Capítulo dos: el primero en caer pierde

Los paramédicos trotan a paso rápido impulsando la camilla hacia el hospital. Los sigo, pero cada vez bajo más la velocidad. Hasta que mis piernas se detienen por completo, muevo un pie hacia atrás y pienso en volver por donde vine.

Acaricio mis labios y niego con la cabeza. No puedo creer lo que tuve que hacer por zafar de una vergonzosa situación.

Primero doy pasos lentos, luego comienza la carrera. El aire frio de la noche azota mi rostro al cruzar la puerta corrediza de la guardia.

Lo hice, acabo de abandonar al muchacho inconsciente al que besé para salvarme el pellejo. Soy una porquería de persona. Debería al menos fingir preocupación por él, pero heme aquí, huyendo de otro de mis arrebatados impulsos.

Reconocí el estacionamiento del hospital, no hay nadie, es de noche, perdí mi moto, aún conservo mi mochila, pero he perdido mi orgullo, mi dignidad esta por los suelos y mi intento de huir parece ser la idea más absurda que pude haber tenido. Oh, casi lo olvido: tuve que besar a un desconocido para salvar mi propio pellejo. ¿Algo más tiene que pasarme?

Tras formularme esa pregunta miro al cielo, al menos no he convocado al Dios lluvia para que no se desate una tormenta sobre mí.

Resoplé ¿Qué haré ahora? Creo que mientras camino por las solitarias y angostas calles de Venecia podría ir pensando a dónde ir. Ya que debo cambiar mi rumbo hacia otra parte, porque el llegar a Roma requiere de mucho más que dinero, a menos que espere hasta la mañana en que la terminal de autobuses abra sus puertas.

Mientras tanto ¿Qué hare?

Si no me hubiese escapado de mi casa en este momento no estaría pensando hacia dónde ir, sino traspasando por el quinto sueño mientras Billy, mi oso, me protege de mis pesadillas.

Dejo de pensar en los pros y en los contras de mi arrebatada decisión, más en los contras, cuando escucho música electrónica a lo lejos. Elevo la mirada y noto que estoy cerca de un bar al que solíamos concurrir con Ivana y nuestras amigas.

Ahora que lo pienso: ¿Quiénes siempre fueron mis amigos? ¿Cuál es el verdadero significado de la amistad? Creo que nunca lo sabré, porque son muy pocas las personas que pueden enseñarte la respuesta, por lo tanto esa pregunta quedará en el aire por mucho tiempo.

Agarro las correas de mi mochila y las reacomodo en mi hombro, respiro hondo y me decido en seguir con mi camino hacia el bar. A ver si me encuentro con algún conocido que me dé una mano y si no una zancadilla. ¿Sería un poco exagerado de mi parte el pensar que espero más lo segundo?

Al llegar y, como los de seguridad ya me conocen, entro al bar sin problema alguno.

La estruendosa música eléctrica, las luces de colores y el olor a tabaco y alcohol no tardan de colarse en todos mis sentidos. Toso un poco del humo proveniente del cigarrillo de una chica a mi lado, por su risa y mis pulmones ahogados no es necesario que describa lo que estaba fumando.

Me alejo de esa zona tóxica y me acerco a la barra. A los segundos me encuentro sentada en uno de los taburetes y con un vaso de cerveza en la mano.

Odio la cerveza, pero es alcohol ¿Y qué mejor que el alcohol para borrar las penas?

― ¿Andy? ―Dice una voz chillona a mis espaldas.

Rodé los ojos al reconocerla y dejé mi bebida sobre la barra de madera. Luego dibujo una exagerada y falsa sonrisa antes de encararla.

― ¡Ashley! ―fingí sorpresa ―. Es agradable encontrarte aquí ―mentí descaradamente ― ¿Cómo has estado?

―Bien, emm... ya que te encuentro aquí... Me gustaría invitarte a una de esas carreras clandestinas que organizan unas calles más abajo del canal ―propone ―. Es intrépido y peligroso ¿No te encanta?

Salta y aplaude con divina alegría.

¿Ser espectadora de uno de los deportes que más amo en el mundo? ¿Qué debería contestar a eso?

― ¿Queda muy lejos?

○○○

―Espera Andy, solo déjame explicarte.

―Piérdete tú y tu explicación Ivana, ya déjame en paz.

Si hubiese sabido que Ashley, más amiga de Ivana que mia, estaría al tanto de mi desaparición y que eso de las carreras sería una trampa para volverme a cruzar con mi ex mejor amiga y mi ex novio, justamente las dos personas que me moría de ver en el infierno, no hubiese sido tan estúpida de aceptar su invitación.

―Andy relájate, todo esto tiene...

Frank estaba por hablar pero el griterío, silbidos y aplausos de las personas que no se han percatado de nuestra discusión, ya que Ashley en verdad me trajo a una carrera, la trampa llego después, se lo impidieron.

― ¡¿Quién se apunta a correr contra el gran Oliver?! ― Gritó uno de los corredores, el que viene ganándole a los demás hace horas.

Entonces, sin pensarlo y para sacarme al dúo engaño de encima, grito:

― ¡Yo!

―Tú no vas ― se interpone Frank, tomándome del brazo.

Ivana llega a nuestro lado y lo mira nerviosa, sus ojos siguen llorosos, pero no la he visto soltar ni una sola lágrima.

― ¿Y tú quién te crees, mi dueño? No seas imbécil y suéltame ―bramé.

―No, pero soy tu novio y no seguiré aguantando las estupideces que haces y dices ―escupe cada palabra ―. Deja de comportarte como una niña, haznos caso y vámonos de una vez. Tu padre está a unos segundos de hacer erupción.

Espero a que la siguiente carrera comience y que los espectadores se alejen con sus gritos siguiendo a los corredores. Luego respondo:

―No seas hipócrita Frank ― espeté, zafándome de su agarre y dando unos pasos hacia atrás ―. Lo que tú y yo tuvimos no fue amor, sino decepción. Pero eso se terminó. Además ¿Qué te hace creer que justamente me iré con ustedes? Par de incrédulos.

Me volteo e intento seguir con mi camino, pero esta vez es otra persona quien me detiene y no de un manotazo, sino con palabras:

―Está bien Andy, lo haremos a tu modo ―indicó Ivana ―. Te propongo algo, tú y yo en las pistas de carrera, ahora. Si tú ganas harás lo que quieras y nadie se interpondrá, además de que no volveremos a acercarnos a ti si así lo deseas.

―Ivi ¿Qué haces? ―Cuestionó Frank.

La miré interesada. Cruzándome de brazos.

― ¿Qué dices Andy? ¿Aceptas la jugada? ―Preguntó Ivana, ignorando la antigua pregunta desconcertada de Frank.

La verdad es que no es mala idea. Lo malo es que no creo en ella, ya no más. Pero aún le falta algo a esta apuesta.

― ¿Y qué pasa si yo gano? ―Inquirí. Suponiendo que aceptaría, siempre y cuando la apuesta me sea favorable ―. Porque dudo que en el caso que pierda no pase nada. ¿Cuál sería tu ganancia?

―La verdad es que no gano nada, a menos que aceptes mi propuesta: si yo gano tú te irás con nosotros, sin chistar ―aclaró ―. Y escucharas lo que tengo que decirte.

Si no me creería con la capacidad de ganarle, porque tengo más experiencias con las motos que ella, no aceptaría la apuesta. Sinceramente no quiero escuchar su explicación cuando a un engaño no hay nada que lo justifique, porque no piensas en lo que estás haciendo y el mal que tus actos pueden provocarles a otros, sino que piensas en ti y en lo que te importa. Es por eso que un engaño es un daño difícil de curar, aun cuando son dos personas las que creíste querer que te traicionan a tus espaldas. Recibes la apuñalada, pero no la sientes tan profunda hasta que vez el puñal.

―Quisiera aceptar, pero hay un problema.

― ¿Cuál?

―Perdí mi moto ―murmuré.

De solo recordarlo me dan ganas de llorar.

Ivana resguarda un chillido, aclara su garganta y continua, con una postura equilibrada:

―Eso no importa, Frank te prestara la suya y yo lo hare en la mia.

Miré atrás de Ashley, hay dos motos estacionadas a sus espaldas, son de ellos. Vuelvo a enfocar mi vista en Ivana.

Ojala haya barro podrido para poder lanzar la moto de mi ex allí. Sé cuánto le duele que una persona, que no sea él, maneje su preciada Ducati.

― ¿¡Que!? ―Exclamó justamente la persona que pensaba.

―Cállate Frank ―le ordena Ivana.

Lo que me sorprende es que él la haya obedecido y a mí siempre me discutía cuando le pedía que cierre la boca, sin embargo, a mí nunca me miró con temor. Más que temor parece ser preocupación por lo que quiere hacer. O eso creo.

¿Qué pasa entre ellos? Algo ocultan, pero no se me ocurre que puede llegar a ser.

Ivana le lanza una mirada ladina a Frank, alza la palma de su mano y flexiona y extiende sus dedos una y otra vez. Frank suspira cansado, mete la mano en su bolsillo y deja a la vista una llave, se la deja en la mano a Ivana, esta sonríe y me la lanza. La agarro al instante.

― ¿Y Andy? Ahora no tienes excusa ―aseveró Ivana, señalando la llave de la moto de Frank estando en mi poder ― ¿Aceptas o no? El tiempo es corto y las carreras no duran todo el día.

Esta es la Ivana que conozco: prepotente, seria y tajante, no esa absurda replica llorona y suplicante que era hace un momento.

Apreté el objeto en mi mano y dibujé una sonrisa ladina, para luego decir:

―Que comience la carrera.

― Bien chicas ¿Están preparadas? ― Inquirió una chica parada frente a nosotras. Viste ropa ligera y lleva dos banderines en sus manos.

Me coloco el casco de Frank, tratando de no marearme por su asqueroso olor. Debí haber pedido alguno prestado, pero ya que, luego de esto no volveré a saber más nada de él ni de Ivana, esa es la apuesta y el triunfo ya lo tengo asegurado.

Asiento con la cabeza ante la pregunta de la chica. Dirijo mi vista a Ivana, la cual hace lo mismo. Cuando voltea su cabeza en mi dirección yo tengo mi mirada centrada hacia el frente.

Hago rugir el motor.

Los silbidos y gritos de los aficionados de las carreras retumban a nuestro alrededor. Ashley, su novio, el cual llego hace segundos, y Frank están ubicados al lado de Ivana, mientras que yo tengo al gran Oliver apoyándome.

― ¡Sí! ¡Tú puedes preciosa! ― Silbó y exclamó Oliver con euforia. Lo miré y le guiñé un ojo. Él posa una mano en su pecho y hace una expresión de ternura ―. Tu mirada me llego al corazón, creo que te amo.

Negué divertida y volví a concentrarme en la carrera. Nunca faltan los mujeriegos al asecho en estos lugares.

―Bene ―vuelve a hablar la chica con las banderas de cuadros negros y blancos ―. Arranquen sus motores... Preparadas... ―levanta las banderas sobre su cabeza y por ultimo grita: ― ¡già! (¡Ya!)

Mi corazón se detuvo ante la tensión del silencio, pareciera que los banderines bajaran en cámara lenta. No es hasta que escucho la orden de la chica que mi mano gira el acelerador y mi corazón vuelve a reaccionar.

Escucho solo el rugir del motor de las motos, los gritos y silbidos de los espectadores quedaron atrás.

Si mal no recuerdo debo continuar en dirección paralela a las dos calles que separan la laguna de Venecia, llegar a la carretera, rodear la rotonda que separa las distintas calles para llegar a diferentes lugares, dirigirme a la que lleva hacia el mar Adriático y volver. Pan comido.

Lo mejor de todo esto es que le llevo una gran ventaja a Ivana. No sé porque quería hacer esto si estaba al tanto de que perdería, no es por creída que lo afirmo, sino porque ella ha aprendido hace un mes a conducir su moto, en cambio, yo he adquirido ese conocimiento desde los trece años. La ventaja de tener como niñera a un mecánico.

Veo la rotonda a lo lejos, gracias a la ayuda de los faroles nocturnos. Lo rodeo y busco la calle que me llevara rumbo al mar. Encuentro el nombre de: mar Adriático, con una flecha indicando hacia la derecha, me dirijo hacia allí. Al tirar la moto hacia esa dirección escucho el ruido de chispas.

No me agradó ese sonido. «Detente», pretendo obedecer a mi conciencia. No obstante cuando presiono los frenos con mis manos, las manijas están tan suaves que parecen colgadas.

Me alarmo, me asusto y me atraganto con mi nerviosismo. Entonces, ante mi desesperación y, sintiendo el sudor mojando mi frente bajo el casco, suelto el acelerador, pero el reloj está al límite de velocidad.

Los latidos de mi corazón llegan a mis oídos, de manera que no necesito de un estetoscopio para escucharlos.

― ¡Andrea, cuidado! ―Escucho que me advierten.

Alcé la vista hacia el frente y los faroles de una camioneta me encandilan. Mis ojos azules están excedidos de abertura y mi boca lanza un chillido sorprendido.

Quiero gritar, pero no puedo, quiero llorar, tampoco, quiero volver el tiempo atrás y prevenirme antes de aceptar hacer tal cosa: nunca podre.

Comprendí que no tengo otra salida y me limito a cerrar los ojos a la espera del impacto. Sin embargo algo golpea el tanque de la gasolina de la moto que conduzco y me hace perder el equilibrio e ir en dirección hacia unos árboles.

Levanto los parpados con expresión sorprendida. Me apresuro en esquivar los árboles, escucho un estruendoso ruido a mis espaldas, la rueda delantera resbala con el barro de la tierra y me hace caer de costado, llevándome así hasta que la misma rueda se topa con un tronco de madera, justo antes de que llegue a un charco con agua.

Los pulmones me otorgan muy poco oxígeno, el corazón amenaza con salirme por la garganta, mis oídos han un pitido que me llega a la cabeza y mi costado izquierdo me arde como el infierno. Mi pierna, la que tengo debajo de la moto, no la siento.

Las lágrimas de temor me resbalan por las mejillas, el dolor que siento ante ese peso lleno de metal que hay sobre mi pierna me está desesperando.

Lloro de dolor, lloro de impaciencia, de desesperación, pero mi mar de lágrimas y desesperanza se extienden más porque sé que la culpable de esto fui yo. Soy la única culpable de mi sufrir.

Quise ser la primera en llegar, pero termine siendo la primera en caer.

Las fuerzas se me hacen escasas, dejo caer mi cabeza y olvido mi intento de salir de ahí. Los parpados comienzan a pesarme, giro mi cabeza cansada y mareada hacia la carretera, hay muchas luces, pedazos de metal y cristales rotos en el asfalto, pero lo que más me angustió fue ese líquido rojo que sale debajo de... un cuerpo.

―I-Ivi ―balbuceé con la voz rasposa, pues no dejé de gritar de desesperación durante el desvío.

Acabo de terminar con lo último de mis fuerzas. Las luces se van apagando de a poco y el dolor y el ardor quedan en el olvido.

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Comments

Gladys Leiva

Gladys Leiva

99988888888988888999999

2022-08-12

0

Dorian Salinas

Dorian Salinas

por algún extraño motivo no me deja dar like al capítulo en pero está historia va super genial

2021-08-11

4

Total
Capítulos
1 Sinopsis + Prólogo
2 Capítulo uno: impulso
3 Capítulo dos: el primero en caer pierde
4 Capítulo tres: Necesidad
5 Capítulo cuatro: Pensar
6 Capítulo cinco: Eros
7 Capítulo seis: Un consejo antes de partir
8 Capítulo siete: vuelo de desvelo
9 Capítulo ocho: Hogar temporario
10 Extra: Guía de supervivencia de Andy Bianchi
11 Capítulo nueve: Accidentalmente accidental
12 Capítulo diez: La institutriz
13 Capítulo once: Doloroso despertar
14 Capítulo doce: Escudo interior
15 Capítulo trece: Pequeña amiga
16 Capítulo catorce: Consejos para conquistar
17 Capítulo quince: Misterio resuelto
18 Capítulo dieciséis: Poesía reveladora
19 capítulo diecisiete: Peligrosamente cerca
20 Capítulo dieciocho: No es solo atracción
21 Capítulo diecinueve: Cercanía familiar
22 Capítulo veinte: Una amistad especial
23 Capítulo veintiuno: Cariño
24 Capítulo veintidós: El chico de cabello azul
25 Capítulo veintitrés: Aléjate
26 Capítulo veinticuatro: Una historia que me involucra
27 Capítulo veinticinco: Dónde más le duele
28 Capítulo veintiséis: Encanto
29 Capítulo veintisiete: Revelaciones
30 Capítulo veintiocho: Un lugar dónde refugiarse
31 Capítulo veintinueve: Primera cita
32 Capítulo treinta: Inalterable pasión
33 Capítulo treinta y uno: Aidy
34 Capítulo treinta y dos: Imposible
35 Capítulo treinta y tres: Verdad a medias
36 Capítulo treinta y cuatro: Interesante evento
37 Capítulo treinta y cinco: San Diego
38 Capítulo treinta y seis: El baúl de los temores
39 Capítulo treinta y siete: Aferrada a él
40 Capítulo treinta y ocho: Sentirse miserable
41 Capítulo treinta y nueve: Promesa
42 Capítulo cuarenta: Cena familiar
43 Capítulo cuarenta y uno: Momento incómodo
44 Capítulo cuarenta y dos: Inquietud
45 Capítulo cuarenta y tres: Mi ángel
46 Capítulo cuarenta y cuatro: El plan de Yosy
47 Capítulo cuarenta y cinco: Llevando a cabo el plan
48 Capítulo final: Bienvenida devuelta
49 Aidan
50 Importante
51 Nota de autora
Capítulos

Updated 51 Episodes

1
Sinopsis + Prólogo
2
Capítulo uno: impulso
3
Capítulo dos: el primero en caer pierde
4
Capítulo tres: Necesidad
5
Capítulo cuatro: Pensar
6
Capítulo cinco: Eros
7
Capítulo seis: Un consejo antes de partir
8
Capítulo siete: vuelo de desvelo
9
Capítulo ocho: Hogar temporario
10
Extra: Guía de supervivencia de Andy Bianchi
11
Capítulo nueve: Accidentalmente accidental
12
Capítulo diez: La institutriz
13
Capítulo once: Doloroso despertar
14
Capítulo doce: Escudo interior
15
Capítulo trece: Pequeña amiga
16
Capítulo catorce: Consejos para conquistar
17
Capítulo quince: Misterio resuelto
18
Capítulo dieciséis: Poesía reveladora
19
capítulo diecisiete: Peligrosamente cerca
20
Capítulo dieciocho: No es solo atracción
21
Capítulo diecinueve: Cercanía familiar
22
Capítulo veinte: Una amistad especial
23
Capítulo veintiuno: Cariño
24
Capítulo veintidós: El chico de cabello azul
25
Capítulo veintitrés: Aléjate
26
Capítulo veinticuatro: Una historia que me involucra
27
Capítulo veinticinco: Dónde más le duele
28
Capítulo veintiséis: Encanto
29
Capítulo veintisiete: Revelaciones
30
Capítulo veintiocho: Un lugar dónde refugiarse
31
Capítulo veintinueve: Primera cita
32
Capítulo treinta: Inalterable pasión
33
Capítulo treinta y uno: Aidy
34
Capítulo treinta y dos: Imposible
35
Capítulo treinta y tres: Verdad a medias
36
Capítulo treinta y cuatro: Interesante evento
37
Capítulo treinta y cinco: San Diego
38
Capítulo treinta y seis: El baúl de los temores
39
Capítulo treinta y siete: Aferrada a él
40
Capítulo treinta y ocho: Sentirse miserable
41
Capítulo treinta y nueve: Promesa
42
Capítulo cuarenta: Cena familiar
43
Capítulo cuarenta y uno: Momento incómodo
44
Capítulo cuarenta y dos: Inquietud
45
Capítulo cuarenta y tres: Mi ángel
46
Capítulo cuarenta y cuatro: El plan de Yosy
47
Capítulo cuarenta y cinco: Llevando a cabo el plan
48
Capítulo final: Bienvenida devuelta
49
Aidan
50
Importante
51
Nota de autora

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