CALEB.
Le doy un puñetazo tras otro. La sangre me hierve más que nunca. Ahora que sé que Brandon es el ex de Morgan y, en parte, el culpable de su cambio, los celos me carcomen. Cuando los vi juntos, bailando y charlando, sentí una rabia incontrolable. No pude más y me lancé sobre él, golpeándolo sin piedad.
—¡Caleb, basta! ¡Lo vas a matar! —escucho a Morgan gritar, y su voz me detiene.
Me levanto del cuerpo de ese idiota y la tomo de la mano, sacándola a toda prisa de esa maldita fiesta. La llevo al Jeep de Dylan y, mientras ella me grita, marco su número.
Llamada con Dylan Brown
—Caleb, ¿qué carajos te pasó? ¿Por qué hiciste eso? —pregunta Dylan, alarmado.
—No importa. Necesito que nos lleves a mi casa ahora.
—De acuerdo, pero mañana me explicas por qué reaccionaste así.
—Sí, sí, ven rápido. Morgan está furiosa.
Fin de la llamada
Morgan no deja de gritarme. Está muy molesta, y no sé qué hacer para que entienda que lo golpeé por los malditos celos que sentí.
—Morgan, lo golpeé porque no puedo permitir que se aproveche de ti de nuevo —confieso, con la voz un poco quebrada.
Ella se queda paralizada, mirándome con recelo.
—No sé de qué hablas —dice, con la voz casi inaudible.
—Chicos, ya estoy aquí, ¿nos vamos? —la voz de Dylan rompe el tenso momento.
Nadie dice nada. Nos subimos al Jeep, yo en el copiloto y Morgan en el asiento trasero.
MORGAN.
Llegamos a mi casa. —Gracias por traernos, Dylan —digo, bajándome del Jeep.
—Morgan, nos vemos mañana —se despide Dylan, pero ella solo baja del auto y camina hacia la puerta sin decir una palabra.
Me acerco a ella y abro la puerta. Entra y se queda de pie en la sala de estar.
—Morgan, la habitación está arriba. Es la única que está en buenas condiciones para dormir. Podemos compartirla si quieres.
—No puedo dormir aquí. No tengo ropa —dice, y noto el reproche en su voz.
—Te prestaré algo para que duermas cómoda. Serán cosas mías, pero es lo que hay —digo, suspirando.
—Si no hay de otra —rueda los ojos, y no puedo evitar sonreír levemente.
—No hay otra. No te dejaré ir a tu departamento a esta hora. Son casi las dos de la mañana, y no tengo ganas de conducir. Vamos a la habitación.
Una vez en mi cuarto, ella se sienta en la cama mientras le entrego una de mis playeras.
—Esa puerta es el baño, puedes ducharte si quieres.
—No tengo ropa interior limpia.
—Creo que tengo algo de eso por algún cajón —respondo.
Busco entre mis cosas y encuentro el conjunto de ropa sexy que Hunter le compró a una de sus amigas, pero que me dio para que su novia no lo encontrara. Se lo doy y ella enarca una ceja.
—Larga historia. Solo te diré que es de Hunter.
—Pero si es de él, te lo cobrará.
—No importa. Ve a ducharte —digo, mientras yo busco ropa para irme a duchar a otro baño que tengo al lado del pequeño gimnasio en mi casa.
Entro al baño y me desnudo. Después de una ducha rápida, me pongo el conjunto de lencería que me dio Caleb. Me queda perfecto. La verdad, no sé si podré dormir a su lado con esto puesto. Me pongo la playera de Caleb encima y salgo del baño.
Caleb está sin playera y solo con un pantalón de chándal. Su cabello está húmedo y algunas gotas de agua recorren su cuerpo.
—Morgan, tenemos que hablar —dice.
—No sé de qué me hablas. Vayamos a dormir. Mañana tendré una resaca horrible.
—¿Por qué cambiaste? Meg me dijo que antes no eras tan atrevida, tan ruda, tan... fácil con los chicos —dice, mirándome directamente a los ojos.
—¿Fácil? —no puedo creer lo que escucho—. ¿Crees que soy una zorra?
—No pongas palabras en mi boca, Morgan. Sabes a lo que me refiero.
—No, no sé a qué te refieres —respondo, con la voz temblando de rabia.
—¡Vamos, Morgan! ¡Ese idiota te usó para llegar a tu supuesta amiga, y tú te pasaste un año llorandole para después cambiar, pero para mal! —me grita, enfurecido.
—¡Tú no tienes ningún derecho a meterte en mi vida! —le devuelvo el grito.
Caleb cierra los ojos con fuerza. Se pasa las manos varias veces por el cabello mojado, en un gesto de frustración. Cuando parece más calmado, vuelve a hablar.
—De acuerdo, hagamos un trato.
—¿De qué carajos hablas, Caleb?
—Lo mismo del día en que nos conocimos.
—¿De quién se enamora primero? —pregunto, confundida.
—Sí, solo que si tú te enamoras de mí, vas a cambiar y volverás a ser la de antes.
—Pero si tú pierdes, serás tú quien cambie. Y serás como yo era para que entiendas el porqué de mi cambio. Me cansé, Caleb. Me cansé de esperar demasiado de la gente y solo recibir migajas de su cariño, de su tiempo, de su amistad —le confieso, con los ojos llenos de lágrimas.
Él se queda callado por un momento.
Pienso que se va a negar, pero asiente levemente.
—Acepto, Morgan.
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