Abro los archivos de los balances de los últimos tres años y reviso cada cuenta, memorizando todo lo que debo saber.
Por fin estoy donde siempre he querido estar, no fallaré.
Voy revisando cada valor y estudiando las proyecciones futuras. La empresa Cooper Inc. tiene mucho potencial, y yo soy quién la llevará al éxito. De eso estoy completamente seguro. No dejaré que nada se interponga en mi camino. Cumpliré los sueños del hombre que tanto me ha enseñado.
El incesante tarareo de la chica fastidiosa me distrae. ¿Cómo demonios la dejan venir a trabajar así? En este lugar visten todos formales, pero por supuesto ella no lo hace. Lleva un jeans viejo en lugar de una falda tubo o unos pantalones de tela, y en vez de una blusa y una chaqueta lleva una camiseta negra con un estampado horroroso. Tiene tantos colores que no me sorprendería que mis ojos dolieran si fijara mucho tiempo mi mirada en ella. Su pelo en vez de estar impecablemente peinado como el resto de las mujeres, se encuentra suelto, y enredado en esos auriculares, que juro que pagaría una fortuna si pudiera quemarlos en este momento. Su cabello es castaño
oscuro, casi negro, pero ella tiene un mechón a su derecha de color gris y otro a su izquierda de un color rojo chillón. Es como si quisiera provocarme.
Elena tiene razón, ella debe irse. Gruño molesto, no me gusta darle la razón a Elena, es una mujer muy desagradable, siente que está por encima de todos, y mira a los empleados como si tuvieran una enfermedad contagiosa.
Todos somos iguales.
Esa frase la escuché durante toda mi infancia.
Bueno, todos no, la chica Green claramente no es igual a todos y debe irse. Cuanto antes mejor.
–Nuevo, vamos a la cafetería.
Miro mi reloj y frunzo el ceño.
–No lo creo. Faltan 15 minutos todavía.
La chica Green se levanta de la silla sonriendo. –Lo sé. Los jefes ya deben estar en su casino Vip, por lo tanto, no
nos descubrirán saliendo más temprano. Además, si llegamos luego te podré enseñar algo de esta empresa que nadie más podrá enseñarte.
Ella me enseñará algo, cómo no.
–No me interesa. No saldré antes. Se espera de nosotros que trabajemos durante nuestro horario de trabajo e incluso más. Debemos dar lo mejor, siempre.
Hace un gesto como si fuera a vomitar, lo que me enfurece. Me levanto furioso, dispuesto a tirarla por la ventana, cuando toma mi brazo y comienza a tirar de mí.
–Vamos, guapo, no seas como el resto de los robots de aquí.
–No me digas guapo, mi nombre es Steve, y ya suéltame.
La chica ríe y sigue tirando de mi brazo. El cómo una chica de menos de un metro sesenta y menuda tiene tanta fuerza, está fuera de mi entendimiento.
Todo el personal nos mira, y nadie le dice nada porque sale más temprano. Lo que quiere decir que lo ha hecho otras veces.
Enana y holgazana.
Me dejo llevar porque no voy a hacer un escándalo, menos en mi primer día aquí.
Cuando entramos al ascensor me suelta por fin.
–¿Quieres que nos besemos hasta llegar al casino? –pregunta levantando las cejas y con una sonrisa de listilla.
–¿Qué…?
Estalla en risas de pronto.
–Era una broma, guapo.
–No me parece gracioso.
–Claro que lo es, a no ser que quisieras besarme y te duela perder la oportunidad de hacerlo –insiste burlonamente.
Aprieto mis dientes, molesto–. Ya relájate, guaperas.
–Soy Steve
–Aburridooooo –suelta cuando las puertas se abren.
Camina hacia el casino y cuando estoy a punto de entrar me toma nuevamente del brazo.
–Podrías dejar de hacer eso –suelto molesto.
–Espera un poco –susurra. Veo hacia dónde ella lo hace, tres cocineras dejan varias bandejas repletas con comida en los mesones que están detrás de las vitrinas de vidrio y vuelven a entrar a la cocina, seguramente para buscar más cosas–. Ahora.
La sigo, sin entender nada.
Toma una bandeja y se mete tras la vitrina y comienza a llenar su bandeja.
–Nuevo, toma una bandeja y sírvete.
Suelto un suspiro y cansado lo hago, ansioso por terminar con esto y volver al trabajo.
–Rápido, guapo.
Gruño, no acostumbrado a que me den órdenes.
Una vez que estamos listos toma nuevamente mi brazo y me apura a caminar hacia la puerta. Cuando estamos llegando a ella varios grupos de empleados entran al mismo tiempo que las cocineras vuelven con
más refrigerios. Los empleados toman sus bandejas y comienzan a pedir comida a las cocineras y luego estas les dan un ticket. Una vez que reciben los tickets, los empleados caminan hacia un cubículo que no vi antes que dice: Pago, en letras grandes y negras.
–Espera…
–No hables. Sólo sígueme.
–Tenemos que pagar.
Suelta una risa y sigue tirando de mí.
Sube una escalera que dice: Sólo personal de aseo. Luego abre una ventana y sale por ella.
Me quedo paralizado sin saber qué hacer.
Su cabeza vuelve a aparecer en la ventana con una sonrisa. –No seas cobarde, guapo –dice y guiña un ojo en mi dirección.
No soy un cobarde.
Salgo por la ventana y casi dejo caer la bandeja al mirar al suelo. Trago saliva y procuro no mirar hacia abajo. No me siento cómodo estando tan alto caminando por un pasillo tan delgado que tengo que hacerlo de lado.
Cuando giro veo a Green sentada en una especie de balcón flotante con las piernas colgando hacia una muerte segura.
Me mira sonriendo. El sol hace reflejar algo en su nariz y es entonces que me doy cuenta que tiene un piercing en su nariz de duendecilla, muy fino y de color plata, que apuesto sólo se ve con mucha luz.
Me siento enfadado a su lado.
–Me hiciste robar –la acuso, sintiéndome molesto, pero a la vez sintiendo una extraña sensación en mi estómago, que no es del todo molesta.
Suspira y muerde su sándwich. –Esta empresa roba las ganas de vivir, diría que esto es una retribución y no del todo justa. Esta comida no es ni de lejos tan buena como la que tienen en el casino Vip.
–¿También has robado ahí? –pregunto sin poder creer que esta mujer pueda robar en la empresa sin que nadie se dé cuenta.
Sonríe. –Un par de veces hasta que el señor Walter me descubrió –susurra y escucho una nota melancólica en su voz.
–¿Cooper, Walter Cooper? –pregunto sin creerlo.
–Sí, lo hizo, es… era el hombre más listo de la compañía.
–¿Qué hizo? –pregunto sin poder evitar mi curiosidad y cogiendo mi sándwich. La curiosidad abrió mi apetito. Ya pagaré luego por mi comida, como debe ser.
Deja la bandeja al lado, como si de pronto perdiera el apetito.
–Me trajo aquí –susurra y sonríe triste –. Fue la primera vez que comimos juntos. Me dijo que podía almorzar siempre aquí. Y todas las veces me tenía mi bandeja lista con deliciosa comida.
¿Qué demonios?
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 34 Episodes
Comments
LectoraPR
Lánzala, lánzala, 🤣🤣🤣😂
2025-04-23
0
Nelly Nonsoque
😍😍
2024-04-21
2
pkis
desde que leí la niñera del capo estoy leyendo sus obras autora, me gusta su trabajo, éxito
2024-03-10
3