Capitulo 2: Primeros conflictos y secretos parte 2

La campana sonó y los estudiantes comenzaron a dispersarse por los pasillos. Isabella caminaba junto a Lucas, con la mochila colgando de un hombro y los libros tambaleándose en sus manos. Como siempre, parecía que algún invisible complot contra ella estaba en marcha, porque cada dos pasos tropezaba con algo.

—Isa, por favor… no hagas que los demás crean que los pasillos tienen trampas —dijo Lucas, sujetándole la mochila para que no se le cayera todo.

—¿Trampas? ¡Pero si solo hay un piso! —replicó Isabella con una sonrisa torpe, mientras levantaba los libros con esfuerzo—. Aunque… no descarto que el universo me odie un poquito.

Lucas soltó una risa suave y la miró con ese brillo protector en los ojos que la hacía sentir segura, aunque también un poco en evidencia.

—Oye… —dijo mientras caminaban—. Hoy Sofía estaba demasiado… activa. ¿No te da miedo que empiece a armar líos?

"—Miedo… —Isabella se rió, encogiéndose de hombros—. Tal vez un poquito. Pero no puedo dejar que me intimide, ¿verdad? Además, si no la ignorara, probablemente terminaría hablando con ella sobre… no sé, sobre injusticias del mundo y terminaría explicándole la moralidad de los bocadillos de la cafetería.

Lucas se rió más fuerte.

—Sí, porque nada dice “disciplina escolar” como una discusión sobre las papas fritas y la justicia social.

Justo cuando Isabella estaba a punto de replicar algo ingenioso, un auto negro se detuvo frente al portón de la escuela. Por un segundo, algo hizo que Isabella se congelara. Lucas la miró, sorprendido:

—¿Todo bien?

—Sí… sí… solo que ese auto me resulta… familiar —dijo ella, intentando no parecer nerviosa"

Dentro del auto, Damián Montenegro observaba con la calma arrogante que lo caracterizaba. Sus ojos azules seguían cada movimiento de Isabella, aunque nadie más en el patio parecía notarlo. No era solo curiosidad; era algo más, algo que aún no podía definir.

Isabella no tenía idea de que él la había identificado gracias al video. Ni de que, en algún momento, ese mismo auto negro sería el punto de partida de muchas discusiones, encuentros accidentales y miradas que harían que su corazón se acelerara.

Mientras tanto, Sofía, desde una esquina del patio, seguía observando con esa mezcla de celos y fascinación que siempre la acompañaba. Mordiéndose la uña y frunciendo el ceño, sus pensamientos eran claros:

—Si Isabella cree que puede salirse con la suya, se va a equivocar.

Isabella, por su parte, apenas notaba el juego de miradas y rivalidades. Tropiezos, risas y conversaciones intrascendentes llenaban su mundo, mientras su torpeza habitual le daba a Lucas mil oportunidades para cuidarla y reírse de ella al mismo tiempo.

—Lucas… —susurró mientras ajustaba un libro que casi se le cae—. Gracias por siempre… ya sabes… estar ahí.

—Claro, Isa —respondió él con una sonrisa—. Al menos alguien tiene que asegurarse de que sobrevivas a la escuela sin quedar atrapada en las trampas de Sofía.

—O en mis propias trampas —admitió ella, riendo—. No puedo prometer que siempre me salve sola.

El timbre sonó de nuevo y los estudiantes se dirigieron a sus siguientes clases. Isabella respiró profundo, sabiendo que este año no sería nada fácil. Cada mirada, cada comentario y cada tropiezo serían parte de algo mucho más grande… algo que aún no comprendía del todo.

Mientras ella caminaba por los pasillos, Damián la observaba desde el auto, calculando, planeando y asegurándose de que pronto la justicia de Isabella se toparía con su arrogancia.

Por ahora, todo era solo el inicio.

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