El vestido pesaba más que una armadura.
Cada pliegue de encaje, cada perla cosida con esmero era un recordatorio cruel de la trampa que la aguardaba.
Frente al espejo, Aelina Valemont contemplaba su reflejo con frialdad.
El rostro de una doncella inocente.
Los ojos de una reina renacida por el odio.
“Hoy no seré un cordero llevado al sacrificio.”
“Hoy seré el lobo que desgarra las máscaras.”
Detrás de ella, su doncella, sin sospechar el abismo que se abría en el corazón de su señora, murmuraba palabras nerviosas.
—Estáis... tan hermosa, mi lady. El Príncipe Heredero quedará encantado.
Encantado de verme morir lentamente, pensó Aelina, con amargura.
Afuera, el carruaje aguardaba. Las campanas de la Catedral de Thalair resonaban solemnes.
En las calles, el pueblo se agolpaba con júbilo. Nadie imaginaba la sangre que mancharía ese trono en los años por venir.
Aelina subió al carruaje.
Con cada sacudida sobre los adoquines, su resolución se templaba como acero al rojo vivo.
Su plan aún era una telaraña incompleta: sin aliados, sin poder real.
Pero hoy debía cortar el hilo del destino antes de que se anudara.
“No me casaré con ese monstruo.”
---
La Catedral estaba colmada.
Nobles, caballeros, damas de la corte… todos se habían congregado para presenciar la unión del futuro rey y su prometida.
En lo alto del altar, el Príncipe Darius Valarion aguardaba.
Alto, apuesto, de cabellos dorados y ojos como hielo. Su porte regio ocultaba un alma corrompida por la ambición.
Aelina lo observó desde el umbral.
“Esa sonrisa... la misma que tenía cuando firmó la sentencia de mis padres.”
Su pulso se aceleró. No por miedo.
Por ira.
Entonces lo vio.
Al pie de la escalinata, un joven caballero vigilaba con expresión severa.
Lucas Drayven. Capitán de la Guardia Real.
En su vida pasada, un hombre justo… que había muerto por protegerla.
“Esta vez, Lucas... tal vez podamos cambiar nuestro destino.”
Sus miradas se cruzaron.
Lucas frunció el ceño, sorprendido por la intensidad en sus ojos.
“Recuerda este momento, Capitán. Hoy, cambiaré la historia.”
---
El órgano comenzó a tocar.
Aelina avanzó.
Pétalos llovían desde las alturas. Los murmullos crecían como una marea.
El príncipe sonreía, seguro de su victoria.
Pero la que subía al altar no era la niña que había esperado.
Cada paso de Aelina era calculado.
Cada mirada, gélida.
Cada pestañeo, una declaración de guerra.
Cuando llegó ante él, Darius se inclinó.
—Estás radiante, mi querida Aelina —susurró—. Hoy sellamos nuestro destino.
“No el mío,” pensó.
El sumo sacerdote inició el ritual. Las palabras flotaban en el aire, vacías.
—¿Aceptas a Darius Valarion como tu esposo y futuro rey?
El mundo contuvo el aliento.
Los murmullos se extinguieron.
Las manos se entrelazaron.
Los ojos se fijaron en ella.
Aelina entreabrió los labios.
Y por un instante, el tiempo se congeló.
—No.
El silencio se rompió como vidrio bajo un puñal.
Un murmullo denso recorrió las bancas. El sacerdote parpadeó, desconcertado.
—¿Perdón, mi lady?
Aelina alzó la voz.
Firme. Clara. Inquebrantable.
—He dicho que no me casaré con él.
Sus palabras se estrellaron contra los muros dorados y rebotaron como truenos sagrados.
Caos.
Algunos nobles se llevaron las manos a la boca. Otros cuchicheaban con escándalo y rabia.
El sacerdote titubeaba, sudando frío.
Darius, incrédulo, forzó una sonrisa quebrada.
—Aelina… querida. ¿Qué juego es este?
Ella lo miró como se mira a un cadáver que aún no ha caído.
—No es un juego, Alteza. Es una elección. Y ante este reino, la proclamo: no seré tu reina. No seré tu peón.
El rostro del príncipe palideció.
Por primera vez, su máscara perfecta se resquebrajó.
—¡Guardias! —tronó, con rabia.
Los caballeros dudaron.
Entre ellos, Lucas Drayven avanzó un paso, confuso.
—Mi lady... ¿estáis segura?
Aelina lo miró sin vacilar.
—Sí.
Protege a mi familia, si puedes, Capitán. El príncipe buscará venganza.
Lucas asintió, los labios tensos.
—A tus órdenes.
La catedral hervía.
Algunos nobles se alzaban con indignación, otros —muy pocos— contenían sonrisas cómplices.
Los más sabios veían en esa joven no una rebelde... sino una amenaza real.
Aelina descendió del altar.
Cada paso era una herida al orgullo del reino.
Su vestido blanco ondeaba como la bandera de una revolución.
Pasó junto a Darius sin mirarlo.
“Este es solo el principio, monstruo. Pronto, vendrá tu caída.”
---
Fuera de la catedral, el sol brillaba con fuerza.
Los pájaros cantaban. Como si el mundo no supiera que acababa de nacer una tormenta.
Aelina respiró hondo.
Por primera vez en su nueva vida, era libre.
Pero la guerra había comenzado.
Necesitaba aliados. Necesitaba poder. Necesitaba hombres que no temieran a la oscuridad que estaba por desatar.
"Venid a mí, lobos."
"Venid a mí, guerreros y magos. Yo os daré un trono… o la perdición."
Su mirada se perdió en el horizonte, donde el destino temblaba.
La venganza de Aelina Valemont acababa de nacer.
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Updated 60 Episodes
Comments
Mitzi
Tremendos Ovarios qué tuvo para rechazarlo en plena boda... Pero se lo merecía el desgraciado
2025-07-09
2
Liliana Barros
Aelina fue muy audaz. Sin tener un plan de respaldo, ya retó al cucaracho heredero.
2025-07-06
1
Narnia
La protagonista promete mucho desarrollo y toda la historia tambien 😈
2025-07-31
0