Capítulo 4 - ¿Es él?

Ese día, la mansión de la familia Martin estaba decorada para la ocasión especial.

Una sonrisa irónica apareció en el rostro de Daniel, ya que todos en la familia sabían la verdadera intención de la boda: La noticia de que el lisiado hijo mayor de la familia Martin se casaba no era más que una tapadera.

Durante los últimos días, Daniel había pedido a Luis que investigara el accidente ocurrido tres meses atrás. Quien lo drogó fue una prometedora supermodelo que quería utilizarlo para aumentar su popularidad. Claro, Luis ya se había encargado de ella. Sin embargo, por más que investigaron, no pudieron encontrar nada sobre la mujer con la que se acostó.

—Daniel —dijo de repente una voz familiar desde atrás. El hombre se giró y vio a Lucas en su silla de ruedas, ya cambiado con un traje caro. Aunque tenían casi los mismos rasgos faciales, el recién llegado tenía un aspecto más refinado y modesto mientras que Daniel se veía más salvaje y revoltoso. Ambos eran únicos en muchos aspectos.

—¿A ti y al abuelo se les ocurrió esto? —preguntó Daniel. Frunció el ceño mientras lanzaba la invitación de boda al regazo de Lucas.

—Sí y no. Daniel, sé que no has tenido novia en toda tu vida, pero el abuelo está cada día más débil —explicó Lucas—. La boda de hoy es lo único que podemos hacer para calmarlo.

La familia Martin había dicho al público que la boda era entre el hijo mayor de su familia, y la hija de la familia Moreno, pero en realidad era un complot de dicho hijo mayor y del viejo señor Martin.

—Eres una persona arrogante, y sabemos que no te interesan las mujeres que buscan nuestro dinero y nuestra fama. Por eso no tenemos más remedio que idear este plan… —explicó Lucas haciendo una pausa antes de seguir—: Pero, teniendo en cuenta que la hija de la familia Moreno está dispuesta a casarse con un lisiado como yo, debe ser una dama amable.

Otra razón por la que Lucas aceptó el plan fue para que Daniel pudiera tener su propia familia y darle a los Martin su próximo heredero.

—Hermano, ¿cómo puedes estar seguro de que la hija de la familia Moreno no está detrás de nuestro dinero? —se burló Daniel—. Tal vez accedió al matrimonio para poder obtener riquezas y disfrutar de la fama.

—¡Imposible! Lo siento, pero tienes que casarte con esta mujer.

—Para ser sincero, ya tengo a alguien que me gusta —soltó Daniel de repente, sorprendiendo a Lucas. Cada vez que el primero pensaba en aquella noche en el hotel, recordaba de forma muy vívida el dulce aroma de la mujer con la que se había acostado. Rememorarlo suavizó su expresión al instante. Además, había prometido que asumiría la responsabilidad, por eso no podía aceptar el matrimonio arreglado.

Daniel se despidió de su hermano mayor y estaba a punto de marcharse cuando su mundo empezó a dar vueltas. Su expresión se volvió agria cuando preguntó: —¿Me drogaste?

—Lo siento mucho, Daniel, pero esta es la única manera de conseguir un heredero… —se disculpó Lucas. Quería asumir la responsabilidad, pero como lisiado, no solo de las piernas, sino también de libido, no había nada que pudiera hacer.

Así, vio cómo su hermano menor se desplomaba antes de llamar a dos sirvientes para que lo llevaran a la habitación nupcial. Siguió disculpándose con Daniel en silencio. Era un hermanito que sobresalía en todo, pero era demasiado incompetente cuando se trataba de la familia.

…

Luis llevaba meses investigando el asunto y seguía sin conseguir nada. Era como si la mujer de aquella noche nunca hubiera existido.

Por otro lado, a Elena le seguía preocupando que Renata se vengara. Y ese día, le pareció una coincidencia ver a Luis en el vestíbulo del hotel. Como asistente principal del Grupo Martin, el joven era algo conocido por otras personas. Por eso, Elena se apresuró a saludarlo y al conversar con él, se enteró de lo que había pasado esa noche. De inmediato pensó: «¡Oh, Dios mío! El hombre con el que se acostó Renata esa noche es…»

—Señora García, ¿está segura de que puede ayudarnos? —preguntó Luis cuando Elena le ofreció su ayuda. Como hija de la familia García, era innegable que tenía muchos contactos en Ciudad Acre. Por eso, el asistente decidió compartir con ella ese detalle.

De ninguna manera Elena iba a dejar pasar la oportunidad. Era su única manera de acercarse a Daniel, el hombre de los sueños de muchas mujeres. Así que fingió sollozar mientras decía: