El Ángel De Mí Desorden
Los días en la escuela primaria siempre eran iguales, tranquilos y debo decir que más tranquilos que el pueblo dónde hice mi niñez. Solamente me preocupaba hacer la tarea, a veces hasta me quedaba adentro del aula y puede que también haya tenido compañeritos molestos, pero igual seguía escribiendo como lo hago ahora...
Todos los años eran iguales, leía en los actos. Quizás hasta utilizaba el lenguaje oral para recitar versos en el jardín. ¡Cómo olvidar mi súper pantalones rojos y azules! Pero de tantos rulos no me veía peinada.
Aprendí a leer en el Jardín de Infantes. Mí, primer libro era con tapa de cartón y el siguiente fue un Atlas de los Animales con el que dibujé tanto como armé mi propio negocio de carátulas para Plástica con dibujos de animales, todos mis compañeros estaban contentos.
Quizás, a los nueve mi papá también se fue. No lo sentí porque mí mochila se hizo aún más grande que mis preocupaciones. Tenía que llenarme de deberes por doquier.
Luego, sí. Fueron comienzos extraños. De la nena que me seguía a todos lados, que carga y que pesada, ella se llamaba Teresa, de mi primer vestido que jamás iba a usar y de cómo dejé de jugar con mis compañeros.
Ahí fue cuando llamaron a mi mamá porque me había alejado del mundo y no hablaba con nadie.
Pero me iba bien en la escuela.
En mi escuela también había jardín, taller de huerta y hasta el mismo jardín dónde me egresé con cinco años. Era de jornada completa, allí almorzábamos y nos pasábamos ocho horas con clases y recreos, el nombre que mí escuela llevaba era de uno de los fundadores de la primera junta: Mariano Saavedra dónde también se llamaba la estación de trenes.
Era un pueblo tan pequeño como interesante, hay varias piscinas como árboles que los plantó mí tío.
También a veces venía un señor escritor a relajarse, él entrevistó a Ernesto Che Guevara poco antes de su muerte. También es el segundo distrito más grande de la provincia de Santa Fe en Argentina. Pero lo más catastrófico son los vagones descarrilados por accidente.
Hay una iglesia donde comenzaron a invitarme y dejarme un espacio para leer la carta de los apóstoles. Ahí son buenos conmigo.
Por alguna extraña razón ahora me visto solita y no espero a nadie, me miro el pelo en el espejo y me voy también en solitario a la iglesia.
A veces, hasta Gladys me prestaba su libro para iniciar la misa. También estoy confirmada y comulgada. No voy a extrañar las pruebas con notas del cura. Tenía cara de malo y no tenía pelos, pero es comprensible.
Pero volviendo a la escuela, ahí está la problemática.
Tarea, clases y más tarea. Matemáticas, divisiones y fracciones. La nena que molesta y me sigue a todos lados con un acento raro que al parecer es formoseño. También está Antonella que un año la veo y el otro no, qué pena y ahora le picó el bichito y ¡es de amor!
Ella piensa que a mí también me picó, pero no es así, me gusta observarla, pero una vez casi me mete en problemas y mi, hermano el más grande que es bravucón me acusó con mí mamá.
¡Tengo que huir! ¡Voy a hacer la tarea! ¡Se me empaña la vista! Los renglones se nublan.
¡No puedo bajar mí porcentaje!
¡Son mis notas!
Camino raro, miro demasiado el piso, me jorobo.
Nuevamente tengo excelente en Plástica.
Volviendo al ruedo...
Siempre me gustó jugar en los recreos, pero eso está por acabarse...
El bullicio...
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