El desayuno era lo mismo de siempre: recriminaciones disfrazadas de rutina.
Octavio Ruiz Espinoza
¿Hoy si vas a hacer algo útil?
Livia Rivas Navarro
Sí, tengo clases hasta las cinco. Luego paso por lo que me encargaron
Octavio Ruiz Espinoza
Ah, mira, parece que sí sabe cumplir
Estela tomó el café con la misma expresión con la que uno toma medicina amarga.
Andrés entró a la cocina con el cabello mojado, los tenis sin amarrar y una manzana en la mano.
Andrés Ruiz Navarro
Buenos días
Estela Navarro Escalante
Ya está servido
Andrés Ruiz Navarro
¿Qué sería de mí sin ti? (bromeando) ¿Nos vamos juntos?
Livia Rivas Navarro
Si, si quieres
Estela Navarro Escalante
Claro que quiere. Así no gasta en pasajes, ¿verdad?
Andrés Ruiz Navarro
Y tú así no gastas en humanidad
Estela lo fulminó con la mirada. Octavio dejó la taza con fuerza sobre la mesa.
Pero Andrés ya estaba en la puerta.
Andrés Ruiz Navarro
Vamos, Liv. Antes de que digan que respiramos de más
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El camino a la universidad era el único momento tranquilo del día.
Livia y Andrés caminaban sin prisa, a veces en silencio, a veces con bromas sueltas.
No eran hermanos, pero algo en ellos se sentía así.
Una complicidad callada. Una paz que en esa casa no existía.
Andrés Ruiz Navarro
¿Ya hiciste el ensayo de literatura?
Livia Rivas Navarro
Anoche. Terminé a las dos.
Andrés Ruiz Navarro
¿A las dos? ¿Y por qué tan tarde?
Livia Rivas Navarro
Porque antes lavé trastes, barrí, pasé a la tienda, ayudé a tu mamá a sacar la ropa del patio y contesté las tareas de derecho y economía
Andrés Ruiz Navarro
A veces olvido todo lo que haces
Livia Rivas Navarro
Yo también quisiera
Andrés Ruiz Navarro
Eres más fuerte de lo que crees, Liv
Livia Rivas Navarro
¿Tú lo crees?
Andrés Ruiz Navarro
Sí. Y eso que te conozco de toda la vida
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En la universidad, Santiago ya la esperaba afuera del salón. Pero esta vez… no sonreía.
Livia Rivas Navarro
¿Todo bien?
Santiago Beltrán Márquez
Sí, solo estoy cansado
Livia Rivas Navarro
¿Dormiste poco?
Santiago Beltrán Márquez
No dormí en mi casa
Livia Rivas Navarro
¿Y eso?
Santiago Beltrán Márquez
Me quedé en casa de un amigo. Jugamos hasta tarde
Livia Rivas Navarro
¿Cual amigo?
Santiago Beltrán Márquez
Uno que no conoces
Livia lo observó. Algo estaba… raro. Pero no quiso insistir.
No quería ser “la intensa”, como decían Tamara y Brenda.
Livia Rivas Navarro
Hoy no voy a poder salir
Santiago Beltrán Márquez
¿Otra vez?
Livia Rivas Navarro
Tengo pendientes. La casa, las tareas, lo de la beca…
Santiago Beltrán Márquez
Estás siempre ocupada. Parece que soy el último en tu lista
Livia Rivas Navarro
Eso no es justo
Santiago Beltrán Márquez
No es justo para mi
Santiago Beltrán Márquez
Estoy tratando. Pero tú pareces estar siempre en otra parte
Livia sintió cómo le ardía la garganta.
¿Tratar? ¿Él?
Livia Rivas Navarro
No estoy en otra parte. Estoy sobreviviendo
Santiago Beltrán Márquez
Bueno. Entonces luego hablamos
Se fue sin darle un beso. Sin despedirse.
Livia se quedó parada, con la duda metiéndosele en los huesos.
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En la cafetería
Sandra Hernández Jiménez
¿Todo bien con Santiago?
Livia Rivas Navarro
No sé. Está… raro
Sandra Hernández Jiménez
¿Desde hace cuánto?
Livia Rivas Navarro
Desde hace semanas. Pero hoy fue más obvio
Sandra Hernández Jiménez
¿Y qué te dice?
Livia Rivas Navarro
Que soy yo. Que siempre estoy a la defensiva. Que estoy ocupada. Que no estoy con él
Sandra no dijo nada. Porque no quería mentir.
Porque había algo que ya no iba a poder ignorar.
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Esa misma tarde, Sandra salió al centro comercial con Iván, su novio.
Era una salida cualquiera. Ver tiendas, caminar un rato, buscar algo para cenar.
Iván Carrillo Zamora
¿Quieres palomitas?
Sandra Hernández Jiménez
Sí, pero primero quiero pasar a la librería
Dieron vuelta por el pasillo, y entonces Sandra se detuvo en seco.
Iván Carrillo Zamora
¿Qué pasa?
Ella no respondió.
A unos metros, en una de las mesitas del área de cafés, estaba Santiago.
Con otra. Con Alexia.
Estaban uno frente al otro, riéndose como si no existiera el mundo.
Y en un segundo, sin rodeos, él se inclinó y la besó.
No había duda. No era un saludo. No era confusión.
Era infidelidad. Pura. Directa. Fría.
Iván Carrillo Zamora
¿Ese no es…?
Sandra Hernández Jiménez
Si, es Santiago con Alexia
Santiago la vio tarde. Cuando ya se estaban levantando.
Y entonces, Sandra fue hacia él. De frente. Firme.
Sandra Hernández Jiménez
¿Hace cuanto?
Santiago Beltrán Márquez
Sandra…
Sandra Hernández Jiménez
¿Hace cuánto? ¿Días? ¿Semanas? ¿Meses?
Alexia se alejó en silencio. Santiago tragó saliva.
Santiago Beltrán Márquez
No le digas nada a Livia, por favor…
Sandra Hernández Jiménez
Díselo tú. Porque no me toca a mí romperle el corazón otra vez
Santiago Beltrán Márquez
Sandra…
Sandra Hernández Jiménez
No seas cobarde. Mínimo eso
Se dio la vuelta y se fue. Iván la siguió sin decir nada.
Sabía que no debía opinar. Porque el dolor de Sandra era por su amiga.
Y porque algo en sus ojos decía:
“Lo que acabas de ver, va a romperla. Y tú lo vas a permitir.”
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Esa noche, Livia llegó tarde.
Cansada. Sucia. Con dolor de cabeza.
Pero aun así, le guardó a Andrés un pedazo de pastel que habían regalado en la escuela.
Lo dejó en el refrigerador, con una nota:
“Para el primo buena onda. Gracias por no tratarme como si sobrara.”
Y se fue a dormir.
Ignorante de todo.
Ajena a la traición que ya caminaba detrás de ella.
Porque así son los golpes más duros:
llegan cuando una todavía cree que está a salvo.
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