Después del desayuno decidieron salir a caminar, a un parque de juegos que habían visto desde la ruta. Dilan lo bautizo como "Disney rural".
Había un subibaja oxidado, una calesita que chirriaba como si llorara, y una hamaca que se movía sola con el viento.
Paulina
¿Está bien que nos sentemos acá?
Natasha
¿Querés quedarte en casa con la silla que habla?
Mientras jugaban, Mateo se sentó aparte, en un tronco. Miraba a los chicos como si estuviera en otro mundo.
Y desde lejos, Gabriel lo observaba.
Otra vez.
Callado.
Invisible.
Pero presente.
La casa estaba llena de misterios.
Pero cada vez.
Un poco de cosas más lindas.
...
Otro día
Ese día, Mateo encontró una radio vieja en el fondo del ropero. Polvorienta, cuadrada de esas que parecen tener más vida que todos ellos juntos.
Julián
*Enchufándola después de soplarla como si fuera un cartucho*
Chisporroteó y después una voz salió de la radio: recuerden, si ven sombras que no proyectan luz... no las sigan.
Se miraron todos. Silencio total.
Benjamín
¿Qué fue eso?
Uriel
Publicidad de linternas... dramáticas *dijo y la apagó*
Pablo
*En silencio abrazando a sillardo*
A la tarde, Natasha organizó una "obra de teatro de emergencia". Cada uno tenía que improvisar un personaje con lo que encontrara.
Natasha
Yo voy a ser una bruja buena que vende facturas
Dilan
Yo soy un gnomo que canta cumbia *dijo y bailó algo*
Julián
Yo hago de piedra muda *dijo y se acostó en el suelo*
Mateo
*Mirándolos desde la cocina mientras prepara té para todos*
En el rincón más oscuro del entrepiso, Gabriel lo miraba, otra vez.
Gabriel
Se ríe cuándo cree que nadie lo ve *susurró*
Carla
Y vos lo miras cuando sabes que nunca te va a ver *aparece y lo dice con voz suave*
Gabriel
No me molesta
Stefania
Entonces ya estás perdido *contestó sentándose a su lado como si flotara en la tristeza*
Esa noche, una tormenta cayó de golpe. Fuerte, con truenos que parecían pasos gigantes.
Paulina
¡Se está metiendo agua en la piezaa!
Alejo
¡Mi dibujoo! *chilló mientras corría con la hoja mojada*
Pablo
¡Sillardo está navegando! *grito encantado viendo como su silla flotaba en un charco*
Todos corrieron a poner baldes, toallas, lo que tuvieran.
Y en el medio del desorden, una vela se apagó.
Y luego todas.
Y entonces....
Un susurro.
Casi un canto.
Mateo
*Mateo se detuvo en seco, mirando hacia el pasillo...no había nadie*
Mateo
¿Alguien dijo algo? *preguntó*
Dilan
Yo no *contestó*
Natasha
Yo tampoco
Pablo
*Sonriendo* es la canción linda, volvió
Mateo
*Quedándose quieto con la respiración contenida sintiendo como si algo lo rozara apenas, algo triste, cálido, invisible...*
Esa noche todos durmieron juntos en el comedor. Con colchones, mantas, vasos de agua y un perro imaginario que Alejo había inventado y se llamaba tacho.
Y desde el altillo los fantasmas miraban en silencio.
Algunos con ternura.
Otros con indiferencia.
Pero uno en particular...
Con los ojos puestos en un solo rincón de la habitación
Dónde Mateo dormía, abrazando una almohada que no era suya sin darse cuenta.
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