La mañana era fría y clara cuando el Duque Adrien Frely hizo llamar a sus hijas y a Serena al gran salón de la mansión. Su porte era impecable como siempre, y su ceño fruncido indicaba que lo que iba a decir no era una simple charla familiar.
Liora y Adena, las hijas del Duque, llegaron primero, con vestidos sencillos pero elegantes. Serena apareció última, con los pantalones de montar aún llenos de polvo y el cabello atado con una cinta raída.
Adrien se aclaró la garganta y desplegó un pergamino con el sello real: el lobo de hielo de los Orion.
—El Rey ha enviado invitaciones a las casas nobles —anunció con solemnidad—. Quiere conocer a las jóvenes de las familias influyentes. Entre ellas, a ustedes tres.
Adena se llevó las manos al pecho, emocionada. —¿De verdad? ¡Será un honor conocer al Rey Orion!
Liora, más serena, solo inclinó la cabeza. —Es una oportunidad importante para nuestra familia.
En cambio, Serena ni siquiera levantó la vista. Estaba ajustando la cuerda de su arco.
—Genial, horas sin comer para caer desmayada por el corsé, y escuchar a las molestas de las hijas de os otros duques —dijo con simpleza, mientras probaba la tensión del arco—. Paso.
Adrien la miró incrédulo, como si acabara de escuchar la mayor blasfemia posible. —Serena, ¡es el Rey! Esta es una oportunidad que no debes desperdiciar.
Ella soltó una risa suave, burlona. —No me malinterprete, tío… pero el Rey le va a interesar a alguien como yo, además seguro se enamorar de alguna de mis primas . Y No tengo interés tampoco.
Adena intervino con un suspiro resignado. —Al menos podrías mostrar algo de respeto Sere,La mitad de las damas del reino matarían por esa invitación.
—Exacto, la mitad de las damas. Yo no soy parte de esa mitad —replicó Serena, colgándose el carcaj al hombro—. Solo iré para cono muestra y vuelvo..Ahora tengo un entrenamiento pendiente.
Adrien, ya rojo de frustración, dio un paso hacia ella. —¡Serena, no puedes seguir comportándote así! La familia Frely debe mostrar unidad ante la corte.
Serena se detuvo en el umbral de la puerta, giró la cabeza y sonrió con ese gesto travieso que tanto irritaba a su tío.
—No se preocupe, tío. Mostraré unidad… cuando nos ataquen los bandidos. Por ahora, prefiero aprender a defenderme.
Sin esperar respuesta, salió con paso firme hacia el patio de entrenamiento, dejando a Adrien con los puños apretados y a sus primas tratando de contener la risa.
—Padre… —dijo Liora en voz baja, con una sonrisa cómplice—. Ya debería saber que cuando Serena decide algo… no hay fuerza en el mundo que la haga retroceder.
Adrien solo se dejó caer en su sillón, murmurando para sí: —Edran… ¿Por qué también le enredarste ese carácter infernal?
❄️
El salón del trono estaba iluminado por el tenue fulgor de los cristales de hielo que pendían de los candelabros. El frío no era un problema para Orion; al contrario, lo hacía sentirse en casa.
Se mantenía sentado, erguido en su trono, con el mentón apoyado en un puño, mientras su madre, la Reina Vianna, entraba con un brillo de emoción que él ya encontraba agotador.
—Orion —empezó ella con voz firme pero dulce—, el día de la ceremonia se acerca. He revisado las listas… Hay dos jóvenes que merecen especial atención: Nadyra de Lethran y Veira de House Rethnor. Ambas son de linaje fuerte y muy bien educadas.
Orion levantó una ceja con el mismo interés que se le dedica a un copo de nieve más entre millones.
No interrumpió, así que Vianna prosiguió, entusiasmada:
—Nadyra tiene fama de ser elegante, generosa y refinada. Sabe tocar el arpa, bordar y…
Orion carraspeó apenas y alzó la mano, interrumpiéndola con frialdad.
—¿Y sabe leer un mapa, dar órdenes a un pelotón, negociar un tratado? —preguntó, con la voz tan seca que incluso el capitán de la guardia evitó mirarlo.
La Reina lo miró con una sonrisa paciente, como si hablara con un niño que no entiende de buenas maneras.
—Querido, esas no son tareas para una futura Reina. Debe traer elegancia y estabilidad a la corte.
Orion se recostó en el trono, sus ojos grises brillando como el hielo.
—Elegancia y té no ganan batallas ni sostienen el reino. Si necesito un adorno para los banquetes, pediré una estatua de mármol.
El canciller, que estaba a un lado tomando notas, tosió con incomodidad.
—Su Majestad, la dama Veira, por otra parte, tiene reputación de ser más… enérgica. Participa en torneos de tiro con arco y es diestra en equitación.
Orion volvió a alzar una ceja, esta vez con un poco más de interés.
—Bueno, al menos no es completamente inútil —murmuró, con un dejo de humor oscuro—. Tal vez sepa diferenciar un caballo de un burro.
La Reina lo fulminó con la mirada.
—Orion, no deberías expresarte así. Son jóvenes con educación, hijas de grandes casas.
Él no apartó la vista de ella, con el rostro imperturbable.
—Precisamente por eso las examino. Un título no garantiza competencia. Prefiero un burro que pueda cargar el peso de la corona que una mujer que solo sepa elegir vestidos y sorber té.
El silencio en la sala fue tan denso que se podía escuchar el crujir del hielo en las columnas.
El capitán de la guardia carraspeó.
—¿Debo enviar a investigar sus capacidades, Majestad?
Orion se levantó despacio, su imponente figura proyectando una sombra alargada sobre el mármol.
—Hazlo. Quiero informes reales, no cuentos de salón. Que me traigan candidatas que puedan al menos sobrevivir a un invierno en las montañas.
Mientras salía del salón, Vianna suspiró, negando con la cabeza.
—A veces me pregunto si encontraré una mujer que soporte ese humor tuyo.
Orion, ya en la puerta, respondió sin siquiera volverse:
—Si existe, será digna de ser Reina.
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Comments
Juliet
Me gusta su personalidad!
2025-10-04
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