Capítulo 6

El mototaxi en el que Anita estaba montada seguía

sigilosamente al automóvil sedán negro que se presumía era de su esposo. Aunque

el mototaxi era más lento, Anita seguía siendo leal y siempre le pedía al

conductor del mototaxi que acelerara más.

Pero desafortunadamente, cuando llegaron al semáforo, el

automóvil se aceleró y el mototaxi que transportaba a Anita tuvo que detenerse

debido a que el semáforo se puso en rojo, lo que significaba que debían

detenerse y obedecer las reglas de tráfico.

"Señora, en realidad, los mototaxis no pueden transitar

por la carretera principal. Deben seguir una ruta alternativa o una calle de

doble sentido. Pero me he arriesgado por usted, señora, por temor a que ese

automóvil pertenezca a alguien cercano a usted", dijo el conductor del

mototaxi.

"Oh, perdóneme, señor, solo estoy interesada en el

conductor. De acuerdo, volvamos a casa", dijo Anita.

"Esto es una vuelta, señora. Además, se debe pagar el

doble por la persecución anterior", le dijo el hermano del mototaxi.

"Sí, agregaré más dinero. Pero lléveme hasta la entrada

de mi casa", dijo Anita.

 "De acuerdo,

señora".

 Luego el mototaxi dio

la vuelta y se fue por la ruta correcta. Pero Anita seguía pensando en el

automóvil sedán negro anterior.

¿Quién era la mujer a su lado? Porque sabía que el automóvil

pertenecía a su esposo. También recordaba la conversación que tuvo con su

esposo por teléfono la noche anterior. ¿Podría estar relacionada con el

automóvil sedán con la hermosa mujer a su lado?

Anita se sentía cada vez más confundida. Si preguntaba

directamente, su marido se enfadaría de nuevo, pero no decir nada significaba

que la imagen de la mujer se mantendría en su mente.  Anita suspiró con fuerza. Debería confiar en

su marido y no ser sospechosa como ahora. Si se trataba de su marido y la mujer

era un cliente o compañera de trabajo, ¿por qué preocuparse?

Un poco después, un mototaxi se detuvo frente a la casa de

Anita. Anita todavía estaba sumida en sus pensamientos mientras iba por la

calle, hasta que el conductor del triciclo la llamó. Anita no lo escuchó.

 "Señora, hemos

llegado", dijo el conductor del mototaxi por tercera vez mientras golpeaba

el hombro de Anita.

 "Oh, ya hemos

llegado. Lo siento, no me di cuenta", dijo Anita.

"La señora estaba pensando todo el tiempo, por eso no

respondió a la llamada tres veces", dijo el conductor del mototaxi.

"Sí, lo siento. Tengo muchas cosas en la cabeza",

dijo Anita de nuevo.

 Ahora bajó sus

compras frente a la puerta de entrada, luego pagó el doble del costo del

mototaxi debido a la persecución del automóvil anterior.

"¿Es suficiente con esto?", Preguntó Anita

mientras entregaba un billete de color azul.

 "Sí, señora, es

suficiente", dijo el conductor del mototaxi.

Luego Anita agarró sus compras y entró a su casa.

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"Mañana nos vamos de vacaciones a la montaña, prepara

todo para nosotros y para los niños", dijo Rafael después de la cena.

 Hoy Rafael llegó

temprano a casa y le dijo a Anita que irían de vacaciones a la montaña.

 "Sí, mi amor. ¿A

qué hora nos vamos?", preguntó Anita.

 "A la una de la

tarde, porque tengo que salir temprano en la mañana y partimos directamente

después del almuerzo. Prepara todo y no traigas demasiadas cosas", dijo

Rafael.

"Sí, amor".

"Eva también me ha ofrecido ayuda si necesitas algo

allí. Ya que allí también me encontraré con clientes, es posible que tenga una

reunión allí también", dijo Rafael.

Anita asintió, aunque al final sus vacaciones acabaron

siendo trabajo. Sin embargo, no le importaba a Anita, lo importante era poder

ir de vacaciones con Rafael y los niños.

Después de la cena, Rafael volvió directamente a su oficina.

Allí podía trabajar y hacer lo que quisiera sin tener los disturbios de los

llantos de sus hijos.

Rafael estaba cada vez más ocupado con su trabajo, ¿o estaba

ocupándose a propósito para alejarse de Anita?

Anita solo miró a su esposo mientras entraba en su oficina y

suspiró largamente, sintiéndose ignorada.

Solo necesitaba de ella cuando tenía un deseo, y eso era

raro. Anita no recibía muestras de amor romántico de su esposo desde que estaba

embarazada hasta ahora que ya ha dado a luz.

 Volviendo a su propio

cuerpo, ¿será por su aspecto? Si este era el caso, Anita no tenía tiempo para

cuidar su apariencia. Cuando necesitaba ir al baño, sus hijos ya estaban

llorando y pidiendo leche, o cuando ella se duchaba, sus hijos siempre lloraban

turnándose.

Entonces, en realidad no tenía tiempo para cuidar de sí

misma. Pero Anita tenía la intención de cuidar su apariencia después de que sus

hijos cumplieran un año.

A las diez de la mañana, Anita ya estaba muy ocupada

preparando provisiones para la cima. Si Eva no venía, tendría problemas para

prepararlo con sus dos hijos que ya empezaban a gatear.

 "Señora, ¿vamos

a pasear afuera?", preguntó Eva.

 "Sí, Eva.

Prepara el cochecito", dijo Anita.

"Sí, señora".

 Luego Eva tomó el

cochecito que estaba en la habitación de los niños para prepararlo y no

quedarse atrás.

Anita y Eva pasaron más de una hora preparando el equipo que

iban a llevar. Ambas esperaban a que Rafael volviera a casa.

Rafael había prometido regresar a las doce antes de salir.

Ahora eran las once y media. Anita todavía estaba esperando a que su esposo

llegara.

"Señora, ¿no deberíamos comer primero? Quizás los

gemelos tengan hambre y se pongan irritables en el coche", sugirió Eva.

"Sí, tienes razón. Está bien, voy a preparar la comida

para los gemelos. Puedes quedarte aquí un rato", dijo Anita.

 "De acuerdo,

señora."

Luego Anita entró en la casa y fue a la cocina para preparar

la comida del bebé. Como ahora sus hijos tenían ocho meses y estaban activos

moviéndose de un lado a otro, Anita les dio de comer.

Después de terminar de hacer la comida, Anita alimentó a

ambos hijos. Comieron con apetito y terminaron muchas cucharadas.

Anita estaba contenta de ver el crecimiento de los gemelos,

estaba feliz de que sus hijos estuvieran sanos. Para ella, la salud de sus

hijos era lo que la hacía feliz. Siempre se le veía sonriente al ver las

travesuras de sus hijos.

Ya es la una y diez minutos, Rafael aún no ha llegado. Anita

sigue esperando pacientemente, juega con su hijo para quitarse la ansiedad y la

decepción.

"Señora, ¿a qué hora salimos para la montaña?",

preguntó Eva, porque también estaba cansada de esperar.

"Esperar a qué Rafael venga, Eva, si viene, nos vamos

enseguida", respondió Anita, tranquilizando a su criada.

Eva ya está impaciente, es más, ella, que a menudo se siente

decepcionada por las promesas de su marido, sigue siendo paciente.

A medida que pasaba el tiempo, dos horas desde la una,

Rafael aún no había llegado a casa, hasta que Eva se puso ansiosa, aunque fuera

a la cima, por qué no venía hasta las tres.

"Señora, en realidad mi madre está enferma en casa sola

con mi hermana. Son casi las cuatro de la tarde, si su esposo no llega, ¿puedo

irme a casa?", dijo Eva.

Anita dejó escapar un largo suspiro, no podía impedir que

Eva se fuera de vacaciones. Su madre estaba enferma, si insistía en ir Eva

tendría la mente dividida.

"Ya está, puedes irte a casa Eva. Mañana es como

siempre. Tampoco creo que me vaya de vacaciones", dijo Anita.

"¿Por qué, señora?"

"No pasa nada, no podrás disfrutar de tus

vacaciones".

"Te tengo a ti, señora, haciendo turnos para cuidar a

los gemelos. Lo siento si las vacaciones se arruinaron por mi culpa".

"No te preocupes, Eva. Tu madre también está cansada y

tiene que esperar mucho tiempo. Puedes irte temprano hoy. Pero por favor, lleva

tus cosas adentro primero", dijo Anita.

"De acuerdo, señora".

Luego Anita llevó a los gemelos a bañarse, ya que era hora

de tomar un baño. Ya no le importaba Rafael, su marido, quien vendría más tarde

con todo tipo de excusas.

Estaba realmente decepcionada. A las dos de la tarde llamó a

su marido, pero no respondió. Lo intentó varias veces, pero aun así nadie respondía.

Realmente le dolía, pero seguía siendo paciente y aceptando su comportamiento y

promesas que nunca se cumplían.

Después de que Eva regresó a casa, Anita terminó de bañar a

Emma y Hugo. Luego les dio una merienda de mango.

Cada vez que su corazón estaba triste y decepcionado con su

marido, siempre miraba a los dos niños lindos. Y siempre se sentía tranquila y

olvidaba su tristeza.

Cuando eran las seis y media de la tarde, el sonido de un

automóvil entró en el patio de la casa. Anita se mantuvo quieta y no recibió a

su esposo, aun atendiendo a sus hijos con una merienda de mango.

Rafael entró y llevaba una caja de pasteles y comida rápida.

"Anita, traje tus pasteles y comida rápida, tus

favoritos", dijo Rafael acercándose a ella.

"Ponlos en la mesa, por favor", dijo Anita sin

apartar la mirada de sus hijos.

Rafael miró a Anita, sabía que estaba decepcionada. Le había

prometido llevarla a un viaje a la montaña esa tarde. Pero, en cambio, él fue y

nunca regresó a casa.

Rafael se acercó y le tocó el hombro a Anita.

"Lo siento, de repente un compañero de oficina me ha

pedido un capricho por mi ascenso a subdirector. Mañana podemos irnos de

vacaciones a lo más alto", dijo Rafael dando una excusa a Anita.

Anita guardó silencio, no respondió a las palabras de su

marido, tampoco creyó la promesa de Rafael de llevarla de vacaciones mañana.

"Anita, mañana tenemos vacaciones en la montaña",

volvió a decir Rafael.

"No más, ya no quiero ir de vacaciones. La madre de Eva

también está enferma, así que no puede venir", dijo Anita.

"Bueno, tal vez la semana que viene. Programaré

nuestras vacaciones para la semana que viene", volvió a decir Rafael,

esperando que Anita le creyera.

Pero Anita no dijo nada, seguía ocupada con sus gemelos que

comían fruta.

"Mammama", dijo Emma, ofreciendo su mano.

"Sí, Emma ha terminado de comer. Chica listo, solo

queda uno, para Hugo".

 Después de que sus

palabras no recibieran respuesta por parte de Anita, Rafael entró en la

habitación. Anita se limitó a mirar la marcha de su marido, que entró en la

habitación, y luego suspiró pesadamente.

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