Una semana había pasado desde que Victoria llegó al acogedor hospedaje de doña María, y poco a poco, comenzó a sentirse más organizada en su nueva habitación. Las paredes estaban decoradas con dibujos y pequeños recuerdos que doña María había colocado para hacerla sentir más en casa. La señora se había mostrado amable y comprensiva, ofreciéndole no solo un refugio, sino también consejos sobre cómo sobrellevar el embarazo. Le preparaba tés reconfortantes y comidas fáciles de digerir, lo que ayudaba a Victoria a mantener el estómago tranquilo, a pesar de las náuseas que aún la atormentaban en las mañanas.
Sin embargo, a pesar de los gestos de cariño y apoyo de doña María y las llamadas de Azucena, Victoria no podía evitar llorar cada vez que se encontraba sola. En esos momentos de soledad, se lamentaba por todos los errores que había cometido: la confianza que había depositado en Martín, la manera en que había defraudado a sus padres, y la forma en que ellos la habían tratado. Recordar las hirientes palabras de su padre y cómo lo había echado de su vida como si no valiera nada la desgarraba por dentro. Las lágrimas fluían en silencio, y a menudo se quedaba despierta hasta muy entrada la noche, con el corazón pesado por la tristeza. Se preguntaba qué haría, cómo saldría adelante y sobre todo qué futuro le ofrecería a ese bebé que venía en camino.
Una noche, mientras las lágrimas caían por sus mejillas, una voz dulce y reconfortante pareció susurrarle al oído. Era una voz que la instaba a no desmayar, a recordar que era fuerte y que la luz volvería a brillar para ella. Sin pensarlo, acarició su vientre y una sonrisa tímida se dibujó en su rostro. Esa simple acción le brindó un destello de esperanza en medio de su tormento.
A la mañana siguiente, Victoria despertó con los ánimos renovados. A pesar de que la náusea la golpeó, logró vomitar un poco antes de cepillarse los dientes. Se duchó, se arregló y se preparó para el nuevo día. Al salir de su habitación, se encontró con doña María en la cocina, quien le sonrió cálidamente.
—Buenos días, Victoria. ¿Cómo te sientes hoy? —preguntó la señora, con un tono maternal.
—Bien, creo que estoy analizando todo poco a poco —respondió Victoria, sintiendo que la conversación le traía un alivio.
Doña María la observó con atención, asintiendo con comprensión.
—Eso es importante. Mañana te llevaré al dispensario que está en el otro barrio. Tienen buenos médicos que podrán verificar que tu embarazo está bien —anunció doña María, con una sonrisa tranquilizadora.
Victoria asintió, sintiendo gratitud por la generosidad de su tía.
—Gracias, doña María. Eso me hace sentir más tranquila —respondió, aliviada.
A lo largo del día, ambas trabajaron juntas en la pensión, compartiendo momentos de risa y complicidad. Victoria se sintió útil ayudando en la cocina y organizando las habitaciones, lo que le permitió distraerse de sus pensamientos oscuros. La amabilidad de doña María hizo que su corazón se sintiera un poco más ligero.
Más tarde, mientras estaban en la sala, el teléfono de la pensión sonó. Doña María respondió y, tras unos momentos de conversación, le pasó el teléfono a Victoria.
—Es Azucena, quiere saludarte —dijo con una sonrisa.
Victoria tomó el teléfono con nerviosismo, pero al escuchar la voz familiar de la señora, una sensación de calidez la envolvió.
—¡Hola, Victoria! Solo quería saber cómo estás y mandarte un poco de ánimo —dijo Azucena, su tono lleno de calidez.
—Hola, Azucena. Estoy bien, adaptándome a todo —respondió Victoria, sintiendo que la conexión con la señora le daba un impulso de energía positiva.
—Recuerda, querida, siempre hay luz después de la tormenta. Y tú eres más fuerte de lo que piensas —la animó Azucena_. ¿Cómo te trata María?
_Muy bien, me cuida y me deja trabajar con ella, me consiente y me deja ver la novela con ella.
Con cada palabra de aliento, Victoria sentía que la esperanza comenzaba a florecer en su interior. La conversación continuó, llena de risas y palabras de ánimo, y cuando finalmente colgaron, Victoria se sintió un poco más ligera.
A medida que el día avanzaba, las risas y el trabajo en equipo con doña María le recordaron que, aunque su vida había tomado un rumbo inesperado, había personas buenas que la apoyaban. Y así, mientras el sol se ponía en la capital, Victoria se sintió un paso más cerca de encontrar su camino en medio de la incertidumbre.
Por la noche, se sentaron la tres a cenar en el pequeño comedor: Victoria, doña María y Rosana, la recepcionista de la pensión. Comieron rico y luego degustaron un delicioso postre que preparó Victoria.
_Que postre más delicioso _exclamó, Rosana.
_Riquisímo _agregó, doña María.
_Me alegra que les haya gustado, me lo enseñó a hacer mi madre _dijo, Victoria y de inmediato sus ojos se humedecieron.
_No llores mi niña, verás que algún día tu padre recapacitará y podrás volver a con tu familia _doña María la abrazó.
_¿Y si nunca me perdona? _preguntó, Victoria con su voz quebrada por la melancolía.
_Entonces demostrará que no te merece, si no puedes volver con ellos, me tienes a mi y a Azucena _aseguró, doña María, besando su frente.
_A mi también _agregó, Rosana.
Luego de dejar la cocina en orden, doña María invitó a Victoria a ver la novela de la noche y ahí se mantuvieron hasta las diez de la noche, luego cada quien buscó su habitación.
Victoria se aseó, se cambió con ropa cómoda y esa noche por primera vez desde que llegó a la capital no lloró antes de dormirse.
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Comments
Erica Godoy Silva
Aqui tiene un problema muy comun en la sociedad. Nosotros lo unico que debemos a nuestros padrea ea respecto y nada mas. Nuestro papel como padre es criarmos nuestros hijo y guiar sus pasos para seren ciudadanos utiles en la sociedad y de bien. Error todos cometemos mas nosotros como padrea es que debemos estar a la altura de nuestros hijos y probar que merecemos el titulo de padre y madre. Los hijos no tienen que cumplir las expectativas de loa padres pero si el contrario.
2025-10-02
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Jeny Pareja paz
pues espero que la madurez que adquieras al ir creciendo más con las circunstancias y criar a tus hijos,puedas entender que un ser como tu padre nunca será un abuelo amoroso,porque es autoritario,rígido y cero empatico contigo y tu madre,porque el no quería un familia para disfrutar y enfrentar las situaciones de la vida sino quería personas que solo se rijan por la autoridad a la que el las sometía.
2025-09-26
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Giovanna Vásquez Medina
La vida 😍🧬 le enseñó de una manera cruel a no creer en palabras dulces y no confiar más ➕➕ es muy joven Victoria y será mamá joven. sin estudios y preparación, Pero la mandó a los brazos de personas 👤 correctas y buenas y saldrá adelante ya lo verán !!!
Gracias 😊 querida escritora Rosa 🌹 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos 🙂❤️
2025-08-27
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