Viviendo Con El Intruso

Viviendo Con El Intruso

Capítulo 1

La suave brisa, el color anaranjado en el cielo, el camino rocoso y no asfaltado, por alguna razón Tara se hallaba transpirando a pesar de que la noche estaba cayendo, y por más que odiara sudar, sentía una especie de emoción hormigueante en su estómago conforme se acercaba a su destino. La casa de sus padres.

Por fin había cumplido la edad requerida para ser considerada una adulta y poder dejar el orfanato, ya estaba un poco más cerca de comenzar a cumplir sus objetivos, y estaba determinada a iniciar por reclamar aquel lugar construido por sus padres, y que se trataba del único recuerdo y objeto de valor sentimental que tenía por parte de ellos.

A cada uno de sus lados solo tenía árboles y más árboles que dejaba atrás conforme seguía avanzando. No podía evitar cuestionarse del por qué sus padres habían tomado la decisión de construir una casa a mitad de un bosque y rodeada de árboles, pero una vez que sus pies se detuvieron frente al lugar, todo pareció tener sentido. Se trataba de una casa de dos niveles, con paredes totalmente cristalizada, desde donde estaba segura, se podría apreciar la belleza del bosque que la rodeaba.

Aunque no podía ver como era la casa por las enormes cortinas que cubrían los cristales desde el interior, ya podía hacerse una idea de lo que podía esperar una vez entrara allí. Con la adrenalina circulando por sus venas y la euforia que marcaba su brillante sonrisa, se apresuró a terminar de recorrer el caminito de piedra que llevaba a la entrada. Buscó con desesperación la bolsita de plástico con la llave en el interior que le había sido entregada con los papeles de la casa por las monjas del orfanato, y se apresuró a girar la llave para encontrarse con... ¿un hombre?

– Espera, ¿tú quién eres?

Aquel hombre de cabellos castaños y espalda ancha, dio una breve vuelta sobre sí mismo para mirar a Tara que se mantenía estática en el marco de la puerta. Un pan a medio comer estaba en la mano del hombre y vestía ropa que parecía ser de dormir. Una sonrisa ladeada se dibujó en sus labios antes de dirigirse a Tara.

– Iván Reid

"Genial, otro listillo" pensó ella despectivamente mientras dejaba caer su bolso y la maleta que le habían acompañado durante todo el camino. No le interesaba por ninguna razón el nombre de aquel hombre, mucho menos hacer una amistad con él. Lo que específicamente quería saber es cómo había logrado entrar a su casa y con qué motivos se estaba quedando en ella.

– Las cortesías no son necesarias. ¿Quién es usted y como entró a mi casa? ¿Quién le autorizó?

El rostro de Tara se frunció con desconcierto al percatarse de que las palabras que habían salido de su boca, no hacían mas que provocarle gracia al desconocido que ya no era tan desconocido. Al menos sabía que se llamaba Iván.

– Esta.. —hizo una pausa deteniéndose a admirar todo el lugar como si se tratara de un premio muy placentero— Es mi casa, y al parecer, tú eres mi garantía.

Una risa burlona no pudo evitar salir de los labios de Tara mientras lo observaba con sorna. ¿Garantía? Ni que se tratara de un electrodoméstico sacado de alguna tienda, aquella escena ya comenzaba a parecerle muy surrealista para su gusto, considerando que ella era escéptica por naturaleza, así que estaba decidida a terminar aquello de una vez por todas.

– ¿Garantía? No me hagas reír y salte de mi casa.

Con aquellas palabras tan directas dio por terminada la conversación. Tomó su equipaje que había dejado a su lado y se movió por la estancia sin prestarle atención al ya proclamado Iván. En el nivel inferior no parecía haber habitaciones, un enorme recibidor daba la bienvenida en cuanto las puertas se abrían, al fondo un marco de puerta parecía conectar con lo que era la cocina, sorpresivamente la misma daba lugar a la sala de estar en donde se ubicaba también la escalera que llevaba al segundo piso. Una puerta de madera se alzaba debajo de la escalera y quiso pensar que se trataba de algún baño para visitas, pero ya tendría tiempo de verlo todo con mas calma, ahora se moría de ganas por ver el segundo nivel.

Subió las escaleras con la emoción de una niña de doce años recién mudada. Al final de los escalones se topó con un pasillo con puertas de lado a lado. Las fue pasando una a una sin decidirse en cuál debería de entrar primero. Su duda se disipó al toparse con una de las puerta que estaba al fondo del pasillo a la izquierda, en la que un cartel tallado citaba "Tara". No tuve que pensárselo dos veces para entrar allí.

Una habitación completamente blanca le dio la bienvenida. En el centro de aquel espacio se hallaba una gigantesca cama llena de lo que se veía eran unos mullidos y cómodos cojines, aparte de las almohadas y las ropas de la cama. Al lado derecho había una pequeña mesita redonda con un jarrón como decoración y al lado de esta se hallaba un sencillo pero bonito armario. Del lado izquierdo de la cama había un cuadro de elefante en el suelo y en la pared contigua había un enorme escritorio con una silla.

Un pequeño y coqueto mueble redondo estaba en el centro de la habitación, y al darse la vuelta para contemplar la pared que estaba a su espalda, pudo descubrirla llena de hermosos cuadros de todos los tamaños. De repente se sentía como si hubiera despertado en alguna historia o película donde podría disfrutar de muchas cosas glamorosas.

Dejó su equipaje sobre la cama mientras caminaba hacia el armario para ver su interior. Estaba mentalizada para encontrarlo completamente vacío, pero sus ojos se desorbitaron al notar algunas prendas en el. Con la felicidad recorriendo sus venas, no pudo evitar chillar y saltar de la emoción de un lado.

– Que bueno ver que te estás adaptando perfectamente, pero creo que me malinterpretaste.

La profunda voz de Iván se coló en sus oídos deteniéndola en seco de su momento de felicidad. Con una mano al corazón por el repentino susto que se había llevado, se giró para encarar a aquel hombre que ya hacía a 15 kilómetros de distancia.

– ¿Por qué sigues todavía aquí?

Como respuesta obtuvo unos papeles que fueron lanzados a su cama por Iván. Tara entrecerró los ojos sin confiarse demasiado en la situación que se estaba desarrollando en ese momento. Caminó con cautela hasta tomar lo que estaba sobre su cama, miró el contenido de los papeles y frunció el ceño confundida. Era un testamento, igual que el que había traído del orfanato. Dudaba haber extraviado aquellos papeles tan importantes, y no le había dado oportunidad a Iván para acercarse a ella y sacarlos de su equipaje de algún modo, así que, ¿cómo es posible que tuviera esa documentación?

– ¿No me invitas a entrar? —cuestionó Iván desde el marco de la puerta donde permanecía apoyado— Necesitas una explicación y solo yo puedo dártela.

Los ojos de Tara discurrían entre Iván y los papeles que sostenía aún en sus manos sin saber con exactitud qué hacer. ¿Podía confiar en él? Mentalmente negó con la cabeza intentando despejar sus pensamientos, más que poder confiar en él lo que debía preguntarse era, ¿quería confiar? La respuesta seguía siendo no pero Iván tenía razón en algo, solo él podía darle una explicación.

Bajó sus defensas rendida ante la obviedad del asunto y con un movimiento de cabeza le permitió la entrada a su habitación. Esperaba no arrepentirse de eso. Tomó asiento en su cama mientras que con la mano le señaló a Iván el mullido mueblecito que estaba en el centro. Al parecer el hombre no se hacía de rogar.

– Puedes comenzar, quiero que seas lo más claro y preciso que te sea posible.

Mientras Tara tuviera en sus manos el control absoluto de la situación no habría nada que temer.

– Conocí a tu padre —fue el modo de empezar que adoptó Iván pero no pudo evitar verse interrumpido por Tara.

– ¡Mentiroso! —exclamó con desprecio acompañado de una mirada asesina. Si había algo que Tara no podía soportar, eran las personas mentirosas— Mis padres murieron cuando yo era pequeña.

Esta vez fue el turno de Tara de ser interrumpida.

– No tienes que explicarme lo traumática que fue tu infancia, conozco los detalles. Y por más que lo sienta, viviste una mentira toda tu vida.

¿Cuales eran las probabilidades de que estuviera diciendo la verdad? Y aunque así fuera, a los ojos de ella Iván no parecía condolerse demasiado cómo profesaba en sus últimas palabras.

– ¿Viviendo una mentira? ¿Y entonces qué? ¿Resulta que soy la hija de dos grandes y famosos millonarios y mi nacimiento fue alguna clase de escándalo por el que tuvieron que darme en adopción? ¿O es que acaso tengo una gemela malvada en alguna parte del mundo? —inquirió con notable sarcasmo en su voz.

– Nada de eso, aunque lo último es una probabilidad. Cómo te dije, conocí a tu padre, hace algunos tres años, y debo admitir que no esperaba tanta historia de trasfondo.

– No te entiendo. ¿Cómo es posible que conocieras a mi padre? Mis padres murieron a los pocos meses de yo nacer.

– Tu madre sí, pero tu padre es otra historia. Te dejó en el orfanato bajo una identidad que no era la suya y se marchó de tu lado sin mirar atrás. La razón por la que conozco todo esto es porque tu padre se vio obligado a contármelo cuando solicitó mis servicios.

– ¿Tú servicio? ¿Acaso eres un mafioso prestamista? Porque de lo contrario no entiendo por qué tan siquiera una persona se vería en la obligación de contarte un secreto tan perturbador.

Tara no pudo evitar observar los hoyuelos que se formaron en las mejillas de Iván al sonreír. ¿Y ahora qué le causaba gracia?

– No soy prestamista, tampoco mafioso. Soy un abogado, uno muy bueno si se me permite decir. Cuando conocí a tu padre estaba en la cárcel, incriminado en un homicidio, fui elegido para ser su abogado defensor.

Iván hizo una breve pausa por temor a ser interrumpido por Tara con una de sus fuertes negativas como había pasado en las últimas explicaciones, pero esta vez nada pasó. Tara se hallaba con la mirada fija en Iván y su expresión dejaba ver que el relato había captado su curiosidad.

– Le expliqué mis términos y condiciones para poder ser su abogado, no tuvo ninguna objeción y procedí a llevar su caso. El proceso fue más largo y tedioso de lo que habíamos estipulado y requerimos más pruebas que eran necesarias para demostrar su inocencia, por lo que nuestro costo establecido subió más.

– ¿De donde obtendría mi padre el dinero para pagar tus servicios?

– Si te soy sincero no lo sé, y aunque lo supiera, el secreto profesional no me permitiría decírtelo.

– ¡Pero soy su hija! —golpeó el mullido colchón sobre el que estaba sentada, abandonando la cómoda posición en la que se encontraba para inclinarse sobre Iván– Tengo derecho a saberlo.

– Es tu padre, ya tendrás oportunidad de saber todo lo que necesites, pero no me corresponde tal cosa a mi. Tú padre logró modificar el testamento que se te había dejado. Eras menor de edad y él era tu responsable ante la ley, por lo que se me fue concedida parte de la casa como pago a mis servicios.

– Eso no es legal, ¿qué clase de abogado corrupto eres tú?

Aquella palabra no pareció sentarle nada bien a Iván. Su ceño se ensombreció y sus facciones se  tensaron, dejando ver un rostro excesivamente serio.

– Si quieres apelar a alguien puedes hacerlo, pero todo el proceso está perfectamente legalizado y no hay fraude alguno. De ti depende si aceptar esta situación de la mejor manera posible, o si quieres ponerte a rabiar cómo chiquilla malcriada.

Iván se inclinó sobre Tara arrebatando los papeles que estaban entre sus dedos, para luego ponerse de pies y salir a paso decidido de aquella habitación.

– ¡Al menos cierra la puerta! —gritó Tara bajando de la cama y caminando a grandes zancadas antes de dar un portazo— ¡Bruto!.

Con los pensamientos a mil por hora, se dejó caer nuevamente en la cama. Ni siquiera sabía si podía confiar en lo que había escuchado, pero una parte de su cerebro, aquella que es poco racional, le decía que Iván no ganaría nada con inventar tal historia. Así que de momento podía darle el beneficio de la duda.

Quizás más adelante lograra que él le contara un poco más sobre su padre. Si había algo que no podía negar, era que el nombre de él figuraba en los papeles del testamento, así que debía de cooperar hasta lograr encontrar una forma de solucionar aquella situación.

El día que era el más esperado de toda su vida, se había convertido en el más largo de todos, y su malestar aumentaba al pensar en que habrían muchos más por delante. Cubrió su rostro con sus brazos y dejó su mente en blanco. Solo necesitaba descansar esa noche para poder afrontar todo la mañana siguiente.

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Comments

Khristta LM

Khristta LM

kilómetros??? y 15???... cómo???

2022-12-19

0

EsoTilin 67yukan

EsoTilin 67yukan

pinta bna ojala x q me.gusta mucho.leer

2022-10-11

0

Amaya Cedeno

Amaya Cedeno

Pues me gusta la ortografía y tu forma de narrar.

Espero sorprenderme aún mas en los siguientes capitulos💕

2021-05-19

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