Capítulo cuatro: Pensar

... ...

Me mantengo quieta, sin mover una sola articulación, ni soltar un solo soplo de aire, mis ojos están cerrados y mis músculos tensos.

Necesito respirar, pero no quiero que sepa que estoy aquí. Espero que piense que mi arrebatado impulso haya sido solo un sueño y que su imaginación lo lleve a creer que bajo su puño sostiene sea una cortina y no el horrible camisón que me obligan a utilizar en el hospital.

¿Una cortina, un sueño, de verdad pienso que él caerá con esa tontería? Que ilusa.

― ¿Por qué no hablas?

Fruncí los labios, no pienso contestarle.

» ¿Cómo te llamas? No... no eres hombre ¿verdad? ―Cuestionó removiéndose inquieto.

― Claro que no ― me apresuré a decir. Al darme cuenta que abrí la boca sin pensarlo, tarde, la cubrí con ambas manos. Cerré los ojos de impotencia, que tonta.

― Okey ― lo escuché reír por lo bajo. Viré en su dirección para comprobarlo y sí, se estaba riendo de mi. Desgraciado― ¿Cómo te llamas?

Es extraño ver como mueve la boca al hablar, pero no encontrar su mirada cuando lo hace.

― No te importa ― respondí secamente.

Por dentro estoy que me muero.

― ¿A no? ― Parecía sorprendido con esa pregunta ― ¿No crees que deba saber el nombre de la princesa que me despertó con su alucinante beso?

Enjugué mi rostro con fastidio, el rostro me ardía de la vergüenza. ¡Aire por favor!

―No, buenas noches.

―Que gruñona ―sonrió.

Es evidente que la situación lo divierte y para nada lo altera. ¿Por qué molestarme de mi impertinencia si al desconocido no le importa en absoluto?

―Tonto ―musité, sin poder evitar caer en la gracia. Su risa es contagiosa, qué se supone que voy a hacer ¿largarme a llorar?

― ¿Qué has dicho?

Volví a sonreír.

―Cómprate un diccionario de italiano y lo sabrás ―me deslicé con mis muletas hacia mi cama. Al llegar al colchón me senté sobre el mismo y observé al extraño, parecía desconcertado moviendo su cabeza de un lado al otro.

― ¿Sigues aquí?

Cubrí mi boca para no dejar escapar una risilla. Ubiqué las muletas a un lado de la camilla, notando que ante el inevitable ruido él gire su cabeza hacia mí. Nuevamente aparecen esos dientes blancos en una perfecta sonrisa. Suspiré, es atractivo no hay que negarlo.

―Sí, sigues aquí ―confirmó.

Negué divertida y me recosté, subiendo mi pierna enyesada con la ayuda de mis manos. Una vez me recuesto por completo guio la vista hacia él.

―Perdóname, no fue mi intención incomodarte ―susurré.

―Por un beso no se piden disculpas ―recostó su cabeza sobre la almohada y dejó salir un soplido ―. Buenas noches princesa.

―Buenas noches... extraño.

○○○

Corro sin rumbo alguno, no sé porque lo hago, pero lo hago. Estoy en un hospital, no, no en cualquiera, sino en uno con las ventanas enrejadas. Parece un hospital por sus paredes blancas, pero no lo es.

Encuentro una puerta al final del pasillo, miro hacia atrás, nadie me sigue. ¿Por qué habré corrido entonces?

Escucho unos sollozos al otro lado de la puerta. ¿Quién llora?

Con una mano temblante tomo la perrilla circular y abro.

― ¡No abras! ―Grita una voz masculina a mis espaldas.

Me volteo, pero no había nadie.

Vuelvo a mirar hacia el frente, la puerta no está, ni las paredes que me rodeaban. Estoy en el jardín trasero de una casa, pero la desconozco.

¿Dónde estoy?

La cabeza comienza a darme vueltas.

―Ven con mami Andy... si eso, ven bebé.

Miro hacia el frente.

Una niña, de un año aproximadamente, que no había visto al descubrir este lugar, da unos pasos lentos y dificultosos hacia una mujer inclinada que la espera con los brazos abiertos a unos centímetros.

― ¿Mamá? ―Pregunto y mi voz se escucha como un murmullo en mi cabeza.

La niña se detiene, sus piernitas comienzan a temblar. Entonces, sin poder soportar un segundo más, cae de rodillas sobre el césped, seguido de un llanto estruendoso.

Me alarmo y corro hacia ella, al llegar me coloco de cuclillas a su lado y poso una mano en su pecho, para luego llevarla hacia atrás y sostener su peso con mi otra mano. La niña sigue llorando.

―Mira lo que hiciste ―dice la voz de la mujer de hace unos segundos.

Es mi madre.

Elevo la mirada y me encuentro con sus acusadores ojos azules y su dedo índice señalándome. Niego con la cabeza.

―Todo esto es por tu culpa Andrea, solo tuya ―me acusa. Sigo negando con la cabeza en respuesta.

―No es así ―respondo ―. Ella se cayó sola ―me defiendo.

―Porque tú no sabes cómo mantenerte en pie. No sirves, eres una falla proveniente de mi, de mis locuras. Pero lo mejor que puedo hacer es alejarme de ti, antes de que termine como ella ―señala hacia la niña, la cual ya no escucho llorar y que tampoco he visto otra vez.

―No es así ―susurré.

―A... Andy ―dice la niña. Pero esa no es la voz de una pequeña, esta es aguda, clara y quejumbrosa.

―Ivana ―digo mirando nuevamente hacia mis brazos.

Ya no sostengo a la niña, sino a mi hermanastra.

De repente siento frio, miro hacia arriba, mi madre no estaba y el jardín desapareció. Ahora es de noche y estamos en la carretera, sin nadie a nuestro alrededor.

Vuelvo mi mirada hacia Ivana, de su cabeza baja un hilo rojo, tiene raspones en el rostro y sangre en los labios.

―Dios ¡Auxilio! ¡Por favor que alguien nos ayude! ―Grito desesperada.

― ¿Por qué Andy? ―Pregunta con dificultad.

― ¿Qué?

― ¿Por qué me hiciste esto?

―Yo no...

―No mereces que nadie te quiera, todos los que te rodean están malditos... esto es por tu culpa.

Zarandeé la cabeza en negación, abatida.

―No es cierto, yo no tengo la culpa.

―Sí que la tienes ―tose ―, ahora voy a morir y es por haber estado contigo. Tú tienes la culpa... solo tú.

Dicho esto ella cierra los ojos y deja caer el peso de su cabeza en mis brazos.

― ¿Ivana? ―Muevo mi brazo para despertarla, pero ella no reacciona ―. Ivana por favor ―comienzo a sentir el ardor en mis ojos, lágrimas de desesperación recorren mis mejillas y caen en su pecho ― ¡Ivana! ―Grito con todas mis fuerzas.

La desesperación me impulsa a levantarme de un sopetón, sentándome en la cama y chocando con una masa fibrosa. De repente unos brazos rodean mi cuerpo y me encuentro en una angustiosa situación donde mis lágrimas empapan el pecho de esa persona aparecida repentinamente frente a mi.

― Shh, calma. Fue solo una pesadilla ―musitó sobre mi cabeza, su mano subía y bajaba por mi espalda.

Cayendo en la cuenta de que esto no es parte de ese horrible sueño, abro los ojos a más no poder y me retiro de sus brazos. Miro hacia la ventana y me encandilo con los rayos que penetran el cristal. Cubro mi vista y retrocedo arrastrando mi cuerpo hacia atrás sobre el colchón.

― ¿Qué haces en mi cama? ―Cuestioné rápidamente, aun sorprendida por su atrevimiento.

Tengo frente a mi a mi imperioso compañero de habitación. Con el dorso de mi mano limpié el sudor en mi frente.

―Oye tranquilízate, no voy a hacerte daño, lo prometo ―mostró sus palmas en señal de inofensivo ―. Tus murmullos me despertaron, comenzaste a gritar y me alarmé. Te hablé pero no respondías, intenté llegar a tu camilla pero ―se rascó la nuca, haciendo una mueca de disgusto ―, tropecé y caí. Al menos llegué justo cuando estabas a punto de salir volando de la cama ―bromeó.

No pude evitar reírme de este torpe encantador. Suspiré con melancolía y enjuagué mi rostro, espero olvidarme de esa pesadilla lo que resta del día.

―Siento que hayas caído por... intentar ¿socorrerme?

―Deja de disculparte conmigo, no hay rencores. En serio.

―Beatriz.

― ¿Qué? ―Cuestionó confuso, dirigiendo su rostro hacia su cama desecha, las sábanas blancas se encuentran colgadas en el piso. Señal clara de su susto por mis gritos.

Hice una mueca, debe ser incomodísimo estar previsto de la visión.

―Mi nombre ―me deslicé hasta llegar a él, tomar impetuosamente su rostro e guiarlo hacia donde me encuentro ― es Beatriz ― nombrarme por mi segundo nombre no resulta un engaño si así está registrado en mi documento y es así como me llaman en el hospital ¿no?

Lo solté.

―Un gusto... Beatriz ―sonrió ―, yo soy...

― Buongiorno (buenos días) ― saluda el doctor Joseph entrando a la habitación ―. Vaya, parece que se están entendiendo ―guiñó su ojo con complicidad.

Rodé los ojos y recosté mi espalda sobre el cabezal de la camilla.

― Por favor ¿podría hablarme en inglés? ― Pidió mi compañero de habitación, del cual no sé su nombre gracias a Joseph.

―Oh cierto, eres el accidentado americano. Lamento que tu antiguo compañero de habitación pidiera tu traslado. Su familia amenazó con demandarnos pues el hombre es muy cuidadoso con la higiene y...

―No se preocupe ―lo interrumpe el muchacho sentado a los pies de mi camilla ―. No me quejo del cambio.

Inmediatamente, como si Joseph sospechara algo, dirigió su vista hacia mi en búsqueda de explicaciones y yo no tardé en desviar mis ojos a la ventana.

Estoy sonrojada, mi cuerpo acaba de delatarme. Esto es traición.

―Bueno, he venido por Beatriz ―volví mi vista hacia él ―. Tus heridas no son tan graves y si sigues mis instrucciones al pie de la letra y tomas los medicamentos adecuados podrás volver a casa en dos días, o mañana mismo si tus exámenes de hoy salen perfectos ―habla en nuestro idioma como si fuera confidencial y no quisiera que el otro paciente se entere. Rodé los ojos, que tacaño ―. No hay nada mejor como volver al hogar ―concluyó.

«Pff, si usted dice»

―Bien ¿estás lista para una sesión de agujas y masajes en tu pierna? ―Inquiere divertido.

― ¿Puedo negarme?

―No.

―Está bien. Pero eso se oye doloroso ―señalé.

Mi doctor niega divertido, para después dirigir su expresión seria hacia el muchacho. Ni que al otro lo intimide.

―Hay un grupo de personas que quiere pasar a visitarlo. Saldré con la paciente y le diré a la enfermera de servicio que los permita pasar.

―Está bien ―susurró el muchacho, levantándose cauteloso y sonriendo animado ―. Ya era hora de volver a verlos, no conozco a nadie aquí y... por unos días me sentí completamente solo.

Joseph sonrió con aflicción, se acercó a su paciente y lo ayudó a volver a su cama. Una vez el chico se acomoda en su lugar, el doctor me pasa mis muletas y es a mi a quien guía ahora.

Antes de salir miré sobre mi hombro a mi compañero de habitación, se encuentra recostado con las manos sobre su pecho y la cara empinada hacia el techo.

El día en que me topé con su accidente no he visto a nadie que responda por él, es bueno saber que me equivoqué y haya afuera tiene a personas que velan por su salud. ¿Alguna novia?

Zarandeé la cabeza ¿a quién le importa?

○○○

Joseph le enseña unas radiografías de mi pierna a otra doctora, una mujer que parece tener unos años más que él. Ambos conversan y asienten en algunos puntos de su conversación.

Me siento en la camilla negra y forrada con material sintético, limpiando con la tela que me cubre mis brazos y muslos transpirados.

Odio este tipo de muebles, hace que la piel sude y sienta pegajosa.

―Se las enseñare a Raúl ―informó la doctora.

Joseph asintió con la cabeza y le entregó las placas. Observé como ella abre la puerta de la sala, le sonríe a alguien, pero no alcancé a ver de quien se trata hasta que se aparta y le cede el paso a un hombre. Robert.

Cuando sus ojos encuentran los míos los aparto. Aun siento la bofetada que me dio ayer y lo cortante que fue conmigo al tomar esa innecesaria decisión de enviarme a la casa de una mujer que es familiar pero que no he visto en mi vida, al menos no la recuerdo.

―Buenos días señor Bianchi ―saludó Joseph, estrechando la mano con Robert.

―Buenos días doctor. Me podría decir ¿Por qué me mando a llamar? ¿Ha habido avances en la recuperación de Andrea Beatriz o ha vuelto a meterse en problemas?

El doctor se ríe, pero yo sé que Robert no se lo dice en broma. Al notar que mi padre hablaba en serio, Joseph convierte esa risa en una tos fingida, luego aclara su garganta y prosigue:

―Le pedí a una de las enfermeras que se contactara con usted porque la recuperación de Beatriz está avanzando muy bien. Ahora solo falta que las placas que acabo de sacarle sean vistas por el quiropráctico y él llegue a un acuerdo con usted para que su hija venga a cada sesión que él predisponga. Luego le quitará el yeso y por último le pedirá unas cinco citas más por si la pierna se ha recuperado del todo y no hay dificultad al caminar ―explicó.

Robert asintió ante cada palabra, manteniendo su ceño fruncido.

― ¿Cuánto tiempo llevará todo esto? ―Preguntó Robert.

―Posiblemente mañana le demos de alta a su hija y en cuanto a las sesiones con el quiropráctico, pues... puede llevarle unos dos o tres meses, depende de lo que Raúl diga.

―Perfecto, estará en casa de su abuela para marzo o abril.

Hice un puño con la tela de mi camisón, tragué saliva y me removí incomoda en mi lugar.

No lo olvidó, sigue firme en su decisión ¿Qué voy a hacer ahora?

○○○

Me resultaba incomodo el colchón bajo mi cuerpo, me sentía fastidiada y con la cabeza dándome vueltas. Resoplé frustrada, recostándome de costado y dirigiendo la vista hacia la ventana. Escondí las manos bajo la almohada.

¿Por qué Robert tiene tanto interés en que me vaya? Ahora que lo pienso no he vuelvo a ver a Julia, ni a su odiosa segunda hija. ¿Será por su esposa que mi padre ha tomado tan drástica decisión? ¿Acaso Robert no quiere que Julia viva en la misma casa que la persona que dejó a su hija mayor en coma?

Ante el pensamiento vuelvo a partir en llanto. Un llanto silencioso y controlado.

Me duele tanto el pecho que dudo que haya algo que lo cure.

― ¿Beatriz? ― Inquirió una voz masculina a mis espaldas ― ¿Eres tú verdad? ¿Por qué no hablas? ¿Te encuentras bien?

Giré al otro lado. Casi olvido que ahora tengo compañía.

Negué con la cabeza en respuesta a su pregunta, aunque sé que no puede verme, pero si abro la boca estoy segura que no lograre contener un sollozo y así delatarme. No quiero que me escuche llorar, no quiero que piense que soy débil.

Busqué la botella de agua en mi mesita de luz, por torpeza hago que la botella caiga al piso y ruede hasta chocar con la pared enfrente a las camas.

―Te escuché, sé que estas aquí ¿Por qué no hablas? ¿Acaso te amputaron la lengua?

Por su tono sé que lo pregunta en broma, pero no estoy de humor para responder.

Sorbí mi nariz, agarré las muletas, bajé de la cama y caminé hacia la maldita botella que hace tanto escándalo cuando solo quiero beber un sorbo.

―Mira no te conozco, lo admito, pero quiero que sepas que pese a lo que te esté pasando y por lo que hiciste anoche ―me erguí con la botella en la mano, escuchándolo atenta―. No te culpo, ni tampoco voy a denunciarte por abusar de mis labios cuando estaba dormido.

Esta vez no puedo evitar soltar una pequeña risa, que duró unos segundos, pero la sonrisa sigue en mi rostro, tampoco es tan amplia, pero al menos puede mantenerse. Siento las mejillas calentitas, volví a sonrojarme y no entiendo el porqué de ello ahora.

―No quiero indagar en tu vida, ni nada pero... ¿Por qué me besaste anoche? ―La sonrisa se me borró y el rubor aumento ―. Tampoco quiero incomodarte ―aclaró inmediatamente ―, es que... no pareces de las personas que hacen las cosas porque así lo quieren, ni de esas mujeres que besan a desconocidos en los boliches y luego se olvidan de haberlo hecho.

»Tu forma de reaccionar esta mañana me dice lo contrario. Y por lo que he captado, tú no reaccionas porque sí, sino que... creo que lo hiciste más por necesidad. Necesidad de... de afecto ―dice las palabras como si las estuviera buscando.

¿Necesidad de afecto? Quisiera golpearlo por decir que estoy con falta de cariño, si es que eso es lo que intento decir, pero me limito a hacerlo porque acepto que es verdad.

―Escucha si lo que quieres saber es porque te bese, pues fue porque... ―respiré hondo. Ni yo sé porque lo hice, fue un desinteresado impulso, nada más ―. Fue solo un impulso, ya olvídalo...―me moví a paso pastoso hacia mi cama y me senté a los pies ―. Yo...quería saber... si tú podías transportarme cierta tranquilidad que necesitaba casi desesperadamente.

― ¿Besándome? ―Me sorprende que no lo pregunte con incredulidad, sino que como un suspiro.

Asentí y negué con la cabeza, en parte existe una fuerza que me impide ser del todo sincera. No acostumbro besar desconocidos cuando transcurro por un mal momento, esto se dio y no sabría cómo explicarlo realmente. Que mezquina que soy con mis pensamientos.

―Solo, perdóname por mi arrebato ¿Si? ―Me apresuré a decir.

―No quiero olvidar ―me sorprende su respuesta ―. Y ese impulso no me desagradó, ni me molestó. Asique no te disculpes. Pero si admito que me sorprendió y me dio algo de miedo.

― ¿Miedo?

―Si ―aclaró su voz y vuelve a recostarse con el rostro hacia el techo ―. Temía que fueras un pervertido. Es decir...hombre.

― Oh... pues no lo soy.

Bajo las luces del atardecer puedo ver su destellante sonrisa. Tan contagiosa para la mia.

―Lo sé ―susurró.

Solté una leve risita.

― ¿Y qué hubiese pasado si fuera hombre? ―Me atreví a preguntar.

Su sonrisa de hace segundos se borró de una sola pasada.

―Dijiste que no lo eras.

―No lo soy.

―No puedo verte ¿Cómo sabré que no lo eres? Además tu voz es media... rara. Se escucha algo ronca, una mezcla entre italiano y americano. Linda, pero... imprecisa.

―Porque tengo la garganta dañada ―me excusé ―. Pero no soy hombre. Solo debes confiar en mi palabra.

― ¿Y si mejor lo averiguo de otra forma? ―Sus labios se curvaron pícaramente.

Pongo las manos al fuego a que él estaría levantando las cejas de forma coqueta a no ser por la venda que cubre sus ojos.

― ¿Y si mejor te golpeo y así compruebas si mis puños son de chica o de chico?

Se queda callado unos segundos. Mientras que yo resguardo la risa.

―Bien te creo, eres una chica. Gruñona y algo amenazante para los chicos. Me gusta tu actitud.

―Gracias.

Se acomoda con los brazos bajo la cabeza.

Abrí la botella que llevo en la mano, la que alce del piso hace unos segundos, y comienzo a beber su contenido. Tanto hablar me seca la garganta y me imposibilita el poder hablar con claridad.

― ¿En qué piensas? ―Cuestioné curiosa por su repentino silencio.

―En ti.

El líquido se desvió de conducto y me obligo a toser para calmar el ahogo. Palmeo mi pecho y me inclino hacia delante.

No sé en qué momento mi compañero de habitación se levantó de su cama, pero lo descubro a mi lado, palmeando mi espalda segundos después de estabilizarme.

― ¿Ya te sientes bien? ―Preguntó, lo miré sentado a mi lado. Raramente me estaría observando, es decir, su rostro da justo la imagen como si estuviese mirándome ―. Perdóname si te hice sentir incomoda, pero es que no me dejaste continuar.

»Si pienso en ti es porque quiero saber cómo eres, conocerte aún más. No te reclamo, reprocho o desprecio, ni nada por el estilo, es que... siento curiosidad de ti. Eso es todo.

― ¿En serio? ―Cuestioné con la voz ahogada. Culpa del agua que casi hace que me asfixie.

Y después dicen que necesitamos del agua. ¿Para qué? ¿Para morir ahogados cuando nos dicen algo que no esperábamos escuchar? El agua es mortal. A partir de ahora solo beberé jugo o...dejare de ser tan exagerada.

―Lo juro ―admitió, elevando su otra mano.

Inhalé y exhalé lentamente, estabilizándome. Nuevamente apareció el silencio entre nosotros. No es malo... sino sereno.

― ¿Beatriz?

― ¿Si? ―Inquirí distraída en mi pierna sana, la cual se mecía adelante y atrás a la altura del suelo.

― ¿Tú en que piensas?

Buena pregunta.

Alcé la vista y dirigí mi vista hacia la ventana, encontrándome con una fina línea azul en el horizonte. Detrás de unos cuantos edificios. Esa línea es el mar y tras ese largo camino que lo sigue y que no se pude ver desde aquí, se encuentra mi nuevo destino. Al que no podre obstaculizar, ni del que podre huir.

―Pienso en que... ¿Qué será lo que me espera del otro lado del mar?

―No sé porque lo preguntas. Pero si un día intentas averiguarlo, espero que encuentres lo que estabas buscando. Tal y como yo lo he hecho al cruzarlo.

Lo miré confusa. Tiene la cabeza gacha y su mano sigue dando leves caricias en mi espalda.

Me gustaría preguntarle a que se refiere, dedonde viene y que era eso que él buscaba para darme una idea de que será lo queyo busco. Porque en realidad, no creo estar esperando nada bueno proviniendo deese lugar. 

Más populares

Comments

Alba Hurtado

Alba Hurtado

se encontraron dos almas solitarias deben tener los mismos problemas,que se cuenten sus cosas muy buena narrativa es diferente divertida se tienen para hablar y no estar tan solos felicitaciones bendiciones para ti 💯 buenísimo 😍 excelente gracias

2022-08-13

3

LUZ AMPARO SALINAS ANGULO

LUZ AMPARO SALINAS ANGULO

OMG 🌷🌹🌹♥️❤️❤️♥️♥️

2022-08-13

1

Total
Capítulos
1 Sinopsis + Prólogo
2 Capítulo uno: impulso
3 Capítulo dos: el primero en caer pierde
4 Capítulo tres: Necesidad
5 Capítulo cuatro: Pensar
6 Capítulo cinco: Eros
7 Capítulo seis: Un consejo antes de partir
8 Capítulo siete: vuelo de desvelo
9 Capítulo ocho: Hogar temporario
10 Extra: Guía de supervivencia de Andy Bianchi
11 Capítulo nueve: Accidentalmente accidental
12 Capítulo diez: La institutriz
13 Capítulo once: Doloroso despertar
14 Capítulo doce: Escudo interior
15 Capítulo trece: Pequeña amiga
16 Capítulo catorce: Consejos para conquistar
17 Capítulo quince: Misterio resuelto
18 Capítulo dieciséis: Poesía reveladora
19 capítulo diecisiete: Peligrosamente cerca
20 Capítulo dieciocho: No es solo atracción
21 Capítulo diecinueve: Cercanía familiar
22 Capítulo veinte: Una amistad especial
23 Capítulo veintiuno: Cariño
24 Capítulo veintidós: El chico de cabello azul
25 Capítulo veintitrés: Aléjate
26 Capítulo veinticuatro: Una historia que me involucra
27 Capítulo veinticinco: Dónde más le duele
28 Capítulo veintiséis: Encanto
29 Capítulo veintisiete: Revelaciones
30 Capítulo veintiocho: Un lugar dónde refugiarse
31 Capítulo veintinueve: Primera cita
32 Capítulo treinta: Inalterable pasión
33 Capítulo treinta y uno: Aidy
34 Capítulo treinta y dos: Imposible
35 Capítulo treinta y tres: Verdad a medias
36 Capítulo treinta y cuatro: Interesante evento
37 Capítulo treinta y cinco: San Diego
38 Capítulo treinta y seis: El baúl de los temores
39 Capítulo treinta y siete: Aferrada a él
40 Capítulo treinta y ocho: Sentirse miserable
41 Capítulo treinta y nueve: Promesa
42 Capítulo cuarenta: Cena familiar
43 Capítulo cuarenta y uno: Momento incómodo
44 Capítulo cuarenta y dos: Inquietud
45 Capítulo cuarenta y tres: Mi ángel
46 Capítulo cuarenta y cuatro: El plan de Yosy
47 Capítulo cuarenta y cinco: Llevando a cabo el plan
48 Capítulo final: Bienvenida devuelta
49 Aidan
50 Importante
51 Nota de autora
Capítulos

Updated 51 Episodes

1
Sinopsis + Prólogo
2
Capítulo uno: impulso
3
Capítulo dos: el primero en caer pierde
4
Capítulo tres: Necesidad
5
Capítulo cuatro: Pensar
6
Capítulo cinco: Eros
7
Capítulo seis: Un consejo antes de partir
8
Capítulo siete: vuelo de desvelo
9
Capítulo ocho: Hogar temporario
10
Extra: Guía de supervivencia de Andy Bianchi
11
Capítulo nueve: Accidentalmente accidental
12
Capítulo diez: La institutriz
13
Capítulo once: Doloroso despertar
14
Capítulo doce: Escudo interior
15
Capítulo trece: Pequeña amiga
16
Capítulo catorce: Consejos para conquistar
17
Capítulo quince: Misterio resuelto
18
Capítulo dieciséis: Poesía reveladora
19
capítulo diecisiete: Peligrosamente cerca
20
Capítulo dieciocho: No es solo atracción
21
Capítulo diecinueve: Cercanía familiar
22
Capítulo veinte: Una amistad especial
23
Capítulo veintiuno: Cariño
24
Capítulo veintidós: El chico de cabello azul
25
Capítulo veintitrés: Aléjate
26
Capítulo veinticuatro: Una historia que me involucra
27
Capítulo veinticinco: Dónde más le duele
28
Capítulo veintiséis: Encanto
29
Capítulo veintisiete: Revelaciones
30
Capítulo veintiocho: Un lugar dónde refugiarse
31
Capítulo veintinueve: Primera cita
32
Capítulo treinta: Inalterable pasión
33
Capítulo treinta y uno: Aidy
34
Capítulo treinta y dos: Imposible
35
Capítulo treinta y tres: Verdad a medias
36
Capítulo treinta y cuatro: Interesante evento
37
Capítulo treinta y cinco: San Diego
38
Capítulo treinta y seis: El baúl de los temores
39
Capítulo treinta y siete: Aferrada a él
40
Capítulo treinta y ocho: Sentirse miserable
41
Capítulo treinta y nueve: Promesa
42
Capítulo cuarenta: Cena familiar
43
Capítulo cuarenta y uno: Momento incómodo
44
Capítulo cuarenta y dos: Inquietud
45
Capítulo cuarenta y tres: Mi ángel
46
Capítulo cuarenta y cuatro: El plan de Yosy
47
Capítulo cuarenta y cinco: Llevando a cabo el plan
48
Capítulo final: Bienvenida devuelta
49
Aidan
50
Importante
51
Nota de autora

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play