Capítulo #17

~Dos semanas habían pasado~

"Duque, bandidos con caballos se acercan, quiere que preparemos las barricadas y esperemos sus órdenes a dispararles flechas?" Habló el capitán, nervioso por pensar que algo malo iba a suceder.

"Soy el jefe, Jack dijo que el Duque quería hablar conmigo" Se mostró imponente pero no le afectaba al Duque.

"Soy El Duque Besthat. Sería bueno que habláramos." Lo miró de manera sería y un escalofrío recorrió el cuerpo de todos.

"¿Dónde están mis chicos?" Preguntó mirando a los caballeros, sus ojos se detuvieron en una chica.

"¿Una mujer? y además es una santa" sonrió maliciosamente.

El Duque notó la mirada de aquel hombre hacia Laila y se molestó.

"¿Quieres acabar igual que sus amigos?" Pronunció la chica, conocía esa mirada de superioridad hacia ella.

Todos se giraron a mirarla.

"Le ofreceremos un trato, señor duque" se rascó la barba y luego bajó de su caballo. "Mi nombre es Ayté, quiero que esa chica venga conmigo a cambió de la paz." Apuntó hacía ella.

Los toros permanecían escondidos como Laila lo había ordenado, ellos entendían el lenguaje humano y también sabían hablarlo. Así que escuchaban atentos lo que aquel hombre con una gran cicatriz en la cara, decía.

"¡Eso no lo permitiré!" El Duque levantó la voz, Laila se acercó hacia ellos

"Con su permiso, Duque. Si usted quiere hacer un trato por mi, lo justo es que hablara conmigo." Se paró frente a él.

"¡Tú no puedes llevártela!"

"¡No lo permitiremos!"

"¡Sir. Lai, es una de nosotros!" gritaban los demás caballeros y Ayté se comenzó a molestar.

"¿Lo ve? Ellos son mis compañeros, ¿qué es lo que quiere de mí? El Duque tiene más cosas que podría ofrecerle." Extendió su mano señalando al Duque.

"No quiero nada personal, pero tú eres una Santa"

El Duque permanecía detrás, tratando de contener su enojo por como aquél hombre, quería llevarse a Laila como parte de un trato. Es el imperio o Laila.

"Hable." Laila se estaba estresando por como Ayté seguía dándole vueltas al asunto.

¿Qué tiene que ver qué sea una Santa? No creo que me quería para su cama, tampoco para que me una a él. Algo está pasando, aún no entiendo por qué quieren la cabeza del Emperador.

"Haa?, ¿Su gracia no le ha comentado a esta hermosa señorita el por qué estamos en guerra?"

Ahí está, sigue hablando.

Ayté suspiró.

"Nosotros somos de un pueblo al otro lado de la costa del imperio León. Estamos pegados a su costa y nuestro rey está bajo el mando de su emperador, hace tres meses una epidemia nos atacó causando fiebre y manchas negras en la piel de las personas, creímos que no era nada grave hasta que... la gente comenzó a morir." Ayté se tapó la cara exasperado. "Le rogamos al rey que nos ayudará, por qué su gente estaba muriendo pero él solo se encerró en su enorme palacio junto con su familia diciendo qué a menos que él emperador enviara a un Santo, nada se podía hacer."

Su rey, ¿No hizo nada por ellos? que hijo de...

El Duque sentía la mirada decepcionada de Laila había el hombre, si él contaba todo, él perdería a laila aún si el Duque solo siguiera órdenes del emperador.

"Fuimos con su emperador y de rodillas le suplicamos por ayuda pero él solo nos echó, diciendo qué mientras la epidemia no pasará su imperio, ese no era su problema." La cara del hombre se veía cansada y triste.

"Por eso, dándome cuenta de que usted es una Santa, usted es nuestra única oportunidad." suplicó.

Laila conocía esa mirada, personas en su vida pasada la miraban así cuando estaban en guerra, suplicando que salvarán a sus familias.

"Solo pido eso." Miró a Laila a los ojos.

El Duque Besthat sabía esto y no hizo nada. Los hubiera dejado morir sabiendo que gente inocente estaba sufriendo por su culpa.

"Iré contigo." Le palmeo el hombro.

"Sir. Lai, no puedes..." Laila lo miró disgustada.

"No necesito sus órdenes, su gracia." Le quitó el sacó que mostraba el escudo de la guardia Besthat.

"¡Te lo prohibo!" Gritó.

"Yo no soy un caballero oficial de Su gracia, no necesito tus regaños y tampoco se consideraría traición. Yo no soy tan inhumano como para dejar a gente inocente morir." Mencionó subiéndose a su caballo.

"¡Vámonos!" Gritó Ayté y todos lo siguieron.

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