Lunes
Me "sugiere" que escriba y eso es lo que hago. Lo hago porque no hallo nada mejor que hacer, pues lo que me rodea parece insulso e inusitado. Inusitado... Sé que sé lo que significa pero justo ahora no recuerdo el concepto y aunque sé que es la palabra correcta, ésta me parece más bien ajena, lejana.
Usted es de momento mi única conexión con la realidad, una especie de puente entre el mundo que existe y sigue su curso allá afuera mientras yo me pudro aquí intentando entender lo que me sucede; intentando e intentando sin éxito alguno. Usted tal vez allá sea una persona, alguien normal con problemas cotidianos, con familia, dudas, miedos, amigos, lealtades, deudas, deudores, luces y sombras. En cambio aquí es solo un ente, un ser que no siente y que solo me mira desde arriba con ese aire de superioridad del que no osa jactarse en voz alta pero que habita de forma inconsciente dentro de su alma.
Me fastidia verlo todo el tiempo, me fastidia notar que aparentemente tiene solo seis camisas o al menos seis colores de camisa: azul celeste, blanco, negro, gris, naranja y morado. Usa la camisa azul de lunes a jueves y luego repite el patrón cada viernes: blanco, negro, gris, naranja, morado; blanco, negro, gris, naranja, morado; blanco, negro, gris, naranja, morado; blanco, negro, gris, naranja, morado... Me está volviendo loca con su maldito patrón.
Martes
Con él todo era natural. Me encantaba tenerlo cerca porque cada vez que lo veía era una experiencia nueva, era lindo sentir que nuestras almas comulgaban a la vez que nuestros cuerpos. Estar a su lado se estaba convirtiendo en una verdadera experiencia que sobrepasaba lo espiritual porque era diametralmente opuesto a todo lo que había tenido oportunidad de conocer en la vida. Hay sensaciones que no se definen y eso es lo que me sucedía con él: siempre supe que éramos dos barcos en la noche pero teniéndolo cerca sólo podía desear que la noche fuera eterna.
Miércoles
He leído el diario varias veces, lo he leído hasta el punto de poder sentir cada roce, cada olor... pero sigo sin ver tu rostro. Es como si te cubrieran siete velos y yo sigo aquí, sumergida en este océano de miseria y autocompasión. Me estoy esforzando mucho en recordarte pero mi mente insiste en esconderte de mí.
Quisiera poder preguntarle a alguien ¿Alguna vez te ha sucedido algo así? Pero la última vez que lo hice me dijeron que estaba loca y que perdía mi tiempo. Cabe destacar que cuando lo hice no estaba a riesgo de ser residente permanente en este hotel de cinco estrellas. Lo recuerdo claramente.
- Meterse en el mundo de Héctor es complicado -me advirtió Katherine.
- No es el mundo de Héctor -respondí- es un mundo libre, los mundos no tienen propiedad.
- Termina de enterarte que estás entrando en la guarida del dragón suplicó enfadada.
- ¿Cuál es el problema? -repliqué- ¿No fue el mismo Héctor el que me sugirió que conociera gente con mis mismas inquietudes en un ambiente controlado?
- Pero se supone que irías con él, que él te cuidaría -me hizo saber- no esperábamos que al cancelar nuestra asistencia tú te dirigieras sola a ese lugar.
- No hay nada que temer -la consolé- él me agrada y es una buena persona.
- ¡Es un lobo con piel de cordero! -me contradijo- temo que si sigues por ese camino te vaya a arrancar el alma.
- ¿Pero cómo hago? -me quejé- Cuando lo tengo enfrente pierdo la voluntad y sólo deseo que él me guíe.
- Eso es lo que no está bien -confirmó- no puedes centrarte en él.
- ¿Alguna vez te has sentido así? - quise saber.
- Estás loca. Vas a perder tu identidad -señaló- y luego será demasiado tarde.
- Sé quién soy -alegué- con él soy realmente libre, sin máscaras, sin ambages.
- Te desconozco -susurró Katherine- no puedo creer lo que me dices.
- ¿Qué es lo que realmente te molesta? -inquirí.
- Que estás perdiendo el tiempo en una relación que no tiene futuro -replicó- y vas a salir lastimada.
Tal vez soy yo que no quiero recordarlo, tal vez él era algo con lo que aprendí a vivir y aunque en algún momento debí creer que pensar en él todo el tiempo no era un mal de morirse, que no somos dueños de nuestros sentimientos y que no necesitaba ser correspondida, algo falló porque estoy aquí y él no. Eso quiere decir que me dejó sola mientras yo lidiaba con lo que sentía hasta que el dolor se volvió insoportable y decidí acabar con él.
Es la teoría más fuerte hasta ahora.
Jueves
El amor es una emoción divina que te hace secretar toda clase de fluidos transparentes.
Creo que hacía frío pero no estoy segura, la verdad no estoy segura de nada. Se fue a la cocina y me dejó de pie frente al espejo de cuerpo entero, viendo como mi diminuta ropa interior combinaba con el color del collar que colocó en mi cuello. Sus halagos sobre mi cuerpo funcionaron a la perfección y mi desnudez encadenada no me cohibía. Detallé a la mujer del espejo y observé mis pechos llenos, los pezones en punta, el blanco del suelo bajo mis pies descalzos...
Volteé hacia la cocina y lo ví a él, también descalzo con ese pantalón que le quedaba como el puñetero infierno y la piel pálida de su torso desnudo. Me encantaba la forma de su espalda y además lo que estuviese preparando para cenar olía condenadamente bien y hacía rugir mi panza.
Intenté girar hacia la cocina y casi olvidé que estaba encadenada de pies y manos. Perdí el equilibrio y apareció de la nada para sujetarme.
- Estate quieta -me dijo mientras me estabilizaba.
- ¡Pero quiero ver qué haces! -repliqué haciendo un puchero.
- Está bien -cedió- pero no puedes caminar porque las cadenas no te lo van a permitir -sujetó mi barbilla con algo de fuerza para que mantuviera la vista en sus ojos.
- Entonces -continuó- ¡Te toca saltar como una conejita! -Soltó mi barbilla y se fue.
De nuevo sola frente al espejo conté los pasos que dio hasta la cocina y medí la distancia. Eran apenas unos tres metros pero dadas mis peculiares circunstancias me parecían tres kilómetros. Me armé de valor, respiré hondo y decidí dar el primer salto.
- ¡Mie*da! - exclamé porque cuando salté, la cadena presionó mi entrepierna y mis senos obedecieron a la ley de gravedad, libres de la restricción que imponía la ropa. No creía poder soportar hacer eso otras quince veces.
- Modera tu lenguaje, conejita -advirtió con un tono excesivamente relajado desde la cocina.
Inhalé, di el siguiente salto y el resultado fue el mismo. Empecé a sudar, sé que afuera hacía frío pero dentro de ese apartamento, yo sentía el calor asciender por mi cuello hasta mis mejillas. Al quinto salto los senos me pesaban demasiado y tenía los pezones hechos piedra. Al octavo salto cierta parte de mi cuerpo estaba inflamada, jadeé intentando llevar aire a mis pulmones, bajé la cabeza y pude notar como brillaba la cadena que se empapó con las mismas gotitas de felicidad que corrían por mis piernas.
Solté una carcajada justo cuando entré en su campo de visión. Estaba realmente histérica y no pude detenerme. Al instante estaba frente a mí, halando mi cabello.
- ¿De qué te ríes? -preguntó mientras yo soltaba otra carcajada que me hacía retorcerme y cesó cuando me dio una bofetada.
- De nada -respondí sorprendida.
Lo seguí con la mirada mientras se encaminaba hacia la cocina para revisar el pollo y me quedé de pie como una idiota hasta que se devolvió, me dio un beso en la mejilla afectada y me cargó hasta la silla del comedor. Fue lindo que me diera de comer.
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Comments
Dominguez Marbella
interesante
2021-12-11
1