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Encrucijada

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El día estaba maravilloso.

Se podía escuchar el sonido de las risas desde el interior de la casa, el amor que aquellas risueña carcajadas destilaban era infinitamente sublime, invitaban a reconfortar el alma.

Pronto ya iban a partir, el auto ya estaba totalmente equipado, tenía varias maletas llenas de objetos necesarios para poder disfrutar de una estancia lo suficientemente larga y placentera como para olvidar que se estaba lejos de casa, había accesorios de todo tipo para facilitar les estadía.

Se supone que el viaje no tomaría mucho tiempo aún cuando estaba a una distancia bastante regular de donde se encontraban, los lugares exclusivos no suelen estar muy cerca de las ciudades para poder vivir realmente la experiencia de una estadía paradisiaca sin el bullicio que caracteriza a las grandes urbes.

Pará poder sacarle provecho al tiempo, que siempre suele ir en contra de uno, el padre había estado revisando varias rutas por las cuales el trayecto se les hiciera menos tedioso. Descubrió un camino alterno que los llevaría más rápido hasta el resort.

-Eureka - dijo bastante entusiasmado.

La primera en subir fue la pequeña Emily, una hermosa niña de 4 años que revoloteaba por todo el jardín, las ondas azabaches de su cabello bailaban con el correr del viento, haciendo una magnífica danza donde uno no podía evitar fijarse en el contraste que hacían aquellos cabellos danzarines con su tersa piel nivea,

Era idéntica a su padre.

Sin embargo lo que más resaltaba de ese pequeño ser humano, eran unos increíbles ojos celestes, tan celestes que el cielo se queda corto, era como subir al nevado más alto y maravillarse con el manantial que escondía con recelo. Eran los ojos de su madre.

Los orgullosos padres ya estaban dentro del auto asegurándose que la pequeña estuviera lo suficientemente cómoda como para que disfrute el viaje sin que la distancia llegue a agobiarla.

Eran felices, habían esperado muy emocionados a su pequeña desde que supieron que estaba en el vientre, la niña nació en cuna de oro, su familia era una bastante acomodada y podía darse una vida realmente placentera.

El padre provenía de una familia cuyo negocio estaba en el rubro de la construcción, eran muy buenos en lo que hacían, aprovechaban cada oportunidad que se les aparecía para poder hacerse un nombre y de una reputación que brindara la confianza necesaria para seguir creciendo sin parar. Su fama era tal que el mismo gobierno los elegía siempre al momento de hacer licitaciones por la perfección con la que realizaban sus trabajos.

Habían sido los artífices de diferentes construcciones tales como carreteras, puentes y diferentes formas de comunicar a las personas, no sólo dentro del país, fuera de este también, por lo cual la gente a quienes han beneficiado con sus obras, les tenían mucho aprecio.

La madre es lo que uno llamaría una mujer con suerte. Su belleza era increíble pero era de origen bastante humilde, trabajaba en un restaurante como mesera desde los 15 años, su vida no era lujosa, pero era feliz, lamentablemente sus padres la dejaron huérfana a los 13 años, fueron asesinados "accidentalmente" en un robo frustrado. Después de eso tuvo que ir a vivir con sus abuelos en un estado bastante alejado, fue ahí donde lo primero que hizo al salir de la escuela fue conseguir trabajo, no se sentía bien sin tener como retribuirle a sus abuelos.

A la edad de 18 años se enteró de algo que desataría muchas desgracias en un futuro...

Pero eso no lo sabía.

Decidió ocultarlo pues solo quería tranquilidad en su vida, ya había perdido a sus padres, sólo le quedaba la certeza de que algo tenía el destino esperando por ella. Así fue como huyó de esa casa con lo ahorrado y se instaló en otro condado. Fue ahí donde conoció a Diego, quien se enamoró de ella perdidamente, y cual historia de cuentos de hadas la sacó de donde trabajaba para convertirla en su esposa. Así que sí, es una mujer con mucha suerte,

O lo era...

Wendy y Diego habían planeado unas vacaciones en un hotel de ensueño, su pequeño tesoro ya tenía la edad suficiente para disfrutar de los diferentes ambientes que el destino al que habían apuntado tenía. Esperaban que al crecer ella recordará con mucho cariño su infancia.

Sin embargo hay ocasiones en las que sólo hace falta tomar la decisión equivocada para que las cosas se descarrilen totalmente.

El demonio está en los detalles

El sol brillaba demasiado y llegaba justo en la dirección de la pequeña Emily. Wendy notó que la pequeña intentaba cubrirse el rostro pero sus manitas no eran suficiente. Entonces intentó acomodar un retazo de tela de los que siempre están por sí algo se ensucia en la ventana para que ella pudiera descansar y los rayos del sol dejen de molestarla, pero no era suficiente, era medio día y el imperante sol doblegaba toda la superficie sin brindar tregua alguna.

-Amor por allá hay otro camino, ¿tendrá salida?

-Déjame revisar el gps cariño

El camino que wendy señaló, estaba cubierto por maleza y árboles, parecía la entrada a otro escenario, pues por un lado la carretera ardía sin piedad y por el otro solo se podía apreciar paz y sombra en su interior. Esta ruta pasaba por las faldas de una montaña y se notaba que haría un poco más largo el viaje pues no iba en línea recta, tenía curvas bastante sinuosas que iban bajando en espiral.

-Iremos por este lado cariño, alargará el camino, pero por lo menos no llegaremos cocinados - bromeó Diego.

-Gracias amor.

Era verdad, la maleza producía una placentera sombra y un aroma muy natural.

Aire puro- pensó con alivio Wendy.

Luego notaron que los guiaba a una bajada bastante empinada, no se dieron cuenta hasta que el auto se estaba poniendo más difícil en controlar.

Diego se estaba preocupando y Wendy podía notar su creciente ansiedad. Un escalofrío recorrió su espalda al notar que por el rabillo del ojo se formaban unas sombras que desaparecían cuando volteaba la mirada a comprobar que lo que sea que halla llamado su atención, se encontrará ahí, pero al voltear no veía nada más que los grandes árboles bastante tupidos.

De repente la carretera se puso más oscura, como si recién la hubieran untado con brea.

Wendy sujeta a la niña- bramó Diego

Ella pudo notar que estaba haciendo un esfuerzo muy grande intentando sujetar con fuerza el manubrio y virar rápidamente antes de que fuera directo al abismo.

Lo único que ella podía hacer era intentar proteger a Emily quien seguía durmiendo. Había estado tan agotada de defenderse antes la bravura del sol que la dejó exhausta.

Wendy se quedó mirando a su bello retoño y con lágrimas en los ojos sólo podía pedir perdón.

Perdón por no poder acompañarla en el futuro.

La pequeña se despertó cuando su mejilla empezó a empaparse.

Emily vio a su madre con una mirada bastante extrañada. Sus enormes ojos celestes denotaban mucha tristeza y a la vez mucho amor. No entendía que podía estar pasando, quiso buscar el rostro de su padre pero su madre la cubría lo mejor que podía. Fue entonces que sintió como algo chocó con el auto.

Fueron solo segundos, pero para ella esos segundos quedarían marcados para siempre en su memoria.

El auto quedó totalmente destrozado, como si de un acordeón se tratase. Emily había cerrado sus ojos pensando que sólo así despertaría de esa pesadilla.

Pero no lo era...

Cuando reunió la valentía necesaria para abrirlos, no estaba preparada para lo que le esperaba.

y... quien sí lo estaría.

Sus padres había formado con sus cuerpos una especie de zona segura, donde la pequeña Emily yacía inmovil.

Ya no se podía distinguir quien había estado en aquel vehículo, los fierros que se habían doblaban como si se tratasen de plastilina habían acabado con ellos. Aún así, Emily se había aferrado al pecho de lo que alguna vez fue su madre.

.

.

No había forma de saber cuanto tiempo había pasado, la maleza no dejaba distinguir con exactitud cuando era de día y cuando de noche, sumado a que se encontraba en el interior de aquel pulverizado vehículo, aquella tarea era por demás imposible y lo era aún más para una pequeña niña asustada.

Lo único que sabía es que estaba muy cansada como para seguir llorando, el pecho de su madre la hacía mantenerse cuerda, se estaba empezando a poner frío, pero a ella no le importaba.

.

El tiempo pasaba y el hambre ya había desaparecido junto con sus esperanzas de que alguien la encontrara. Solo quería dormir y despertar junto a ellos.

Una niña no debería pensar en eso, ningún niño debería siquiera asomarsele la idea.

Emily se preguntaba cuánto más podía alguien de su tamaño resistir. Cuánto le faltaba para reunirse con ellos.

A sus cortos 4 años de vida estaba experimentando lo que era la agonía.

.

(Voces de niños)

-Alcanzame sanguijuela

-Cállate cara de papa

Risas

-¿Por qué tenemos que venir por acá? - voz de niña

- Porque a Jared le gusta salvar ardillas - voz de niña

Risas de niños.

- Miren allá

- Pero que demonios

- Ethan ¿qué ves?

- Hey chicos no vamos a preocuparnos por comida por una semana - gritó

-Eh ¿de qué estas hablando?

A lo lejos un grupo de niños se acercaba a la dirección donde había pasado un trágico accidente.

-Pobres desgraciados, habrán quedado hechos trizas- se dijo a sí mismo

-Ethan - jadeos - haah ¿pero como es qué corres tan rápido con esa barriga?

- Porque eres un inútil Bryan, por eso

-¿qué dijiste?

-ya calmense¿ quieren? - dijo una niña

- ¿Donde está Jared? - preguntó Ethan

- Salvando ardillas, ya lo conocen,- dijo la niña

- Ashley mira eso - dijo Ethan mirando el auto destrozado.

-Ughh no otra vez, ya no quiero ver muertos - replicó asqueada Ashley.

- ¿Por qué tanto escandalo? - preguntaba alguien a lo lejos

- Astrid otra vez quieren robarle a muertos- respondió Ashley bastante ofuscada.

- ¿Qué cosa? - respondía Astrid

- Ethan ¿qué haces? Debemos esperar a Jared- dijo Bryan

- Jared no se negará, necesitamos comida - respondió Ethan volteando los ojos- lo haré yo mismo, son unas gallinas.

¡Espera Ethan! - gritaron

Ninguno de ellos parecía mayor de 11 años, el niño al que llamaban Ethan fue el primero en acercarse al auto. Era un niño bastante corpulento, tenía unos ojos almendrados bastante inquietos, sus pupilas café oscuro no se daban abasto ante todo lo que tenía para inspeccionar.

Tenía pecas en la cara, lo que le daba un aire de inocencia, las cuales se notaban aún cuando su piel estaba ligeramente bronceada por el sol, se veía bastante animado, revisando aquella trágica escena como si se tratase de una búsqueda del tesoro.

Terminando de revisar la maletera del auto y quedando bastante satisfecho con lo que halló, decidió inspeccionar los asientos delanteros. No sólo para satisfacer su morbo, sino para ver si podía robar billeteras o celulares, si es que aún estaban en buenas condiciones.

Fue entonces que pasó lo impensable.

Pudo ver como los cuerpos de dos personas parecían haberse deformado de tal forma con el impacto, que daban la ilusión de un túnel macabro.

Que asco - pensó.

Entonces se preparó para intentar mover los cuerpos y revisar sus bolsillos. Una tarea bastante difícil con los fierros retorcidos por doquier.

Ughh que asco- se volvió a decir.

Entonces sintió que algo se movió.

El niño que hasta entonces se había mostrado bastante despreocupado sacó su mano dando un grito que se escuchó por todo el lugar.

¡Ethan!!!! - gritaron

-¿¡Pero que demonios!? - se decía Ethan que intentaba calmar su corazón. Tomó una bocanada de aire y se armó de valor para revisar que había pasado, que era lo que se movió.

El lugar ya estaba empezando a oler a descomposición, por eso para el era imposible que siguieran con vida. Ni los zombies podrían seguir moviéndose en ese estado- pensó.

Cuando se compuso y volvió a mirar, unos enormes ojos celestes aparecieron mirándolo con indiferencia.

Hogar

-¡AAAAAAHH!!!! - gritó corriendo despavorido de la escena.

-Ethan pero que carajos te pasa- gritaron.

-¡Ayudaaa!!! - gritaba Ethan corriendo hasta donde estaban los demás.

-Desde cuando eres tan cobarde ¿eh? - dijo un niño bastante peculiar. Su semblante no era como el de los demás, sus ojos denotaban gran inteligencia y una pizca de picardia.

-¡Eh Jared! ¿ya dejaste a la maldita ardilla en el MALDITO ÁRBOL? - respondió un Ethan bastante alterado.

Jared sonrió. Su mirada traviesa sólo se intensificaba con el color chocolate de sus pupilas. Su piel tostada por el sol y sus cabellos desordenados con brillos dorados le daban un aire algo adulto. Él era el líder de aquellos bribones.

-¡Hay una maldita niña en el auto!!! - grito Ethan

Todos abrieron sus ojos con incredulidad.

"Como era posible que una niña haya sobrevivido a eso, y desde cuando estará ahí metida entre los cadáveres de sus padres." pensó el joven líder.

-¿Y qué demonios haces llorando como idiota? - respondió Jared bastante irritado- ¡debemos ir a sacarla!!!

Todos lo miraron como si estuviera loco.

*

Y es que así era Jared.

Un niño con un sentido de la justicia bastante desarrollado. Él fue abandonado por su madre en un orfanato cuando tenía 2 años. Ella era una prostituta bastante cotizada en aquel poblado. Cuando supo que tendría un hijo intentó cambiar su vida, realmente lo llegó a querer.

Pero el cambiar no es tan fácil, ya se había acostumbrado a su vida y salir de ella se le hacía muy difícil por no decir imposible. No quería arrastrar a su pequeño hijo ante ese mundo tan asqueroso, así que con el dolor de su corazón lo tuvo que abandonar en una casa hogar de aquella zona, con un pequeño sobre donde estaba su nombre, esperando que algún día él llegue a perdonarla por no ser lo suficientemente fuerte.

En esa casa hogar la vida era demasiado dura, desde pequeño Jared siempre intentó defender a los menos favorecidos metiéndose en muchos problemas en el proceso. Los maltratos a los que se veían sometidos los niños en aquel lugar eran infrahumanos. Por ello Jared decidió que lo mejor era huir y ser libre, pero ninguno de los niños tenía la valentía para hacerlo, intentó convercerlos de que lo sigan pero no lo logró.

Al escapar de aquel infierno su único arrepentimiento fue dejarlos solos.

Se prometió nunca más volver a dejar a nadie de lado.

*

Jared se dirigió hasta el auto ante la mirada atónita de la pandilla.

Y fue ahí donde cruzó miradas con aquellos ojos celestes que lo marcarían de por vida...

Aunque eso él aún no lo sabía.

Te sacaré de ahí pequeña - le dijo a la pequeña Emily, quien ya ni siquiera podía llorar del cansancio.

No pudiendo abrir la puerta, decidió que quizás por la ventana sería más fácil. Y lo fue.

Los cuerpos de sus padres habían formado una especie de túnel, la niña no estaba atorada ni nada, solo necesitaba que alguien la sujetará desde fuera para que pudiera salir.

"Hasta el último momento ellos solo quisieron protegerla" - pensó Jared mientras cargaba a la pequeña.

-Me pregunto si habrían hecho lo mismo por mi- se dijo a sí mismo mientras se encontraba conmovido por la escena.

La niña estaba en shock, aunque sus ojos estaban abiertos, sabían que la niña aún no estaba consciente de lo que estaba pasando.

-¿Y ahora que haremos con ella? - reclamó Ethan- ¿Con quien vas a jugar a la casita Jared?

-Traigan el remolque, nos llevaremos todo - sentenció Jared ignorando a Ethan.

-Sí!!!!- Respondieron al unisono

-Bah siempre hace lo mismo- refunfuño Ethan.

.

Habían traído una especie de triciclo modificado para que servía a la vez de transporte de carga. Se llevaron todo lo que había en el auto. Incluido la billetera de la pareja.

Ethan pudo sacarlo todo, aun cuando le molestaba la actitud de Jared, no podía negar que era un buen líder y eso lo ponía de mal humor.

-Demorarán días o incluso semanas en hallarlos - dijo Ashley- si no hubiéramos pasado por aquí por mera casualidad ella no habría resistido más...

-¿Cómo haremos con la niña? - preguntó Astrid.

-a Jared se le ocurrirá alguna idea- respondió Ashley.

*

Ashley y Astrid eran las únicas niñas en el grupo.

Las llamaban las doble AA por sus nombres y porque tenían personalidades similares aunque no se parecían en nada.

Ashley tenía una largo cabello rubio que por la misma suciedad se notaban un poco opacas sus ondas, sus dulces ojos verdes resaltaban ante su piel clara. Se le podía notar perpetuamente sonrosada, por sus mejillas encendidas, era una niña muy hermosa. Mientras que Astrid tenía una piel de un tono canela muy bello, un cabello muy liso y oscuro que le llegaba a los hombros, sus ojos cafés le daban un aire de misterio. Era muy atlética, la tercera más fuerte del grupo, Jared confiaba mucho en Astrid y contaba con ella cuando había que hacer tareas un tanto complicadas.

Astrid había sido la primera en ser recatada por Jared. Su padre era un hombre muy abusivo, siempre llegaba ebrio a la casa y le daba palizas muy duras a la pequeña niña, su madre trabajaba a destiempo, ya que el marido no trabajaba por irse a beber. Viendo como su madre era una mujer tan sumisa ante un bueno para nada como su padre, la repudiaba con todo su ser.

Conoció a Jared cuando éste intentó robarle a su padre. No pudo porque Astrid se le quedó mirando sorprendida advirtiendo a su padre, sin querer, que habia alguien detrás suyo, para ella no habría nada mejor en este mundo que alguien que le diera una paliza a ese sujeto, así que haberlo ayudado la hizo sentir miserable.

Se quedó pensando en la vida tan libre que debía tener ese niño y sentía mucha envidia.

Mientras estaba perdida soñando en su imaginación, no notó que su padre la llamaba, éste realmente enojado fue hasta donde estaba su hija y empezó a golpearla por no ir a atenderlo cuando él la llamaba.

Las palizas se estaban poniendo más intensas y Astrid pensó que quizás era algo bueno, así por fin podía estar en paz.

Entonces escuchó un estruendo de la ventana y los golpes pararon. La paliza había dejado paralizada a la pequeña. Apenas podía moverse sin que su cuerpo sintiera un dolor tan agudo que llegaba hasta el último nervio de su ser. Aún así volteó en dirección por donde ventana parecía haber sido rota y vio al niño de los cabellos dorados en el techo de la casa de al lado con varios ladrillos, entonces volvió la mirada hacia su padre, quien yacía en el suelo inmóvil con un ladrillo ensangrentado.

El ruido alertó a los vecinos que llamaron a la policía y cuando llegaron pudieron presenciar la deprimente escena.

La niña fue llevada al hospital para tratar sus heridas y luego sería llevada junto a su madre, quien afrontaría un juicio por negligencia por todo el daño que presentaba la niña en su cuerpo.

Pero ella no quería volver.

No quería volver a estar cerca a aquella mujer tan inútil. Cuando recobró sus fuerzas decidió huir del hospital para no volver a verla jamás. Siempre pensó que al ser una niña estaba resignada a acatar lo que los adultos dijeran, pero ese niño le dio esperanzas.

La vida es dura y las calles lo son más.

Era de noche y el aire que corría era muy frío. A la pequeña ya no le importaba nada, sonreía se solo de pensar en que por primera vez nadie le pondría un dedo encima. Entonces cayó desmayada por el frío.

Cuando despertó el niño de los cabellos dorados estaba con ella mirándola con curiosidad. Ella no podía creerlo

-¿Por que me ayudaste? - preguntó sorprendida.

-Noté los golpes en tu cuello- dijo bastante triste- yo pasé por lo mismo, pensé que necesitarías ayuda.

- Eres un idiota- le respondió Astrid bastante animada- ¿que crees que pueden hacer un par de niños en las calles?

-No lo sé quizás ser libres- respondió con una mirada bastante tranquilizadora.

Desde ese día ellos estuvieron juntos, ambos sólo tenían 9 años.

Ashley también tuvo una infancia bastante dura.

Fue vendida por sus padres a una familia supuestamente acaudalada.

Es una linda niña rubia, es obvio que le va a ir bien- se dijo la madre a sí misma.

Nada más lejos de la verdad.

La niña fue sometida a todo tipo de abusos, incluido abuso sexual. Había sido comprada por unos degenerados.

La pequeña Ashley se había disociado de ella misma, cuando la abusaban entraba en modo automático, no sabía que estaba bien y que estaba mal. Se supone que ellos eran quienes la protegerían ¿verdad? Entonces lo que me hacían no debe ser malo ¿verdad?

Un pequeño cachorro la despertó en la madrugada, podía escuchar sus ladridos. Ashley se levantó, solo podía pensar en recogerlo y cuidarlo.

Salió con cuidado de no despertar a nadie y vio al cachorrito en la puerta del jardín que va para la calle. Éste empezó a huir pero Ashley no dejaría que eso pasé, salto la reja y corrió hasta intentar alcanzarlo. Cuando lo alcanzó se dio cuenta que estaba en un verdadero lío. No sabía en dónde estaba, estaba en pijama y tenía mucho frío, pero al menos el perrito estaba a su lado. Al no poder aguantar más se echó en una banquilla sucia e intentó entrar en calor.

Pero era demasiado. Hasta que unas manos la sujetaron.

-Hey¿ estas bien? -Dijo una linda niña de ojos oscuros- ven, cogerás un buen resfrío.

-No se donde estoy, debo volver a casa- dijo la pequeña Ashley

-Te ayudaremos en la mañana, respondió la dulce niña.

-Gracias.

Cuando despertó, pudieron notar en ella también las marcas de abuso. Jared no iba a dejar que se valla.

-¿Cómo te hiciste eso? - preguntó

Ella explicó por qué, mientras los ojos de horror de ambos niños dejaron perpleja a Ashley, quien no entendía porque reaccionaban asi.

Hasta que al fin entendió todo.

En ese momento Jared estaba con Astrid, Ethan, Mika, Bryan y Peter. Ashley fue la última en incorporarse a la pandilla.

*

-Hogar dulce hogar... - dijo Bryan

-Deja de hablar y ayúdame a bajar esto - replicó Ethan

-Hey!! Ya llegaron, ya me estaba preocupando- se alegró Mika, un niño bastante alto de cabello negro ensortijado y piel oscura que se encontraba meciendose en una hamaca mirándolos llegar bastante cansados y con muchas cosas.

-Hey Mika, te pesa el trasero ¿o qué ? Ayuda- refunfuño Bryan.

Bryan tenía una estatura bastante preocupante, era el más pequeño del grupo pero tambien el más ágil. Le gustaba cortarse el cabello dejandolo muy corto, sus ojos eran saltones y muy oscuros, tenía una nariz ligeramente aguileña y una piel de un tono cobriza, por lo cual lo molestaban mucho.

-¿Qué pasa pichon? - se burló Mika- me vas a picotear o que?

-¿Qué dijiste!? - respondió Bryan bastante enojado.

-Ya ya niñitos, párate Mika, mueve tu culo de una vez- respondió Peter.

*

Ethan y Peter se parecían mucho, después de todo son primos. Conocieron a Jared por accidente, una mera casualidad que les cambiaría la vida.

Peter a diferencia de Ethan era bastante delgado, ambos tenían unos ojos café oscuros muy profundos siendo las pecas lo que les concedía una apariencia más infantil.

La piel de Ethan era un tono más clara de la de Peter, aun cuando ambos estaban bronceados por la luz del sol.

El mayor era Peter por dos años, mientras que Ethan tenía la misma edad que el resto. Ambos vivían en las calles desde muy corta edad. Sus padres los habían puesto a trabajar desde muy pequeños, artos de las palizas diarias, decidieron huir mandando al diablo todo y como plus, huyeron quemando sus herramientas de trabajo, para que sus progenitores estuvieran ocupados en recuperar eso antes que ir a buscarlos.

Si bien la vida se volvió muy dura, mientras pudieran vivir sin ser lastimados, estaba bien para ellos. Hasta que conocieron Jared.

*

-Ay no, no puede ser- musitó Mika mirando lo que Jared llevaba en sus brazos.

-Robertoooooo!!!! - gritó Ashley mientras el perro corría hacia ella totalmente feliz de verla.

- Hey Jared no somos guardería, en que est...

-ella será uno de los nuestros- sentenció Jared interrumpiendo a Mika

Emily aún no se recuperaba del shock, no había dicho ni una sola palabra y tuvieron que fijarse por momentos en que si estuviera respirando, solo por si acaso.

Había muchas cosas en el pequeño remolque por acomodar. Los niños se habían atrincherado en un almacen abandonado, lo habían acondicionado para que fuera lo más parecido a un hogar.

En las maletas que traian había ropa, productos para cuidado personal, frazadas, juguetes y muchos inflables. Usaron uno de una piscina mediana para hacer una cama improvisada para la niña. Le pusieron muchas mantas para que se vuelva cómodo. Pusieron a la pequeña e intentaron que reaccionara.

Mika podrá ser un papanatas, pero no podía evitar sentirse acongojado por ella.

Él tuvo una hermana pequeña y no pudo hacer nada para evitar su trágico final.

Los padres de ambos eran unos adictos empedernidos, sin embargo de milagro ambos niños nacieron sin problemas y bastante saludables. No obstante eran abandonados a su suerte en múltiples ocasiones, así que era Mika quien fungía de padre para Rosi. Un día la madre había ido a comprar usando el auto junto a la pequeña Rosi, dejando a su hermano Mika en casa solo. La madre apareció después de todo un día, solo para sacar más dinero. Mika preguntó por su hermana y su madre sólo lo empujó para que se hiciera a un lado. Más tarde sin saber que hacer decidió dar una vuelta, para luego toparse con una dolorosa verdad, habían muchos patrulleros rodeando un auto blanco muy similar al de su madre, entre tanto barullo escuchó algo que le rompió el corazón. Una pequeña niña había muerto por inanición e insolación dentro del auto, la habían dejado por más de 20 horas dentro y nadie había hecho nada por intentar salvarla.

-Hey! Heeeeeeey wuuuuujuuu despiertaa- decía Mika poniendo caras graciosas.

Ashley y Astrid lo miraron espantadas.

-Quizas necesita un poco de música, la música ayuda a todos - decía el pequeño Bryan.

*

Bryan era un niño bastante peculiar, él había sido encontrado en las calles por un viejo carpintero, quien no pudiendo dejarlo morir, se lo llevó a su casa. Nunca había tenido hijos así que no sabía cómo lidiar con él, no sabía cómo calmar el llanto del bebé. Poco a poco se fue adaptando al pequeño, tenía unos pulmones muy fuertes, eso le causaba mucha gracia al viejo. Mientras más crecía, Bryan se volvía más avispado, aprendió a hacer algunas cosas del oficio del viejo y a éste le llenaba de orgullo ver como su pequeño seguía sus pasos.

Pero suele pasar que la vida nos tiene muchos golpes aún por superar.

Un día cuando Bryan estaba preparándo un desayuno para su anciano padre, reparó en que ya había dormido demasiado así que decidió revisar si se encontraba bien puesto que aún no salía de su habitación.

Lo que halló lo dejó sumido en una profunda tristeza.

El cuerpo de aquel noble anciano yacía totalmente inerte, al parecer le había dado un infarto. Bryan no podía dejar de llorar, no le importaba quedar solo en el mundo, lo que más le dolía era que no volvería a verlo jamás.

Tan pequeño y ya comprendía lo que la muerte significaba.

Pudo recomponerse después de unos minutos.

Al mirar la cara del viejo notó que su rostro reflejaba mucha tranquilidad. Eso le dio fuerzas al niño, pues imaginó que quizás era él mismo la razón de aquella ligera sonrisa.

-Si puedo hacer feliz a alguien, yo seré feliz. Estoy feliz de haberte hecho feliz viejo y espero un día poder verte otra vez- dijo con la cara totalmente empapada de lágrimas.

Ese día abandonó el que fue hasta ese momento el lugar donde había sido realmente dichoso, dejó unas flores que robó de varios jardines en el pecho de su padre, dándole el último adiós.

.

.

Trabajo en equipo

*

.

.

.

La niña tenía su mano aferrada al polo de Jared. Con una cálida mirada acariciando su mejilla le dijo

-No estas sola.

-Bueno Jared no te suelta, ya quedate ahí que no quiero escuchar lloriqueos- refunfuñó Ethan

-Tan dulce como siempre ¡ Eh Ethan! - replicó Ashley. Acompañado de las risas de los demás.

Los días pasaron y la pequeña poco a poco fue recobrando el espíritu. De cuando en cuando despertaba gritando a todo pulmón. Recordando los últimos momentos de quienes la amaron más que a su propia vida, siempre que despertaba se quedaba completamente muda y volvía a dormir, siempre de la mano de Jared.

Los días en los que salían a buscar provisiones, se podía notar el nerviosismo de la pequeña, pensando que Jared tenía que irse.

-Ya déjalo quédate, para la falta que haces - dijo Ethan

-Jajajaja por qué seras tan cascarrabias- se carcajeó Peter.

Los niños salían a robar todo lo que podían, no había nada que los detuviera, eran muy listos y eran una de las pandillas más sólidas de esa zona, aún cuando la policía sabía que habían unos bribones al acecho, no hacían nada porque estaban más ocupados robando unas jugosos "propinas" y queriendo siempre más y más.

Uno de ellos era el capitán Camaná que tenía en su mira a Jared.

Los niños admiraban a Jared no sólo por su sentido de justicia, sino por su habilidad al robar, si fuera un mundo de superheroes, esa sería su habilidad, su arte para el engaño.

Se puso en la mira del capitán Camaná porque una vez le robó toda la coima que había conseguido de unos dealers de la zona.

Maldito bribón de mierda- pensaba - te atraparé y no saldrás vivo de esa.

Sin embargo ya no lo veía muy seguido.

-Ojala y se haya muerto - murmuró para sus adentros.

.

-Uuuuuf estuvimos muy cerca- se aliviaba Bryan

-Esa anciana si que corría rápido - respondió Peter jadeando.

-Bah ustedes son unos lentos de mierd...

-Cállate - gritó Ashley interrumpiendo -¡la niña!!! Ten más consideración.

-Aaah demonios me largo a dormir - decía Ethan muy enojado mientras se iba.

-Gracias

Todos quedaron en shock al escuchar la angelical y dulce voz. Incluido Ethan.

- Muchas gracias por salvarme- profirió Emily en medio de sollozos y jadeos, parecía que su pequeño pecho iba a estallar - Mamá, papá los extraño tanto- Mientras hundía su pequeño rostro en el pecho de Jared y soltaba dolorosos alaridos.

Todos tenían un nudo formándose en la garganta, ni siquiera Ethan pudo evitarlo, él tambien, todos sabían lo que era estar solo en el mundo.

.

Había pasado ya una semana desde que encontraron a Emi hasta que por fin pudo proferir palabras. Se dieron cuenta que era una niña muy lista, a pesar de sus cortos 4 años, hablaba muy bien. Aunque eso ya lo sabían pues en el auto había muchísimas cosas de valor. Demasiado caras para alguien común y corriente.

Ese día era uno de los tantos días en los que Jared intentaba instruir a la niña pequeña para que este lista para enfrentar al mundo tan cruel que les rodeaba.

El mundo era cruel, pero era peor para los niños.

-Entonces...

-Entonces no hablar con desconocidos, no mirar a los ojos, no distraerse con cosas bonitas- respondió Emi bastante confiada.

-Perfecto - dijo Jared satisfecho.

-Emi tenemos un pez gordo y le vamos a robar todo. Quizás esto suene bastante duro pero a ese tipo le gustan las niñas pequeñas. Te usaremos de carnada para atraparlo y sí se puede matarlo.

Jared siempre se caracterizó por ser un niño sincero, pero esa sinceridad era demasiado cruda aún para él.

-¿Pero Jared estas loco? - incriminó Astrid- es una niña muy pequeña, ella no podrá...

-Yo lo haré - dijo mirando a Jared con absoluta fiereza, tanta que lo sorprendió.

-Bien, está decidido- sentenció Jared mirando los increíbles ojos celestes de la niña. - es como si mirara el cielo- se dijo a sí mismo.

Nadie podía creerlo, como es posible que el niño con un sentido de justicia tan puntilloso expusiera así a una niña tan pequeña. Pero nadie se atrevió a contradecirlo, ni siquiera Ethan, quien seguía atónito con el plan.

Pero estamos hablando de Jared, lo que sea que está planeando en su cabeza, lo hará tal y como lo imaginó. Eso fue lo que pensaron todos los niños.

Se demoraron un poco cambiándose, habían robado unas prendas para la ocasión, que los hiciera verse bastante refinados. Emi se reía viendo como Ethan se acomodaba la chaqueta, mientras él se avergonzaba ante esos enormes ojos celestes.

-Maldición - pensó ruborizado

Para sorpresa de todos, Emily se había adaptado muy bien a su nueva vida. A pesar de provenir de una cuna de oro, gracias a su corta edad, jamás se reparó en eso, ella solo no quería estar sola, era lo único que la aterraba, mientras estuviera con personas que se preocuparan por ella, era suficiente. Le tenía mucho cariño a Jared y confiaba plenamente en él. Por eso cuando éste le pidió ser el señuelo, no lo dudo ni por un segundo. Ya habían pasado dos meses y sería la primera vez que sería parte del "plan", era una niña pequeña pero sentía que les debía demasiado a todos ellos.

El hermoso cabello azabache de Emily contrastaba con sus increíbles ojos celestes, a las niñas les gustaba cuidarla, parecía una muñequita y el vestido la hacía ver aún más tierna. Las niñas también ya estaban limpias y vestidas, ensayando sus caras de ángel para engañar a todos esos estirados, como ellos solían decirles.

-¿Listos? - preguntó Jared

- Sí - dijeron al unísono.

El plan consistía en atrapar a Iván Costa

Un magnate pedófilo que usaba sus influencias para ultrajar niñas pequeñas sin reparo alguno. Era un desgraciado que siempre se salía con la suya, los padres nunca lo denunciaban porque sería una pérdida de esfuerzo, tenía comprados a todos en la sala de justicia. Todo el mundo sabía sus fechorías pero nadie podía hacer nada. Lo único que podían hacer era cuidar bien a sus hijas.

Jared dio con este sujeto cuando había terminado de hacer unos robos para llenar las despensas. Se encontraba escondido en el baño de un centro comercial y pensaba salir por la ventana del mismo, pero apareció el sujeto en cuestión con una pequeña entre los brazos del vil personaje. Se tuvo que esconder cerca a uno de los retretes y para su mala suerte tuvo que ver como abusaba de la niña, al parecer la había dormido para que no se moviera. Cuando terminó salió como si nada hubiera pasado llevándose a la niña con él. Apenas salió, Jared no se aguantó las ganas de vomitar por todo el lugar, se sentía asqueroso al no poder hacer nada para evitar lo que había pasado frente a sus ojos. Pero eso no se quedaría así.

Había una reunión de la socialite más acaudalada de la ciudad, todos quienes eran considerados gente de alta alcurnia estarían presentes. Así que sabía que ahí vería al tipejo ese. Sabía que esa era la oportunidad que estaba esperando, podría darle a dos pájaros de un solo tiro, podrían robar la mayor cantidad de joyas, dinero y demás para poder arreglar un poco más su hogar y a la vez podría deshacerce de ese adefesio para siempre.

Por lo que pudo averiguar, jamás recibiría un castigo, sus contribuciones al ornato público y sus donaciones a distintas jurisdicciones estatales lo volvían inmune a las investigaciones.

Pero para Jared eso lo volvía más simple todo. Él se encargaría, no dejaría que su familia se ensucie las manos.

Todos estaban en sus posiciones, las pequeñas doble AA, se encontraban fingiendo buscar a sus padres. El guardia al verlas tan arregladas y elegantes supuso que los padres ya estarían adentro así que tuvo que dejarlas entrar, pero serían acompañadas por uno de los guardias para que no se perdieran. Sin embargo su trabajo fue inútil pues, se les extravió ambas niñas.

Pero que podrían hacer unas simples niñas ¿no?

Mika y Peter al ser los más altos estaban atentos en el tejado contiguo para cuando vieran la señal de Jared. Ethan y Bryan tenían lista la "caja de herramientas" para cuando se las pidieran, la llevarian rápido.

Jared conocía el lugar donde se realizaría la fiesta, era un antiguo centro social donde él hacía robos continuos los primeros años estando solo, conocía ese lugar como las palmas de sus manos, años atrás había descubierto como entrar por un lugar escondido abriendo una puerta pequeña que estaba atrás de todo el edificio con un pequeño clip, como lo hacían en las películas.

-Pan comido -se dijo a sí mismo

Era como si alguna fuerza desconocida le estuviera quitando todos los obstaculos para poder llevar a cabo su plan.

Imagino que incluso Dios ya estaba arto de ese sujeto - murmuró para sus adentros.

Él estaba junto a la pequeña Emily quien tenía el corazón latiendo a mil por hora.

-Tranquila, yo te protegeré - le dijo Jared con tanta seguridad que se logró calmarse poco a poco.

Habiendo dejado a Emi en el lugar acordado, solo habia que hacer que pescara el anzuelo.

Y lo hizo.

.

- Pero ¿ que hace una niña tan bella, sola en medio del salón? - preguntó el desgraciado.

-Mi mamá, busco a mi mamá - dijo Emi fingiendo estar afligida.

El degenerado de Costa no podía desaprovechar esta oportunidad, tenía a una bella niña y no dejaría que se vaya.

Quizás si hubiera cambiado de decisión, no tendría el final que tuvo. Pero el que a hierro mata, debería esperar que su final sea de todo menos honorable.

-Te llevaré con tu mami cariño- murmuró Costa bastante emocionado.

-Mildred ya vuelvo - dijo mientras la chica lo miraba con horror.

Lo miraba con horror a él y a la niña que tenía a su lado.

-Maldito bastardo - se dijo. Pero no iba a hacer nada, no podía hacer nada.

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