia en la ventana para que ella pudiera descansar y los rayos del sol dejen de molestarla, pero no era suficiente, era medio día y el imperante sol doblegaba toda la superficie sin brindar tregua alguna.

-Amor por allá hay otro camino, ¿tendrá salida?

-Déjame revisar el gps cariño

El camino que wendy señaló, estaba cubierto por maleza y árboles, parecía la entrada a otro escenario, pues por un lado la carretera ardía sin piedad y por el otro solo se podía apreciar paz y sombra en su interior. Esta ruta pasaba por las faldas de una montaña y se notaba que haría un poco más largo el viaje pues no iba en línea recta, tenía curvas bastante sinuosas que iban bajando en espiral.

-Iremos por este lado cariño, alargará el camino, pero por lo menos no llegaremos cocinados - bromeó Diego.

-Gracias amor.

Era verdad, la maleza producía una placentera sombra y un aroma muy natural.

Aire puro- pensó con alivio Wendy.

Luego notaron que los guiaba a una bajada bastante empinada, no se dieron cuenta hasta que el auto se estaba poniendo más difícil en controlar.

Diego se estaba preocupando y Wendy podía notar su creciente ansiedad. Un escalofrío recorrió su espalda al notar que por el rabillo del ojo se formaban unas sombras que desaparecían cuando volteaba la mirada a comprobar que lo que sea que halla llamado su atención, se encontrará ahí, pero al voltear no veía nada más que los grandes árboles bastante tupidos.

De repente la carretera se puso más oscura, como si recién la hubieran untado con brea.

Wendy sujeta a la niña- bramó Diego

Ella pudo notar que estaba haciendo un esfuerzo muy grande intentando sujetar con fuerza el manubrio y virar rápidamente antes de que fuera directo al abismo.

Lo único que ella podía hacer era intentar proteger a Emily quien seguía durmiendo. Había estado tan agotada de defenderse antes la bravura del sol que la dejó exhausta.

Wendy se quedó mirando a su bello retoño y con lágrimas en los ojos sólo podía pedir perdón.

Perdón por no poder acompañarla en el futuro.

La pequeña se despertó cuando su mejilla empezó a empaparse.

Emily vio a su madre con una mirada bastante extrañada. Sus enormes ojos celestes denotaban mucha tristeza y a la vez mucho amor. No entendía que podía estar pasando, quiso buscar el rostro de su padre pero su madre la cubría lo mejor que podía. Fue entonces que sintió como algo chocó con el auto.

Fueron solo segundos, pero para ella esos segundos quedarían marcados para siempre en su memoria.

El auto quedó totalmente destrozado, como si de un acordeón se tratase. Emily había cerrado sus ojos pensando que sólo así despertaría de esa pesadilla.

Pero no lo era...

Cuando reunió la valentía necesaria para abrirlos, no estaba preparada para lo que le esperaba.

y... quien sí lo estaría.

Sus padres había formado con sus cuerpos una especie de zona segura, donde la pequeña Emily yacía inmovil.

Ya no se podía distinguir quien había estado en aquel vehículo, los fierros que se habían doblaban como si se tratasen de plastilina habían acabado con ellos. Aún así, Emily se había aferrado al pecho de lo que alguna vez fue su madre.

.

.

No había forma de saber cuanto tiempo había pasado, la maleza no dejaba distinguir con exactitud cuando era de día y cuando de noche, sumado a que se encontraba en el interior de aquel pulverizado vehículo, aquella tarea era por demás imposible y lo era aún más para una pequeña niña asustada.

Lo único que sabía es que estaba muy cansada como para seguir llorando, el pecho de su madre la hacía mantenerse cuerda, se estaba empezando a poner frío, pero a ella no le importaba.

.

El tiempo pasaba y el hambre ya había desaparecido junto con sus esperanzas de que alguien la encontrara. Solo quería dormir y despertar junto a ellos.

Una niña no debería pensar en eso, ningún niño debería siquiera asomarsele la idea.

Emily se preguntaba cuánto más podía alguien de su tamaño resistir. Cuánto le faltaba para reunirse con ellos.

A sus cortos 4 años de vida estaba experimentando lo que era la agonía.

.

(Voces de niños)

-Alcanzame sanguijuela

-Cállate cara de papa

Risas

-¿Por qué tenemos que venir por acá? - voz de niña

- Porque a Jared le gusta salvar ardillas - voz de niña

Risas de niños.

- Miren allá

- Pero que demonios

- Ethan ¿qué ves?

- Hey chicos no vamos a preocuparnos por comida por una semana - gritó

-Eh ¿de qué estas hablando?

A lo lejos un grupo de niños se acercaba a la dirección donde había pasado un trágico accidente.

-Pobres desgraciados, habrán quedado hechos trizas- se dijo a sí mismo

-Ethan - jadeos - haah ¿pero como es qué corres tan rápido con esa barriga?

- Porque eres un inútil Bryan, por eso

-¿qué dijiste?

-ya calmense¿ quieren? - dijo una niña

- ¿Donde está Jared? - preguntó Ethan

- Salvando ardillas, ya lo conocen,- dijo la niña

- Ashley mira eso - dijo Ethan mirando el auto destrozado.

-Ughh no otra vez, ya no quiero ver muertos - replicó asqueada Ashley.

- ¿Por qué tanto escandalo? - preguntaba alguien a lo lejos

- Astrid otra vez quieren robarle a muertos- respondió Ashley bastante ofuscada.

- ¿Qué cosa? - respondía Astrid

- Ethan ¿qué haces? Debemos esperar a Jared- dijo Bryan

- Jared no se negará, necesitamos comida - respondió Ethan volteando los ojos- lo haré yo mismo, son unas gallinas.

¡Espera Ethan! - gritaron

Ninguno de ellos parecía mayor de 11 años, el niño al que llamaban Ethan fue el primero en acercarse al auto. Era un niño bastante corpulento, tenía unos ojos almendrados bastante inquietos, sus pupilas café oscuro no se daban abasto ante todo lo que tenía para inspeccionar.

Tenía pecas en la cara, lo que le daba un aire de inocencia, las cuales se notaban aún cuando su piel estaba ligeramente bronceada por el sol, se veía bastante animado, revisando aquella trágica escena como si se tratase de una búsqueda del tesoro.

Terminando de revisar la maletera del auto y quedando bastante satisfecho con lo que halló, decidió inspeccionar los asientos delanteros. No sólo para satisfacer su morbo, sino para ver si podía robar billeteras o celulares, si es que aún estaban en buenas condiciones.

Fue entonces que pasó lo impensable.

Pudo ver como los cuerpos de dos personas parecían haberse deformado de tal forma con el impacto, que daban la ilusión de un túnel macabro.

Que asco - pensó.

Entonces se preparó para intentar mover los cuerpos y revisar sus bolsillos. Una tarea bastante difícil con los fierros retorcidos por doquier.

Ughh que asco- se volvió a decir.

Entonces sintió que algo se movió.

El niño que hasta entonces se había mostrado bastante despreocupado sacó su mano dando un grito que se escuchó por todo el lugar.

¡Ethan!!!! - gritaron

-¿¡Pero que demonios!? - se decía Ethan que intentaba calmar su corazón. Tomó una bocanada de aire y se armó de valor para revisar que había pasado, que era lo que se movió.

El lugar ya estaba empezando a oler a descomposición, por eso para el era imposible que siguieran con vida. Ni los zombies podrían seguir moviéndose en ese estado- pensó.

Cuando se compuso y volvió a mirar, unos enormes ojos celestes aparecieron mirándolo con indiferencia.

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