La biblioteca olía a papel viejo y café recalentado. Entre estantes interminables, Valeria trataba de concentrarse en los apuntes, pero la realidad era otra, lo que realmente la desconcentraba estaba sentado frente a ella.
Gael hojeaba las carpetas con calma, como si tuviera todo bajo control. Esa seguridad irritante que lo envolvía parecía llenar el espacio.
- "Lees demasiado lento", dijo Gael, sin levantar la vista.
Valeria lo fulminó con los ojos.
- "Y tú demasiado rápido. No todo es cuestión de velocidad", replicó Valeria.
Él dejó escapar una media sonrisa, la primera en todo el rato.
- "¿Siempre te defiendes así, con respuestas rápidas?", preguntó Gael.
- "¿Siempre buscas molestar?", replicó ella, apretando el bolígrafo.
El silencio posterior se cargó de tensión. El roce de sus miradas fue más intenso que cualquier palabra.
Gael cerró la carpeta de golpe.
- "Escucha, Valeria. Si quieres pasar esta materia, tendrás que seguirme el ritmo. No voy a perder tiempo explicándote lo que no entiendes", expresó Gael.
Valeria sintió cómo le hervía la sangre.
- "No necesito que me expliques nada", dijo Valeria.
Se inclinó hacia él, apoyando las manos sobre la mesa.
- "Lo que necesito es que me respetes", manifestó Valeria.
Por un instante, los ojos grises de Gael brillaron con algo indescifrable. Su voz bajó un tono, grave, casi íntimo.
- "Si de verdad quieres respeto, deja de temblar cada vez que me acerco", dijo Gael.
El corazón de Valeria dio un vuelco. Se enderezó de inmediato, apartando la mirada.
- "Estás delirando", expresó Valeria, tratando de disimular los nervios.
Gael rió suavemente, una risa peligrosa.
- "Claro", dijo Gael.
Unos pasos interrumpieron el momento.
- "Iba a preguntar si necesitaban ayuda, pero parece que no", se escuchó.
Valeria giró y vio a Iker, con una carpeta bajo el brazo y esa sonrisa luminosa que siempre parecía salvarla.
- "Iker. Justo hablábamos del caso", comentó Valeria.
Gael se recostó en la silla, cruzando los brazos.
- "En realidad no hablábamos de eso", dijo Gael.
La tensión se espesó.
Iker no le prestó atención.
- "Tengo algunos apuntes que podrían servirte, Valeria. Si quieres, podemos revisarlos después", manifestó Iker.
Ella agradeció la oferta con una sonrisa nerviosa. Pero Gael no se quedó callado.
- "No tiene por qué meterse", dijo Gael.
Iker giró la cabeza y lo miró directamente. Su voz seguía tranquila, pero firme.
- "Y tú no tienes por qué decidir por ella", expresó Iker.
El aire se congeló.
Gael apoyó lentamente las manos sobre la mesa, inclinándose hacia adelante con esa calma peligrosa que Valeria ya había aprendido a temer.
- "Ten cuidado, Iker. Hablas demasiado para alguien que no entiende lo que está en juego", manifestó Gael.
Valeria se levantó de golpe, y la silla cayó al suelo con estrépito.
- "¡Basta los dos! No pienso quedarme aquí viendo cómo se comportan como críos", expresó Valeria molesta.
El silencio fue brutal. Gael la observó con los ojos entrecerrados, y aunque no dijo nada, su expresión fue un reto en sí mismo.
Iker, en cambio, se acercó y le rozó el brazo con suavidad.
- "No tienes por qué soportar esto. Yo me encargo", expresó Iker.
Valeria lo apartó de inmediato, con el corazón desbocado.
- "No necesito que ninguno me salve", dijo Valeria.
Y sin mirar atrás, salió de la biblioteca, dejando a los dos frente a frente. Sabía que aquello no había terminado, y que en ese fuego cruzado ella ya era parte del campo de batalla.
El golpe seco de la puerta resonó cuando Valeria salió de la biblioteca, dejando atrás el eco de su respiración agitada. El silencio que quedó era distinto, cargado de algo más oscuro.
Gael e Iker se quedaron frente a frente, separados por la mesa llena de apuntes que ya no importaban.
Iker fue el primero en romper la quietud.
- "No sé qué juego llevas con ella, pero te advierto que no voy a dejar que la uses", expresó Iker.
Gael arqueó una ceja, divertido, como si la advertencia fuera un chiste.
- "¿Usarla? Qué palabra tan fea. ¿Eso es lo que crees que hago?", cuestionó Gael.
- "Eso es lo que parece", respondió Iker y se cruzó de brazos, firme. "Ella no es un trofeo ni una distracción para tu ego".
Gael se levantó despacio, empujando la silla hacia atrás con calma medida. Daba la impresión de un depredador estirándose antes de atacar.
- "Interesante. Hablas como si supieras quién soy", comentó Gael.
- "Sé suficiente", dijo Iker y sus ojos no titubearon. "Y también sé que Valeria merece algo mejor que un tipo que disfruta haciéndola sentir pequeña".
La sonrisa de Gael se torció en un filo de hierro. Dio un paso hacia adelante, acercándose hasta quedar a un par de metros de Iker.
- "¿Y ese "mejor" eres tú?", inquirió Gael.
- "No lo digo yo", replicó Iker sin alzar la voz. "Lo va a decidir ella".
Gael lo observó en silencio un par de segundos, hasta que la tensión se volvió insoportable. Después bajó la mirada, riendo con un tono bajo y peligroso.
- "Muy noble. Muy heroico. El chico perfecto que nunca rompe las reglas", comentó Gael.
Iker sostuvo la calma, pero apretó la mandíbula.
- "Al menos yo no juego con fuego solo para ver a quién quemo", expresó Iker.
El brillo en los ojos grises de Gael fue puro desafío.
- "Entonces prepárate, porque yo no me retiro", dijo Gael.
La amenaza flotó en el aire, clara y afilada.
Iker se inclinó hacia él, sin retroceder ni un centímetro.
- "Ni yo", expresó Iker.
El silencio posterior fue casi ensordecedor. Dos mundos distintos, dos formas opuestas de mirar a Valeria, habían chocado de frente. Y aunque no se dijeron más palabras, quedó claro, la guerra estaba declarada.
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Comments
Betty Saavedra Alvarado
Iker y Gael Valeria no es ningún objeto sexual es su compañera de estudios
2025-09-13
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Cataleya
yo los mandaría a los dos por un tubo 🙄
2025-09-12
1