La noche había caído sobre la mansión Volkov como un manto pesado. La lluvia golpeaba contra los ventanales, dejando un eco constante que mezclaba calma y tensión. Noah estaba en el salón principal, revisando un botiquín portátil que había traído consigo, reorganizando medicamentos y herramientas con la precisión de quien sabe que en cualquier momento podría necesitar salvar una vida.
No la habían dejado salir desde su llegada. Oficialmente, “por su seguridad”. Extraoficialmente, porque Damien Volkov quería observarla. Y no era el único. Los cuatro hijos del patriarca la habían observado como depredadores analizando a una presa nueva… hasta ahora.
Enzo Volkov
Siempre tan ordenadita… *la voz grave sonó desde el pasillo, acompañado por pasos tranquilos. Vestía una camisa negra remangada, dejando ver tatuajes oscuros que serpenteaban por sus antebrazos* ¿Qué planeas con todo eso, doctora? ¿Salvar a quien?
Noah Lightwood
A cualquiera que lo necesite *respondió sin levantar la vista*No me importa si son enemigos o aliados. Una vida es una vida.
Enzo Volkov
*Sonrió apenas, una sonrisa peligrosa. Pero en sus ojos rojos había algo más: curiosidad*
★☆★
Un estruendo rompió la calma. Un guardia irrumpió en la sala, sangrando de un brazo.
？？？
¡Jefe! ¡Entraron por el flanco este! ¡Son de la familia Morreti!
Noah Lightwood
*dejó el botiquín y se puso de pie*
Enzo Volkov
*Ya estaba desenfundando su pistola.*
Enzo Volkov
Quédate aquí *ordenó*
Noah Lightwood
Ni lo sueñes *replicó, agarrando el maletín médico y siguiéndolo.*
En el corredor principal, el caos era absoluto. Disparos, gritos, el olor metálico de la sangre. Entre las sombras, una figura femenina se movía como un espectro: Luna Volkov, impecable incluso en la batalla, daba órdenes a través de un auricular.
Damien Volkov
Enzo, flanco derecho. Marck, conmigo. Mía, asegura el pasillo central *dijo, sin siquiera mirar a Noah* Y que alguien saque a la civil de aquí.
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