— Información sobre Baal, ahí poco pero seguro nos ayuda para luchar contra el.— Arwin estaba seguro de que fallarían.
— Suena a que es un rival muy fuerte. — Respondió Mía tomando un libro titulado " El despertar de la oscuridad".
— Es un buen libro y lo mejor de todo que es la sección mágica, con solo abrirlos no será necesario leerlo.— Arwin no entraría en detalle para que ellas disfrutarán del libro.
Mía se sentó en uno de los asientos y abrió el libro por la primera página, este brillo y el lugar donde estaba cambio drásticamente, el lugar era lúgubre y oscuro, habían casas en ruinas y en el centro de tanta destrucción había un pequeño niño de tez pálida y cabello azabache llorando, Mía se puso de pie y se acercó, el niño tenía un patrón dibujado en el cuerpo.
— Esos patrones en la marca son similares a los míos. — Mía frunció el ceño pensativa y de repente el niño empezó a balbucear palabras.
— ¿ Por qué? ¿ Por qué me abandonas en este lugar? Papa...— El escenario era el mismo, pero el niño ya era un adulto, los rasgos faciales tenían una gran similitud a los de Rikelson.
Mía dejo de mirar al joven encadenado en el interior de la cueva y observo a los seis lobos que drenaban sus poderes hacia la marca de Baal, pudo observar también como uno de los lobos con grandes heridas por todo el cuerpo se desplomaba.
— Celosía, despierta... No puedes, no puedes morir aquí, prometimos ver el mar juntos... Prometimos conocer más allá de nuestro territorio. — Aquella voz aunque estaba desesperada por buscar un fragmento de vida para ella, le recordaba a Zen.
— Dejala descansar... Ella hizo todo lo que estuvo en su mano para salvarte por encima de su propia vida, suficiente hizo con llegar hasta aquí, disfruta del futuro que ella te otorgó. — Otro lobo interrumpió al que empujaba cariñosamente el cuerpo de la loba caída.
— Un futuro sin ella no tiene sentido...— Mía observo a su antepasado dar su último suspiro y con ello dejar salir todo su poder en dirección hacia Baal.
— Hermana...— Un aullido desgarrador por parte de la última loba que rompió su vínculo con Celosía, aquello le recordó a Rose de cierta manera.
El cuerpo de Celosía se petrifico ante la mirada de los cinco lobos y Mía quien sentía aquella muerte como si fuera real.
— Baal tu que naciste con el propósito de destruir la tierra y acabar con mi existencia, yo tu padre te condenó a vivir encadenado y a dormir durante mil años— Rikelson hizo presencia, más bien Mía lo dedujo por la voz, ya que nunca lo había visto de aquella forma. Un gran lobo dorado hacia presencia entre los otros lobos.
— Padre, te sientes decepcionado de mi por ser producto de tu desliz con la bruja de la oscuridad, pero la culpa principalmente es tuya por pasar tu noche de luna roja en el mundo mortal, ella supo como embrujar y pasar la noche contigo, pensar que el dios creador fue engañado por una mera bruja...— El libro empezó a cambiar el lugar de nuevo, la sensación de angustia aumento en cuanto empezó a escuchar miles de voces en la oscuridad.
Mía se sentía oprimida y le costaba respirar, el lugar era oscuro y cada vez la sensación de ser observada aumentaba, ajena a todo lo que ocurría fuera del libro la puerta de la biblioteca iluminó un nuevo símbolo, alguien más había entrado.
— ¡ Sacarme de aquí, no quiero seguir aquí! — Mía gritaba con fuerza, la oscuridad y la soledad abrumaba su corazón hasta que unas manos se posaron sobre las suyas, una corriente eléctrica la recorrió y el libro se cerró volviendo de nuevo a la sala principal de la biblioteca, los ojos de Mía se encontraron con los de Zen y este le quitó el libro para dejarlo sobre la estantería donde pertenecía.
— ¿ Estás bien? — Zen era la primera vez que observaba a alguien llorar ya que su llanto cuando era joven lo había olvidado.
— Esto... Sí... Gracias... ¿Qué hacías tú en la biblioteca?— Mía estudio el rostro ajeno con cautela.
— Te escuché gritar y pensé que era el momento perfecto para ser tú rival. — Bromeó el joven sobre sus antepasados.
— ¿Eres consciente de que eso es lo más estúpido que escuche jamás? — Susurro ella.
— En realidad no pretendo ser como mis antepasados, ya que yo no tuve la misma suerte que ellos.— Zen estaba seguro de lo que decía.
— Yo tampoco pretendo terminar de la misma forma que la primera Celosía.— Zen la interrumpió y la tomó de la cintura para molestarla.
— ¿¡Te refieres a morir por mí!? Yo tampoco deseo eso, para ser honesto.— Zen estaba seguro de que esta vez no terminaría igual que sus antepasados, porque él no permitiría que ella terminase muriendo por el.
— Me refería a todo en general Zen, además ni siquiera te conozco como para decir que estoy enamorada de ti. ¡Suéltame!— Intento zafarse del agarre del joven y cuando lo logro lo miro mal. — No te di permiso para agarrarme de la cintura.
— Solo estaba bromeando Redfield, no es como si fuera a comerte por tomarte de la cintura— Zen le dedicó una sonrisa traviesa y le dio un toque a la nariz ajena. — Por cierto, antes de irme decirte que hay libros que puedes leer sin tener ese tipo de traumas, como te lo explico... Libros sin magia.
Zen parecía divertirse mientras Mía solo se cruzaba de brazos, para ella haber leído el libro de aquella forma había sido traumático.
— Gracias por el dato y la preocupación, ahora seguiré nutriendo mi mente de conocimiento mientras tú seguramente sigas con tu siesta.— Respondió burlona.
— Pues para tu información, vine a aprender conocimiento sobre las demás manadas, se sobre la mía propia pero las demás no.— Hizo una pausa mientras observaba a Arwin leer junto a Rose. — Por ejemplo se qué Celosía y Dirge siempre han sido separadas al nacer ¿ Ocurrió también en esta vida?
— Sí, pero no volverá a ocurrir nunca más, no me separare de mi hermana de nuevo. ¿ Tu manada porque es la más aislada de todas? Prácticamente vivís codo con codo con los mortales...— Susurro la chica curiosa.
— Bueno no es del todo cierto, antes de llegar al territorio mortal hay que cruzar un pequeño precipicio, digo pequeño porque el que cruzamos para llegar aquí, superó los expectativas... Mi manada a diferencia de mis antepasados, fue arrasada por los Wraith.— Se rasco la nuca dejando caer de nuevo el mechón blanquecino sobre su hombro.
— Según mi madre los Wraith son vampiros...— Mia fue interrumpida.
— No insultes de esa manera a los vampiros, los Wraith son los primos sucios de los vampiros, ya que ellos carecen de colmillos y su manera de alimentarse es especial.— Mía lado su rostro confusa.
— ¿ Como que especiales? Estoy a punto de reírme como nunca por tu manera de contarlo...— Mía se mordió el labio inferior para no reír, Zen siguió el acto de la joven con la mirada y negó ligeramente.
— Son realmente unos hijos de... Decapitan y drenan la sangre con una máquina, preguntarás como sé que es, con una máquina... Para empezar dan miedo, para nada son apuestos ni siquiera las mujeres, parecen uvas pasas, pálidos y malolientes, es como estar rodeado de cadáveres... — Mía no entendía porque estaba explicándolo de aquella manera pero dejo que continuase con el relato. — Bueno, fui atrapado allí junto a toda mi manada, el olor a carne putrefacta y los cadáveres recientes me hicieron ver la magnitud del problema y el porque habíamos sido nosotros y no otra manada.
— Creo que porque sois los más aislados, si no fuera así, otra manada por muchas disputas que tengan entre ellas se ayudarían, la prioridad es protegerte.—
— Los Wraith pertenecen al bando de Baal y aunque no son los más fuertes, son los más rápidos, no dio tiempo a nada, cuando quisimos darnos cuenta los pocos que quedamos en pie no fuimos capaces de escapar y ya en aquella mansión fue cuando unos pocos junto a unos Wraith renegados pude escapar...— Zen se sentó en uno de los sofás que había y dejó su cabeza sobre la pared.
— Hiciste lo que debías, eras aún muy joven como para luchar solo...— Susurro Mia sintiendo una gran pesadez en su corazón.
— Por eso me llaman el huérfano, creen que mi manada me abandono, pero lo que no saben esque yo tuve que dejarles a ellos para continuar con esta maldita maldición, no quiero que nadie más muera por mí, no quiero amar a nadie más, porque cuando lo hago... Todo a mi alrededor muere. — Zen se cruzó de brazos, ya nada podía dolerle, con los años y la soledad había aprendido a no tener sentimientos por nada ni nadie.
— ¿ Tus padres también fueron víctimas de los Wraith?— Pregunto Mía, Zen negó ligeramente.
— ¿ Te interesa mi vida? ¿ Te has enamorado de mi ahora que me conoces más ? Mi padre se suicidó al saber que yo era el portador de Gaius y mi madre murió alumbrandome, mi vida la verdad es un auténtico drama.— Sonrió de medio lado, realmente parecía alguien sin sentimientos.
— ¡Pues claro que no me enamoré de ti! ¿ Tan apuesto te crees que eres como para que yo cayera rendida por ti, por tu historia de vida? Mucha suerte tienes que tener para que eso pase.— Mía se levantó de la silla que había tomado para quedar frente a él y escucharlo con atención para patear la silla y salir de la biblioteca.
— Al parecer tienes un don para hacer enfadar a mi hermana, Zen...— Susurro Rose cerrando el libro y saliendo detrás de ella.
— Es bastante temperamental, será divertido meterme con ella...— Susurro para el mismo Zen mientras se dejaba caer sobre el sofá para dormir.
— ¡Mía espérame! ¿Que te dijo Zen para que te molestase de esa manera?— Mía se detuvo en el jardín principal donde se encontraba Rikelson y Alugsukat entrenando sus poderes.
— El se cree que porque me cuente su triste historia me voy a enamorar de el, sinceramente me lleno de pena ver que su vida fue peor que la mía, pero no me voy a enamorar de eso precisamente, ni siquiera de su físico.— Respondió pisando con fuerza , estaba molesta tanto que la marca en su hombro empezó a brillar con fuerza.
— Bueno, si lo miras de esa manera, Zen es bastante guapo, además tiene un físico único.— Rose estaba tanteando el terreno para ver molesta aún más a su hermana.
Mía le lanzó un gruñido a Rose, por acto reflejo Raziel y Arwin que habían salido a ver qué ocurría le devolvieron el gruñido, eran advertencias de que no toleraría una pelea por tonterías, pero Mía estaba bastante molesta.
— Explota Mía Redfield, tu poder está pidiendo salir, no te contengas, lucha contra los espectros...— Respondió Rikelson quien de la nada hizo aparecer espectros hacia la joven.
Los ojos de Mía brillaron y al mismo tiempo una explosión de de sentimientos la invadieron, los espectros tenían forma de Wraith, quizás Rikelson sabía muy bien donde presionar para que sus alumnos sacarán todos su poder, la loba de color marrón oscuro esta vez portaba una armadura que cubría completamente su cabeza, lo único que estaba al descubierto eran sus ojos, orejas y hocico.
— Wow un lobo acorazado, ¿cuando se rompa mi sello también tendré esa armadura ?— Pregunto Arwin emocionado.
— Cada uno tiene una armadura craneal diferente, debido a su elemento, como puedes ver , la armadura de Celosía está quebrada y parece que en algún momento de va a romper, pero no es así, es más bien estética, ya que esa coraza craneal es completamente una piedra irrompible.— Pronuncio Rikelson sintiéndose orgulloso de que la primera en romper el sello como siempre había sido Celosía.
— ¡Porque usaste Wraith para provocarla! ¡ Estás completamente loco Rikelson! No quiero que eso haga que ella se sienta con el deber de protegerme o aún peor, se enamore de mi.— Zen quien no podía dormir por las constantes palabras del exterior salió a ver lo que ocurría.
— Gaius no puedes evitar que ella sienta pena por ti, tampoco puedes evitar que más allá de esa pena está ese hilo rojo que os une, sinceramente me gustaría que esta vez por fin tengáis un final feliz, vuestros recuerdos volveran periódicamente es por eso que es imposible que no terminéis enamorados.— Respondió el dios primigenio.
— No digas disparates, como voy a enamorarme de alguien a la que no conozco y mucho menos porque yo no tengo sentimientos por nadie.— Zen estaba molesto, sentía que la ira se apoderaria de el mismo.
— Zen, esta vida será la última en la que los seis dioses licanos reencarnen, pienso terminar esta maldición, me ha costado años, darme cuenta que mi misericordia y amor paternal solo puede traer destrucción a pesar de ser el dio creador.— Rikelson desaparecía del jardín para teletrasportarse a la sala de su propia estatua.
— Maldita sea, esta maldita maldición y tu mala cabeza dios de pacotilla.— Susurro Zen tratando de calmarse.
— Al parecer el huérfano tiene miedo a enamorarse o más bien a qué lo abandonen de nuevo.— Aquello colmo la paciencia de Zen que se lanzó contra Raziel.
Al principio volaron puñetazos pero luego una explosión y varios quejidos dieron a entender que una batalla lobuna había comenzado, el lobo plateado tenía la delantera frente al lobo blanco que solamente podía evitar las fauces del ajeno.
— Dejen de pelear, Raziel deberías tener más tacto cuando hables de Zen...— Arwin no era una persona que se metiera en problemas, pero ver pelear a sus compañeros lo ponía nervioso. — ¡Rose ten cuidado!
Rose no se dio cuenta del momento en el que Alugsukat uso su cuerpo para detener a ambos lobos que solo estaban concentrados en ellos mismos.
— Hey Sukat... ¿Estás bien? — La joven se puso de cuclillas acariciando el lomo rojizo del lobo que jadeaba por el golpe.
— Creo que he tenido días mejores, lo importante es que no has recibido ningún daño... — La telepatía en esos momentos era la mejor amiga de los seis lobos.
— Gracias por protegerme, no nos conocemos casi pero no has dudado ni un segundo.— Rose le dio un beso a su dedo corazón y luego depósito esté en el hocico ajeno, el lobo rojizo aparto la cabeza para mirar a otro lado mientras Mía salía de su trance. — Hermana hay un problema mayor...
— ¿ Te refieres a las dos bolas de pelo peleándose?— Soltó algo agobiada por la situación, los ojos dorados de la loba buscaron los del lobo plateado.
— Gaius y Glaciel, tenéis dos segundos para despegaros o yo misma lo haré...— Hicieron caso omiso a las palabras de la loba al estar tan concentrados.
La tierra se sacudió al paso de la joven loba que se acercaba peligrosamente a ambos lobos, de la tierra emergió una especie de cúpula que atrapó a uno de los lobos y al otro lo dejó fuera de combate, la cúpula atravesó usando la coraza de su cráneo como martillo y tumbó al lobo del interior que luchaba por salir y continuar con su batalla.
— Saben una cosa queridos hijos míos... Celosía al principio de la creación fue creada para apaciguar a los demás, pero con el tiempo se convirtió en la alfa de la manada.— La voz de Rikelson sonaba lejana pero clara como el agua.
Mía mostró sus fauces mientras el lobo plateado se quedaba quieto, no era simplemente sumisión, como había mencionado el dios primigenio ella era la alfa y ahora mismo podía verlo con claridad, Zen se doblegó a ella calmando esa irá contenida y movió su pelambrera para expulsar el polvo que había en esta, Raziel por su parte ya había cambiado incluso de forma para alejarse del grupo.
— Si no usan su corazón nunca romperán el sello y desarrollarán su poder, cada dios tiene que tener su coraza craneal para tener su poder a máximo esplendor— La voz de Eloys la Undine se podía escuchar en cualquier parte de la academia, ella era alguien tranquila que no iba a meterse en la pelea de aquellos alumnos, ya que eso también los ayudaba a crecer como persona. — Raziel por mala conducta tú y el señorito Zen se verán obligados a limpiar las habitaciones, aulas y la biblioteca de la academia.
— Pero si el culpable de todo fue ese idiota de pacotilla que no puede llamarme por mí nombre, tiene que mencionar siempre que soy huérfano.— Zen se quejó, en parte tenía razón, si no lo discriminaran el no hubiera atacado al contrario.
— Un castigo se imparte para ambas partes por el destrozo del jardín y el casi atropello de una compañera...— Eloys no dijo nada más, ese había sido su veredicto.
— Lo siento Rose, me deje llevar por la ira y casi te lastimo. — Zen le dedicó una sonrisa y Rose se puso de puntillas para revolver el cabello del más alto.
— No te preocupes, Sukat me protegió y además tú te has disculpado, lo demás no importa, el que sabe aceptar su error siempre tiene perdón.— Rose era tímida al principio pero ahora estaba empezando a entrar en confianza con el resto.
— Oye... Un poco de ayuda... — Suspiro Mía cubriéndose con un matorral.
Zen carcajeo al verla oculta mientras hacía cara de cachorro herido, Rose se acercó a su hermana y le ofreció uno de los pantalones de repuesto cortos que tenía siempre encima, pero faltaba la parte de arriba.
— ¿Alguno tiene algo para cubrir la parte superior?— Pregunto Mía mientras Rose se avergonzaba.
Alugsukat y Arwin negaron ligeramente, mientras Zen recogía su chaqueta del suelo y se acercaba a ella para colocar está sobre los hombros ajenos.
— Cuando te vistas me la devuelves...— acercó su rostro a la oreja de ella para burlarse— Mía cero, Zen uno, veremos hasta qué punto podemos seguir batallando.
La rivalidad entre ellos ya había empezado, Zen no era alguien que se dejará dominar por nadie y en esta ocasión tenía que ceder por la diferencia de poder, el joven se dispuso a ir a la biblioteca para saber cómo romper el sello que mantenía sus poderes durmiendo, el siempre había sido el alfa de su manada antes de que está fuera arrasada y ahora tenía que estar tras la sombra de aquella chica, no estaba conforme con ello y más cuando si quiera se le respetaba.
— Alto joven, ya escucho a nuestra querida directora, tu deber ahora mismo es limpiar las aulas y todos los recovecos de la academia...— Uno de los Ferai que custodiaban la academia le dejó caer en las manos a Zen un trapo.
— ¿Enserio? Esto debe ser una maldita broma, como pretende que yo y el otro idiota limpiemos una academia con un montón de recovecos.— Zen bufó mientras observaba a Raziel hacer el mismo gesto.
— La próxima Raziel evitate menospreciar a Zen, ya que el nunca se ha metido contigo. Los orígenes de cada uno no son para usarlos en contra de ellos. No me alegro de lo que tuvo que pasar Zen, pero gracias a que supo como salir de aquel infierno está aquí, de eso sí me alegro.— Las palabras de Mía tocaron fondo en el corazón sin sentimientos de Zen.
Por lo menos alguien en el mundo estaba alegre de que él estuviera vivo, nadie sabía ni era conocedor de lo difícil que era para el joven seguir con vida aún sabiendo que había perdido a todos sus seres queridos.
— Gracias Mía...— Tomo el trapo y lo apreto en su mano derecha, no estaba molesto más bien se sentía motivado a limpiar su parte aunque iba a ser duro limpiarlo, pero no pondría pega.
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Comments
Cynthia Alfaro
me va encantando esta historia....
2021-11-10
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