*⚠️Advertencia de contenido⚠️*:
Este capítulo contiene temáticas sensibles que pueden resultar incómodas para algunos lectores, incluyendo escenas subidas de tono, lenguaje obsceno, salud mental, autolesiones y violencia. Se recomienda discreción. 🔞
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...M A N U E L L E...
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Ya era de noche. Estaba acostado boca arriba en mi cama, viendo el techo, mientras Elio en el otro lado de la habitación practicaba guitarra en una pose dramática de cantautor incomprendido.
Afortunadamente, hoy no había traído a ninguna “musa”, así que no tenía que escuchar jadeos teatrales entre acordes de jazz.
Joder…que paz. Bendita sea esta noche.
Suspiré, desbloqueé mi celular y abrí el chat con mi papá.
Reí en voz baja y dejé el celular a un lado. Al otro lado del cuarto, Elio empezó a tocar algo que sonaba deprimente.
—¿Esa es tu versión de “Te dejaron por alguien con futuro”? —le pregunté.
—No —respondió sin mirarme—. Es la historia de un alma solitaria que habita en un mundo que no lo comprende.
—Traducción: te dejaron en visto otra vez, ¿verdad?
—No tienes alma, Moretti.
Y así cerré el día de clases. Con ritmos existenciales por parte de mi querido mi compañero de habitación, una compañera que me detesta, un papá que amenaza gente con emojis… y el presentimiento de que mi vida apenas comenzaba a complicarse.
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La clase de este día era “Historia de la arquitectura contemporánea”. Suena a bostezo, pero resultó ser una arena de gladiadores académicos disfrazada de cátedra.
Me senté como siempre junto a Luca, que ya tenía cara de “esto se va a descontrolar”.
—¿Y ahora qué? —le pregunté, abriendo mi libreta.
—Ella está aquí —me dijo, bajando la voz.
Alcé la vista y vi a Aina Villanova entrar como si fuera dueña del aula, con su coleta alta, una chaqueta verde militar con parches de causas sociales, y esa maldita mirada como si el mundo estuviera a medio nivel de su estándar ético.
Se sentó tres filas más adelante, diagonal a mí.
Perfecto. Muy lejos para ignorarla, pero lo bastante cerca para escuchar cuando ruja.
El profesor era un tipo mayor, de barba gris, gafas gruesas y el entusiasmo de un niño con plastilina. Nos explicó que hablaríamos de las corrientes disidentes del urbanismo posmoderno. En español: por qué algunas ciudades parecen diseñadas por alguien con resaca.
—¿Alguien quiere abrir el debate sobre el impacto de las estructuras brutalistas en la integración social? —preguntó el profesor.
Levanté la mano. Obvio. Mi ego no puede resistirse a una buena provocación.
—La intención fue buena, pero al final terminaron pareciendo cajas de zapatos abandonadas. Si querían que la gente se sintiera parte de algo, quizá no deberían haberlo hecho con concreto que parece salido de un problema de infancia.
El profesor sonrió. Aina levantó la mano justo después.
—Eso es una interpretación estética vacía. El brutalismo no pretendía agradar, sino resistir. Era un grito contra la arquitectura burguesa ornamentada y absurda. Si a ti te parecen “cajas de zapatos”, entonces no estás entendiendo nada.
Touché. Me giré apenas y le respondí sin mirar directamente.
—¿Entonces si mañana hago un edificio de cartón con un mensaje “antisistema” también es arte, o solo pobreza con excusa?
—Solo demostrarías que no tienes idea de lo que significa arquitectura crítica —replicó ella, con esa sonrisa contenida tan irritante.
Luca se deslizó lentamente hacia su silla, deseando volverse invisible.
—Muy bien, muy bien —dijo el profesor, animado como si le hubiéramos recitado una ópera—. ¡Qué energía! ¡Qué pasión!
—¿Pasión? —murmuré—. Yo estoy a dos provocaciones de lanzarle una regla.
—Dado que tienen tantas opiniones encontradas —continuó el profesor con una sonrisa traviesa—, será muy interesante ver cómo se las arreglan para colaborar.
—¿Perdón? —dijimos Aina y yo al unísono.
—Para la próxima clase, quiero que ustedes dos trabajen juntos en una presentación sobre el Neorracionalismo italiano. Veamos si ese fuego se puede canalizar hacia algo productivo.
—Profesor, ¿puedo proponer otro compañero? —dijo Aina, como si le acabaran de pedir que compartiera cepillo de dientes con un oso.
—No. Precisamente por eso lo hago. Esto se llama pedagogía de confrontación creativa.
—Suena a tortura medieval —mascullé.
—Tienen una semana. Me muero por ver qué sale de esta fusión.
Cuando nos levantamos de las sillas, Luca me miró como si hubiera presenciado un accidente de tránsito en cámara lenta.
—¿Te das cuenta de que el universo quiere que se maten… o se casen?
—Primero muerto —dije mientras Aina se levantaba de su puesto sin siquiera mirarme.
Estaba por salir del aula, mochila al hombro y dignidad apenas intacta, cuando escuché su voz detrás de mí.
—Moretti —llamó Aina, con tono de fiscal citando al estrado.
Me detuve. Respiré hondo. Me giré como si no supiera que me iba a buscar pelea.
—¿Villanova? ¿Ya te arrepentiste de no haberme lanzado el sacapuntas cuando tuviste oportunidad?
—Solo quiero tu número —dijo, como si esas palabras le supieran a cianuro—. Para coordinar los dos proyectos. El de historia y el de la otra clase.
—Ah, claro. ¿Y también quieres que te mande memes o que compartamos playlists?
—Moretti —repitió con una ceja arqueada y una mirada que podría disecarte el alma—. Tu número. Ahora.
Le dicté mi número mientras sacaba su celular. Tecleó con la eficiencia de quien escribe demandas.
—Listo —dijo, guardando el móvil—. Y por favor no me escribas a las dos de la mañana preguntando estupideces, coqueteandome o cuestionándome sobre el brutalismo.
—¿Sabes? Estás empezando a sonar como mi tía abuela cuando dice que si me lleva los domingos a la iglesia me incendiaria a penas ponga un pie en la entrada.
—Solo te advierto —dijo, con esa sonrisita que podría haber sido seductora si no fuera tan condescendiente—. No tengo paciencia para explicarle lo básico a alguien que confunde estructuras con decoración.
—No te preocupes, Villanova. Seré tan silencioso y eficiente como una columna de hormigón.
Ella me sostuvo la mirada un segundo más de lo necesario, como si estuviera tratando de entender qué demonios había hecho el universo para ponerme en su camino.
Y luego se fue, dejándome con un mensaje nuevo en mi celular:
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Comments
Linilda Tibisay Aguilera Romero
jajajajaja estos van hacer dinamita pura
2025-06-14
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