La incorporación de Cinco al grupo no fue tan fluida como esperaban. Aunque poderoso y determinado, su carácter solitario y orgulloso chocaba con la dinámica que el grupo había formado desde antes.
Durante los entrenamientos en el claro del bosque, Cuatro intentó mantener la armonía.
John Smith (#4)
—Vamos a practicar coordinación. Seis y Jenn en el frente, Cinco y yo por los flancos.
Cody (#5)
—Yo no sigo órdenes —gruñó Cinco.
Jenn (#7)
—No es una orden. Es estrategia —dijo Jenn con serenidad, aunque su tono llevaba un filo.
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Jenn usó su hidroquinesis para formar látigos de agua que golpeaban rocas en movimiento, mientras Seis desataba ráfagas de viento que desviaban objetos. Cuatro utilizaba sus rayos de luz para marcar objetivos, y Cinco levantaba columnas de tierra.
A un costado, Sarah observaba y tomaba nota, mientras Sam calibraba su rifle y el beagle descansaba con una oreja alzada.
En un momento del ejercicio, un trozo de piedra voló peligrosamente cerca de Sam. Jenn se giró de inmediato, atrapándolo en el aire con su telequinesis.
Jenn (#7)
—¿Estás bien? —le preguntó, sin soltar la concentración.
—¿Quieres mostrar tu fuerza? Perfecto. Pero no pongas en riesgo a los que no tienen legados.
Cinco la sostuvo la mirada, pero no dijo nada.
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Esa noche, el ambiente estaba tenso. Sentados alrededor del fuego, el grupo apenas hablaba. Jenn, con la mirada fija en las llamas, fue la primera en romper el silencio.
Jenn (#7)
—No podemos darnos el lujo de pelear entre nosotros. Los mogadorianos no descansan.
Jenn (#7)
—No podemos darnos el lujo de pelear entre nosotros. Los mogadorianos no descansan.
Sarah asintió.
Sam
—Jenn tiene razón. Somos más fuertes juntos.
Número # 6
—Cinco no es el problema —intervino Seis—. Pero tiene que entender que ya no está solo.
Cody (#5)
—Estoy aquí, ¿saben? —dijo Cinco desde la sombra de un árbol.
Jenn se levantó. Caminó hacia él, sin señales de amenaza.
Jenn (#7)
—Lo sé. Y también sé lo que es perder a alguien. Pero si sigues encerrado en tu dolor, terminarás muerto. O peor: arrastrándonos contigo.
El silencio que siguió fue espeso, pero necesario.
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Horas más tarde, mientras todos dormían, Sam y Jenn hacían guardia. Sentados espalda con espalda, observaban la noche.
Sam
—Hoy estuviste increíble —dijo Sam en voz baja—. Y no sólo por cómo usas tus poderes. Es la forma en que hablas, en que miras… como si todo tuviera una razón.
Jenn lo miró de reojo.
Jenn (#7)
—Quizás todo sí tiene una razón. Incluso tú aquí.
Sam se ruborizó, pero sonrió.
Sam
—¿Crees eso?
Jenn asintió. Y por primera vez, apoyó la cabeza en su hombro por unos segundos.
Jenn (#7)
—Buenas noches, Sam.
Sam no respondió. Estaba demasiado ocupado intentando no derretirse por dentro
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