Intentaba abrir los ojos, aún con ganas de quedarme entre las sábanas, Pero la luz que se filtraba a través de la ventana me lo impedía. Aquel era uno de esos días en los que la mente intenta darle órdenes al cuerpo y este simplemente se niega a obedecer. Cuando consigo hacerlo, como es costumbre, reparó en cada uno de los rincones de mi habitación, la cual permanece en completo orden, las paredes blancas e impolutas, las flores amarillas adornando la mesa de noche, un par de libros que son mis favoritos y por ende permanecen aquí y no en la biblioteca o en mi despacho, cortinas grises y un par de cosas más indispensables para la existencia de alguien como yo. Con toda la pereza del mundo usé mi mano para buscar mi celular, desbloquee la pantalla y miré la hora ¡Maldita sea, ya pasaban de las siete de la mañana! De inmediato doy un pequeño salto quedando en pie. Llamé a karla, mi asistente y mejor amiga. Luego de un par de tonos la llamada es contestada.
- Hola dormilona, ¿a qué hora llegas? - Contestó ella al otro lado de la linea, era más que evidente que estaba sonriendo.
- Dame 30 minutos, ¡por favor! dime que la señora Anderson, aún no llega. — Me apresuré a hablar, mientras me movía rápidamente alistando lo que iba a necesitar.
- Este debe ser tu día de suerte, llamó a cancelar la cita de hoy, así que conduce con Calma. Ya sabes, es mejor llegar tarde que nunca llegar.
- Pierde cuidado, así lo haré. La vida es bella ¡te amo! - dije con una gran sonrisa para luego colgar. Tomo un poco de aire recuperando la calma y dejándome caer un par de minutos más sobre la cama.
Después de un rato me levanté rápidamente, fui al baño, tomé una ducha rápida, luego me coloqué una falda negra ajustada por debajo de las rodillas, una camisa blanca manga larga por dentro de la falda, lo infaltable en mi forma de vestir, tacones punta de aguja, un maquillaje ligero y accesorios muy sencillos, tomé mi cartera y verifiqué que no faltase nada, me dirigí al ascensor, presioné el botón que me llevaría directo al parqueadero del edificio. ahí estaba mi bebé, un Audi R8 blanco, subí, encendí el motor y así empezó un nuevo día para mí.
De camino al trabajo, hago lo que Karla me aconsejó y confiscó con calma, los vidrios abajo para sentir la suave brisa de la mañana sobre mi piel, por un momentoe olvidé de todo hasta que el recorrido terminó.
Al llegar a la clínica estacioné mi vehículo y, de inmediato me dirigí al séptimo piso donde está mi consultorio. En el trayecto saludé a la recepcionista que me sonreía amablemente.
Se abren las puertas del ascensor, y ahí, a mi espera, en su escritorio, estaba Karla.
-¡Buenos días! - dije con la más grande y sincera sonrisa que se puede brindar a alguien que es como una hermana, ella me devolvió el saludo un poco sorprendida.
-Buenos días, cuéntame que le sucedió a la "reina de la puntualidad" a la meticulosa psicóloga, Emma Boorges. - No pude evitar reír ante su comentario el cual venía lleno de burla.
- ¿Que puedo decir?, aunque no lo creas soy humana - Juntas volvimos a reír, y de esta manera entré a mi consultorio.
Entre una consulta y otra mi día transcurrió en completa normalidad. Como siempre nada emocionante, amo lo que hago, es mi pasión, pero a veces sientes que estaría bien vivir nuevas experiencias, emociones desconocidas.
Sin saberlo, esa noche lo cambiaría todo.
...****************...
Ya eran las seis treinta de la tarde y apenas terminaba la última consulta del día, me comuniqué con Karla, quien suspiró al otro lado de la línea.
-listo jefa, hemos terminado, es hora de partir, no olvide nuestro último compromiso del día, ¡hoy es viernes! — Termina de hablar con gran entusiasmo.
-Nooo, Karla, créeme estoy sumamente agotada, solo quiero dormir durante el fin de semana. — Me quejo aun sabiendo que cuando una idea se le mete en la cabeza, no hay poder humano que la haga cambiar de parecer.
-No acepto un "no" por respuesta, nos vemos a las ocho, ¡ponte linda! — Cuelga sin darme tiempo a alegar en mi defensa. Es imposible ganarle una.
(Horas más tarde en la discoteca)
Bajé del taxi, pues decidí dejar mi Audi, si me iba a sacrificar, tendría que valer la pena.
Cómo psicóloga, aconsejo a mis pacientes no consumir alcohol para ahogar las penas, pero esa noche, la ilustre doctora se saltaría sus propias reglas.
El estrés de aquellos días había sido enorme y, sumarle mi ruptura con Sergio, luego de tres años juntos, no aportaba mucho. La mujer que siempre planifica todo con meses de antelación, que tenía tantos conceptos sobre cómo llevar una magnífica vida, se había quedado sin suelo.
Me había pedido tiempo y, si era lo que necesitaba yo se lo daría. Jamás forzaría una relación. Eso solo nos alejaría más, si es que era posible.
Camino con toda la seguridad que maracteriza. Al entrar sentí la mirada de las personas que se encontraban a mi alrededor sobre mi anatomía, y sabía perfectamente el por qué; mi vestido negro satinado y corto me hacía ver muy sexy y las botas de cuero casi a la rodilla aportaban un toque de chica mala, el maquillaje de mis ojos en tonos ocre ahumado, resaltaba el color miel de mis ojos ese que heredé de mi madre.
Caminé a la barra donde estaba Karla, tan sexy y encantadora como siempre, pero para mi sorpresa, no estaba sola, la acompañaba un hombre que a juzgar por su apariencia, tenía entre treinta y treinta y dos años, era alto, fornido, rubio y muy guapo.
Al darse cuenta de mi presencia, Karla, me recibe con un fuerte abrazo al cual correspondí de igual manera.
- Permítanme presentarlos. — Dijo luego de separanos. — Emma él es Marcos, Marcos ella es Emma... la dictadora que me obligó a trabajar hasta las seis y treinta un viernes- Hace pucheros mientras habla. No pude evitar rodar los ojos, a lo que ella replicó. — ¡yo también te amo! — Sus palabras me hacen reír, no sé que sería de mi vida sin ella.
-Hola, Marcos, es un placer conocerte.
-El placer es todo mío, Karla, me ha hablado mucho de ti.
Así transcurrieron dos horas en las que ambos se coqueteaban y ocasionalmente me incluían en la conversación, creo que más por educación, pero no importaba, yo estaba concentrada en lo mío. Y lo mío era beber, y nada suave, no señor, aquella noche era de tequila.
De repente, Marcos, se levantó y se dirigió a una mesa que se encontraba ubicada cerca a la barra y saludó a un hombre, al cual no presté mucha atención, porque justo en ese momento lo vi llegar. Era Sergio, no podía ser, el alcohol, ¡si claro, el alcohol me estaba jugando una mala pasada! De otro modo no lo vería entrar a la pista de baile y... de la mano de otra mujer, a la cual repentinamente besó como solía hacerlo conmigo. Solo pude negar ligeramente con la cabeza mientras mis ojos amenazaban con llorar, pero definitivamente era algo que no iba a suceder.
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Comments
Karen Cardenas
jajaja demonos un tiempo no existe mujeres, ellos ya traen siempre a alguien más y los cobardes no saben cómo decirlo😡🤬😡💔
2024-04-27
3
Maris Benitez
Mientras se toma un tiempo ⏱️ sale de paseo 🤪 con la otra 🤦🤦 mejor así 😝😃😝 no era el indicado 🫣🫣🫣🫣
2023-08-16
2
loli Gomez
por lo menos fue caballero y andaba con las dos
2023-04-26
0