Vivo en el edificio de allá, ese con las ventanas rotas en el último piso. Si necesitas algo, lo que sea, avísame, ¿sí? Bienvenido a la comunidad.
Y con un gesto de despedida tan cálido como el sol que comenzaba a filtrarse entre las nubes, Jisung se alejó trotando, como si no hubiera nada malo en el mundo.
Minho lo siguió con la mirada hasta que dobló la esquina. Solo entonces se dio cuenta de que su pecho dolía, como si algo lo estuviera presionando desde dentro. Colocó la mano justo sobre el corazón, desconcertado.
Lee know
Qué fue eso…?
Una punzada. Un cosquilleo. Una sensación vieja, casi olvidada.
Se sacudió. Como si hubiera sentido un escalofrío por todo el cuerpo. Era absurdo. Estúpido. Se estaba dejando llevar. Estaba demasiado alterado por toda la situación. Por eso reaccionaba así.
Tenés que investigar a ese chico, se dijo. No podía haber sido una coincidencia. Apenas llegaba al barrio y ya alguien se cruzaba con él, alguien que lograba atravesar su barrera emocional con una simple sonrisa. No. Eso no era normal.
Volvió a su departamento con el ceño fruncido y la mente corriendo como un motor encendido. Encendió la computadora y comenzó a buscar.
Los resultados no tardaron en aparecer. Estudiante universitario. Buen promedio. Sin antecedentes. Padres divorciados, vive solo desde hace un año. Trabaja medio tiempo en una tienda de música. Algunos amigos en redes sociales, nada sospechoso.
Todo parecía normal. Demasiado normal.
Lee know
Han Jisung…
Minho se quedó un momento observando la pantalla. Tenía la costumbre de encontrar algo mal en todo el mundo… pero esta vez no hallaba nada.
Quizás solo fue una coincidencia.
Quizás ese chico solo fue amable.
Quizás me estoy volviendo más paranoico de lo que ya soy.
Apagó la computadora con un suspiro contenido y se levantó.
Un par de horas más tarde se le podía ver en una tienda de conveniencia, sentado junto a una ventana. Afuera, la gente pasaba sin detenerse. Los pasos, las voces, el ruido. Todo parecía lejano para él. Frente a él, un ramen caliente humeaba, pero Minho ni lo miraba.
Estaba perdido en sus pensamientos. Otra vez.
Lee know
Huele a sol…
Murmuró casi sin darse cuenta.
Llevó la mano a la nariz, intentando recuperar ese aroma. Ese instante. Esa sensación. Sabía que era ridículo, que eso no se hace… pero ese olor lo había marcado de una forma que no podía comprender.
Se rió para sí mismo. Una risa baja, seca.
Lee know
Qué idiota
Dijo sin despegar la vista de la calle.
La tarde comenzaba a caer. El cielo se tornaba de un rojo cálido, y las sombras se alargaban sobre el pavimento. Regresó a su departamento mientras la ciudad cambiaba de rostro. La oscuridad siempre revelaba lo que la luz intentaba esconder.
Dentro del departamento, Minho se quitó la chaqueta y se sentó en el suelo frente a la pequeña mesa ratona. Sobre ella, sacó cuidadosamente su arma y una escopeta que había traído en su maleta. Revisó cada rincón, cada mecanismo, limpiando con paciencia. Los movimientos eran automáticos. Precisos. Aprendidos con años de necesidad.
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