Nuestra cita.

Emma (Imagen tomada de la red)

Pov Carlos.

Al fin salía del Juzgado, las cosas se estaban complicando en el caso que estaba llevando, no es de extrañar, es algo que suele pasar cuándo hay tanto dinero de por medio, pero ya estaba preparado para aquello, de hecho eso es lo que me apasiona de mi trabajo. Entre más grande es el reto, mejor la recompensa y si logras asegurar el triunfo, lo mejor es saborear la victoria y, el reconocimiento que trae consigo, aún mejor cuando sabes que has defendido y peleado del lado correcto.

Miré mi reloj de pulso y me di cuenta de que aún estaba a tiempo; le indiqué la dirección a mi conductor y emprendimos la marcha. A una distancia prudente nos seguían los guardaespaldas, Así es, guarda espaldas, a raíz de lo complicado del caso, aquella fue una de las condiciones que coloqué para llevarlo, seguridad para mí y mi grupo de trabajo. Era totalmente indispensable.

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Pov Emma.

Ya estaba lista para salir, me había desocupado un poco temprano, moría de ganas por llegar a mi apartamento y descansar de aquel día. Justo cuando tomé mi celular para guardarlo en mi cartera y poder marcharme, llegó una nueva notificación, la miré y era mi agenda "cita con el señor Rivera 4.40 pm"

Suspiré resignada y volví a tomar asiento, llevé las manos a mi nuca y dejé caer la cabeza hacia atrás, realmente me encontraba exhausta. Pedí el favor a Karla de llevarme un café, necesitaba mantenerme atenta; transcurridos unos minutos, me encontraba de pie frente al gran ventanal de mi consultorio, observando el ritmo desaforado de la ciudad, ya que sin duda tengo una gran vista, cuando sentí abrirse la puerta, asumí que era Karla, con el café que anteriormente le había pedido, y aun de espalda le hablé, necesitaba desahogarme u quien mejor que ella para hacerlo.

- No te lo había contado, pero hoy ha sido un día difícil y necesito hablar, de lo contrario voy a enloquecer. Hoy estuvo... — Mis palabras se ven interrumpidas, y no precisamente por Elena.

-Creí que la consulta era para mí, pero no tengo objeción en escucharte. - "Esa voz, conozco esa voz" pensé, giré y ahí estaba él, el hombre de la hermosa sonrisa, no pude evitar sorprenderme.

-Lo siento - Dije saliendo de mi asombro u tomando una postura serena.

-No te preocupes, no hay problema. — Vuelve a hablar.

-¿Cómo se encuentra? — Pregunto.

-Dadas las circunstancias, al parecer mejor que tú. - levanté una ceja al escuchar su repuesta.

-Ya veo, pero aún no entiendo qué lo trae a mi consultorio.

-¡Nuestra cita! - contestó con una sonrisa ladina que me dejó sin aliento, pero logré disimularlo. No entendía porqué causaba ese efecto en mí.

-No entiendo. — Respondo sincera.

-Creo que mi asistente solicitó una cita contigo el día de ayer y fue programada a las 4.40 pm del día de hoy ¿o me equivoco?

- Ya entiendo, es usted el señor Carlos Rivera.

-Así es, pero dejemos las formalidades, puedes llamarme, Carlos. — Habla mientras se acerca acortando la distancia entre los dos y juro que sentí mi cuerpo vibrar.

-De acuerdo. Carlos, por favor toma asiento.

Mi nombre es Emma Borges y, seré tu psicóloga. Quiero que sepas que cuándo entres aquí, voy a ser tu amiga y la más discreta confidente. — Al parecer hizo caso omiso a mis palabras, pues en lugar de sentarse, empezó a recorrer el lugar y luego, mientras tomaba un porta retrato en el cual había una foto mía, se volvió a dirigir a mí colocándolo nuevamente en su lugar.

- Lo siento, pero considero que no podrás ser mi psicóloga.

-¿Cómo? Disculpe... si es por lo de la otra noche, le aseguro que mi vida personal no va a interferir en absoluto con mi desempeño laboral, sé perfectamente como separar una cosa de la otra.

-No, no me mal intérpretes, jamás pondría en duda tu profesionalismo y, es justo por eso que no puedo ser tu paciente. — Su mirada se centra en la mía mientras habla.

- De acuerdo señor Rivera, perdón, Carlos, en ese caso y visto que mis servicios como psicóloga no te interesan, puedo recomendarte a un colega, aunque aún no entiendo el por qué de la renuencia a ser tratado por mí, en cuanto al pago de la consulta, en vista de que no se llevó a cabo, no es necesario pagar por ella.

-Referente al pago de la consulta, siempre pago mis deudas y, esta es una de ellas, eso no está en discusión. — Dice sin dejar espacio a discusión alguna.

-Muy bien, si eso te hace sentir tranquilo. — Sonrío mientras le hablo y su mirada se cierne sobre mis labios.

-En cuanto a la recomendación de tu colega, eso lo hablaremos en nuestra cena de esta noche.

-¿Perdón? - fue lo único que alcance a decir, ya que me interrumpió.

-Paso a recogerte a tu apartamento a las siete, nos vemos - mencionó mientras se dirigía a la salida.

-¡Eso no se va a poder! - al escuchar mis palabras se giró para mirarme mientras levantaba una ceja. - No pude evitar sonreír una vez más.

-Te espero a las 7.30, tengo algo que hacer antes - al escuchar mis palabras esbozó una gran sonrisa antes de marcharse. No sé por qué dije eso, pero sentí que era un juego y quise tener la última palabra.

Karla entró con el café en la mano y su contagiosa sonrisa.

-No quise interrumpir, pero aquí está tu café, ¡cuéntame! — Se sienta frente a mí escritorio lista para escuchar una larga y apasionada historia de romance, sus ojos la delatan.

-No hay nada que contar- Dije sin poder contener mi sonrisa.

-Entiendo, secreto profesional - hizo un puchero, colocando ojos de cachorro.

-Iremos a cenar. — Solté sin más.

-¡No, puede, ser! ¡Es fantástico! — Exclamó agitando sus manos emocionada y luego me miró a la espera de detalles.

-No encuentro lo extraordinario - rodé los ojos.

-¿Tienes una cita y no ves lo extraordinario? ¡Por Dios! ¡Es todo un Adonis!

-No es una cita, es una cena, entiendes la diferencia ¿cierto? — Trato de cortar todo lo que su mente ha empezado a creanar, en su cabeza debió estarme imaginando casda, con cinco hijos, dos perros y viviendo en el campo.

-Como digas ¡avísame cuando podamos salir los cuatro! - mencionó mientras guiñaba un ojo, colocándose en pie para salir.

-No tienes remedio - exclamé.

-Nos vemos mañana, jefa - me lanzó un beso y yo le devolví una sonrisa.

Una volví a quedar sola, recogí mis cosas y me dispuse a regresar a mi apartamento.

Al llegar fuí de inmediato a mi habitación, me dejé caer en la cama y cerré los ojos tratando de despejarme un poco, después de un rato, me desnudé y tomé una ducha. La hora se acercaba y me gusta ser puntual.

Olvidé preguntar a dónde iríamos, lo cual debí haber hecho, para saber de qué forma debía vestir, además no tenía su número, por ende no podía averiguarlo, de modo que opté por un vestido vino tinto ceñido al cuerpo, no muy corto, pero sí por encima de las rodillas, zapatillas no muy altas para no verme muy elegante, dejé suelto mi cabello y apliqué un maquillaje ligero.

A las 7. 28 sonó mi celular, era un mensaje de un número desconocido, no lo identifiqué de inmediato, pues el perfil era una pluma, pero al leerlo supe de quién se trataba.

***** Solo faltan dos minutos, te espero abajo.

Era él.

Bajé y al llegar a la entrada del edificio lo vi parado frente a una camioneta negra de vidrios polarizados, sino recordaba mal, la noche en que me llevó conducía un convertible, pero preferí no darle importancia.

-Hola- lo saludé mientras me acercaba.

-Te ves hermosa. — Dijo escaneando mi rostro y cuerpo sin perder detalle alguno.

-Gracias. — Conteste sintiendo como me sonrojaba.

-Solo digo la verdad, ¿nos vamos? — Asentí en su dirección.

Abrió la puerta trasera para mí y luego rodeo la camioneta para sentarse a mi lado, fue justo cuando me di cuenta de que tenía un conductor.

-Buenas noches - Saludé

-Buenas noches, señorita - sin decir una palabra, el conductor colocó en marcha el vehículo, supuse que ya sabía a dónde dirigirse, debido a que no esperó indicaciones.

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