Capítulo 3

Cuando pasaron al interior del castillo Mía estaba sorprendía por lo bien cuidado y mantenido que se encontraba.

— Sean bienvenidos a nuestra academia, de generación en generación hemos ido instruyendo a los portadores y ayudándoles a despertar sus poderes.— El grupo empezó a buscar aquella voz por todos lados.

— ¿Oye sabes de dónde viene esa voz? — Pregunto Rose a su hermana en voz baja.

— Soy la directora, soy una Undine que ha vivido por millones de años en la academia.— Mía estaba curiosa por conocerla.

— Según mi madre los Undine son seres demoníacos que solo pueden vivir en aguas profundas y purificadas.— Mía aprendió de las otras razas por su madre que la había enseñado.

— No vas mal desencaminada, pero en el jardín mágico de la academia hay un estanque lo suficientemente profundo y amplio para vivir, mi hogar fue apresado y arrasado por Baal... No me atrevería a pisar aquellas aguas infestadas de miasma y lodo oscuro.— Mía tosió falsamente, ya conocía esa parte de la historia donde Baal había causado estragos en bastantes dimensiones.

— Siento la perdida de tu reino y me siento un honrada de poder conocer nuevas razas.— Mía era educada cuando tocaba serlo, después de todo Ekaterina tenía sangre noble y la educación siempre había sido lo más importante.

— No te preocupes, somos una especie casi extinta, algunos hermanos y hermanas están en el océano, Rikelson los saco de Hydria y los llevo lejos de Baal... Extraño a mi gente y al océano.— Respondió la Undine un tanto melancólica.

— Vayan al comedor central, uno de los Ferai os guiará, en el salón está esperando vuestro instructor.— Mía escucho a uno de los Ferai que custodiaban la entrada y luego se dedicó a mirar la arquitectura de la academia.

— Clasicismo, me gusta... — Raziel se había acercado a las chicas al ver como estás se detenían para contemplar cada detalle del lugar hasta llegar al salón principal.

— Raziel gracias por el dato, pero no te he pedido que me dijeras que era... No te conozco y hacer lazos contigo no es algo que tenga en mente si no es obligado. — Mía estaba a la defensiva después de ver cómo era el chico, el resto del grupo solamente miraba la escena con una pequeña sonrisa en el rostro, Raziel había sido rechazado...

— Discúlpeme por enseñarle de arquitectura, seguramente tú manada por vivir en casitas en medio de la cordillera de la montaña carecen de conocimientos.— Raziel escupió aquellas palabras buscando ofender a Mía con aquel dardo envenenado.

— No eres conocedor de la educación del resto de las manadas así que ahorrate el comentario que está fuera de lugar y ojo no me malinterprete, no la estoy defendiendo.— El chico de cabellera albina se había mantenido callado por mucho tiempo, le guiño el ojo a Mía, parecía estar divirtiéndose.

— Silencio todos, he aquí vuestro instructor— El Ferai señaló una estatua de lobo acorazado.

— ¿ Estás tomándonos el pelo, una estatua es nuestro profesor?— Arwin empezó a reírse hasta que la estatua brillo y al lado de esta de materializaba una forma humana.

— Más que vuestro profesor, soy vuestro creador y prácticamente vuestro padre...— El hombre carcajeo con suavidad mientras mientras se posaba frente al grupo.— Mi nombre humano y como todos me conocen es Rikelson, puede retirarse, yo me encargo de los jóvenes. — Una mirada cálida le dedicó al Ferai.

Mía movió su cabeza de lado a lado incrédula, en la sala con tan solo esas palabras quedaron en instructor y los seis jóvenes.

— Vamos a empezar la presentación, ya que veo que estáis un poco dispersados. Cennobia presentate.— Rikelson miro al chico de cabellos rojizos.

— Mi nombre es Alugsukat Inuit, soy de la manada squimal del norte y mi poder principalmente proviene de los espíritus, auroras boreales para quien no esté al tanto... — El joven estaba tranquilo ante la mirada de todos ojos.— Pueden llamarme Alu o Sukat.

— Bienvenido a la academia Cennobia.— En el momento que Rikelson se quedó callado un brazalete apareció en el brazo izquierdo de Alugsukat lo que sorprendió al resto. — Es tu turno Gaius...

— Mi nombre es Zen Nebel y pertenezco a la zona más oculta y cercana a los mortales, soy hijo directo del sucesor de Gaius y si... Por desgracia soy huérfano.— Mía observo con determinación al chico, su cuerpo estaba bastante entrenado y lo más peculiar en el era aquel cabello albino recogido con una coleta baja y aquellos ojos penetrantes color carmesí.

— Gaius en esta vida, está siendo duro avanzar para ti pero eres un gran luchador, bienvenido. — A diferencia de Alugsukat a Zen le apareció un pendiente en la oreja derecha con una gema de color gris. — Celosía es tu turno.

Mía se colocó al lado de Rikelson y observo a toda la sala, un largo suspiro dejo escapar, ella no era alguien que diera su confianza con rapidez, la única que tenía su confianza plenamente era su hermana.

— Soy Mía Redfield formó parte de la manada de la montaña. — Mía nunca había tenido que presentarse ante nadie y no sabía cómo hacerlo, Rose quien vio a su hermana incómoda camino hacia ella y la abrazo.

— Tranquila Mía, yo estoy aquí...— Susurro para que Mía lo escuchará.— Hola a todos, soy Rosemarie Redfield y pertenezco a la manada del bosque y mi nombre antiguo es Dirge... Me gustaría llevarme bien con todos.— Rikelson dejo escapar una pequeña carcajada al ver como las cosas cambiaban a las anteriores veces.

— Es tu turno Glaciel...— Raziel que odiaba aquel nombre se acercó al mayor mirándole mal.

— Mi nombre es Raziel Schnee y mi poder está relacionado con el hielo y la nieve, pertenezco a la manada del norte. — Raziel carraspeó al ver la poca atención que le habían prestado y camino hasta la ventana del gran salón.

— Bienvenido Raziel.— Rikelson miro al último joven quien estaba un poco nervioso.

— Esto... Yo soy Arwin Juyona y mi poder proviene de la aurora vital, mi manada está al este.— Se podía ver lo nervioso que estaba Arwin mientras el resto lo miraban con atención.

— Ahora que todos se conocen debo decirles que en el tercer piso están las habitaciones asignadas para cada uno, son libres ahora de llevar vuestro equipaje a ellas y volver para entrenar.— Rikelson fue interrumpido.

— Yo paso, prefiero descansar. — Contestó Zen que salió de la sala en dirección desconocida.

— Nosotras iremos s la biblioteca y si no le molesta, cuando recopilemos suficiente información iremos inmediatamente a entrenar con usted.— Contestó Mía ante la mirada de Rikelson.

— Sin problema ninguno, aquí seguiré, tengo que enseñarles a aumentar sus poderes y retirar el sello de protección que llevan. — Rikelson se frotó la barbilla y observo como los jóvenes salían del salón.

— ¡ Mía, mira esta debe ser la puerta de la biblioteca, vamos a entrar!— Rose empujó con fuerza pero la puerta no se abrió, en su lugar se iluminó el símbolo del bosque, Mía frunció el ceño al ver que era un mecanismo y decidió poner sus manos en el otro extremo de la puerta.

El símbolo de la montaña se iluminó junto a la del bosque y se escuchó como un mecanismo sonaba en el interior de la gran puerta.

— Empuja ahora, la puerta hizo un sonido extraño.— Ambas empujaron con fuerza y la puerta cedió, la mirada de Mía se perdió entre tantas estanterías llenas de libros, había tantos libros y rollos que no sabía por donde empezar.

— Te recomiendo que escojas libros de aquella sección, dicen que es la sección más interesante, en el sótano de la casa donde vivo tenemos una pequeña biblioteca escrita desde el primer Argus hasta el último, esos documentos también están aquí, pero son copias. — Arwin había entrado detrás de ellas y con ello en la puerta se iluminó el símbolo de la Aurora vital.

— Gracias no sabía por donde empezar, es fascinante ver todo lo que han documentado nuestros antepasados y el mismo Rikelson, quiero saber quién y porque originó este reencarnamiento sin fin...— Mía le dedicó una sonrisa sincera al rubio.

— Si necesitan ayuda en algo más, estaré divagando en aquella sección — Señaló un estante donde se podía ver el símbolo del bosque y al lado más alejado de los estantes llenos de libros había uno que parecía contener poca información.

— ¿Qué contiene esa estantería? Esta bastante vacía. — Pregunto Rose.

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