LA PRESTAMISTA

Mi nombre es Lucía Sanders, tengo veintiún años me acaban de aceptar para estudiar arquitectura en la universidad pública, gane una beca por el alto puntaje logrado en las pruebas de ingreso, no puedo sentirme feliz por mi logro, ya que en unas horas será el sepelio de mi padre, quizá soy una mala hija, pero no siento ninguna emoción, la necesidad de llorar no está en mi corazón.

Ha pasado una semana desde la muerte de mi padre, no lo reporte en mi trabajo, cada día que falte será descontado y necesito cubrir algunos gastos pendientes de la atención que le brindaron a mi padre antes de morir.

Llegó a mi casa y Rosita me cuenta que un abogado me ha estado buscando, solo suplico que no sean deudas, mi padre no dejo nada que logrará servir de garantía.

Mi niña es mejor que vayas hasta su oficina, quizá no sea algo tan grave y puedas negociar.

Con que Rosita, a no ser que venda la casa, no tengo nada más de donde echar mano.

No te preocupes mi niña mi casa es tu casa, algo haremos, no estás sola.

A la mañana siguiente Rosita me acompaña a la dirección que dejo el abogado, es un gran edificio en una zona céntrica de la ciudad, al entrar el lujo es notable, nos anunciamos y la joven que nos atiende nos entrega una tarjeta dirigiéndonos hasta un ascensor.

Cuando lleguen al piso veintisiete y salgan de ascensor con esta tarjeta abrirán la zona de oficinas, mano izquierda número 2703.

Le agradecemos y el ascensor se cierra.

Por fin salimos de ese cajón.

Hija no me digas que nunca te habías subido a uno.

Rosita esta sería mi segunda vez y nunca a un piso tan alto.

Hija te falta tanto por vivir.

Llegamos a la oficina y un señor nos da la bienvenida de forma muy cordial.

Señorita Sanders es un placer conocerla, su padre hablaba mucho de usted, mi nombre es Pedro Ramírez.

Está seguro que hablamos de la misma persona.

Si el señor Raúl Sanders, se sentía muy orgulloso de su hija, cuando entren a su oficina se darán cuenta de lo que les digo.

Señor me puede decir si la deuda que dejo mi padre es muy grande, la verdad no tengo mucho ahorrado para mi universidad, pero puede servir como abono.

¿Deuda? No señorita yo fui el abogado de su padre desde hace más de treinta años y hoy haremos la lectura de su testamento.

Y para qué necesito mi padre un abogado si nunca tuvo nada y que me va a heredar la casa, su colección de libros, para eso no necesitaba un testamento.

Iniciaré con la lectura del testamento del señor Raúl Sanders, ya que más beneficiarios están presente procederé al reparto de los bienes.

A mi hija le dejo toda mi fortuna, el listado de bienes y propiedades le será entregado solo con la condición de que se comprometa a cuidar siempre de Rosa López, no podrá dejarla desamparada o su fortuna pasará a fondos de fundaciones alrededor del mundo.

No siendo más solo espero que en algún momento pueda alcanzar el perdón de mi hija Lucía.

El abogado empezó a leer una larga lista de propiedades en diferentes lugares del mundo al igual que acciones de diferentes empresas y acaba de decir que soy la socia mayoritaria de empresas Sanders, una empresa dedicada a inyectar capital a medianas y pequeñas empresas.

No puede ser mi padre era multimillonario y aun así dejo que mi madre muriera y que yo pasara necesidades y fuera humillada durante toda mi vida,

El señor Raúl era un hombre extraño, nunca logré entender sus métodos, pero ahora usted es la dueña de todo, espero que sepa aprovecharlo y si necesita mis servicios, será un placer servirle.

Muchas gracias señor Ramírez, necesitaré que me ayude a tomar posesión de todo lo que nos heredó mi padre.

Después de cancelar las deudas pendientes me mudé con Rosita y su familia a una de las propiedades que dejo mi padre, era una casa, que digo una casa, era una mansión, con acabados de lujo, la sala estaba elegantemente decorada, la cocina contaba con utensilios de última tecnología, un despacho con una hermosa y completa biblioteca, un jardín con sembrado de rosas de distintos colores, girasoles y otras flores, tenía una hermosa piscina con kioscos y un sitio para hacer comida a la parrilla.

Subimos a conocer los cuartos las escaleras dividen el segundo nivel en dos alas que llevan a dos largos pasillos se pueden contar unas veinte puertas, diez a cada lado, cada cuarto era del tamaño de la casa donde me críe juntándola con la de Rosita, equipada con una cama de lujo de gran tamaño, las mesitas de noche correspondientes, además de un sofá de cuatro puestos donde cómodamente se podía dormir si te cansas de esa gran cama, del balcón se podía divisar la inmensidad del terreno donde está ubicada la casa, tenía un gran vestier y ni que decir del baño, ese era otro cuento, con acabados finamente seleccionados, ducha y bañera, toallas suaves al tacto y lleno de productos con las mejores fragancias, no entiendo como mi padre pudo ser tan cruel y negarnos una vida cómoda teniendo la capacidad de hacerlo.

Llegamos por fin a la alcoba principal, la puerta era doble y tenía el doble del tamaño de las demás habitaciones, tenía nevera con todo lo necesario para quedarse sin salir del cuarto por algunos días y una isla bar con un gran surtido de licores finos todo muy bien decorado con muchas fotos de mamá y mías, por primera vez vi fotos del matrimonio de mis padres y fotos de mis primeros días de nacida, algunas de las decoraciones eran dibujos que yo había hecho en el jardín y que pensé que habían terminado en la basura.

Por último bajamos al garaje y había unos siete u ocho carros de alta gama, marcas costosas que jamás pensé llegar a tener.

El abogado había reunido al personal de servicio, María es el ama de llaves, me mira con gran ternura, lleva un par de décadas trabajando en esta casa, Emma era la encargada de la cocina, luisa y Paola de la limpieza, Ramón era el jardinero y Román el chófer y encargado de seguridad que aún no entendía por qué tenía que utilizarla.

Todos eran muy amables y prometí contratar más gente para mantener al día una casa tan grande.

Por primera vez dormí en una cama con un colchón suave y unas delicadas almohadas, fue difícil conciliar el sueño, pero lo más difícil fue levantarme, aunque un olor a comida deliciosa me recordó que llevaba días comiendo de prisa ese fue el mejor aliciente para salir de esa deliciosa cama.

La mesa estaba lista y de verdad nunca había visto tanta comida junta, todo se veía delicioso, parecía las fotos de banquetes que tenía mi madre guardada en una caja vieja y que mi padre boto por culpa de una gotera que las lleno de humedad.

Con la barriga llena, ahora venía lo mejor, debía hacerse cargo de un negocio enorme, donde se manejarían grandes sumas de dinero, por lo que no podía andar en jeans, camisetas y tenis, era hora de cambiar

Debíamos ir de compras y eso era algo totalmente nuevo para mí, debí contratar un asesor que se encargará de mi imagen, después de tener los armarios llenos, era necesario un cambio de look, el indicado para reflejar que soy capaz de enfrentar el duro mundo de los negocios sin dejar atrás mi espíritu juvenil, después de estar casi todo un día entre compras y estilistas puedo decir que estoy lista para enfrentar mi nueva vida.