Me gustas, pero no te amo

Jocelyn era muy envidiosa y no podía aguantar que un chico se fijara en su prima y no en ella.

"Solo soy dos años mayor que ella, no sé por qué tiene que ser más guapa que yo", pensó.

Odette no disimulaba su gusto por Rodrigo. Ese día, a la hora de la comida, Rigo la invitó a la Alameda.

Y ella accedió, la Alameda quedaba a veinte minutos de la fábrica en camión.

Cuando llegaron, fueron a sentarse en una banca.

¿Sabes?, me da mucho gusto que hayas aceptado salir conmigo.

Odette no decía nada, solo lo miraba con ojos de borrego a medio morir.

No es que estuviera enamorada, porque el amor se siente. A ella solo le gustaba y mucho.

Cabe decir que Odette nunca había tenido novio. Su amor por José Juan quedó guardado en su corazón como un amor de la infancia.

Esto era distinto, era la primera vez que salía con un chico.

Te quiero preguntar algo.

¿Quieres ser mi novia?, le preguntó él a Odette (antes los chicos les pedían a las chicas que fueran sus novias, eran más educados que ahora).

Odette se quedó callada, no sabía qué hacer.

¿Qué me contestas?, insistió él.

Me imagino que ya sabes la respuesta, dijo ella un poco tímida.

Quiero oírlo de tu boca.

Sí, si quiero ser tu novia.

Entonces Rigo se acercó a ella y le dio un beso en la boca.

Ella se sonrojó.

¿Qué pasa?, ¿es que no te gustó el beso?

Sí, lo que pasa que es la primera vez que un chico me besa.

¿En serio?, y, ¿te gustó?

Ella bajó la cabeza avergonzada. Rodrigo le tomó la barbilla y se la levantó, entonces, le dio otro beso y ella le correspondió. Le pasó los brazos por el cuello y abrió la boca.

Fue un beso lleno de pasión. Y porque estaban en la Alameda, que si no, ahí mismo la hacía suya.

Fue el primer beso que recibía Odette. Estaba encantada con Rodrigo. Pelirrojo, hermoso, las pecas le cubrían la cara. Y era delgado, muy delgado.

Una semana después de andar de novios, entró una chica nueva, Rosario. Odette y Rosario se hicieron amigas muy pronto.

A ella le gustó Rodrigo en cuanto lo vio, pero pronto se enteró que andaba con su amiga Odette.

Trató de no demostrarle nada a Rigo, no quería crear problemas entre los tres. Antes que nada, Chayo era amiga de Odette, y no pensaba arrebatarle a su novio.

"Ni modo, llegué tarde", se dijo.

Odette no le dijo nada a nadie, pero Jocelyn se dio cuenta un mes después y fue con el chisme con don Luis.

En cuanto llegó del trabajo don Luis habló con ella.

¿Cómo es eso que andas de novia con un muchacho del trabajo?

¿Quién le dijo?, Odette se veía un poco nerviosa.

Eso no importa, ya te había dicho que nada de noviecitos. Así que terminas con ese muchacho a la de ya.

Esa noche Odette no pudo dormir. La sola idea de terminar con Rodrigo la llenaba de una gran tristeza, sentía que podría enamorarse de él.

.

.

Al día siguiente, al terminar el turno, Odette y Rodrigo fueron a la Alameda.

Ahí después de unos buenos besos ella le dijo.

Amor, tengo que decirte algo. Mi papá se enteró de nuestro noviazgo y me ha ordenado que termine contigo.

¿Por qué?, dijo él.

Cosas de mi papá, dijo Odette.

Bueno, no hay problema. Ya sabes que yo te quiero.

Rigo, yo sé bien que no me amas, y yo tampoco te amo, pero me gustas mucho.

Ni modo, chiquita, tú te lo pierdes.

Chistoso. De todos modos la pasamos bien.

Claro que sí.

¿Sin rencor?

Claro, pero, déjame darte el último beso.

Para Odette, esa etapa fue maravillosa. Rodrigo fue su primera ilusión, su primer beso y su primer novio.

Una semana después, un chico que trabajaba ahí también le empezó a hacer la ronda.

Arturo era un chico como cualquiera, no era guapo, pero su perfume envolvía a las mujeres.

A Odette, en especial, le gustaba mucho cómo olía. Su aroma la envolvía y la transportaba al paraíso.

¿Qué dices, Odette?, te invito al cine.

En ese tiempo, Odette se inscribió en una escuela de comercio. Ella quería ser secretaria.

No, acabo de terminar con mi novio, y no quiero otro.

Podemos salir como amigos.

Mejor no.

Odette llevaba varios meses en esa escuela de comercio. Ella trataba de cumplir tanto con su trabajo como con la escuela. Era difícil pero no imposible.

Un día, su amiga Rosario la invitó a su casa.

Odette accedió. Ya estando ahí, Rosario le presentó a un amigo.

Mira, Odette, él es Javier Romo, un amigo.

Odette lo saludó sin ninguna emoción.

A partir de ahí, Odette y Javier empezaron a salir.

Para entonces, Odette ya contaba con 20 años.

Conforme iba tratando a Javier se enamoró por primera vez.

Javier era muy agradable, aunque a veces se portaba como un verdadero patán. Pero como Odette lo amaba le perdonaba todo.

Javier la llevó a conocer a su familia. Su mamá la trató bien, pero cuando Odette se fue a su casa, la mamá le habló muy seriamente a Javier.

Mira, hijo, no es precisamente la mujer que yo quiero para ti.

Esa chica no me gusta.

Javier salía con Odette regularmente.

Ella le entregó su corazón. Estaba perdidamente enamorada de él.

Un día ellos estaban juntos sentados en una banca del parque.

¿Me amas?, le preguntó Odette con toda la inocencia de una niña de veinte años.

No te voy a mentir, le dijo él; me gustas, me gusta besarte, acariciarte, pero no te amo.

En ese momento, Odette lloró.

Por una extraña razón don Luis dejó que Odette anduviera con Javier. La dejaba ir con él a donde ellos quisieran.

Odette sentía que su amor no tenía futuro. Javier no perdía la oportunidad de decirle que no la amaba, y Odette sufría mucho.

A veces escuchaba a los mayores decir, si un hombre te hace llorar no vale la pena.

Pero ella lo amaba.

Mientras tanto, Arturo, no quitaba el dedo del renglón. Ándale, vamos al cine. Falta a la escuela, al cabo tú la estás pagando. Ella sufría por la falta de amor por parte de su novio, que accedió a ir con Arturo al cine.

Está bien, vamos.

Bueno, a la salida nos vamos, ¿ok?

Sí, dijo ella.

A la salida, Odette en lugar de ir a la escuela se fue con Arturo al cine.

Se sentaron un poco apartados de los demás.

Arturo no perdió el tiempo y la besó, pero ella se asustó e intentó salir de ahí.

No te asustes, esto es normal, pero ella no le hizo caso y se fue dejándolo ahí con las ganas.

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