"Entre Agua y Fuego"

El reloj avanza lentamente. El sol de la tarde apenas se filtra por la ventana, mientras un grupo de adolescentes está sentado en sus pupitres, con los rostros visiblemente agotados. El profesor de educación física, un hombre robusto con voz monótona, habla sin cesar sobre teorías de actividad física, mientras dibuja diagramas absurdos en el pizarrón.

Profesor:

-...y como pueden ver, la importancia del calentamiento previo al ejercicio radica en la activación de las fibras musculares y...

[Vanessa]

Con la cabeza recargada sobre su brazo, murmura apenas audible:

-¿Por qué no simplemente nos hace correr y ya? Esto es tortura mental...

[Ryan]

Con la mirada fija en el reloj de pared:

-Es educación física, no filosofía del deporte... ¿por qué carajos no salimos a jugar fútbol o algo?

[Nathan]

No presta atención al profesor. Sus ojos están fijos en la puerta, como si con solo mirarla pudiera hacer que se abriera.

-¿Cuánto falta? Estoy por lanzar mi mochila por la ventana y saltar detrás de ella...

[Christian]

Cruza los brazos, aparentemente relajado, pero sus pensamientos lo traicionan.

-(Ya cállate viejo...) -piensa-

Por fuera, solo se limita a bufar con resignación.

[Diana]

Revolotea nerviosa la pierna bajo el escritorio. Mira a Lloyd, luego al profesor, luego al reloj.

-Voy a gritar, lo juro... si dice la palabra "oxigenación" una vez más, me levanto y corro por el pasillo...

[Lloyd]

Está callado, observando al profesor con expresión seria, pero claramente fastidiado. Tiene las manos cruzadas sobre la mesa y la mirada pesada.

[Profesor]

-...lo cual nos lleva a la segunda fase del calentamiento: el estiramiento dinámico. ¿Sabían que existen más de 200 músculos en el cuerpo humano?

[Todo el salón]

Un suspiro colectivo retumba. Y entonces...

¡TIIIIIM!

El sonido del timbre corta la tensión como una explosión. En una fracción de segundo, todos se levantan de sus pupitres, agarran sus mochilas y se dirigen hacia la salida sin mirar atrás.

[Profesor]

-¡Oigan, todavía no terminó la clase! ¡Faltan tres minutos!

Nadie lo escucha. Nadie quiere hacerlo.

[Exterior - Afuera de la escuela]

Los chicos caminan por el pasillo de salida como si hubieran escapado de prisión. Vanessa da un pequeño salto y alza los brazos.

[Vanessa]

-¡Por fin! ¡Ahora sí, que comience nuestro primer entrenamiento oficial!

[Nathan]

-Prepárense para ser testigos del nacimiento del mejor maestro elemental del aire en la historia.

[Ryan]

Le lanza una mirada burlona mientras estira los hombros.

-Sí claro, mientras no te reviente con una bola de fuego en el proceso...

[Christian]

-¿Otra vez van a empezar? Ni siquiera hemos llegado y ya compiten...

[Lloyd]

Suspira mientras camina detrás de ellos, con paso un poco más lento.

-He entrenado todos los días desde que llegamos... la verdad, solo quiero dormir una semana entera.

[Diana]

-Tranquilo, hermano. Gabriel dijo que hoy es tu último día de entrenamiento... al menos por esta semana. Ya casi termina.

[Lloyd]

-Espero que cumpla su palabra. Si me pide otra sesión más con Caelum, voy a fingir mi muerte.

Llegan al borde de la banqueta, donde normalmente estaría el coche rojo de los padres de Camila. Pero no hay rastro del vehículo.

[Vanessa]

-¿Y el coche? No me digan que se les olvidó recogernos...

[Nathan]

-Yo sabía que debía haberme quedado en casa. Esto es una trampa...

Justo entonces, una camioneta gris estacionada unos metros más adelante se enciende. La puerta del copiloto se abre y Camila baja con una sonrisa confiada, apoyándose en el marco.

[Camila]

-¿Y ustedes qué? ¿Van a quedarse ahí parados como estatuas o van a subir?

[Lloyd]

-¿A caray...? ¿Cambiaste de carro?

[Camila]

-Sí, el otro era muy pequeño para todos nosotros. Gabriel consiguió esta camioneta para los entrenamientos... más espacio, más comodidad.

[Diana]

-¡Y aire acondicionado, por favor!

[Ryan]

-¡Yo pido la ventana!

[Vanessa]

-¡Ni lo sueñes, es mía!

[Gabriel]

Desde el asiento del conductor, gira apenas la cabeza con una sonrisa.

-Vamos chicos, suban. Es hora de comenzar algo que no olvidarán.

[Christian]

Sube en silencio, aunque en el fondo está emocionado.

-(Entrenamiento... a ver de qué se trata realmente todo esto.)

Todos suben a la camioneta. La puerta se cierra. El motor ruge suavemente y el vehículo se aleja, rumbo al inicio de su verdadero camino.

Vanessa se inclina desde su asiento hasta el respaldo del asiento delantero, asomándose con curiosidad hacia el conductor.

[Vanessa]

-Oiga, señor Gabriel... ¿nos va a decir ya a dónde vamos o es parte del misterio para ponernos nerviosos?

Gabriel sonríe apenas, viéndola por el retrovisor con ese aire tranquilo que lo caracteriza.

[Gabriel]

-Vamos a un sitio algo apartado de la ciudad. Es un campo abierto entre árboles, perfecto para entrenar sin interrupciones... y sin que nadie salga herido por accidente.

[Vanessa]

-¿Accidente? Bueno, conociendo a Ryan eso suena más a profecía que a posibilidad.

[Camila]

Desde el asiento del copiloto, ríe con suavidad.

-Créeme, si alguien termina prendido en llamas, será culpa de Nathan molestando a Ryan otra vez.

[Nathan - desde atrás]

-¡Yo solo probaba su paciencia! Es parte del entrenamiento mental...

[Ryan]

-Sigue hablando, y verás entrenamiento con fuego real, hermano.

Los chicos siguen bromeando, pero pronto las risas se apagan mientras todos miran por las ventanas. La ciudad queda atrás. A lo lejos, colinas suaves, árboles altos y un cielo despejado se extienden frente a ellos. El camino de tierra se vuelve más rústico. Finalmente, la camioneta se detiene.

[Exterior - Campo abierto entre árboles]

Gabriel apaga el motor. Uno a uno, los chicos descienden, asombrados por la amplitud del lugar. Hay pasto verde, piedras grandes, troncos caídos, un pequeño arroyo. Es el entorno ideal para lo que viene.

Pero justo cuando todos estiran las piernas, otro auto llega, deteniéndose justo detrás de ellos. Es un sedán oscuro. Las puertas se abren y bajan Caelum, de mirada imponente, y Francisco, que camina con una tranquilidad casi elegante.

[Camila]

-Tío Francisco... -dice con sorpresa, sonriendo mientras se acerca corriendo.

[Francisco]

-Camila, qué gusto verte. Has crecido... y por lo visto te has metido en problemas de nivel profético.

Ambos ríen y se abrazan brevemente. Pero entonces, una tercera puerta se abre.

Camila se detiene en seco.

Del asiento trasero baja Danna, su prima, con su cabello perfectamente peinado y una actitud tan segura como altiva. Se baja como si descendiera de una pasarela, no de un auto.

[Camila - pensando, fastidiada]

-(Ay no... no puede ser... la reina del drama ha llegado.)

Danna se acerca con una sonrisa demasiado dulce para ser sincera. Francisco se adelanta un poco, ajeno a la tensión.

[Francisco]

-Danna, saluda, por favor.

[Danna]

-Claro... cómo no.

Mira a Camila de arriba abajo con aire condescendiente.

-¿Cómo estás, segundona?

Camila respira profundo, manteniéndose firme.

[Camila]

-Mejor que nunca, prima. Tú... igual de encantadora que siempre.

[Danna]

-Gracias. Por cierto, escuché que finalmente apareció el Maestro de la Esencia Esmeralda. ¿Es cierto eso?

[Camila]

-Sí, ya apareció. Aunque parece que no eras tú, ¿eh?

[Danna - sonriendo fingidamente]

-Tal vez no, pero quién necesita un título cuando ya soy mejor que cualquiera de ustedes...

Se da media vuelta y camina con elegancia, dejando a Camila parada con los puños ligeramente apretados.

[Francisco, Caelum y Gabriel - aparte, hablando entre ellos]

[Caelum]

-Estos cuatro... Ryan, Nathan, Christian y Vanessa. Me gustaría ponerlos a prueba personalmente. Ver hasta dónde pueden llegar.

[Francisco]

-Estoy de acuerdo. Quiero ver sus límites... y lo que hacen cuando los sobrepasan.

[Gabriel]

-Perfecto. Ustedes se encargarán de ellos. Yo me quedaré con Lloyd. Su entrenamiento requiere algo más... delicado. Hay un poder dentro de él que aún no comprende.

[Caelum]

-¿Crees que pueda controlarlo?

[Gabriel]

-No lo sé. Pero si no lo logra, nadie lo logrará en su lugar.

[Cerca del grupo - Danna se une a los chicos]

Danna camina con paso seguro hacia el grupo de adolescentes. Su mirada va de uno a otro como quien inspecciona una vitrina. Vanessa y Diana la notan al instante y se tensan.

[Danna]

-Así que... ustedes son los elegidos. Vaya. Esperaba algo más... ¿épico?

[Nathan]

-Oye, que no tengamos capas no significa que no podamos patearte el trasero...

[Christian]

-Tranquilo, Nathan.

[Ryan]

-¿Y tú quién eres exactamente? ¿Una influencer mística?

[Danna - con una sonrisa irónica]

-Soy Danna. Y a diferencia de ustedes, tengo entrenamiento real. Pero no se preocupen, no todos nacen con talento.

Vanessa entrecierra los ojos. Diana cruza los brazos. Lloyd, por su parte, permanece en silencio, observándola con desconfianza.

[Danna]

-Y... ¿quién es el Maestro de la Esencia Esmeralda? ¿El gran elegido?

Un incómodo silencio se forma. Diana aprieta los labios. Vanessa voltea la cara. Pero Ryan no se contiene.

[Ryan]

-Es Lloyd. Él es el elegido. Y es mejor que tú, aunque no te guste.

[Diana - bajando la voz con fastidio]

-Ryan... cállate...

Danna levanta una ceja con interés, y con paso provocador se acerca a Lloyd. Este se queda quieto, tensando los músculos mientras ella se pone frente a él.

Sin previo aviso, Danna le toma la mejilla con una mano, como si lo estuviera inspeccionando.

[Danna]

-Vaya... este sí está mejor. Aunque no parece un guerrero. ¿Dónde están tus cicatrices legendarias?

Lloyd no responde. Su mirada es fría, pero contenida.

Entonces, Diana interviene. Se acerca rápidamente y aparta la mano de Danna con firmeza, poniéndose entre ella y su hermano.

[Diana]

-No lo toques. Aléjate de mi hermano.

[Danna - fingiendo sorpresa]

-¿Uy? ¿Hermanos? Qué bonito. Entonces supongo que los dos tienen la misma cara de "no me hables".

Danna se aleja girando sobre sus talones, mientras Diana se queda con el ceño fruncido, y Lloyd simplemente suspira.

[Escena: En un claro rodeado de árboles, Lloyd está sentado con las piernas cruzadas sobre el césped. Tiene los ojos cerrados, la espalda recta y el rostro tenso. Frente a él, de pie con los brazos cruzados, Gabriel lo observa con paciencia.]

Gabriel:

—Tu poder... no se trata solo de fuerza bruta, Lloyd. Está directamente ligado a tus emociones, a tus pensamientos y a todo lo que sientes.

(se detiene y camina lentamente a su alrededor)

Si dejas que tu mente se inunde de caos, tu energía hará lo mismo. No se manifestará de forma pura... será inestable. Incompleta.

Lloyd frunce el ceño, con los ojos aún cerrados. Se nota que está haciendo un esfuerzo, pero su respiración se agita poco a poco.

Gabriel:

—La Esencia Verde responde a ti... pero también te pone a prueba. Si no logras dominar tu interior, tu exterior jamás obedecerá.

Lloyd abre los ojos de golpe, frustrado.

Lloyd:

—¡Ash! No puedo... tengo tantas cosas en la cabeza. Pensamientos que no se callan, preocupaciones, dudas...

(se lleva una mano al pecho)

Todo es un torbellino...

Gabriel se agacha a su lado, mirándolo con calma.

Gabriel:

—Entonces debes vaciar ese torbellino. Tienes que aprender a soltar. No puedes conectarte con tu poder si tu mente está ocupada luchando contra sí misma.

Lloyd lo observa en silencio, bajando un poco la mirada.

Gabriel:

—Tu poder ya está despierto, Lloyd. La pregunta es: ¿vas a dejar que te controle… o vas a aprender a dominarlo?

Lloyd respira hondo. Se acomoda nuevamente, cierra los ojos y esta vez, su expresión es más serena. Se concentra en su respiración.

[Escena: En un terreno más amplio, los demás chicos entrenan con Caelum y Francisco. Cada uno está en una zona distinta, tratando de canalizar la energía de sus amuletos.]

Caelum camina entre ellos como un guía silencioso, mientras Francisco da instrucciones más ruidosas y expresivas.

Francisco:

—¡Vamos, Ryan! ¡Estás dejando que el fuego te controle a ti! ¡Domínalo, no lo alimentes con tu mal humor!

Ryan, con el puño extendido, tiene llamas chispeando desde su amuleto rojo. Su cara muestra concentración... y frustración.

Ryan:

—¡No es tan fácil como gritarle al fuego, Francisco!

Francisco:

—¿Ah no? Entonces prueba cantarle una canción. A ver si eso ayuda.

Nathan, un poco más relajado, flota unos centímetros del suelo con una pequeña corriente de aire a su alrededor, pero cae de repente.

Nathan:

—¡Auch! Bueno... por lo menos no exploté. Eso es un avance.

Vanessa, de brazos cruzados, tiene una pequeña capa de escarcha en el suelo a sus pies, pero nada más.

Vanessa:

(seca y crítica) —Genial. Mis poderes sirven para enfriar bebidas y ya.

Caelum se detiene frente a ella.

Caelum:

—El hielo requiere paciencia. No se forma con prisa... ni con inseguridad. Respira y deja que el frío fluya desde tu centro, no desde tu enojo.

Christian, por otro lado, tiene los pies firmes en la tierra y extiende ambas manos hacia una piedra frente a él. Esta tiembla un poco, pero no se mueve.

Christian:

—¿Por qué siempre soy el que queda como estatua mientras todos hacen magia?

Francisco:

(riendo) —Porque las estatuas son sólidas. Y tú tienes potencial para ser una montaña... solo necesitas creerlo.

Caelum se gira hacia todos.

Caelum:

—No olviden esto: el amuleto no es la fuente del poder. Solo es la llave. La verdadera fuerza... está dentro de ustedes.

Los chicos se miran entre sí, entre frustración y desafío.

Ryan:

—¿Y qué pasa si esa fuerza se siente como una bomba a punto de estallar?

Caelum:

—Entonces aprende a convertir esa bomba en una chispa... y esa chispa en una llama que puedas guiar. Solo así se vuelve poder real.

El ambiente está cargado de energía. El viento mueve suavemente las hojas de los árboles. El suelo está ligeramente marcado por huellas, hielo, tierra revuelta, brasas apagadas y algunas hojas chamuscadas.

Ryan lanza una pequeña llamarada al aire, pero se apaga a medio camino. Nathan intenta levitar con dificultad. Christian mueve las manos con fuerza, logrando apenas que una piedra se sacuda. Pero Vanessa, de pronto, se queda inmóvil, con el ceño fruncido.

Francisco la observa desde una distancia prudente.

Francisco:

—¿Vanessa? ¿Estás bien?

Vanessa no responde. Respira profundamente. Cierra los ojos y concentra su energía. De repente, una barra de hielo sólido, casi como una lanza de cristal, brota del suelo frente a ella con un chasquido helado.

Caelum abre los ojos con sorpresa.

Caelum:

—¡Bien hecho!

Vanessa, sorprendida, retrocede un paso y mira la estructura congelada.

Vanessa:

—¿Qué…? ¿Yo hice eso?

Francisco se acerca, asintiendo.

Francisco:

—Sí, y no fue por accidente. Lo lograste porque, aunque no lo entiendas aún, lo sentiste. Eso es lo primero.

Vanessa se cruza de brazos, fingiendo indiferencia.

Vanessa:

—Pff… supongo que no está tan mal.

Mientras tanto, Danna los observa desde la sombra de un árbol. Su expresión no es de admiración… sino de aburrimiento. Rodando los ojos, se gira al notar que Camila y Diana conversan sentadas cerca de una roca.

Danna se acerca con su característica actitud desafiante. Camina con confianza, moviendo un mechón de cabello tras su oreja.

Danna:

—Oye, Diana…

Diana alza la vista, desconfiada.

Diana:

—¿Tú qué quieres?

Danna:

(con sonrisa provocadora)

—Nada, tranquila… solo decirte que tu hermano se ve muy guapo. Ese aire misterioso que tiene… me encanta.

Diana frunce el ceño, se endereza en su lugar.

Diana:

—Sí, sí, ya entendí. ¿Qué quieres con él? ¡Déjalo en paz! Apenas y lo conoces, y encima… ¡es mi hermano!

Danna:

—No seas tan celosa, Diana. No puedes acapararlo solo porque es tu familia.

Camila interviene, molesta por el tono de Danna.

Camila:

—Ya basta, Danna. Por eso no me gusta que vengas con nosotros. Siempre estás buscando pelea o llamando la atención. Eres creída y fastidiosa.

Danna gira su mirada hacia ella, entrecerrando los ojos.

Danna:

—¿Tú me vas a hablar de llamar la atención? Por favor, Camila. Siempre detrás de mí, como mi sombra.

Camila se levanta lentamente, con el ceño fruncido.

Camila:

—¿Sombra? No me hagas reír. No necesito compararme contigo. Yo no ando compitiendo por tonterías.

La tensión crece entre las tres chicas, mientras al fondo los chicos siguen entrenando.

[Escena alterna – Un poco apartado, en la hierba – Gabriel y Lloyd meditan.]

Lloyd está sentado con las piernas cruzadas, los ojos cerrados y las palmas de las manos extendidas hacia arriba. Gabriel se sienta frente a él, vigilando su progreso con atención.

Gabriel:

—Vamos, Lloyd... concéntrate. Tu poder no decide cuándo se manifiesta. Tú se lo indicas. Tienes que darle dirección, propósito.

Lloyd respira hondo, su ceño se tensa. Pequeñas tiras de energía esmeralda comienzan a surgir de sus palmas, girando lentamente en el aire.

Gabriel:

—Muy bien… ahora sigue. Mantén el ritmo. Si te alteras, el poder se dispersará. Tú tienes que decirle qué hacer… y cómo.

Lloyd se concentra más. Las tiras de Esencia Verde giran, se entrelazan como hilos danzantes. Forman una pequeña espiral luminosa sobre su mano.

Gabriel:

—Dale forma, Lloyd. Piensa en lo que quieres crear… no en cómo se ve, sino en cómo se siente.

Lloyd junta lentamente sus manos. Las tiras se concentran y al tocarse sus palmas, una esfera de energía verde empieza a formarse. Flota justo entre sus manos, vibrando suavemente.

Gabriel:

—No abras los ojos aún. Mantén tu energía en calma. Visualiza esa esfera. Respira con ella.

Lloyd asiente, sin hablar. Sus labios se mueven apenas, como repitiendo un mantra interno. La esfera crece con lentitud, tomando un color más puro, más brillante.

Gabriel:

—Ahora... abre los ojos. Con calma. No te emociones demasiado, o perderás el control.

Lloyd abre lentamente los párpados. Sus ojos reflejan la luz de la esfera. Se queda atónito al verla.

Lloyd:

—Wow... ¿Yo hice esto?

Gabriel:

—Lo hiciste porque dejaste de resistirte. Entendiste que tú mandas. Esa energía es parte de ti, pero no es quien eres. Si aprendes a dominarla, podrás crear… lo que quieras.

Lloyd respira más hondo, emocionado. Su sonrisa es tenue, pero genuina.

Gabriel:

—Ahora, hazla desaparecer.

Lloyd cierra los ojos nuevamente. Junta sus manos con cuidado. La Esencia Esmeralda comienza a absorberse en sus palmas, desvaneciéndose con una suave luz.

Gabriel sonríe apenas.

Gabriel:

—Muy bien, Lloyd. Ese es el primer paso… hacia tu verdadero poder.

Las voces de Camila y Danna comenzaban a elevarse. La tensión entre ambas crecía como si el aire mismo se volviera más pesado.

Danna (cruzándose de brazos, con una sonrisa burlona):

—¿Y tú qué, Camila? Siempre tan correcta, tan perfecta… tan aburrida. Eres la sombra de todos, incluso de tu propio poder.

Camila (entrecerrando los ojos, dolida):

—No ya… te pasaste, Danna. Eso no estuvo bien…

Extendió su mano instintivamente, y una fuerte corriente de agua brotó de su palma, empapando a Danna de pies a cabeza.

Danna (mirándose el cuerpo empapado, respirando hondo con furia):

—¿Qué te pasa, estúpida? ¡Ahora sí te voy a matar, Camila!

Camila (seria, con la mandíbula apretada):

—Tú empezaste. Perdón por quitarte el maquillaje, creí que era pintura para payasos.

Danna (furiosa, su rostro se tensa mientras extiende ambas manos):

—¡No voy a ser la única mojada! ¡Prepárate para que te queme esas cejas!

Llamas comienzan a danzar en sus palmas. Diana se aparta, preocupada, mientras Camila da un paso atrás.

Camila (frunciendo el ceño):

—Danna, ¿en serio quieres hacer esto más grande? ¡Piénsalo!

Danna (con una sonrisa de desafío):

—¡Claro que sí! Vamos a ver si tanto poder te sirve de algo…

Mientras tanto, los demás chicos seguían entrenando. El sudor caía por sus frentes. Ryan intentaba crear una llama, pero ya no tenía energía. De repente, una bola de fuego cruzó el campo y él apenas logró cubrirse con sus brazos.

Ryan (confundido):

—¿¡Pero qué carajos!? ¿¡Quién demonios lanzó eso!?

Francisco (abriendo los ojos con preocupación):

—No… no puede ser… ¡otra vez esas dos!

Una poderosa ráfaga de agua empuja a Danna, que sale volando y cae cerca del grupo, jadeando de rabia. Sin pensarlo dos veces, se reincorpora con las manos en llamas y corre directamente hacia Camila.

Caelum (alzando la voz con autoridad):

—¡YA BASTA CHICAS! ¡DETÉNGANSE DE UNA VEZ!

El grito retumbó con tal fuerza que incluso los árboles parecieron estremecerse. A lo lejos, Gabriel y Lloyd interrumpieron su meditación, abriendo los ojos al instante. Ambos se levantaron de golpe y corrieron hacia el alboroto.

Al llegar, Gabriel solo alcanzó a ver cómo Danna lanzaba una llamarada directa hacia Camila. Sin pensarlo, se interpuso, extendiendo una mano. Un campo protector de energía lo envolvió justo a tiempo para bloquear el ataque.

Gabriel (mirándolas con decepción y severidad):

—¿Qué demonios creen que están haciendo?

Camila (señalando a Danna, frustrada):

—¡Ella empezó! ¡Me provocó desde que llegó!

Danna (aún llena de furia, grita):

—¡Oh, cállate, pendeja! ¡No te hagas la víctima!

Francisco (enojado):

—¡DANNA, CÁLLATE YA!

Gabriel las observa a ambas, cruzando los brazos, y su voz suena tan firme que incluso Danna baja la mirada.

Gabriel:

—Las dos. Castigadas. Sin entrenamiento por el resto del día.

Camila (con los ojos brillosos, herida):

—Pero papá…

Gabriel (cortante, sin darle espacio para discutir):

—Ya lo dije.

Camila aprieta los dientes, da media vuelta y se va rumbo al auto con el rostro rojo de impotencia. Danna solo cruza los brazos, aún molesta, pero sin decir una palabra más. El resto de los chicos solo miran la escena, incómodos, como si acabaran de presenciar algo que no debieron ver.

Lloyd se quedó en silencio, observando a Camila mientras se alejaba. Su mirada se suaviza, preocupado por ella.

Diana salió de entre los árboles, su cabello algo alborotado y el ceño fruncido. Se acercó a su hermano, que seguía observando la escena con seriedad.

Lloyd (sin apartar la vista del grupo):

—¿Qué fue lo que pasó, Diana?

Diana (cruzando los brazos, molesta):

—Esa tonta... nos estuvo molestando desde que llegó. No paraba de hacer comentarios pasivo-agresivos… hasta que Camila se hartó y reaccionó.

Lloyd apretó un poco la mandíbula al mirar a Danna, que aún respiraba agitada.

—¿Cómo… de una familia tan amable salió una persona tan repulsiva?

Diana (bajando un poco la voz):

—No lo sé… pero no tenían que castigar a Camila. Ella actuó mal, sí… pero Danna fue la que empezó todo.

Lloyd asintió sin decir más.

—Bueno… ahí vengo.

Diana (curiosa):

—¿A dónde vas?

Él solo hizo un gesto con la cabeza en dirección a la camioneta. Diana comprendió y se dirigió hacia donde estaba Gabriel, mientras Danna caminaba hacia el resto de los chicos.

Danna (mirándolos con desdén):

—¿Qué me ven, idiotas?

Ryan (haciendo una mueca, incómodo):

—Perdón, perdón…

Vanessa la miró con desprecio, claramente harta de su actitud, mientras Nathan y Christian evitaban el contacto visual, nerviosos.

Lloyd llegó a la camioneta. Desde afuera, escuchó un suave sollozo. Se acercó a una de las ventanas y la vio: Camila estaba encogida entre su sudadera, con las piernas recogidas y los brazos escondidos dentro de la prenda. Su rostro estaba parcialmente cubierto, pero no podía ocultar el temblor de su respiración.

Lloyd abrió la puerta con cuidado.

Camila (sorprendida, limpiándose la cara apresuradamente):

—Lloyd…

Lloyd no dijo nada al principio. Solo se sentó junto a ella, dejando que el silencio hablara por un momento. Luego giró la cabeza suavemente hacia ella.

Lloyd (voz suave):

—¿Estás bien?

Camila (mordiendo su labio, con la voz quebrada):

—No… no estoy bien. Siempre es lo mismo con ella…

Lloyd (esperándola, atento):

—¿Con Danna?

Camila asintió con un nudo en la garganta.

Camila:

—Ella siempre quiere tener el control de todo. Siempre se cree mejor que los demás… como si todo lo que hace estuviera justificado. Y lo peor es que cuando las cosas se salen de control… siempre logra que parezca que fue culpa de los demás. Esta vez fui yo la que reaccionó mal… pero ella lo provocó desde el primer momento. Y ahora… soy la castigada.

Lloyd (con una expresión comprensiva):

—Te entiendo. Ella tiene esa forma de manipular… de herir sin que lo parezca. A veces la gente como ella no se da cuenta del daño que hace… o simplemente no le importa.

Camila (mirándolo, con lágrimas todavía en los ojos):

—Estoy harta de siempre tener que callar. De tener que aguantar sus comentarios, su actitud… como si ella tuviera derecho a rebajar a todos los que la rodean. Me hace sentir… pequeña.

Lloyd (mirando al frente, pensativo):

—Pero no lo eres, Camila. Créeme. Si hay algo que he visto en ti desde que llegué… es que eres fuerte. Incluso cuando dudas de ti misma, sigues adelante. No te dejas caer.

Camila lo miró en silencio, sorprendida por la sinceridad de sus palabras.

Lloyd (bajando la voz):

—No todos podrían mantenerse firmes con la presión que llevas… entre lo del cristal, tus poderes, tu familia… y ahora esto. Pero tú estás aquí. Estás peleando, incluso cuando estás cansada. Y eso te hace más fuerte que Danna… y que muchos.

Camila (murmura):

—No me siento fuerte… me siento como una niña estúpida que no puede controlar sus emociones.

Lloyd (sonríe un poco):

—¿Sabes qué creo? Que a veces… está bien no ser fuerte todo el tiempo. Está bien llorar. Gritar. Mojar a alguien con agua si lo necesita…

Camila suelta una risa débil entre lágrimas, sorprendida de que aún pudiera hacerlo.

Camila:

—Gracias…

Lloyd (viéndola con calidez):

—Siempre puedes hablar conmigo. No tienes que cargar con todo sola.

Camila asiente lentamente, más tranquila. Se apoya un poco en el respaldo y deja que el silencio vuelva, esta vez menos pesado. Por primera vez en mucho rato… se siente un poco menos sola.

Camila, agotada emocionalmente, suspira mientras se acomoda mejor en el asiento de la camioneta. Sus ojos aún están húmedos, pero poco a poco se calman. Mira de reojo a Lloyd, que sigue en silencio junto a ella.

Sin decir una palabra, Camila recuesta la cabeza sobre su hombro. El gesto es suave, casi tímido.

Lloyd parpadea un poco sorprendido, pero luego sonríe. No dice nada, pero su postura se relaja. Deja que ella se quede así, en silencio, acompañada.

Un poco más lejos, Gabriel, Francisco y Caelum conversan bajo la sombra de unos árboles, con miradas constantes hacia los chicos.

Gabriel (cruzando los brazos):

—¿Y bien? ¿Cómo les fue durante el entrenamiento?

Caelum (encogiéndose de hombros con un leve gesto de resignación):

—Pues… mejor de lo que esperaba, pero no tanto como me gustaría. Al menos ya pueden manifestar su poder conscientemente. Aunque controlarlo... es otra historia.

Francisco (con tono irónico, revisando algo en su teléfono):

—Sí, “manifestarlo” es una forma elegante de decir que casi se incendian entre ellos o provocaron una tormenta en miniatura...

Gabriel (con una sonrisa ligera):

—Bueno, eso es parte del proceso. Al menos ya dejaron de asustarse de sí mismos.

Caelum (pensativo):

—¿Y Lloyd? ¿Ha mostrado algo más?

Gabriel (volteando la vista hacia la camioneta):

—Él… es un caso especial. Ya logró manifestar su esencia por su cuenta, pero todavía no sabe cómo canalizarla. Ni siquiera está cerca de rozar la superficie de su verdadero poder.

Caelum (asintiendo con un dejo de preocupación):

—Lo imaginaba. Su esencia es diferente. Más inestable. No será fácil para él dominarla.

Francisco (interrumpiéndolos de golpe, alzando su teléfono):

—¡Ya está! Apareció el primer cristal. Acabo de recibir las coordenadas.

Gabriel (frunciendo el ceño):

—¿Tan pronto? Pero... aún no están preparados.

Francisco (serio):

—¿Y si alguien más también lo está buscando? No podemos darnos el lujo de esperarnos demasiado. El enemigo no va a detenerse hasta tenerlos todos.

Caelum (mirando a Gabriel con una ceja levantada):

—Además, si los chicos enfrentan un verdadero peligro, podrían desbloquear su potencial por instinto. A veces... el miedo hace lo que el entrenamiento no puede.

Gabriel (pensativo, con la mirada en los jóvenes):

—¿Y si no lo logran? ¿Y si el miedo los paraliza y no reaccionan a tiempo?

Francisco (cruzando los brazos):

—Entonces... será culpa nuestra por no actuar cuando tuvimos la oportunidad.

Un silencio tenso se instala entre ellos. Gabriel observa con atención, los demás están dispersos, aún tensos tras el incidente con Danna. Se ven jóvenes. Inexpertos. Vulnerables.

Gabriel (en voz baja, casi para sí):

—Lo pensé… realmente pensé que tendríamos más tiempo.

Pero antes de que alguno de los tres pueda agregar algo más... una sombra los observa desde la distancia.

Detrás de unos árboles, oculto por las ramas, un hombre encapuchado los espía en completo silencio.

Encapuchado (susurrando para sí, con voz áspera):

—Así que… hasta aquí han llegado.

Su silueta desaparece entre los árboles sin hacer ruido.

[FIN DEL EPISODIO]

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Comments

nalxyt

nalxyt

¡Qué emocionante esta historia!😆

2025-06-16

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