El coche deportivo redujo la velocidad al acercarse a la mansión de la familia Martin y se detuvo frente a la puerta. Renata apretó los puños con fuerza mientras era guiada por los sirvientes hacia la recámara nupcial.
—Sra. Martin, el joven amo la está esperando dentro —anunciaron.
—¿No habrá una ceremonia de boda? —preguntó Renata con voz débil. Como se encontraba en un lugar desconocido, estaba a la defensiva. No pudo evitar preguntarse por qué la familia Martin no celebraba una ceremonia normal.
Uno de los criados le dirigió una mirada de desdén y respondió: —Eso es algo que los criados no tenemos derecho a saber. Solo estamos aquí para guiarla. Por favor, entre.
—¡Espera! —exclamó Renata sorprendida cuando la empujaron a la habitación. Mientras avanzaba a grandes pasos, oyó que la puerta se cerraba tras ella. Sin dudarlo, se dio la vuelta y golpeó mientras gritaba—: ¡Oye! ¿Por qué la cierras?
—Señora Martin, por favor, disfrute de su día —respondió una criada desde fuera.
La nueva novia quiso girar el pomo de la puerta, pero por mucho que lo intentara, no cedía. «¿Qué intentan hacer conmigo?», pensó. Tras unos minutos de intentarlo, se rindió y entró en el dormitorio.
La tenue luz del sol penetraba en las cortinas, por lo que pudo ver la decoración de la habitación. Era una recámara más grande y majestuosa que cualquier otra casa que hubiera visto. Del techo colgaban cintas rojas y la cama estaba cubierta por un cubrecama de mismo color. Se sentó con cuidado y estudió la habitación, pensando que sería su nuevo hogar a partir de ese día.
De repente, notó que algo se movía en la cama y dio un salto mientras preguntaba: —¿Quiénes eres? ¿Qué haces aquí?
Se sorprendió porque otra persona estaba en la recámara nupcial, cuando no debería haber nadie más que ella. Sin embargo, tras esperar unos segundos, no obtuvo respuesta. Lo único que oyó fue la respiración constante de un hombre.
Contuvo el aliento y avanzó a paso lento. Con la ayuda de la tenue luz del sol, vio el rostro de un apuesto hombre que dormía en la cama. Era como si sus rasgos faciales hubieran sido esculpidos por el propio Dios. Por un momento, pensó que estaba viendo a un hombre que solo aparecía en las epopeyas.
—¿No es este…?
Después de mirar bien su cara, al fin lo reconoció. No era otro que el mismo Sr. Martin con el que se había topado en el hotel hacía tres meses. Verlo solo la confundió aún más. Y después de reflexionar un rato, decidió ir al baño a buscar una cubeta de agua para echársela en la cara.
¡Cof cof! El hombre se despertó de golpe por la impresión.
—¿Estás despierto? —tanteó Renata. Bajó la cubeta y dijo preocupada—: Soy Renata. ¿Me recuerdas? Nos conocimos en el hotel hace unos meses…
Creyendo que Daniel estaba en problemas, decidió ayudarle para devolverle el favor:
—Señor, se supone que esta es la recámara nupcial del joven amo mayor. No sabía que estaba aquí. Creo que es mejor que se retire, o podrían castigarlo por entrar… —comentó. Luego, le tomó el brazo e intentó levantarlo, pero no lo consiguió.
Daniel lanzó una mirada furiosa a la mujer. No podía creer que tuviera las agallas de echarle agua en la cara. Entonces, la empujó para que se alejara, pero ella volvió a correr hacia él mientras decía: —Sr. Martin, ¿sigue confundido? Si se enteran de que está aquí, los dos tendremos problemas.
—¿Ah, sí? —preguntó Daniel levantando una ceja. Se rascó la barbilla y empezó a estudiar a la dama que tenía delante. Llevaba un vestido de novia blanco y pulcro, y tenía una expresión de preocupación en su bonita cara, como si estuviera a punto de llorar. Al verla, para su sorpresa, se le entibió el corazón.
—E-Espera. No me digas que has venido a secuestrar a la novia o algo así… —habló Renata. Pensó que Daniel se había enamorado de ella tras su anterior encuentro. Así que siguió diciendo—: Sé que debería estar agradecida contigo por haberme salvado la vida. Puedes tener mi cuerpo, pero secuestrar a una novia es…
—¿De qué diablos estás hablando? —le espetó Daniel con una expresión de desagrado mientras se levantaba de la cama. Fue entonces cuando recordó haber visto a Renata una vez en el Grand International Hotel, donde estaba siendo perseguida por otra persona.
No podía creer que su abuelo quisiera que una dama como ella, que incluso había vendido su cuerpo a un viejo asqueroso, fuera su esposa. Así que se dirigió hacia la puerta e intentó abrirla, pero se dio cuenta de que estaba cerrada con llave.
—Um… Señor. La puerta está cerrada desde el otro lado. ¿Qué tal si… sale por la ventana? —preguntó la dama desde atrás. Y cuando lo miró caminar, se sorprendió de lo armónico que era su cuerpo.
Daniel se volvió de repente y le lanzó una intensa mirada antes de decir: —Hay cables eléctricos sobre las ventanas. Si salgo por ahí, me voy a electrocutar.
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Comments
파오
espero que vea quien es ella y se arrepienta de hacerla sufrir
2021-11-02
7
Joselin Salazar Gamboa
Solo espero que el sepa pronto que es ella con quien se acosto.
2021-10-21
1
Lisbeth Oropeza
Cuando se entere quien es remata a ver q pasa
2021-10-15
1