Un momento de Esperanza

El ducado estaba más animado de lo habitual. Los sirvientes corrían por los pasillos preparando los carruajes, los vestidos colgaban en percheros nuevos, y en el gran salón se apilaban cajas con obsequios para la ceremonia en el castillo de Orion.

Mientras Liora y Adena supervisaban los últimos detalles, Serena apareció cargando un par de canastas con frutas frescas. Su andar era tranquilo, demasiado tranquilo para alguien que al día siguiente debía presentarse ante el Rey.

—¿Desde cuándo te preocupas por llevar fruta? —preguntó Liora, arqueando una ceja.

Serena dejó la canasta sobre la mesa sin mirarla.

—Los viajes largos requieren provisiones. No pienso pasar hambre en el camino al castillo.

Adena ladeó la cabeza, desconfiada.

—No creo que pasemos hambre. El banquete real es famoso.

Serena se limitó a sonreír.

—Bueno, me gusta estar preparada. Nunca se sabe cuándo se necesita un bocado extra.

Su tono despreocupado no logró convencer a sus primas. Liora cruzó los brazos, estudiándola con atención.

—¿Por qué tengo la sensación de que planeas algo?

—¿Yo? —preguntó Serena con fingida inocencia mientras ajustaba la tapa de otra canasta—. Solo soy una humilde invitada.

Adena soltó una risa corta.

—Humilde invitada… mm. Dices eso, y tienes esa mirada que pones antes de hacer una locura.

Serena levantó la vista y arqueó una ceja.

—Debe ser tu imaginación. Mañana simplemente iremos, saludaremos al Rey, y volveremos como corresponde.

Liora entrecerró los ojos, claramente poco convencida.

—Claro… como corresponde.

Serena volvió a acomodar las frutas, apretando un poco más de lo necesario una de las manzanas para evitar sonreír.

No iba a decirles que su plan era desaparecer apenas pusiera un pie en el castillo, saludarlo y volver para prepara sus cosas e irse .

—Deberías estar más emocionada —insistió Adena mientras se estiraba perezosamente—. Es un honor presentarse ante el Rey.

Serena se encogió de hombros.

—Emocionada no es la palabra que usaría.

Liora suspiró, cansada de intentar sonsacarle algo.

—Como quieras. Pero si haces alguna tontería, que sepas que no vamos a cubrirte.

—Perfecto —replicó Serena con una sonrisa—. Así no tendrán que preocuparse.

La forma en que lo dijo dejó a ambas primas con un nudo de sospechas, pero la seriedad de la jornada siguiente las convenció de dejar el tema por la paz.

Horas más tarde, ya en sus habitaciones, Adena se dejó caer sobre la cama, mirando el techo con gesto pensativo.

—Estoy segura de que planea algo… pero no tengo idea de qué.

Liora, sentada frente al tocador, se quitó los pendientes y respondió en voz baja:

—Sí… pero mañana no podemos estar vigilándola todo el tiempo. Quizá solo sea nuestra imaginación.

—Ojalá —murmuró Adena, aunque en su voz no había plena convicción.

Mientras tanto, en su cuarto, Serena revisaba en silencio un pequeño paquete envuelto en tela que había escondido bajo el manto de viaje.

Frutas secas, un cuchillo ligero, un mapa arrugado.

Su mirada se endureció un instante.

—Ni siquiera sabrá quien soy, aunque.. Tendr que saludarlo para que no los maten .. Tonto Rey malcriado.– Suspiro apagando la vela.

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Comments

Juliet

Juliet

Y como sabe que es malcriado? 🤨

2025-10-04

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