La mañana era fría, no queriendo salir de sus cobijas, su alarma que había tocado, se envolvió por última vez para retener todo ese calor antes que se disipará por su marcha.
Malos pensamientos empezaron a invadir su mente haciéndole decaer su ánimo.
Ir a la universidad era muchas veces un fiasco; tenía que poner especial atención temiendo perderse una palabra que luego podría venir en el examen, tener compañeros que luego se portaban culeros, maestros que la hacían sentir insegura con tanta información por recordar, debía soportar todo esto con tal de tener una carrera si quería en un futuro cercano, un buen trabajo o eso se pensaba.
Tenía amigas, pero se sentía abandonada por que andaban más con sus respectivos novios, no le importaría si no fueran insegura de sí misma, puede que se estuviera apoyando mucho en ellas, debía cambiar esa parte pronto, aún no sabía cómo.
Aún así, tiró su cobija, tendió su cama, y busco sus zapatos, después de pararse para irse, claro.
Se miro en el espejo antes de salir, no estaba mal, solo le molestaba no tener más pecho.
Frunció el ceño en señal de molestia.
Camino por los pasillos de la universidad, en busca del salón con su horario en mano. Estaban en la primera semana de inicio de clase, y aún no terminaba de ubicar todo sus salones.
Decenas de alumnos caminaban rumbo a sus clases, mezclándose los nuevos con los veteranos, la escuela no era muy grande, pero si lo suficiente para entretenerse un rato buscándolo salones o laboratorios, según lo que se requiriera.
Todavía no divisaba a alguna de sus amigas, no quiso llamar a ninguna, era mejor llegar directamente sin esperar su ayuda, la cual no sabía si la prestarían al estar probablemente ya entretenidas.
Corroboro el número del salón, y entró. Dentro ya estaban muchas caras conocidas y parte de sus amigas. La saludo y se sentó cerca del pizarrón, junto a ellas, dónde solían siempre escoger.
Intercambio algunas palabras con ellas antes de la llegada del profesor.
Una interesante sorpresa la esperaba sin siquiera imaginarlo, una sorpresa bien planeada por una persona que había ido provocando los encuentros necesarios para llegar a ella, sabiendo que esto no era una casualidad sino una puesta en escena para acercarse, ella era su trabajo o lo sería por las próximas semanas.
El profesor entró al salón y se presentó. Después hizo entrar a un chico que había sido transferido desde la otra universidad a la misma carrera.
El salón entero sé conmocióno, o diría las féminas, era un joven muy atractivo, los compañeros varones ni siquiera le llegaban a los talones, y eso que había algunos que no estaban tan mal.
Era el mismo que había visto y conocido en la cena de anoche. No esperaba encontrarlo tan pronto, más bien nunca.
Con ese aspecto de estudiante lucia igual de arrebatador quién aquel traje de pingüino.
Ojalá no la viera.
Agacho la cabeza e hizo como si escribiera algo sumamente importante para no olvidarlo.
Esto solo llamo la atención, de inmediato, de aquel joven que se presentó como Yun.
Las chicas vieron aparecer una sonrisa misteriosa en su perfecto rostro al mirar por el salón, cuánto en realidad le había echado un vistazo a ella y desviado rápidamente la mirada para evitar que los relacionarán desde el primer día aquí.
Ella alzó la cabeza y miro de reojo, el profesor le había dicho que podía tomar el asiento que quisiera, entonces el camino hacia el lado opuesto del salón, atrayendo miradas femeninas y de paso ceños fruncidos de parte de los chicos.
Había llegado la competencia.
El semestre se había puesto interesante. Al parecer sus amigas también lo miraban embelesadas.
Sintió enojó, porque ella ya tenían novio, pero varias eran capaces de abandonarlos.
Observó a una de sus amigas que era muy guapa, muchas veces la hacía sentirse menos bonita, era la única que por el momento no tenía novio.
Sintió ansias.
De todos modos, como podía fijarse en alguien que se había reído de su ropa, era improbable si quiera que le dirigiera la palabra, debía sacarlo de sus pensamientos cuanto antes.
Si no había dirigido la mirada a las mujeres de la fiesta qué probabilidades tenía de que le prestara atención.
Seguramente en una semana estaría saliendo con sus amiga bonita.
Su estado de ánimo de cayó.
Las clases continuaron, tratando de no prestar atención a lo que ocurría alrededor de él.
No era de su incumbencia, trato de convencerce. Solo mirando al frente y copiando todo lo que el profesor escribía y borraba, y escribía y volvía a borrar del pizarrón.
Maldijo la clase, se contuvo de hacerlo con el profesor, aunque ganas no le faltaron, ¿Qué clase de método de enseñanza era ese? Parecía más bien una coacción para ir seleccionando y sacando a los que no echaban ganas a las clases.
¿Podría ser que les estaba enseñando como era la vida laboral? Qué terrible, entonces.
Sus pensamientos volaron a su inseguridad. Sí ya le costaba adaptarse a la universidad que sería fuera.
Le dieron ganas de llorar.
La clase al fin terminó y sus amigas se juntaron para cotillear los detalles del nuevo chico, trato de no rozar ninguna piel, por mínimo que fuera, al acercarse.
Ella solo se quedó callada y las escucho.
Desde que sus padres habían tenido ese accidente, muchas cosas habían cambiado, y otras tantas estaban sin resolver.
Extrañamente, muchas veces sentía que nadaba sin rumbo, sin llegar a saber por qué, como si debiera recordar algo más, algo de vital importancia que le daba propósito a su vida.
Sus amigas eran como un ancla a la vida, un ancla que se sentía inestable, como si fuese a desaparecer en cualquier momento.
Se levantó, sus amigas la miraron por ese repentino movimiento, algunas molestas.
- Voy al baño, ya vuelvo - Y se marchó.
Miro su reflejo en el baño, le molestaba su inseguridad y timidez, que solía limitarla muchas veces, todo esto podría estar originado porque no podía tocar a nadie, lo que pintaba una línea invisible que la hacía sentir la falta de pertenencia a cualquier grupo.
Ojalá pudiera tener la respuesta a este extraño padecimiento.
Se lavó la cara, tal vez será mejor dejar de pensar demasiado.
Salió rumbo al salón, entrando al mismo tiempo que cierta persona que no vio venir.
Él puso cara de sorpresa, reconociéndola, algo debió pensar porque al final río, como si hubiese escuchado un chiste.
Corrió a sentarse a su asiento molesta, ¿qué tanto le causaba gracia siempre que la veía? Trato de recordar su aspecto del espejo.
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