CAPÍTULO DOS: TRISTEZA.

TÍTULO: TRISTEZA.

GEA.

Acabo de llegar al aeropuerto de los Estados Unidos, estuve estudiando en el extranjero y hoy después de mucho tiempo regreso a casa.

Les avisé a mis padres para que vinieran a recogerme, pero al parecer aún no llegaron.

Me siento en una banca fuera del lugar, no creo que tarden mucho en llegar, les avisé más de 20 veces que llegaba hoy y también la hora aproximada en la que estaría en el aeropuerto.

Mientras estoy en la banca observó toda gente ir y venir, las horas pasaban y nada, miró mi reloj y son las 19: PM, yo llegué aquí al mediodía y llevó esperando 7 horas.

Ya no creó que vengan por mí, buscó en mi billetera y por suerte tengo unos cuántos dólares, no es mucho, pero va a alcanzarme para un taxi.

Tomó mi equipaje y me pongo de pie, camino hasta la acera y busco un taxi, todos pasaban con pasajeros, tuve que aguardar unos cuántos segundos hasta qué por fin logré conseguir uno, y ahora estoy camino a casa.

ASTRID.

Hoy es un día muy especial, mi guapo novio vendrá con sus padres a casa, Zack va a pedir mi mano en matrimonio, aunque la verdad me da un poco de pena, mi casa es muy pequeña y sencilla, todo lo contrario a la suya, pero hoy muy temprano levante a mis padres para qué arreglarán el lugar y así dejarla más presentable, solo había un problema, Gea, mi hermana menor llega hoy del extranjero y mis padres tienen qué ir a recibirla, pero hice todo lo posible para qué ellos lo olvidaran.

Y tengo una muy buena razón, Zack nos va a sacar de la pobreza, además ruego qué la tonta de Gea llegue una vez qué terminé la cena, me avergonzaría que la conocieran, ella se viste horrible, no tiene sentido de la moda y su ropa parece de campesina, esas horribles camisas y jeans viejos qué usa los odio con toda mi alma, por qué solo reflejan lo pobre y mal vestida qué es.

Yo soy todo lo contrario, siempre le exijo a mis padres qué trabajen más duro para que me compren ropa de marca, no me gusta utilizar trapos baratos.

Mi padre se llama Enar Bakker y mi madre Yulene iversen, son cien por ciento noruegos al igual qué Gea y yo.

Mi madre trabaja en limpieza de oficinas y mi padre es supervisor de maquinaria en una fábrica textil.

Ellos siempre trabajaron mucho para poder pagar el estudio de Gea, está obtuvo la mitad de una beca para estudiar en Inglaterra, pero mis padres tuvieron que pagar la otra mitad del dinero faltante, por ese motivo yo les exijo qué sé encarguen de mantener mi estilo caro de ropa, no terminé mis estudios, los dejé a la mitad, creo qué con mi belleza puedo lograr mucho más qué estudiando.

---Mi bella Astrid, ya está todo listo.--- Dice mi padre y yo sonrío feliz al ver qué la casa quedó un poquito mejor de lo que estaba, la pintura mejoró las paredes manchadas por el tiempo y el descuido.

Mientras tanto mi madre adornó la mesa y puso la comida, la cual no es muy refinada, pero para mi desgracia no había mucho dinero.

Yo fui a mi habitación y me duché, me puse aceite perfumado por toda mi delicada piel y luego me puse un vestido color beige y me pinté los labios con un color rojo, para que resalte mi blanca piel, luego me puse unos tacones color blanco y adorne mi cabello con una fina peineta qué me obsequió la madre de Zack, dándole un aire sofisticado a mi look.

Cuando salí de mi habitación mi novio y sus padres ya estaban acomodados en la mesa.

---Te ves hermosa -- Dijo Zack levantándose y corriendo la silla para qué yo tomará asiento junto a él.

Saludé a mis suegros y luego me senté, mis padres también tomaron asiento y comenzamos a cenar, ya eran las 20: PM y lo único que pedía por dentro era qué Gea no llegará para arruinarlo todo.

Pero no, la muy tonta tuvo que llegar reflejando su mal gusto, está vestía con una sudadera horrenda y sus jeans viejos y rotos, y para dar peor imagen traía su cabello despeinado.

Gea.

Llegó a casa al rededor de la 20: PM, cruzó el portón de la casa y al estar frente a la puerta lo único que pido es qué mis padres sé encuentren bien, por qué ellos no sé hubiesen olvidado de mi llegada sí no fuera por qué sucedió algo grave.

Cuento hasta tres, doy un profundo suspiro y giro el picaporte de la puerta, la cual da directamente al comedor de la casa, mi rostro sé pone pálido y sé llena de tristeza, mi familia está cenando tranquilamente y sonriendo entre charlas con tres personas qué no sé quiénes son.

---Mi bella Gea, perdón, nos olvidamos que llegabas hoy. --- Dice mi padre muy apenado, le regaló una sonrisa y corro a sus brazos.

--- Los extrañé muchísimo, estaba preocupada, pensé que algo malo había sucedido.--- Le dije soltándome de él, y fui hacia mi madre, le di un gran abrazo y beso en la frente.

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