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La Venganza

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4 Un lindo encuentro

–Mira Meztli, ¿Qué estará pasando allá?.

–¿Dónde?.

–¡Allá mira, en la plaza!

–¿Dónde hay mucha gente?

–Si, vamos a ver que pasa.

Me tomo de la mano y me llevo, pero conforme avanzábamos mas gente había y mas apretado se ponía. Al final me terminaron empujando y solté su mano, no pasaron ni dos segundo y ya lo había perdido completamente. Comencé a llorar pero al parecer a nadie le importaba todos prestaban mas atención a lo que estaba sucediendo allá donde me había señalado Ramiro, pero por mi estatura no podía ver bien que era.

Camine para salir de la multitud pero una señora me dio un fuerte golpe con su rodilla, ni siquiera se tomo la molestia para ayudarme, ni mucho menos se dio la vuelta para ver a que le había pegado, solo le importaba ir a dónde todos los demás estaban.

Caí al piso llena de dolor, me había golpeado muy fuerte en el estomago.

Cuando alce mi rostro para poder levantarme, vi a un niño del mismo tamaño que Ramiro, solo que este tenia la piel morena, cabello color castaño y ojos café obscuro.

Me ofreció su mano para ayudarme.

–¿Te encuentras bien?.

–Si, muchas gracias.

–No, no es cierto, tu rostro dice otra cosa.

–Bueno si, me duele un poco el estomago.

–¿Estas pérdida verdad?

–Si, venía con mi hermano mayor pero lo perdí entre toda esta gente.

–Sabes una cosa, no esta muy preocupado por ti, porque si lo estuviera, ya estaría buscándote.

–Tal vez tengas razón.

–¿Confías en mi? Ven conmigo.

Me ofreció su mano, mi mamá siempre me a dicho que no hable con extraños, pero el no se ve que sea mala persona.

–Si.

Nos alejamos de la plaza asta llegar al bosque, caminamos un rato mas y llegamos a una pequeña cabaña que se encontraba ahí.

–Pasa, no te preocupes solo estoy yo.

–¿De verdad?

–Si.

–¿Vives solo?

–Si.

–¿Y tus papas?

–Ellos murieron cuando yo era mas pequeño.

–Perdóname, no quise ponerte triste.

–No te preocupes yo se bien que ellos me cuidan desde allá arriba.

Por cierto ¿Cómo te llamas?

–Yo soy Meztli.

–¿Cómo la luna?

–Si, como la luna.

¿Y tú?

–Yo me llamo Tonatiuh.

–¿Cómo el sol?.

–Si, exacto.

Siéntate aquí y espérame, yo iré a recoger un poco de agua y algo para comer.

–Te puedo acompañar.

–Si tú quieres.

–Si, si quiero.

–¿Pero no te duele mucho el estómago?

–Solo un poquito. Pero no me gusta estar sola.

–Bien, entonces vamos.

Meztli, porque se me hace familiar ese nombre, a quien conocía que se llamaba así.

No le daré mas vueltas, cuando regrese Yuma le preguntare.

–¿Hasta dónde vamos Tonatiuh?

–Al río, esta aquí cerca.

Lo bueno porque deje puesta la red para peces en la mañana si no, no tendría que comer ahorita. Después de recoger los peces, recolectamos algunas verduras que sembré la ultima vez que vine al pueblo y unas raíces para hacerle un té a Meztli, para su dolor de estómago.

En realidad no tardamos mucho, regresamos pronto a casa.

–Descansa un rato, yo prepararé la cena. ¿tienes hambre verdad?

–Si, un poco.

¿Te puedo ayudar?

–Pero tú estomago.

–No te preocupes estoy bien.

–Esta bien.

Le enseñe como picar las verduras para la sopa.

–Con cuidado, no te vallas a cortar.

–Si tendré cuidado no te preocupes.

En realidad es una niña muy linda y amable, esperó que tenga buenos padres.

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