Jueves
Debo anotar algo a diario. No importa cuán ilógico sea, ni si recuerdo o no qué día era en realidad. Solo sé que debo escribir.
Hola, Doc. Un gusto que sepas de mí ¿Todo bien en casa?
Viernes
Discuto con alguien. No estoy molesta: estoy realmente enfurecida, me tiemblan las manos y quiero vomitar ¿Por qué no la golpeo? ¿Quién es ella?
- Ya han pasado dos años. Tienes que volver a vivir, no es sano que te pases la vida esperando eternamente que él aparezca en el umbral ¡Te abandonó! -exclama- Necesitas dejar el pasado atrás.
- ¿Cómo puedes siquiera insinuar que no seguí con mi vida? -pregunté.
- Lo hago porque te conozco -concluyó- estás viviendo a medias y tienes que olvidarlo antes de que te quedes vacía. Debes darte otra oportunidad.
- No te vayas por ese camino -le advertí.
- ¡Es que me da mucha rabia! Lo de Javier te destruyó y tú lo sigues defendiendo manteniendo tu vida justo como estaba con la esperanza de que algún día se aparezca en la puerta -señaló la mujer, frustrada- esa relación sólo te hizo perder tu tiempo, tus esperanzas y ahora también quieres perder tus ahorros sólo para ir a verlo ¿Por qué eres la única que no lo nota?
- ¡Katherine! -le respondí alzando la voz mientras las lágrimas quemaban mis ojos y empezaban a rodar por mi rostro- Nunca ¡JAMÁS EN TU VIDA! Te refieras a la época que pasé a su lado como una pérdida. NI SE TE OCURRA decir que yo malgasto o malgasté mi tiempo, mi dinero o mi energía con él, porque lo hice con gusto y nunca fui tan feliz como cuando estuve a su lado -terminé de decir apoyando mi espalda en la puerta mientras me deslizaba hasta llegar al suelo envolviendo mis piernas con los brazos, luego alcé mi rostro lleno de dolor y la miré a los ojos para hablarle con seriedad- Te prohíbo volver a hablarme mal de Javier.
Despierto.
¿Quién es Katherine? La recuerdo con claridad pero si es tan importante en mi vida ¿Dónde estaba cuando intenté suicidarme?
Sábado
Javier.
Me aferro a su nombre aunque sepa que es un clavo ardiendo; y con él vienen interminables sensaciones. Cuidaba de mí, pero siempre me decía que no teníamos futuro. Era muy cruel al expresar eso todo el tiempo como si le importaran muy poco mis emociones, y sin embargo yo seguía ahí esperando escuchar su dulce tono de voz y aprovechando cada segundo que me regalaba el destino hasta que llegó el día en que no pudo posponer más su viaje y se despidió de mí, no si antes darme la orden de que siguiera con mi vida porque él seguirías con la suya.
Estoy segura de que lo intenté ¿Entonces qué pasó?
Domingo
Sueño dormida, sueño despierta.
La mayoría de las cosas que vienen a mi cabeza se presentan en forma de sueños en los cuales sinceramente no sé distinguir entre lo que es real y lo que no; para mí todos los recuerdos son reales y todo lo que sueño es cierto hasta que se demuestre lo contrario, por lo cual me esfuerzo para plasmar con todo detalle cada una de esas imágenes en el papel hasta que sea capaz de poder diferenciar un evento de otro.
Sigo con más preguntas que respuestas, lo cual es condenadamente desagradable. Para colmo ahora tengo miedo de dormir y temo que la ausencia de sueño sea un detonante que haga regresar las crisis de ansiedad que ya están casi extintas.
Siento que la cabeza me va a estallar. Es horrible, hay algo importante que no recuerdo pero no consigo adivinar el qué. Hay rasgos que no concuerdan con mis recuerdos, pero hay tantas similitudes que no sé si son personas diferentes o si el cerebro me está jugando una mala pasada.
Aveces me despierto segura de que hay más de una persona a la que no quiero recordar pero ¿Por qué? ¿Qué me hicieron? ¿Qué les hice?
Mi creencia de que son diferentes se debe a que los asocio con emociones distintas ¿Pero por qué no están aquí?
Uno de ellos es la razón de que me quisiera matar, pero ¿Cuál de los dos?
No entiendo nada.
Lunes
- Necesito un reloj -exijo irrumpiendo en el consultorio- Sí, sé que en la terraza hay uno gigante y que en el cafetín hay otro digital pero YO.NECESITO.UN.RELOJ y, ya que estamos, también me gustaría un almanaque.
- Señorita -dice el doctor con la vista aún en su computadora- ¿Para qué quiere usted un reloj?
- Pues para saber la hora -manifiesto haciendo rodar mis ojos.
- ¿Y por qué quiere usted saber la hora? -intenta sonsacarme.
- Porque -dudo- Porque... ¡Porque necesito saberla, obviamente. Necesito un reloj para saber qué hora es cuando quiera saber la hora.
- Entiendo -comenta a la vez que toma notas en su libreta.
- ¡No! La verdad es que usted no entiende en absoluto -protesto- me molesta que diga "entiendo, entiendo" cuando la triste realidad es que usted no se entera de nada, sólo se limita a decir "entiendo" con ese tono de voz condescendiente y ese aire de superioridad que siempre lo acompaña, pero en el fondo a usted le importa un pepino el hecho de que yo necesite un reloj y no me entiende.
- Está bien, señorita -claudica pasándose una mano por el cabello revuelto- ¿Por qué necesita saber la hora?
- Porque necesito recuperar algo de control y no puedo tener el control de mi vida si no sé qué hora es cuando quiero saber la hora ¡Caramba! -exploté.
- Si eso le ayuda, no tengo objeción -aceptó el doctor- sin embargo le informo que la única razón por la cual usted no tiene un reloj o un almanaque en su habitación es porque no los había entre sus pertenencias y tampoco los había solicitado hasta ahora. Y antes de que me pida un teléfono celular, eso sí es algo que no nos podemos permitir por ahora.
- Yo siempre he tenido un reloj de pulsera -le contradigo- de hecho el último me lo regaló Isa en mi cumpleaños y sólo me lo quité una vez, cuando...
De repente me sentí mareada, mi corazón empezó a palpitar desenfrenadamente y la vista se me nubló.
- Señorita -escucho a lo lejos, y veo una sombra ponerse de pie- Señorita, por favor intente tomar aire -más que una petición parecía una orden- ¡Señorita! Me llama con más insistencia cuando termino por ceder ante el ataque de pánico y me sumerjo en la niebla del letargo.
- ¡M**rd*! -es lo último que le escuché decir.
¿*ie**a? ¿De verdad usted, tan correcto y tan TAN-TAAAN, dijo "M**rd*"?
Martes
Lo bueno y lo malo habitan en el mundo. Algunos creen que en paz, otros que en guerra y algunos otros como yo, que en una tensa calma de esas que se rompen con un simple gesto, una palabra o cualquier movimiento brusco.
Lo realmente extraño es que también funciona a la inversa: Un simple gesto, una palabra o un movimiento pueden restaurar la calma y traer un poco de felicidad al mundo.
Katherine me tenía harta con su insistencia en que me vistiera, me maquillara, me peinara y “saliera a conocer gente”, como si eso pudiera solucionar algo.
- ¿Qué diferencia hay en que vaya hoy o no? -me quejé- Estoy harta de intentar "encajar" para luego voltear y descubrir que no había necesidad de intentarlo, que rodearme de gente no hace más que aumentar la sensación de soledad que me embarga día tras día.
- Por eso mismo -explicó ella- Te refugias en el trabajo y cuando terminas allí, te encierras de nuevo en casa con tu gata a comer helado y te alejas cada día más y más.
- Así estoy bien -afirmé.
- Sólo por esta vez -suplicó Katherine- sé cuánto te gusta la fotografía.
- ¿Por qué precisamente hoy? -pregunté.
- Porque ya pasaron dos años -recordó- y sé que dejarte aquí no es recomendable.
- Lo odiabas -acusé- nunca te gustó.
- No lo odiaba -aseguró- pero detestaba ver la facilidad con que apagaba tus sonrisas.
- Fui feliz mientras duró -afirmé.
- Vivías con la espada de Damocles en la nuca -me contradijo- nadie puede ser feliz cuando le viven diciendo que al final lo desecharán como papel de baño usado.
- Nos vemos a las siete -dije antes de colgar.
No está mal hacer sacrificios de vez en cuando para regalarle un poco de felicidad a quienes amamos. Además, debía reconocer que ese apartamento me estaba asfixiando y la soledad estaba pudiendo conmigo.
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