2= Sumisa pero no tonta.

...AMELIA...

°°°

— ¡Ahhh!— Grito agradeciéndole a los cielos lo bien que me está yendo después de mucho.

— ¿Podrías callarte y dejarme terminar de hablar?

— Osea...¿estoy contratada para el trabajo de niñera?

— ¿De qué maneras quieres que te lo diga sin que grites?— Abrazo a Domenica.

— Nunca me has agradado pero a partir de hoy serás mi amiga.

— Entonces seré la primera— Aunque lo haya dicho en un murmuro la escuché. Con la llave abre la puerta que está al final del pasillo— Ellas son Jaky y Sophie, cuidarás de las niñas a partir de hoy. Por cierto, también tendrás que vivir aquí. Es algo bueno supongo, ya no tendrás que pagar un departamento. Yo te dejo, tengo algo que hacer. Cualquier cosa no dudes en llamarme.

Cierra la puerta.

Miro a la niña que pinta como si nadie más estuviera en la habitación que su hermana que duerme plácidamente en la cuna.

— Hola pequeña, soy Amelia tu niñera— Extiendo mi mano pero no se digna en tomarla. Ni me mira.

I-G-N-O-R-A-D-A.

— Nos llevaremos bien si pones de tu parte, que lindo dibujo ¿me lo dejas ver?

— No— Pero qué niña, jamás me habían hablado en un tono tan seco y cortante.

— ¿Bien...?

Alza un poco sus ojos— No me agradas.

— ¿Y por qué si recién nos conocemos?

— Porque sé que no tienes idea de lo que es cuidar de unas niñas— Me deja con la boca abierta— Será mejor que te vayas de aquí, no le conviene cuidar de mí, estará en graves problemas.

No tiene tanto cuerpo pero si mucha lengua. En pocas palabras me dijo que me largue.

— Si piensas que me iré te equivocas. Claro que sé cuidar de unas niñas y te lo demostraré.

°°°

Entro a la habitación de Jaky que desde que pisé esta mansión me a ignorado, lo único que he hecho es tratarla bien.

— ¿Jaky donde estás?— Miro a mi alrededor— Jaky déjate de bromas y sale de donde estés encondida.

He recorrido toda la casa y no la eh visto.

Me ubico en la cuna de Sophie, la mocosa está ahí parada mirándome fijamente.

— ¡Rayos niña, por casi me matas del susto! Que sea lo última vez que te escondes.

— De hecho, estaba ahí desde hace rato...

— Ya deja de hablar y baja, el desayuno está servido.

— Amelia— Domenica se detiene en la puerta— Tu jefe te espera en su despacho.

¿Mi...jefe? Diablos, desde que vine a esta mansión no he visto a mi jefe ya que según Domenica ah pasado todo el rato trabajando y ahora que lo veré las piernas me tiemblan como ahora que estoy abriendo la puerta.

— Buenos días señor, ¿me mandó a llamar?

Sonríe ladeado, y cruzado de piernas me indica la silla. Tomo asiento.

— Espero y se sienta agusta en mi mansión Srta. Mendoza. ¿Cómo le está yendo con las niñas?

— Bueno...su hija no me soporta.

— No, no es mi hija, no tengo hijos. Pero si tiene un problema con ella me encargaré de arreglarlo. Pero quiero que me hable de usted.

— Soy una mujer común y corriente, mi vida no es tan interesante. Soy Amelia Mendoza, colombiana, tengo 25 años. Lamentablemente no estudié en un colegio, no tengo amigos. Le agradezco demasiado que me haya aceptado aunque no tengo muy en claro porque si no pasé la prueba.

— Claro que lo hizo, la prueba de mi confianza.

— Pero si es la primera vez que hablamos.

— La segunda— Señala su barbilla, recuerdo el golpe que dejé en ella.

— De verdad le pido disculpas, no fué mi intención golpearlo...

— No se preocupe. De verdad deseo que pase lo que pase no se vaya de aquí. Nos veremos muy seguido y sería mejor que nos llevemos como amigos, ¿no creés? ¿Y si empezamos por hablarnos de tú? Soy Enzo Greco, un placer conocerte Amelia— Besa mi mano.

Paso saliva por mi garganta. Tan guapo, caballeroso, elegante, varonil...pero algo trama, lo sé.

...ENZO...

°°°

Preparo mi pistola, poniendo tres armas en ella, la cantidad de los hombres que ahora están arrodillados ante mi.

— Última oportunidad, ¿donde está Damián?

Los cobardes se miran. Agito con lentitud mi cabeza. Con el arma en sus frentes les disparo a cada uno explotando su cabeza al instante.

— ¡Llevense a éstas porquerías de mí presencia y limpien este desastre en el suelo!

Regreso el arma a mi pantalón decidiendome en ir al despacho para tomarme una copa de vino que tanto me hace falta para este estrés, la presencia femenina de Amelia lo impide. Sus ojos están más que abiertos mirando con detalle los cuerpos ensangrentados en el piso. Ahora tengo otro problema.

— Amelia— Susurro, corre por las escaleras, sus intentos de cerrarme la puerta son en vano, ya estoy en su habitación.

— ¿Qué clase de persona es usted? ¡¿No tuvo ni una pizca de piedad para dispararle a esos hombres?!

Con mis dedos en su mentón lo levanto siguiendo la huella que acaba de escaparse de sus húmedos ojos.

— Si te lo explicara no entendieras. Olvide decírtelo, hago esto casi siempre, pero— Sonrío— Me mantendras este secreto guardado, ¿verdad Amelia? Para que entiendas mejor, soy Enzo Greco, un narcotraficante, un mafioso. Me gusta hacer las cosas a mi manera, obtengo todo lo que se me plazca, y ahora se me place que mantengas callada esa boquita— Con una sonrisa, las manos en mis bolsillo retrocedo a la puerta— No intentes salir de aquí, al meterte en la cueva del lobo no hay salida, Caperucita— Un guiño y culmino cerrando la puerta.

Ahora más que nunca tendré que vigilarla y tenerla en esta mansión.

°°°

La veo darse vueltas en la silla que tengo delante.

— ¿Podrías quedarte quieta, Domenica?

— No pensé que serías tan imbécil, debiste ser más precavido para que no te descubriera Amelia.

— Tarde o temprano pasaría esto. Con la casi amenaza que le dí supongo que no abrirá la boca.

— ¿Si intenta escapar...la matarás?

— Obvio que no, no pienso tocarla hasta que me dé lo que quiero de ella, y tú sabes a qué me refiero— Tocan la puerta— Pase.

Amelia— ¿Qué se le ofrece, señor?

— Pedirte una disculpa por la forma en la que hablé ayer— Miro de reojo a una sonriente Domenica— Pero me gusta prevenir y que nadie me traiga problemas. Espero entiendas que no saldrás de aquí. Pero cambiando de tema, quiero que sepas que no soy tan malo y que me agradas— Domenica me pasa la caja que le encargué, la abro y le muestro un collar de piedras preciosas a Amelia— Es un collar único en el mundo, especialmente hecho para tí. Tómalo, es un regalo. Me caes tan bien que si sigues portandote bien yo lo haré mejor.

Lo mira por unos segundos, sus manos quedan en el escritorio, se inclina por primera vez mirándome fijamente, sin apartar su mirada ni un segundo.

— Sumisa pero no tonta— Mira el collar— Yo no valgo millones de dólares.

— ¿Puedes ser más clara?

— Quiere comprar mi cuerpo— Arquea la ceja— ¿O miento? Por más mafioso y malote que sea no me acostaré con usted.

— Amelia creo que estás entendiendo mal...

— Y yo creo que me quiere ver la cara de imbécil, que le quede algo en claro Sr. Greco, se los tipos de hombres que hay en esta vida, y también sé que usted pertenece al de los mujeriegos que si le place tiene a las mujeres a sus pies a punta de billete. Conmigo se equivocó si piensa que yo soy una zorra que coge con cualquiera. Vine a trabajar no a follar. Y si se le da la gana, ponga su pistola en mi cabeza como lo hizo con esos hombres y dispare, pero no me arrepentiré de lo que acabo de decir. No le tengo miedo, ¿sabe por qué? Porque es un hombre común y corriente, con la diferencia de que carga una pistola en su pantalón. Ahora le pregunto, ¿piensa matarme o puedo seguir haciendo mi trabajo?

Me quedo ahí tieso, sonríe satisfecha.

— Con permiso— A un centímetro de cruzar la puerta vuelve a girar— No acepto regalos de nadie porque me gusta trabajar todo lo que tengo. ¿Porque recuerda el motivo por el que estoy aquí, no? No es por sus amenazas, sino porque de verdad necesito este trabajo. Que tenga buen día.

Alzo mi mano antes de que Domenica hable.

— Si dices algo te mando a coser la boca.

— Joder hombre, ¿te dolieron esas palabras? Conozco a Amelia desde que tenemos 10 años, ella no es una puta como yo, nunca a tenido novio y aunque aparente ser buena siempre ha tenido los ovarios en su lugar. Yo que tú me quitaría ese capricho de tenerla en tu cama...

— Será mía. ¿Quieres apostar?

— Perderás mi amor.

— Aunque sea un ángel me encargaré de enviarla a mi infierno, le daré lo que se merece; placer. Dame dos meses, en ese tiempo lograré tenerla sumisa y rendida a mis pies.

— ¿Oh sí? Cuidado y sea otro el caiga a los pies de alguien.

Bufo— ¿Piensas que me enamorare de ella?— Río— El amor murió para mí, sabes porqué. Ni Amelia ni nadie conquistará este corazón, soy Enzo Greco y yo no me enamoro.

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Comments

MONICA MARIA OSORNO SANCHEZ

MONICA MARIA OSORNO SANCHEZ

🤣🤣🤣eso es por que no te has topado con una Colombiana 🥰🥰🥰😍❤️‍🔥

2024-06-10

1

Alejandra Rodriguez

Alejandra Rodriguez

muy mal dicho greco

2024-04-27

0

Mili

Mili

el lobo se quiere demorar a su Caperucita pero ella no se deja jajaja

2024-04-02

1

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