Capítulo 3.

Con el corazón destrozado, Victoria se sentó en el borde de la asera, sintiendo que el mundo se derrumbaba a su alrededor. La ira y la decepción de sus padres la habían dejado sin un lugar al que volver. Decidida a encontrar apoyo, tomó su pequeño teléfono y marcó el número de su tía, la hermana de su padre, con la esperanza de que ella la comprendiera.

—Hola, tía, necesito hablar contigo… —comenzó, con su voz temblando_. Ayúdame por favor _ suplicó.

Pero lo que recibió fue un frío silencio y una respuesta desalentadora.

—Victoria, no puedo ayudarte. No quiero involucrarme en tus problemas y menos tener problemas con Tomás, ya me llamó y me contó todo.

El rechazo de su tía fue un golpe más en su corazón. Sintiendo que no podía contar con nadie, intentó comunicarse con sus amigas. Sin embargo, al escuchar la noticia, solo obtuvieron respuestas de desdén y excusas.

—Lo siento, Vic, pero no sé qué hacer. No puedo ayudarte.

_Mis padres me matarían si te ayudo. Lo siento.

Desesperada, tomó una última decisión: llamaría a Martín. Con la esperanza de que, al menos, pudiera escucharla, marcó su número. Sin embargo, su corazón se hundió cuando escuchó el tono que la llevó directo al buzón de voz.

—Martín, soy yo… —susurró, con lágrimas en los ojos—. Por favor, necesito hablar contigo.

Victoria se arrepentía mil veces por haberle creído a Martín, por no escuchar los consejos de su madre y las advertencias de su padre.

Ella quería devolver el tiempo, pero no sé podía, eso era imposible y ahora debía enfrentar las consecuencias de sus actos.

Con el alma hecha trizas, Victoria salió de su barrio y se dirigió a la estación de autobuses. La noche caía, y el frío le calaba los huesos. Una señora, con una mirada amable, la observó y se acercó.

—¿Necesitas ayuda, hija? —preguntó con una sonrisa cálida.

Victoria, sintiéndose perdida y vulnerable, asintió. La señora la acompañó a la taquilla y le ayudó a comprar un billete con destino a la capital. Mientras esperaban, la mujer le ofreció palabras de aliento.

—No te preocupes, querida. La vida a veces nos pone pruebas difíciles, pero siempre hay un camino hacia la luz.

Victoria, sintiéndose un poco más reconfortada, se sentó junto a la señora en el autobús.

—Soy Azucena —se presentó, extendiendo una mano—. Y tú, ¿cómo te llamas?

—Victoria —respondió, sonriendo a pesar de su tristeza.

Azucena le ofreció maní salado y un poco de agua, y juntas comenzaron a charlar. La señora escuchó atentamente la historia de Victoria, sin juzgarla.

—Sabes, querida, a veces la vida nos sorprende con situaciones que no esperamos. Pero Dios siempre encuentra la manera de ayudarnos —le dijo, con una voz suave y reconfortante.

El viaje duró doce horas, y mientras el autobús avanzaba, Victoria miraba por la ventana, observando cómo el paisaje cambiaba. La idea de llegar a la capital la llenaba de ansiedad y miedo. Era una ciudad inmensa, llena de luces y ruido, y ella se sentía tan sola y perdida.

Al llegar, el frío del aire la envolvió, y el bullicio de la ciudad la abrumó. Azucena, al notar su inquietud, la ayudó a subir a un taxi.

—No te preocupes, Victoria. Mi hermana María te recibirá. Ella es una buena persona —le aseguró, mientras le daba la dirección escrita en un papel, luego le envió un mensaje de texto a su hermana.

Victoria se sintió agradecida por la amabilidad de Azucena, se despidieron con una cálido abrazo e intercambiaron números telefónicos. En el taxi, mientras las luces de la ciudad parpadeaban a su alrededor, un nuevo sentimiento comenzó a florecer en su interior: la esperanza. Aunque su vida había cambiado drásticamente, estaba dispuesta a enfrentar lo que viniera. Con cada kilómetro que avanzaba, se convencía de que, tal vez, había una segunda oportunidad esperándola en la capital, por inercia y con mucho cuidado acaricio su aún plano vientre por encima de la ropa, su corazón sintió algo distinto con ese gesto. Tendría a su hijo, lo amaría, lo cuidaría y me demostraría al mundo que, aunque se equivocó, ella iba a hacerlo bien, sería diferente a sus padres, ellos si amaría a su hijo incondicionalmente.

El taxi avanzaba a buen ritmo por las calles iluminadas de la capital, y Victoria observaba con asombro cómo la vida en la ciudad pululaba a su alrededor. Las luces de neón, los ruidos de la gente y el constante ir y venir de los vehículos creaban una atmósfera vibrante y frenética que la hacía sentir tanto fascinada como abrumada. Era un mundo completamente diferente al que había conocido en su pequeño pueblo, un lugar que parecía tan lejano en ese momento.

Al llegar a su destino, el taxi se detuvo frente a un edificio modesto pero acogedor, con un letrero que decía "Hospedaje María". Victoria sintió un nudo en el estómago al pensar en lo que le esperaba dentro. ¿Cómo reaccionaría esa señora al verla? ¿La aceptaría después de todo lo que había pasado? Con una mezcla de temor y determinación, tomó su bolso y se despidió del conductor, no tuvo que pagar, Azucena se encargó de eso.

—Gracias señor —dijo, con la voz entrecortada por los nervios.

—Recuerda, niña, siempre hay un camino hacia la esperanza. No te rindas —respondió el conductor, sonriendo con calidez antes de alejarse.

Victoria tomó una profunda respiración y se dirigió a la puerta del hospedaje. Al empujarla, un suave tintineo de campanillas la recibió, y el olor de la comida casera la envolvió. La recepción estaba decorada con fotos familiares y plantas verdes que daban un aire hogareño.

—Hola, bienvenida al hospedaje María. ¿En qué puedo ayudarte? —preguntó una mujer de mediana edad, con una sonrisa amable.

—Hola, soy Victoria. Estoy buscando a la señora María —respondió, sintiendo que la ansiedad la invadía nuevamente_. Vengo de parte de de doña Azucena.

La recepcionista frunció el ceño por un momento, luego su rostro se iluminó al reconocer el nombre.

—¡Ah, claro! María está en la cocina. Permíteme llamarla.

Victoria sintió como si su corazón latiera con más fuerza mientras esperaba. Los segundos parecían eternos, y cuando finalmente vio entrar a María, sintió una mezcla de alivio y temor, la mujer era tal cual como Azucena se la había descrito, de estatura media, ojos claros y cabello entrecano.

—¿Victoria? —dijo María, con una expresión de sorpresa y preocupación—. Eres justo como te describió mi hermana.

—Necesito un lugar para alojarme, tengo con que pagar una habitación —respondió Victoria, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta.

María la miró con atención, notando la tristeza en sus ojos y la tensión en su rostro.

—Vamos a la cocina, allí estaremos más cómodas, se ve que tienes frío y hambre, te daré algo rico y caliente —sugirió, guiándola hacia un pequeño comedor donde el aroma a guisos y especias la envolvió.

Una vez sentadas, Victoria sintió que la ansiedad la oprimía. Era el momento de abrir su corazón y contarle todo a su tía.

—Doña María, estoy embarazada —dijo finalmente, con la voz quebrada.

María se quedó en silencio por un instante, procesando la noticia. Le dolió el alma al pensar en la situación por qué atravesaba una chica tan joven.

—No te preocupes, Dios nunca nos desampara, vas a ver qué saldrás adelante, niña — dijo María con una mezcla de preocupación y compasión.

—Estoy sola en este mundo, pero quiero luchar y salir adelante.

María la miró con ternura, dándose cuenta de la magnitud de la situación.

—Hija, lo primero que debes saber es que tú no estás sola _señaló su vientre_, también que estás en un lugar seguro —le dijo, tomando su mano—. Aquí te apoyaré en lo que necesites. No estás sola.

Victoria sintió que un peso enorme se levantaba de sus hombros. La calidez y comprensión de María le brindaron un poco de consuelo en medio de su tormenta emocional.

—Gracias, señora María —respondió, sintiéndose un poco más fuerte.

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Comments

Jeny Pareja paz

Jeny Pareja paz

espero que en el transcurso de la historia ella decida apartarse de su familia definitivamente,siempre me terminó decepcionando de estás historias donde las Protas se pasan de tontas perdonando a quien las pisoteo, humilló y lastimó,solo porque no quieren guardar o transmitir rencores a sus hijos,cuando tampoco es mal visto anular de tu vida a la gente nefasta que solo supo darte la espalda cuando más lo necesitaban.

2025-09-26

4

Momys.rub

Momys.rub

Deverdad espero q sean unas personas, con un hermoso corazón!!
Dios aprieta pero No ahorca, y cuando.mas obscuro se ve, es por q Ya va a Amanecer!!
Vicky, No será fácil para ti esta situación, pero tienes la garganta para salir adelante. La Familia No Siempre es de Sangre nena, aveces esa llega solita.
Tómalo como.un impulso.para salir adelante, No te rindas!!!
Espero q en unos.años No venga don Cagazon a querer ser el gran Padre, por q una patada en el culo les.dardmos!!!

2025-10-06

5

Beatriz

Beatriz

Muchas veces se recibe ayuda de extraños que de su propia sangre. Seguro ese viejo ha hecho cosas peores . Quien no ha cometido un error en su vida. Echar a la calle a una niña llevando en su vientre a otro niño@ . Yo de mamá me hubiera ido con ella y dejado solo a ese viejo

2025-10-13

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3 Capítulo 3.
4 Capítulo 4.
5 Capítulo 5.
6 Capítulo 6.
7 Capítulo 7.
8 Capítulo 8.
9 Capítulo 9.
10 Capítulo 10.
11 Capitulo 11
12 Capítulo 12.
13 Capítulo 13.
14 Capítulo 14.
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