El heredero de los Sen

Capítulo 3: El heredero de los Sen

(Desde la perspectiva de Damien Sen)

La mañana empezó con el mismo brillo imponente que siempre entraba por los ventanales de mi oficina, reflejándose sobre las paredes de vidrio y acero.

Todo era perfectamente calculado: los relojes, las carpetas, las pantallas, incluso la temperatura del aire.

Así me gustaba: bajo control.

Siempre.

Pero ese día era distinto.

Mi padre estaba aquí.

—Hijo, creo que es momento —dijo con su voz grave, la misma que dominó medio mundo empresarial y que aún podía poner nervioso a cualquiera—. A partir del lunes, serás oficialmente el nuevo CEO de Vlader Sen Corporations.

Lo miré en silencio, con los brazos cruzados, apoyado en el escritorio de roble oscuro.

Había esperado este momento durante años, y aun así, escuchar esas palabras de su boca me revolvió el estómago.

No por miedo.

Por orgullo.

—Ya era hora —respondí, intentando sonar neutral, aunque una parte de mí sonrió internamente.

Veintisiete años.

Un imperio esperándome.

Un apellido que pesaba más que cualquier cadena.

Y una sombra… la de mi padre.

Vlader Sen asintió despacio, con esa mirada que usaba cuando intentaba medir cada reacción mía, como si fuera una acción bursátil.

—No creas que esto fue fácil para mí, Damien. Eres mi hijo, y he sido duro porque quiero que superes lo que yo logré.

«Ah, claro… el viejo discurso del sacrificio paternal», pensé, conteniendo una risa sarcástica.

—¿Y qué hay de Mia Lang? —solté, con el tono más frío que pude reunir—. ¿También fue parte del plan para que yo “superara lo que lograste”?

Su rostro cambió, apenas, pero lo suficiente para saber que había tocado el punto débil.

—Sabes bien que esa relación no te convenía —replicó, cruzando las manos detrás de la espalda—. Los Lang son competencia directa. Una distracción emocional no puede dirigir una empresa.

—Claro, porque tú nunca te distraes, ¿verdad? —lo interrumpí, sin poder evitar que se me escapara la amargura—. Todo en tu vida ha sido una transacción. Hasta mamá.

Por un momento, el silencio llenó la oficina.

El aire parecía más pesado.

Mi padre suspiró, y por primera vez en mucho tiempo, sonó casi… humano.

—Algún día vas a entender que el amor no mantiene imperios, Damien. Las decisiones sí.

Recuerda eso.

Me acerqué a la ventana.

Desde el piso 52, la ciudad se veía diminuta, como un tablero de ajedrez donde todos se movían según nuestras reglas.

El poder.

El control.

La reputación.

Eso era lo que realmente importaba en el mundo de los Sen.

—¿Terminaste, padre? Tengo trabajo que hacer —dije, sin girarme.

—Terminé, sí. Pero quiero que pienses en algo. —Su voz se suavizó, lo que me tomó por sorpresa—. Deja el orgullo a un lado alguna vez. Tu madre pregunta por ti, y yo… bueno, a veces también.

Podrías venir a casa, aunque sea una vez.

“Casa.”

Esa palabra sonó más vacía que nunca.

—Lo pensaré —mentí sin remordimientos.

Vlader asintió y salió sin decir más.

El sonido de sus zapatos alejándose resonó como un recordatorio de todo lo que había aprendido a no sentir.

—¿Te dejó sin palabras otra vez? —La voz de Caleb Dil irrumpió segundos después de que mi padre cerrara la puerta.

Mi mejor amigo, y también mi asistente ejecutivo, entró con su típica sonrisa relajada y un montón de carpetas bajo el brazo.

Llevábamos años trabajando juntos, y aunque era un desastre con la formalidad, su eficiencia era impecable.

—No diría sin palabras —respondí, sentándome detrás del escritorio—. Más bien me dejó recordando por qué no quiero terminar como él.

Caleb soltó una carcajada.

—Y aun así, te estás convirtiendo en una versión más joven y peligrosa de Vlader Sen. —Dejó caer las carpetas frente a mí—. Aquí tienes los informes de los nuevos ingresos. Empiezan el lunes. Algunos perfiles son impresionantes.

Comencé a hojear los documentos uno a uno.

Nombres, universidades, historial académico.

Nada fuera de lo común… hasta que un apellido familiar captó mi atención.

Violeta Meil.

Fruncí el ceño.

—¿Los Meil? —pregunté, alzando una ceja.

Caleb asintió, tomando asiento frente a mí.

—Sí, recomendación directa de sus profesores. Graduada con honores en Administración. Viene del país M. —Sonrió, con ese tono burlón suyo—. Hija de Rodrigo Meil y Amelia Meil… los dueños de ese imperio de bienes raíces y joyería, ¿no?

—Exacto. —Cerré la carpeta con un golpe seco—. No puedo creer que hayamos contratado a una Meil.

—¿Problemas con los ricos, jefe? —Caleb se echó hacia atrás, divertido—. Pensé que tú eras uno de ellos.

—Hay ricos… —dije, mirando hacia la ciudad—. Y luego están los Meil: mimados, consentidos, creyendo que todo se consigue con una sonrisa o con el apellido.

No necesito ese tipo de gente en mi empresa.

Antes de que pudiera decir algo más, una notificación en mi teléfono vibró.

Un mensaje de Twitter.

Le di clic… y lo que apareció en pantalla me dejó sin habla por dos segundos.

Un video.

“La heredera Meil armando un escándalo en un antro de lujo del país M.”

Toqué el video y la imagen se expandió.

Ahí estaba ella.

Violeta Meil, con su cabello rubio platinado, su vestido rosa de diseñador, gritando a una chica que intentaba lanzarle una copa.

Y lo peor… la forma en que se defendía, sin miedo, sin perder la compostura, con una mezcla entre arrogancia y seguridad que, para mi desgracia, no pude ignorar.

—No puede ser —murmuré, llevándome una mano a la sien—. Dime que no es la misma que contratamos.

Caleb, curioso, se acercó a mirar la pantalla.

—Oh, wow… —dijo entre risas—. Sí, esa es ella. Y… su amiga, Olivia Meg. ¿No es la hija del ministro de relaciones exteriores?

—La misma. —Solté un bufido—. Perfecto. Las princesas del país M, las reinas de los titulares de chismes… y ahora trabajarán aquí.

Caleb no dejaba de mirar el video, como si se tratara de una película.

—Admito que tienen estilo. Esa morena—señaló a Olivia— es increíble. Pero Violeta tiene algo más… una especie de fuego. Esas chicas son puro espectáculo.

—¿Fuego? —repetí, con un tono irónico—. Yo lo llamaría problema con patas.

Y créeme, Caleb, no quiero tener que apagar incendios emocionales en el piso ejecutivo.

—Vamos, jefe. Un poco de drama en la oficina no le hace daño a nadie —bromeó, mientras se dejaba caer en la silla frente a mí—. Además, será entretenido verla tratar de impresionar a “el gran Damien Sen”.

Seguro se muere por complacer al CEO.

—No me interesa que me  complasca, y tampoco me interesa verla fracasar —respondí con seriedad, aunque la verdad… una parte de mí sí quería verla luchar.

Ver si realmente tenía algo más que apellido y carisma.

Porque si algo me irritaba, era la gente que creía que podía tenerlo todo sin ganárselo.

—Voy a ponerla a prueba —dije, tomando su expediente otra vez—. Quiero verla enfrentarse al mundo real, lejos de sus fiestas, sus lujos y sus padres millonarios.

Caleb alzó las cejas.

—¿Una prueba? Suena a tortura disfrazada de mentoría.

—Llámalo lo que quieras —dije con una sonrisa leve—. Si logra aguantar mi ritmo de trabajo, entonces quizás merezca quedarse. Si no… —cerré el expediente con un chasquido—, se irá tan rápido como llegó.

Caleb soltó una risa.

—A veces pienso que disfrutas demasiado de esto, Damien.

—No lo niego. —Me incliné en la silla, cruzando las manos—. Ver caer a los arrogantes me recuerda por qué estoy donde estoy.

—Y aún así, tú eres el más arrogante de todos —respondió, dándome una palmada en el hombro.

No lo contradije.

Porque tenía razón.

Horas después, cuando el día terminó y las luces de la ciudad comenzaron a encenderse como un enjambre dorado, seguía pensando en aquel video.

No en la pelea en sí, sino en su mirada.

Había algo en esos ojos azules —una mezcla de desafío y orgullo— que no era lo que esperaba de una heredera mimada.

«No te emociones, Damien», me reprendí.

«Solo será otra niña rica que cree que el mundo gira a su alrededor.»

Y aun así…

Algo me decía que Violeta Meil no sería tan fácil de ignorar.

Mientras cerraba el expediente por última vez esa noche, murmuré para mí:

—Bienvenida al infierno, señorita Meil.

Caleb, que aún no se había ido, sonrió desde su escritorio.

—¿Planeas recibirla tú mismo el lunes? —preguntó.

—Oh, sí. —Me levanté, ajustándome el saco con calma—. Quiero verla llegar con su aire de princesa.

Y cuando descubra que en Vlader Sen los títulos no sirven de nada…

Veremos si la “reina del país M” sobrevive al reino del hierro.

Salí de la oficina sin mirar atrás, con esa sensación familiar que solo aparecía cuando un nuevo juego comenzaba.

Y, de algún modo, supe que esta vez, el tablero no iba a ser tan predecible como de costumbre.

Capítulos
1 Presentación de "Amor Bajo Contrato"
2 La vida perfecta de Violeta Meil
3 Una noche para brillar
4 El heredero de los Sen
5 Anuncio de mi nueva novela
6 Rumbo al país N
7 Primer día, primer enemigo
8 El jefe más insoportable del planeta
9 Un mes con la señorita Meil
10 Noticias inesperadas
11 Entre la razón y el eco del pasado
12 La promesa que destroza el alma
13 Una promesa con fecha de caducidad
14 Entre lágrimas y promesas
15 Reencuentro amargo
16 Anuncio especial de “Amor bajo contrato”
17 Citas con el enemigo
18 La mujer equivocada
19 La soledad también brilla
20 Tres días para el final
21 El heredero furioso
22 El precio del apellido Sen
23 “El día en que dejé de pertenecerme”
24 “La rabia bajo el traje”
25 La jaula dorada
26 Bajo el mismo sol
27 Sombras de un nuevo día
28 “Entre líneas y mentiras”
29 Flashbacks
30 El brillo de los diamantes y la luz de su mirada
31 Pequeños pasos hacia ti
32 La habitación compartida
33 Anuncio de “Amor bajo contrato”
34 Entre el nombre de otra y el abrazo de él
35 El despertar que no esperaba
36 “Lo que vi en esa ventana”
37 “La Dama que no lloró frente a él”
38 “Entre la culpa y el pasado”
39 “Entre el silencio y la soledad”
40 “Una casa compartida… y un corazón roto”
41 Anuncio de “Amor bajo contrato”
42 “El día que volvió a mirarme”
43 “Lo que ahora quiero proteger”
44 “El regreso disfrazado”
45 Bajo el peso de la culpa
46 “El eco del adiós”
47 “Sombras en el desayuno”
48 “La decisión de un corazón roto”
49 La cuerda floja del amor
50 La Jugada Perfecta
51 La traición
52 Adiós a nuestro nosotros
53 Lo que perdí
54 Un trato bajo las estrellas
55 La propuesta de un destino compartido
56 Anuncio de “Amor bajo contrato”
57 El silencio después de ella
Capítulos

Updated 57 Episodes

1
Presentación de "Amor Bajo Contrato"
2
La vida perfecta de Violeta Meil
3
Una noche para brillar
4
El heredero de los Sen
5
Anuncio de mi nueva novela
6
Rumbo al país N
7
Primer día, primer enemigo
8
El jefe más insoportable del planeta
9
Un mes con la señorita Meil
10
Noticias inesperadas
11
Entre la razón y el eco del pasado
12
La promesa que destroza el alma
13
Una promesa con fecha de caducidad
14
Entre lágrimas y promesas
15
Reencuentro amargo
16
Anuncio especial de “Amor bajo contrato”
17
Citas con el enemigo
18
La mujer equivocada
19
La soledad también brilla
20
Tres días para el final
21
El heredero furioso
22
El precio del apellido Sen
23
“El día en que dejé de pertenecerme”
24
“La rabia bajo el traje”
25
La jaula dorada
26
Bajo el mismo sol
27
Sombras de un nuevo día
28
“Entre líneas y mentiras”
29
Flashbacks
30
El brillo de los diamantes y la luz de su mirada
31
Pequeños pasos hacia ti
32
La habitación compartida
33
Anuncio de “Amor bajo contrato”
34
Entre el nombre de otra y el abrazo de él
35
El despertar que no esperaba
36
“Lo que vi en esa ventana”
37
“La Dama que no lloró frente a él”
38
“Entre la culpa y el pasado”
39
“Entre el silencio y la soledad”
40
“Una casa compartida… y un corazón roto”
41
Anuncio de “Amor bajo contrato”
42
“El día que volvió a mirarme”
43
“Lo que ahora quiero proteger”
44
“El regreso disfrazado”
45
Bajo el peso de la culpa
46
“El eco del adiós”
47
“Sombras en el desayuno”
48
“La decisión de un corazón roto”
49
La cuerda floja del amor
50
La Jugada Perfecta
51
La traición
52
Adiós a nuestro nosotros
53
Lo que perdí
54
Un trato bajo las estrellas
55
La propuesta de un destino compartido
56
Anuncio de “Amor bajo contrato”
57
El silencio después de ella

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